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Razones por Maos

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Era un llanto sumamente angustiado, increíblemente constante y lleno de dolor; Tom lo reconocía de aquellas veces en las que su madre le suplicaba desesperadamente a su padre que no fuera a lastimarlo a él o a Bill, principalmente en esos días en los que a Jörg se le pasaba la mano y se ponía especialmente violento con ellos. En general aquellos eran recuerdos borrosos que no solían cruzarse muy seguido por su cabeza, sin embargo, estaban allí, presentándose en ese preciso momento, llenándole la cabeza de más mierda, como si no fuera suficiente con la que ya tenía.


Su madre estaba a menos de un metro de distancia de él y tenía el rostro enterrado en el pecho de Gordon, ella temblaba mucho y él la rodeaba con ambos brazos, apretándola hacia sí con mucha fuerza, como para que no fuese a derrumbarse o algo así; era muy extraño porque él no entendía muy bien lo que estaba pasando, no sabía porque estaban ahí, y sobre todo no tenía ni idea de por qué su madre lloraba tanto y tan fuerte.


Solo sabía que ya estaba muy cansado de estar allí parado, aburrido de ver a las enfermeras y enfermeros correr de un lado a otro con mucha prisa, pero sobre todo ya estaba completamente harto de escuchar los sollozos de su madre, que eran tan fuertes y agudos que ya le estaba dando dolor de cabeza, y sin embargo, no tenía el valor suficiente para pedirle que se callara, así que mejor decidió guardarse sus quejas y prefirió seguir pensando en cómo pedirle disculpas a Bill.


La tarde anterior no había sido buena para nadie, pero sentía que la peor parte se la había llevado él, pero, suponía que todos se sentirían igual, así que por eso no se había atrevido a hablar de ello. Ahora solo estaba esperando a que su hermano apareciera para poder pedirle perdón por todas las cosas feas que le había dicho, porque a pesar de que en verdad se sentía dolido y enojado con él, nada de lo que le había dicho la tarde anterior había sido en serio, mucho menos tenía la intención de lastimarlo con ello, y él esperaba que Bill lo supiera, pero en caso de que no, iba a decírselo, para que no hubiera malentendidos y todo estuviera bien entre ellos. No quería estar peleado con su hermano en esa situación tan difícil.


Incluso tenía esperanzas de que Bill no estuviera tan molesto con él y entonces así, después de que lo perdonara, ambos pudieran hablar de todo lo que el menor le había querido contar y que él se había negado a escuchar por él coraje. Pero para que eso sucediera Bill tenía que hacer acto de presencia primero y la verdad es que ya estaba preocupado, pues no tenía idea de donde se había metido, porque desde que habían llegado allí no lo había visto en ningún momento.


Sabía que su madre y Gordón eran los únicos que podían decirle donde estaba su hermano, pero extrañamente se sentía demasiado cohibido para hablar, ese día en particular se sentía bastante vulnerable, era como si algo dentro de él le dijera que no iba a servir de nada hacerlo, que lo único que iba a lograr era molestar a su madre, y realmente ya no quería a otra persona enojada con él, ya se sentía bastante solo. Sin embargo, se armó de valor, porque el asunto con Bill era más importante que su vergüenza y debate interno.


— Mamá... —se mordió los labios y escondió las manos entre las enormes bolsas de sus pantalones, sentía que el cuerpo entero le ardía, y que por dentro los nervios se lo estaban tragando entero. Cuando su madre lo miró a los ojos, su corazón palpitó muy fuerte y quiso salir corriendo de ahí, pero su cuerpo no respondió y se quedó ahí parado, sin moverse ni un solo centímetro—. ¿S-Sabes dónde está Bill? —a su madre se le descompuso el rostro inmediatamente después de su pregunta, y aunque él no sintió que hubiera dicho algo malo, una presión terrible en el pecho le obligo a respirar más rápido de lo que usualmente hacía—. ¿Mamá?...


