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Nada está escrito por Lauradcala

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Me desperté a la inversa, siendo primero consciente de mi cuerpo antes de abrir los ojos. Dolía, todo dolía. Había un molesto pitido que estaba sacándome de mis casillas porque no hacía sino atormentar aún más la migraña que tenía. Cada respiración me molestaba el costado y no quería ni mencionar las sensaciones que tenia de cintura para abajo. Me removí un poco y me quejé al instante cuando el dolor punzante estalló por todas partes.

-¿Ángel? –dijo alguien.

Escuché unos pasos y sentí a alguien a mi lado al instante.

-Ángel, por favor, abre los ojos –su voz se quebró ligeramente.

Fruncí el ceño mientras analizaba lo que me encontraría si despertaba del todo. Abrí los ojos y quedé enceguecido momentáneamente por la luz blanca que me encandiló la vista.

-¡Oh, gracias al cielo! –exclamó la persona a mi lado.

Volteé y me encontré con unos ojos castaños teñidos de rojo, señal de que habían llorado.

-Háblame, por favor, di algo –suplicó la castaña.

Parpadeé lentamente.

-¿Quién eres? –mi voz rasgó mi seca garganta, sonando demasiado ronca.

Los ojos castaños se llenaron de lágrimas mientras que mostraban una expresión de sorpresa.

-¿No me recuerdas? ¿No sabes quién soy? –sollozó.

-No lo sé, no creo ser capaz de olvidar una cara de bruja como esa –dije con una sonrisa.

Jessie abrió la boca en sorpresa antes de volverse lívida por la ira.

-¡ERES UN COMPLETO IMBECIL, ANGEL WHITE! –bramó.

Empecé a reír, pero me arrepentí cuando mi costado resintió el movimiento.

-Lo siento, Jess, no podía dejar pasar la oportunidad –dije.

Ella suspiró y sonrió.

-No sabes el alivio que me da el verte despierto, tenía tanto miedo. Teníamos.

Sus ojos se aguaron de nuevo y, solo entonces, noté que alguien estaba detrás de ella y que se acercaba para confortarla. Era una chica, de piel canela y cabello negro con mechas doradas. Sus ojos cafés trataban de hacerme entrar en combustión espontánea mientras abrazaba a mi amiga en un abrazo.

-Tú debes ser Carlie –supuse.

Ella asintió y me frunció el ceño enojada.

-No fue gracioso –dijo.

-Lo siento –me disculpé.

-Está bien, al menos sigue siendo el mismo –dijo Jess, rompiendo el abrazo y volviendo a mi lado.

Mirándola de cerca, y ahora que mi visión estaba más clara, noté la palidez que acentuaba sus oscuras bolsas debajo de los ojos. No había dormido hacia mucho.

-Jess, luces cansada, ¿Has dormido? –pregunté preocupado.

-¿Quién podría? Ninguno de nosotros ha pegado ojo los últimos dos días.

Inspiré abruptamente y mis costillas gritaron, pero lo ignoré.

-¿Dos días? ¿De qué hablas? –estaba realmente confundido.

Mi amiga me miró y sonrió tristemente.

-Oh Ángel, has estado inconsciente por treinta y seis horas, estuviste en el quirófano y no sabíamos cuando ibas a despertar, siquiera si ibas a hacerlo.

El aire me faltaba de repente y el pitido, antes constante, se incrementó a un sonido errático. Jessie puso sus manos sobre mis hombros y los frotó suavemente.

-No te alteres, te hace mal –suplicó.

-¿Treinta y seis horas? –pregunté casi sin aliento.

Ella suspiró y asintió.

-¿Qué es lo último que recuerdas? –preguntó.

Mi cabeza dolió cuando intenté concentrarme.

-Me dolía…Me dolía todo el cuerpo…y me arrastré…La esquina…Una voz… -murmuré mientras los fragmentos venían a mí, todos demasiado borrosos y todos igualmente irreales.

-Cuando te vi allí tirado… Dios Ángel, pensé que habías muerto, te veías realmente mal, cubierto de sangre y mucho más pálido que de costumbre.

-¿Qué pasó?

