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Razones por Maos

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*Unos meses antes*


— ¿Qué tienes Bill?


El aludido levantó la mirada del suelo y luego volvió a bajarla rápido, no quería que Tom notara que estaba intentando aguantarse las ganas de ponerse a llorar muy fuerte, como un niño pequeño, porque él sabía que si Tom lo veía así, entonces le haría muchas preguntas que no iba a poder responder, y entonces iba enojarse con él, así que solo negó, esperando —o quizás no— que eso fuera suficiente para él, porque ahora mismo no tenía la fuerza mental para afrontarlo.


Pero Tom siguió insistiendo, y Bill sentía que no iba poder aguantarse más si él seguía hablándole en ese tono cariñoso y preocupado, ese que ya casi no escuchaba porque la mayoría del tiempo se la pasaban peleados, por eso le gritó que se callase y lo dejara en paz, eso siempre funcionaba con él, a Tom siempre se le quitaban las ganas de seguir preguntando cada que Bill se ponía en ese plan y el pelinegro lo sabía, y aunque le dolía mucho el tener que alejarlo, Bill sabía que era lo mejor para ambos.


Lo que Bill no se esperó, fue que Tom siguiera preguntando, sin enojarse como lo hacía siempre, y cuando se le acercó para tomarlo de la mejilla, no pudo ni siquiera moverse de lo asombrado que estaba, no recordaba la última ve que Tom y él habían mantenido algún tipo de contacto físico, últimamente estaban tan distanciados, que ya ni siquiera lo veía diario, él por pasársela encerrado y Tom por siempre salir de fiesta. Se sintió tan confundido, que no supo ni que cara puso, pero si pudo ver la de su hermano y supo que algo no estaba bien cuando su gemelo frunció las cejas y entre abrió los labios.


— ¿Qué te pasó aquí? —el rubio le pasó los dedos por el cuello y él se encogió de dolor—. Es... ¿Qué demonios? —el menor sintió que su corazón se volvía loco en su pecho, no sabía que había visto Tom, pero no podía ser algo bueno, por eso intentó alejarse, sin éxito, porque su hermano lo sostuvo fuerte y eso lo hizo sentir más miedo.


— Tom suéltame... —le pidió cuando sintió su mano colarse por debajo del cuello de su playera— ¡Tom! —le gritó y el otro finalmente lo soltó.


— Pero Bill... tienes sangre... —le mostró sus dedos, en realidad no era para tanto, apenas un par de manchitas, pero al final de cuentas era sangre y nadie sangraba por nada y eso hizo que Tom se preocupara un poco más.


El pelinegro se llevó la mano al cuello, ni siquiera sabía que estaba sangrando, pero sintió el ardor al encontrar la herida con sus dedos, era un rasguño, o al menos se sentía como uno, y Bill se tensó al recordar como se lo había hecho, o mejor dicho, quién se lo había hecho y como.


— No es nada. —carraspeó, porque todavía seguía con esas malditas ganas de llorar que no lo dejaban en paz. — En serio... solo es un rasguño.


— Pero esta sangrando... deja que te cure. —ofreció, pero Bill negó aterrado, no quería que Tom le viera todas las otras marcas que seguro tenía debajo de su ropa.


Y es que no había pasado ni media hora desde que Jörg había abusado de él nuevamente en ausencia de su hermano, y para acabarlo de joder, Tom había llegado temprano esa tarde y no le había dado tiempo ni para ir a ducharse, por eso se estaba sintiendo tan mal. Se sentía incómodo y sucio, todo el cuerpo le dolía, podía sentir el escozor en su espalda por las mordidas y rasguños, en su recto, por lo duro que había sido su padre con él, incluso podía oler el sudor de su padre en su propia piel, y eso lo estaba volviendo loco.


— No Tom... a-así está bien, yo puedo solo.


— Yo sé que puedes sólo, solo quiero ayudarte. —le dijo tomándole de la playera nuevamente y él se estremeció.


— No... Deja... —se alejó de nuevo, y se paso la mano por los ojos, no iba a poder aguantarse más. Mierda, como le jodía ser tan estúpidamente llorón—. Ya déjame...


