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Nada está escrito por Lauradcala

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Ángel

Me levanté aprisionado bajo las extremidades de Dante. Había pasado la noche en su apartamento y habíamos caído rendidos luego de pasar el dia al aire libre.

Me removí inquieto al sentir el llamado de mi vejiga, pero Dante era mucho más pesado que yo y se rehusaba a dejarme ir.

<<Luego soy yo el que tiene el sueño pesado>>

-Dante… -susurré.

No se inmutó. Lo empujé ligeramente, pero era un peso muerto.

-Dante, déjame salir –hablé más alto.

Murmuró algo entre sueños, pero no se movió. Suspiré y traté de salir sin molestarlo, pero afianzó su agarre a mi alrededor y me atrajo más cerca.

Habían pasado dos años y aún seguía haciendo eso cuando me alejaba de él.

-Dante…realmente necesito orinar… -gemí.

Entreabrió un ojo y sonrió, luego volvió a cerrarlos.

-No te muevas… -murmuró.

-¡Necesito ir! –insistí.

-Es una ilusión.

-¡Dante!

Soltó una risita y se alejó un momento antes de saltarme encima.

-Buenos días, Ángel –sonrió ampliamente con picardía.

-¿Cómo puedes tener tanta energía en la mañana?

-Nunca me falta energía para saltarte encima.

-Déjame ir, necesito ir al baño o la vejiga va a explotarme y será realmente asqueroso.

-¿Y si hacemos algo divertido antes?

Su rostro bajo a mi cuello, haciéndome cosquillas con su respiración.

-Yo digo que no, necesito que me sueltes ahora o voy a mojar tu cama y tú tendrás que lavar las sabanas y mi ropa interior –amenacé.

Dante se rió y me liberó. Me escapé antes de que se le ocurriera volver a hacer otra travesura. Cuando por fin descansé, aproveché para lavarme los dientes.

-¿Ángel? –llamó desde la habitación.

Me asomé con el cepillo en las manos y la boca llena de espuma.

-¿Si?–pregunté como pude, sin derramar crema en el piso.

Dejó vislumbras una sonrisa burlona que me hizo rodar los ojos.

-¿Qué quieres hacer hoy? –preguntó.

Me encogí de hombros y seguí en la tarea de mi higiene bucal.

-¿Nada especial? –insistió.

Negué con la cabeza. Entré al baño y me enjuagué la pasta de menta antes de regresar a la cama.

-No, no tengo nada en mente, ¿Por qué? –respondí.

-Bueno, me gustaría hacer algo especial contigo.

Fruncí el ceño en confusión.

-¿Me perdí de algo? ¿Hoy es tu cumpleaños? ¡Por favor dime que no me olvidé de tu cumpleaños! –exclamé con algo de terror.

Él se rió.

-No Ángel, aún faltan unas semanas para mi cumpleaños.

-Qué alivio… -suspiré-. ¿Entonces?

-¿Tiene que ser una fecha específica para que yo quiera hacer algo especial contigo?

-No lo sé, es que es… raro.

Él entrecerró los ojos y pareció algo molesto.

-Tú vístete, vamos a salir –dijo y se levantó al baño.

-¿Te enojaste?

-¡No! –exclamó desde el baño.

Me recosté en la cama y me froté el rostro. La había embarrado otra vez.

Salimos a desayunar y caminamos por el parque. Dante me preguntó por la universidad ahora que faltaba poco para iniciar mi cuarto semestre y yo le comenté entusiasmado por las materias que llamaban mi atención. Él no parecía muy ilusionado por dictar tres materias al mismo tiempo, pero el director se lo había pedido luego de que un profesor quedase incapacitado luego de sufrir un accidente doméstico y él no pudo negarse.