-Noah quería mostrarnos algo que había comprado, así que envió a Jeremy al auto y yo decidí acompañarlo porque estaba a unos metros del lugar donde estábamos. Íbamos conversando cuando escuché algo extraño, fue cuando me giré a tiempo para ver como salías de aquella esquina. Al principio no te reconocí, tu cara tenia sangre y dabas algo de miedo, pero luego vi cómo te desplomabas y corrí hacia ti, con Jeremy gritando a mis espaldas. Lo envié por ayuda mientras revisaba tu estado y volvió a los segundos con Dante, que iba llegando al local. Te subimos a su camioneta y te trajimos al hospital de inmediato, no había tiempo para esperar a la ambulancia, estabas sobre un charco de sangre y empezabas a sentirte frio –narró.

Tragué en seco y sentí la molestia de mi deshidratada garganta. Jessie pareció leerme el pensamiento y acercó un vaso de agua fresca a mis labios, del que bebí ansiosamente. Cuando sacié mi sed, pregunté de nuevo.

-¿Cuál es mi diagnostico? Dijiste que había estado en el quirófano.

Se vió sorprendida un momento y luego pasó a la tristeza.

-Te golpearon muchísimo, Ángel –las lágrimas volvieron a sus ojos y una logró escaparse.

Quise contestar algo estúpido como “Ya lo sé…”, pero me percaté de que no era el momento.

-Dime –insistí.

-Un fragmento de costilla te perforó el pulmón, tienes un tubo que está drenando el líquido en estos momentos –señaló mi costado y miré debajo de la sabana para encontrar la manguera que salía de mis costillas. Asentí y la insté a que continuara -. Tuviste una ligera contusión en la cabeza que no pasó a mayores y… -se cortó al instante y empezó a temblar.

Se estaba comportando realmente extraño, podía entender un poco la situación, pero sabía que me ocultaba algo.

-Jess… -arrastré con sospecha.

-No estás estéril, Ángel –sonrió, pero yo la conocía mejor.

-¿Pero?

-No me corresponde a mi decírtelo todo, Ángel, ya te dirán más adelante. Por favor, no insistas más…

Lucía afectada, así que no seguí con el tema, en cambio me desvié un poco.

-¿Quiénes están aquí? ¿Solo tú?

Negó con la cabeza.

-Solo llevaba unos minutos aquí antes de que despertaras. Dante no se había movido un segundo de tu lado y le insistimos para que fuese a tomar algo, tú no dabas muestras de despertar pronto y el chico estaba consumiéndose aquí –explicó.

-Entiendo.

-También están todos los chicos y tus padres.

-¿Los chicos?

-Por supuesto, armamos un gran revuelo cuando Jeremy volvió por ayuda. Noah te odia por haber arruinado su fiesta, pero todos sabemos que solo intenta ocultar lo preocupado que estaba.

-¿Él está bien? El estrés puede afectarle –dije.

-No te preocupes, lo revisaron al llegar, está en perfectas condiciones y listo para patear tu trasero en cualquier momento –sonrió.

-Mis padres…

-Susan es toda lágrimas y palidez, tu padre ha intentado mantenerla tranquila, pero es difícil cuando él también es un manojo de nervios por sí mismo.

Fruncí los labios. Ella me examinó un rato antes de hablar finalmente.

-Sé lo que estás pensando, pero no, no logramos atraparlas.

-Lo suponía.

-Dante está como loco, ya perdí la cuenta de cuantos policías ha gritado estos días.

Me reí ligeramente.

-Puedo imaginarlo –comenté.

-No, no puedes. Dios, Ángel, realmente estuvo a punto de golpear al que le dijo que no habían encontrado huellas en el lugar del ataque y que no tenían pistas de nada.

-Está frustrado, supongo.

-Eso es quedarse corto…

Mi amiga hizo un gesto de horror y yo sonreí, teníamos un momento de normalidad entre tanta basura.

-Jess, ya puedes…

Ambos nos giramos para ver a Dante congelarse en la puerta al darse cuenta de que estaba despierto y totalmente consciente.

-Ángel… -susurró.