— ¿Como te lo hiciste? —Tom creía saber la respuesta a eso, porque sabía que su padre se ensañaba más con Bill que con él a veces, pero no entendía porque entonces Bill siempre se quedaba en casa, siempre estaba diciendo que debía estar ahí y a él le parecía muy estúpido, pero generalmente no le daba importancia y lo dejaba, si él quería quedarse a cuidar de un padre borracho que lo golpeaba, no era su problema, él ya había intentado hablar con el pelinegro muchas veces, y siempre terminaban en lo mismo, Bill siempre decía que no lo entendía y que lo dejara en paz, y eso hacía. Ya estaba harto de pelear por eso.


— Mmm... no se... —susurró sin mirarlo a cara, quería llorar y vomitar, quería irse a su habitación para poder desahogarse a gusto, tenía que limpiarse, quitarse todos los fluidos que no eran suyos del cuerpo, quería deshacerse de todo el dolor que estaba sintiendo. Solo quería descansar un momento. Quería dejar de sentirse tan ansioso, porque todavía podía sentir las manos de Jörg quemándole la piel, y sus besos húmedos ensuciándolo, solo quería dejar de sentirse tan mal, pero Tom parecía no querer dejarlo.


— ¿Fue papá? —su cuerpo inmediatamente se puso alerta y lo miro asustadísimo ¿Él había visto algo? Mierda... ¿Tom había...?— ¿Fue él?


Su respiración se le corto por un par de segundos y luego negó, Tom no lo sabía, de saberlo jampas le hubiera tocado el rostro, o se le hubiera acercado tanto, ni siquiera le hubiera ofrecido su ayuda. — No...


— Él no está aquí Bill, puedes decírmelo —y era verdad, no estaba en casa, después de tener sexo con su hijo, había decidido salir a buscarse un bar para caerse muerto un rato.


Si tan solo pudiera decir algo...


— Sé que te lastimó Bill, siempre lo hace...


Y entonces se le deformó el rostro enseguida, él sabía que Tom no estaba hablando de eso, pero ya no podía aguantarlo, ni siquiera había intentado detenerse esta vez, su mente no pudo soportarlo más, había llegado a su límite, Bill ya no podía con todo lo que estaba sintiendo en ese momento, por eso dejó que las lagrimas le corrieran libres por la cara. Sollozó fuerte y se abrazó él sólo, porque no se atrevía a abrazar a Tom, tenía mucho miedo de que él fuera a alejarlo, no quería sentirse rechazado por él, nunca por Tom.


— Ay Bill... —Tom quiso decirle muchas cosas para consolarlo, porque, al fin y al cabo, lo que él mas odiaba era ver mal a su hermano, y odiaba aún más verlo así por culpa de su padre—. Ven aquí...


Y lo abrazó.


Para Bill fue como recibir un golpe en el estómago, porque se sentía increíblemente bien el tener a su gemelo mayor para desahogarse de todo ese dolor y ansiedad que estaban matándolo, pero también se sentía como una persona horrible, por dejar que lo abrazara cuando media hora antes había hecho esas cosas asquerosas con su padre, en ese mismo lugar.


Y entonces, como lo había hecho ya mil veces, se alejó de él y Tom se sintió muy mal por eso, pero no se lo dejó ver, solo suspiró.


— Voy a mi cuarto... —susurró Bill con la voz hecha mierda y Tom solo asintió, sin mirarlo.


El pelinegro quiso decirle gracias, pero sabía que había arruinado el momento y que Tom ahora si estaba enojado con él, así que en silencio subió las escaleras y se metió al baño, se quitó de encima toda la ropa y se metió al agua de la regadera, llorando de nuevo y ya no precisamente por su padre.


*Actualidad*


Tom estaba de rodillas en el piso del baño, vaciando todo lo que llevaba en el estómago en el váter, haciendo sonidos grutales horribles. Schell estaba detrás de él mirándolo y sosteniéndole las rastas. Tom ya lo sabía.


Después de que el medico estuvo seguro de que Tom no había sido abusado sexualmente, Simone y él habían estado de acuerdo en contarle el qué y por qué de lo que estaba sucediendo. En esa misma sesión, Tom y Schell habían estado platicando de todas las veces que el rubio sintió que pudo haber ayudado a Bill y no lo hizo, y justo después de que terminara el ultimo recuerdo, Schell había hablado con Tom del abuso que había estado sufriendo su hermano.