Gordon lo miró demasiado serio y eso lo hizo desviar la mirada avergonzado, se sentía como regañado y de la nada el estómago empezó a dolerle por nervios, no es que Gordon lo intimidara, pero de pronto se estaba sintiendo muy mal, era una sensación muy desagradable que iba invadiéndole el cuerpo poco a poco.


— Necesito hablar con él... —insistió en voz bajita, temiendo a algo que todavía no sabía que era.


— Tom... —esta vez la voz suplicante de Gordón hizo que su mirada se desviara del suelo al rostro de éste, su padrastro tenía la misma mirada lastimada y eso hizo que todos los sentimientos que traía adentro se removieran horriblemente.


— Ya sé que está molesto... —continuó ignorando con mucho esfuerzo lo que todo su cuerpo estaba intentando decirle—. pero solo necesito disculparme ¿sí?


Simone se cubrió el rostro con ambas manos, su mente no podía lidiar con esa situación ahora, simplemente no podía, era demasiado doloroso.


— Mamá —la voz del adolescente tembló poquito, advirtiendo de un llanto que no tardaría demasiado en llegar—. De verdad... necesito hablar con él... si está en casa puedo ir yo solo, pero...


— Tom, ya basta, por favor para con esto... —Simone lo interrumpió y el menor sintió que el estómago se le encogía y que el calor se le empezaba a escapar del cuerpo.


— Tengo que pedirle perdón... Mamá... solo dime donde esta ¿sí? Yo lo busco... solo quiero hablar con él... —sus frases comenzaron a entrecortarse por el nudo en la garganta que apenas lo dejaba respirar. Tom sabía lo que estaba sucediendo en realidad, se lo habían dicho, al menos la mayor parte, pero incluso aunque no lo supiera, era obvio lo que sucedía, por el contexto, por el lugar... por todo. Pero su mente no lo dejaba creerlo, no lo dejaba asimilarlo, lo estaba protegiendo del dolor más grande que podría sentir en su vida—. ¿E-Entonces? —los miro alternadamente, buscando desesperadamente algo que lo ayudara a mantener el engaño que se había creado él solito.


— Cariño... Bill no está en casa, él está allá arriba con los doctores... —esta vez fue Simone quien habló y el menor negó con la cara ya mojada.


— No es verdad... —negó con los labios apretados.


— Están haciendo todo lo posible por ayudarlo... —Tom se cubrió los oídos para no escucharlo y así no volverlo real, pero su madre le tomó de ambas manos y se las apretó para reconfortarlo.


— Tom, escúchame, Bill está aquí porque... —a la castaña se le fue el aliento y no pudo decir nada más. Solamente se acercó a él y lo abrazó con toda la fuerza que tenía—. Lo están ayudando y estará bien... ¿ok?


— Quiero verlo... —pidió entre lágrimas gruesas llenas de miedo—. Por favor, por favor, necesito verlo...


— Ninguno de nosotros podemos estar ahí Tom...


— ¡Mamá por favor! ¡Por favor! —el menor se separó de ella desesperado, dispuesto a hacer cualquier cosa, lo que fuera para poder estar junto a Bill. Para poder pedirle perdón, para cuidarlo, para sentirlo a su lado.


— Tom, ahora no... —pidió su madre, sin saber qué más hacer y él solo pudo mirarla incrédulo ¿Cómo que ahora no? ¿Entonces cuando? ¿Cuándo fuera demasiado tarde?


— ¡Quiero ver a Bill!


— Tom, tu no entiendes...


—¡Mamá quiero verlo! —su madre se cubrió los labios y negó, llorando de nuevo, destrozada por no poder ayudar a ninguno de sus dos hijos—. ¡¡Mamá por favor!! —le rogó con toda la desesperación del mundo en la voz—. ¡Quiero a Bill! —pro ella no respondió—. ¡Mamá! ¡Necesito a Bill!