-Los dejaremos solos –dijo Jessie con algo de picardía mientras halaba a Carlie fuera de la habitación.

Dante caminó lentamente y yo no le despegué la mirada ni un segundo hasta que estuvo a mi lado y se sentó en la orilla de la camilla sin siquiera rozarme un centímetro. Tomó mi mano y acarició mis nudillos con delicadeza, con cuidado de no tocar la vía intravenosa.

-Estás despierto… -el alivio era palpable en su voz.

-Si.

-Estaba realmente asustado.

-Estoy bien.

-No, no lo estás.

-Pero lo estaré.

-Aun habiendo estado al borde de la muerte, sigues siendo tan testarudo como siempre.

-No puedo perder mi toque.

Sonrió y negó con la cabeza, luego su sonrisa desapareció y frunció el ceño. Su mano se tensó en la mía.

-¿Qué está mal? –pregunté.

-Todo está mal.

-No, algo está molestándote.

Me miró a los ojos y podía notar cuan oscura estaba su mirada.

-¿Confías en mí? –preguntó.

-¿Qué clase de pregunta estúpida es esa? ¡Por supuesto que confío en ti! –exclamé algo indignado.

-Antes dijiste que tenías secretos, ¿Aun los tienes?

-No son exactamente secretos, son cosas que no he tenido oportunidad de contarte, pero que no tengo problema alguno en decirte.

-¿Me ocultarías algo que me afecte a mí también?

Esto se estaba poniendo realmente extraño.

-¿Qué pasa, Dante? –pregunté de nuevo.

-¿Por qué no me lo contaste?

-¿El qué?

Soltó mi mano y se levantó, dándome la espalda y respirando pesadamente. Estaba enojado.

-No me mientas más, Ángel, por favor –aun cuando su tono era suave, la rabia se hacía notar.

-No puedo mentirte si no sé de qué hablas.

Se giró rápidamente y me sobresalté al encontrarme con su mirada, era fría y vacía.

-No finjas más, ya obtuviste lo que querías, ¿No? –reclamó.

-Te juro que no tengo ni idea de que estás hablando.

-¿Cómo no ibas a saberlo?

-¿Saber qué?

-¡Solo tú podías notarlo!

-¡¿Notar que?!

-¡QUE IBAS A TENER UN BEBÉ! ¡MALDITA SEA! –rugió.

Me congelé. Cualquier pensamiento o palabra se quedó atascado en alguna parte dentro de mí y no era capaz de hacer nada.

-¿Qué? –susurré.

-¿Es que no querías tenerlo?

-¿Qué…?

-¿Es por eso que te expusiste aun cuando te pedí que tuvieses cuidado?

Lo miré, pero no podía encontrar aun el sentido a sus palabras. ¿Qué estaba pasando?

-Un bebé… -balbuceé.

El ataque…Un bebé…golpes…

-¿Él está...? –intenté preguntar.

-Muerto. Felicidades, Ángel, mataste a nuestro hijo.

¿Alguna vez has sentido como todo da vueltas alrededor tuyo, aun cuando sabes que estas quieto en un solo lugar? ¿Cómo la falta de oxígeno empieza a distorsionar lo que vez y empiezas a marearte? ¿Cómo tus oídos pitan y boqueas en busca de aire? ¿Cómo todos los sentimientos se acumulan y se distorsionan, pero no eres capaz de botar ni una lagrima? Así me sentía en esos momentos.

-No… -jadeé.

-¿Qué esperabas? ¡Sufriste un ataque! Pero supongo que lo deseabas, aun a pesar de las advertencias, te aventuraste a ir solo por las calles.

<<No puede ser verdad…Yo no quería esto…Detente…>>

-Vete… -susurré casi inaudiblemente.

<<No…>>

-¿Qué? –su retahíla de reclamos se detuvo para mirarme fijamente, aun sentía la intensidad de su enojo hacia mí.

-Que te vayas…-dije algo más fuerte.

<<No…No te vayas…>>

-¿Interrumpo tu diversión? –preguntó con ironía.

-Sal de aquí… -insistí.

<<Consuélame…Abrázame…Te necesito…>>

-No puedes ignorar lo que hiciste, Ángel –su mirada se intensifica.