Por la tarde fuimos al cine y luego a comer comida italiana, en donde pude probar una lasagna que, quizás, podría competir con la de mi madre. Cuando la noche cayó, nos devolvimos al complejo de apartamentos donde él vivía y comenzó a actuar extraño. Le pregunté si le molestaba algo, pero me miró y sonrió antes de negar con la cabeza. Esa actitud no era normal en él. Empecé a sospechar. Cuando llegamos a su hogar, entró y empezó a desvestirse, quedando en ropa interior, luego se giró y, antes de que tuviese tiempo de reaccionar, me jaló de la camiseta y me tumbó de espaldas a la cama. Jadeé de sorpresa, pero eso solo le dio pie para introducir su lengua en mi boca y atacar sin piedad. No entendía su comportamiento, un momento estaba callado y al otro estaba atacándome como si quisiera comerme. No es que el Dante apasionado me disgustara, es que no entendía por qué estaba portándose así. Bueno, Dante me saltaba encima la mayoría del tiempo que estábamos juntos, pero había algo que no terminaba de calzar en mi lógica.

Dante se separó un instante, con la respiración agitada, y me miró a los ojos. Parecía indeciso, como si le diese vueltas a algo en su cabeza.

-¿Vas a decirme que rayos te pasa? –pregunté algo irritado.

-¿Confías en mí?

-¿Qué clase de pregunta estúpida es esa?

-Tú responde.

-Sí, si confío.

-Yo… quiero hacer algo diferente contigo hoy, ¿Me dejarías?

Rodé los ojos.

-Como si alguna vez te dijera que no.

-¿Puedo…atarte?

-Ya lo has hecho antes, ¿Por qué estas preguntando?

-Porque quiero atarte y…vendarte los ojos.

Mi corazón empezó a acelerarse y mi garganta a secarse. Nunca habíamos intentado el privarnos de algún sentido, pero debía admitir que la expectativa se oía tentadora. Sin embargo, no pude evitar mirarlo con recelo.

-¿Qué vas a hacerme? –pregunté con sospecha.

Su sonrisa pícara hizo acto de presencia y no pude evitar mi sonrisa de alivio, este Dante si lo conocía.

-Ya lo verás… -murmuró.

-No voy a ver, se supone que vas a taparme los ojos.

Soltó una carcajada y bajó a mis labios un momento antes de levantarse y buscar algunas de sus corbatas. Dante nunca usaba trajes, pero siempre tenía algún que otro conjunto formal por si la ocasión se presentaba, aunque las corbatas habían tenido otro destino bastante distinto al propósito para el que fueron creadas. Volvió con las prendas en sus manos y me desvistió en un santiamén, dejándome en ropa interior y apreciando como podía notarse una erección que empezaba a crecer.

-No te he tocado y ya estás así –se burló.

-La expectativa me emociona –respondí ansioso.

Como su cama no tenía barrotes, ató las corbatas a la base y esperó a que me acomodara antes de atarlas a mis muñecas, comprobando que no estuvieran muy ajustadas, pero que tampoco fuesen a soltarse. Mi respiración empezó a acelerarse en cuanto me sentí atado. No me gustaba mucho la restricción, pero Dante siempre hacia que valiera la pena. Desapareció un momento y luego volvió, poniéndose a horcajadas sobre mí y sosteniendo un pañuelo oscuro sobre mi rostro.

-¿Estás seguro? –preguntó.

Asentí rápidamente y él dejó un beso en mis labios antes de atar el pañuelo alrededor de mis ojos e introducirme a la oscuridad. Al instante, mis oídos se agudizaron y mi piel se sentía más sensible, receptiva ante cualquier cambio. Sentí cuando Dante se quitó de encima mío y la pequeña corriente de aire que causó con su movimiento hizo que mi piel se erizara. No estaba seguro de si me gustaban las nuevas sensaciones, pero estaba seguro de que podría pedirle a Dante que me soltara en cualquier momento si no podía soportarlo. Escuché como abría y cerraba un cajón y luego arrojó algo a la cama antes de subirse él mismo, hundiendo el colchón debajo de nosotros.

-¿Estas bien? –preguntó.

-Es…raro.

Sentí un movimiento y su aliento rozó mi rostro cuando habló.

-¿Raro bien? ¿O raro mal?

-Raro incómodo.

-Bueno –sus manos empezaron a subir por mis costados desde mi cadera hasta mi pecho-. Hay que cambiar eso, ¿No lo crees?