Pero Simone no pudo decir nada más, y Tom solo se echó a llorar más fuerte, sin poder controlarse ni un poquito, se alejó de ambos adultos, sintiendo un vacío gigante en el pecho que estaba absorbiendo todo de sí; era la angustia más terrible que había vivido en toda su vida y tenía mucho miedo y dolor, pero más que nada sentía una culpa inmensa, porque sabía que, de no ser por él, Bill no habría tomado esa horrible decisión.


Solamente quería correr hasta encontrarlo, para pedirle mil veces perdón por lo imbécil que había sido con él, por haberlo hecho a un lado, por todo lo mierda que había sido como hermano, quería rogarle que no lo abandonara, que no lo dejara de esa forma, pero sobre todo quería pedirle que luchara, que viviera, que no se dejara vencer y le diera una oportunidad para ayudarlo, para probar que podía ser un buen hermano.


***


Gordon se asomó por la ventana de la habitación y observó con el pecho arrugado como Tom se aferraba a Bill conectando sus manos. Desde que el menor de los gemelos había salido de cirugía, nadie había logrado que Tom se alejara de él ni un solo segundo, no había querido comer, ni dormir y llevaba por lo menos seis horas así, e incluso después de que los doctores le dijeran que Bill no despertaría hasta la mañana del día siguiente, él no había querido dejarlo solo. Simone era otra historia, ella si había regresado a casa, más a fuerza que por gusto, pero se fue relativamente tranquila después Gordon le jurara que cuidaría a sus hijos como si fueran propios. Y estaba completamente dispuesto a cumplirlo.


Además, en ese momento no había nada que pudieran hacer, al menos no hasta que el chico pelinegro despertara, así que él solamente se había quedado afuera, cuidando que nadie extraño fuese a entrar. No había querido esperar adentro con ellos por dos razones, la primera era que Tom parecía ponerse totalmente a la defensiva cada que alguien se acercaba a ellos, y la verdad era que prefería no ponerlo más alterado de lo que ya estaba; la segunda, ver a Bill en esa camilla hacía que sintiera un remordimiento terrible que no lo dejaba en paz.


Se sentía un completo imbécil, había estado conviviendo con esos niños por más tres años y nunca se había dado cuenta de las cosas tan horribles que estaban viviendo. Pensar en que aquel joven de 16 años que estaba en esa camilla por haber intentado acabar con su vida, había estado siendo abusado por su propio padre enfrente de sus narices, lo ponía enfermo.


Y tenía mucha rabia acumulada, pero no encontraba una manera correcta de expresarla, porque ni siquiera podía ir a buscar a ese mal nacido para hacerlo pagar por todo el dolor que les estaba causando, por todo el dolor que había hecho pasar a ese inocente niño que ya no había querido seguir luchando, que se había dado por vencido.


Gordon no podía parar de recordar todas esas veces en las que Bill le dio una señal, o todas las veces en las que le grito silenciosamente que lo ayudara. Y lo estaba matando, realmente estaba acabando con él, porque ahora no sabía cómo lidiar con todo eso, ni siquiera había podido decírselo a Simone, ¿Cómo mierda lo haría? La mataría si se lo dijera... y Tom ¿Y si él había sufrido lo mismo? Su mente estaba hecha un remolino, jamás en su vida pensó que tendría que pasar por una situación similar, no sabía cómo ayudarlos, y toda la situación se le hacía completamente injusta. Todo era un desastre, y por primera vez en su vida se encontraba incapaz de pensar en una buena forma de lidiar con ello.


Para cuando se dio cuenta, ya estaba del otro lado del pasillo, así que volvió en sus pasos y se recargó en el marco de la puerta, Tom finalmente había sido vencido por el sueño, y sin embargo, aún seguía aferrado la mano de Bill. Él mayor se pasó las manos por el rostro y soltó un suspiro escandaloso, desesperado. Miró con detenimiento la triste escena y se hizo la promesa más seria de su vida: ayudaría a esos chicos y les haría justicia, sin importar que, lo haría.


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Notas finales:

Una disculpa enorme por la tardanza, espero que este capítulo les agrade.

Muchisimas gracias por el apoyo. 


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