-¡Que te largues!

<<No me dejes…>>

Mi mano alcanza algo y, sin mirarlo, lo arrojo en su dirección. La pequeña bandeja de metal se estrella contra la pared y recibo una mirada llena de rencor, pero no discute más y se va. Al instante me arrepiento y quiero correr tras él, pero estoy atado a demasiados cables.

<<Vuelve…por favor…>>

Arranco la intravenosa y un aparato empieza a pitar insistentemente, pero lo ignoro. Me quitó la pinza del índice que está conectada al monitor cardiaco y este también empieza a chillar. Pongo los pies en el frio suelo, me incorporo y en seguida caigo de bruces, pero no me importa.

<<Tengo que encontrarlo…Tiene razón…Es mi culpa…>>

Siento un tirón en mi costado y las vendas empiezan a humedecerse rápidamente. Mi pierna se enreda con algún tipo de cable y, al estirarlo, mi entrepierna duele.

<<Me lo merezco…Soy un asesino…Es mi culpa…Mi culpa…Solo mía…>>

La respiración empieza a fallarme a medida que empiezo a arrastrarme en dirección a la puerta. Los puntos negros aparecen en mi visión y mi cuerpo tiembla.

<<Dante…Vuelve…Es mi culpa…>>

Pasos apresurados se detienen a mí alrededor y siento como me toman de los brazos.

<<Si…Van a llevarme con él…>>

-¡Ángel! ¡¿Qué hiciste?! –grita una mujer.

<<Mamá…Diles que me lleven con él…>>

-Se ha arrancado todo, la sonda urinaria, el tubo de drenaje, la intravenosa… -enumera una voz que no conozco a mi lado.

-Todo está lleno de sangre, por suerte no hay que volver al quirófano –dice alguien más al otro lado.

<<No… ¿Qué hacen?... ¿Por qué no me llevan con él?...>>

-Dante… -murmuro con las pocas fuerzas que me quedan.

-Cariño, deja que te revisen –dice mi madre.

La miro, pero no puedo enfocarla, solo sigo el sonido de su voz. Siento la sabana de la camilla contra mi piel y me doy cuenta de que tratan de acostarme de nuevo.

-No…Dante… -repito.

-Podrás verlo en un rato, cariño –dice mi madre.

Oigo a las voces desconocidas lanzarse ordenes que no logro comprender. Algo empuja contra mi costado y mi muñeca está siendo apretada.

-Dante…Dante…Dante… -murmuro.

-Tranquilo, cariño, pronto –dice mi madre y siento sus manos en mi rostro.

-Dante…Dante… ¡Dante!

Me remuevo e intento volver a levantarme, pero soy aprisionado contra el ligero colchón.

-¡No!... ¡Déjenme!... ¡Dante!

<<Tengo que disculparme…Tengo que decirle…Tengo que…Es mi culpa…>>

-¡Tranquilo! ¡Tranquilo! –grita una de las voces desconocidas.

-¡Sédenlo! –grita otro extraño.

-¡No! –exclama mi madre.

-¡Déjenme! –aúllo.

-Es lo mejor, señora White, su hijo parece estar en shock –la voz extraña es monótona.

<<Tengo que encontrarlo…Es mi culpa…>>

Mi madre solloza. Siento un pinchazo en la cara interna de mi codo y mis miembros empiezan a adormecerse.

-Dante…Dante…Dante… -susurro.

-Vas a estar bien –dice mi madre en mi oído con la voz rota.

<<No quiero dormir…Tengo que encontrarlo…Es mi culpa…Es mi culpa…>>

-Dante…

Suspiro y la oscuridad me arrastra consigo.

Notas finales:

N/A: Estas podrian ser mis ultimas palabras, asi que me disculpo por esto, pero era necesario, espero que sepan comprender.

A mi tambien me duele, no crean que soy un ser desalmado, pero las razones las entenderan mas adelante.

Yo creo en los finales felices, solo tienen que esperar un poco.

Por favor, no me maten.

Nos leemos despues.

PD: Quedan dos capitulos antes del final...empieza la cuenta regresiva.


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