Jadeé cuando sus dedos se encerraron alrededor de mi pezón y lo apretó, mientras que sus labios empezaban a bajar desde mi marca detrás de mi oreja hasta mi clavícula, raspando con sus dientes y chupando la carne que se le ofrecía. Gemí cuando empezó a bajar haciendo un camino de besos por todo el centro de mi torso. Mi piel se sentía terriblemente sensible y estaba enloqueciendo con la intensidad de las sensaciones. Mi respiración era errática y creía que el corazón iba a estallarme. Jalé de mis ataduras y la tela abrasó mi piel cuando su lengua trazó el límite que marcaba el elástico de mi ropa interior. Dante sopló mi abdomen y el frio que eso causó hizo que se me pusiera la piel de gallina.

-Si dañas mi cama, vas a tener que pagarla, Ángel –murmuró con malicia.

-Es…tu culpa… -jadeé.

-Si no puedes resistir esto, no creo que puedas seguir para lo que viene.

-Joder…

-¿Debería parar?

-No.

-¿Seguro? Pareces bastante afectado.

-Si te detienes ahora, juro que voy a patearte.

Mordió mi cadera y lo tomé como una señal de que no iba a parar. Gruñí ante el ardor, pero la molestia fue reemplazada por algo más cuando mi erección fue apretada por su mano a través de mi bóxer. Pronto, la única prenda que me quedaba desapareció y la textura de la tela fue reemplazada por algo cálido y húmedo. Volví a tirar de las corbatas cuando sus dientes rasparon al tiempo que sentía rozar su garganta. Sus manos volvieron a explorar mi piel y a apretar mis caderas para inmovilizarlas contra la cama, en vista de que había empezado a retorcerme. Cuando estaba a punto de llegar al clímax, el peso sobre mí ya no estaba, dejándome al borde. Casi grité por la frustración.

-No, no, todavía no, Ángel –dijo.

-Eres de lo peor…

-Pronto, pero todavía no.

Mi respiración seguía acelerada y realmente creo que agradecía el estar atado, porque quería darle un puñetazo. Lo escuché gemir bajo y me pregunté que estaría haciendo y porqué demonios no estaba terminando lo que empezó. O sea, haciéndome terminar. Sentí sus piernas a cada lado de mis muslos y sus manos rodearon mi erección, resbalando con facilidad. Supuse que estaba usando el lubricante para facilitar la fricción. Gemí ante la sensación, pero me vi nuevamente privado de mi liberación cuando se detuvo y alejó sus manos.

-¿Es que me odias? –exclamé irritado.

Escuché su risita y sentí su movimiento al alzarse sobre mí.

-Un poco más. Sopórtalo, por favor –murmuró en mi oído.

Sus labios encontraron los míos y levanté mi cabeza un poco para poder presionar mi boca contra la suya con un poco más de intensidad. Moría por tener contacto y, el saber que a estas alturas estaría volándome la cabeza en alguna parte de la nebulosa, pero que no lo estaba haciendo, estaba matándome. Sentí su mano de nuevo en mi erección antes de que algo cálido y apretado me rodeara.

<< ¿Qué…?>>

Su boca estaba devorando mis labios, esto debía ser…

<<Joder…joder… ¡Joder!>>

Tiré fuerte de las ataduras, haciendo temblar la cama, y gruñí hasta rasgar mi garganta cuando lo escuché gemir largamente contra mis labios. La sensación era demasiado intensa y no creía resistir por mucho tiempo.

-¡Oh Dios! ¡Dante! ¡Joder! –exclamé cuando empezó a moverse con extrema lentitud.

Sus manos apretaron mis antebrazos cuando sus movimientos empezaron a acelerarse.

-¡Suéltame! –gemí.

-No –jadeó.

-¡Dante, suéltame!

-Ni loco, estás demasiado agresivo –se rió.

-¡Dante! Maldita sea, ¡Suéltame!

Su aliento rozó mi oído al susurrar.

-Tú solo disfruta, Ángel.

Su interior apretó mi erección y yo grité. Era demasiado abrumador y no podía compararlo con nada que hubiese sentido antes. Nada podría superar esto jamás. Sus labios volvieron a los míos y lo mordí en un intento de castigarle por lo que estaba haciéndome, pero pude sentirlo sonreír y su lengua apareció para hacerme sufrir.

<<Maldito bastardo que sabe lo que hace>>

-Suel…ta…me…-supliqué entre jadeos.

-No…

Su voz se oía algo temblorosa y, por el curso que habían tomado sus movimientos, podía adivinar que no duraría mucho más.

-Quítame la venda –negocié.

-Aun no.

-¡Dante!

-Sopórtalo un poco más.

Gemí cuando mordisqueó mi mandíbula y posó sus manos en mi pecho para apoyarse mejor. El orgasmo me golpeó con la fuerza de un tsunami y mis brazos dejaron de batallar contra las corbatas cuando toda mi energía se fue con mi liberación. Solo entonces fue que Dante me quitó el pañuelo de los ojos. Verlo moverse sobre mí de esa forma tan erótica era casi irreal. Escucharlo jadear tan desesperadamente parecía un sueño. Sentir como sus músculos se contrajeron a mi alrededor cuando el alcanzó su propio clímax, arqueando su espalda y cerrando los ojos mientras que perdía la voz en un gesto de sorpresa era una imagen que quedaría grabada con fuego en mi memoria.

Dante cayó sobre mí, con su cabeza en mi hombro y su respiración intermitente rozando mi piel.

-Había olvidado lo que se sentía –murmuró.

No respondí, temía que al hacerlo, despertaría del sueño más caliente de toda mi jodida vida. Lo sentí moverse y sus ojos dorados me miraron con preocupación.

-¿Estas bien? –preguntó.

-Tú… -susurré.

Él enarcó una ceja antes de fruncir el ceño.

-Estas demasiado serio, ¿No te gustó?

-Bésame. Bésame ahora antes de rompa estas malditas corbatas y te encierre en esta maldita habitación por el resto de mi vida –gruñí.

Abrió los ojos con genuina sorpresa ante mi repentina agresividad.

-¿Ángel? –preguntó.

-¡Que me beses, joder! –exigí.

Sonrió y bajó sus labios a los míos, tomándome de la nuca para poder profundizar su toque. Volví a tirar de mis ataduras y sentí la frustración subir por mi garganta.

-Suéltame ya –dije contra sus labios.

-Creo que tengo miedo de lo que puedas hacer si te suelto.

Lo miré a los ojos y sonreí con malicia.

-Deberías temer por lo que pueda hacer si no lo haces.

Sonrió con picardía y soltó mis amarres. Se acercó para besarme de nuevo, pero cambié nuestras posiciones, conmigo arriba, y atrapé sus muñecas para evitar que hiciera algo.

-Demonios, Ángel, ¿Cuándo te volviste tan fuerte? –preguntó.

-Hace como cinco minutos, cuando me quitaste la venda y tuve una alucinación.

-¿Alucinación?

-Si.

-¿Puedo saber que alucinaste?

-Que tenía al mismísimo Eros saltando sobre mí.

Dante sonrió.

-¿Estás seguro que fue una alucinación?

-No, pero es por eso que voy a averiguarlo en estos momentos.

Abrió los ojos con sorpresa cuando empujé mi cadera contra la suya y gimió cuando sentí rozar esa pequeña protuberancia en su interior. Me agaché para susurrar en su oído.

-Más te vale no estar cansado, porque puedo asegurarte de que no voy a soltarte por un buen rato –susurré con malicia.

-¿Y quién te dijo que lo hicieras?

Lo miré a los ojos y vi el dorado oscurecerse a ocre. Sonreí y empecé a moverme.

Esto iba a ser divertido.

 

 

Notas finales:

¡Hola a todos! 

Aqui les traigo el primer extra.

ya sé que no es el que todos querian, pero es un capitulo que moria por escribir y, aprovechando que mi tiempo y mi inspiracion se pusieron de acuerdo, me lancé a ello.

Espero que les haya gustado porque a mi me encantó, me parece de las cosas mas sexys que he escrito en la vida y amé como quedó.

Espero que estén bien y, desde este lado de la pantalla, les mando un abrazo enorme (Los extrañaba un monton)

Nos leemos despues.

Pd: estoy escribiendo una nueva historia de tematica homoerotica sin nada de fantasia y espero traerselas pronto, estaré avisandoles cuando suba el primer capitulo para que, si les llama la atencion, le den un vistazo y me comenten que tal. 

Los amo :*

(Si, estoy de un excelente y amoroso humor)


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