Tom no lo había tomado para nada bien, claro, por eso mismo estaba vomitando. Tenía el rostro rojo y sentía que iba desmayarse, en su mente no cabía la posibilidad de que su padre...Dios... Su propio padre... él no podía haberle hecho eso a su hermano... era enfermo... era... era tan horrible.


— Necesito verlo... —demandó una vez que estuvo de pie. Se enjuagó la boca y el rostro, tenía los ojos hinchadísimos. No podía ser que eso estuviera pasando.


— Sabes que eso no se puede en este momento. —le recordó el médico, ya habían hablado de eso, después de esa sesión, Tom no iba a acercarse a Bill hasta el día siguiente, Schell no quería que Bill se viera afectado por la reacción de Tom, ahora mismo lo que Bill necesitaba era tranquilidad y apoyo, y un Tom alterado no iba a ayudarlo.


— ¡Necesito verlo!


— No se puede.


Tom bufó y otra vez se le escaparon las lágrimas, se acercó a zancadas y lo tomó por la bata. — ¡Necesito verlo! —gritó entre dientes—. ¡Le dije que era su culpa! ¡Todo el tiempo!


— Tom tienes que calmarte o tendré que sedarte. —le pidió con voz tranquila, tomándole los puños para que lo soltara, pero no cedió.


— ¡No! Schell, tienes que dejarme verlo... ¡Tiene que saber que...! ¡¡Por favor!!


— Tom...


— ¡¡El es mi hermano!! Yo tenía que cuidarlo.... ¡Yo debía cuidarlo! Y... y mi padre... —de solo pensarlo le volvieron las arcadas.... Su padre había violado a Bill... ¿Cómo un padre le hace eso a su hijo?


— Tom, esto no es tu culpa. —lo tomo por los hombros y lo miró directo a los ojos.


— Lo hizo frente a mi todo el tiempo... Lo lastimó cuando yo estaba cerca ¿Cómo es que yo no tengo culpa en esto? —le preguntó con la voz rota, en un tono considerablemente más bajo.


— Tu no lo sabías, no pudiste saberlo...


— Somos gemelos... debí saberlo... —se lamentó y se cubrió la cara—. y él... es su padre... es su padre... ¿Cómo pudo hacerle eso? —su voz fue tan aguda que ni siquiera pareció que fuera de él. Schell lo abrazó, pero Tom no hizo el esfuerzo por devolverlo.


— Por favor... —pidió y el mayor suspiró.


— Tom, Bill no quiere a nadie ahí... y tu no estas bien ahora mismo, no puedo dejar que vayas.


Tom se apartó, aún le dolía pensar que Bill no quería tenerlo cerca, pero ahora mismo entendía muy bien por qué. Ahora mismo entendía todo, absolutamente todo. Y poquito a poquito, con cada segundo que pasaba, la tristeza de Tom se convertía en enojo, y cuando finalmente todo su cuerpo ardió en ira pidió una sola cosa.


— Entonces quiero ver a Jörg. —se secó la cara con rabia y apretó los puños.


— ¿Qué? —la sorpresa en la voz del médico fue palpable. Por su mente en ningún momento pasó la posibilidad de que Tom quisiera verlo a él.


— Quiero ver a mi papá.


***


Bill estaba recostado de lado en la camilla del hospital, con las rodillas contra el pecho y las sabanas azules cubriéndolo hasta la cabeza, estaba intentando desaparecer, pero obviamente no estaba funcionando. En realidad, estaba escondido, ¿de qué? De todo... de sus problemas, de los doctores, de su vida... odiaba estar ahí metido, y su único escondite era ese, allí abajo nadie podía hacerle daño, o hacerle preguntas incomodas que solo lo hacían sentir mal.


Allí estaba a salvo.


La gente no paraba de acercársele para hacerle preguntas sobre su padre y eso lo ponía muy mal anímicamente, ¿por qué no entendían que no quería hablar? Que le dolía... Los doctores, enfermeras, trabajadoras sociales... solo lo agobiaban y lo desesperaban. Por eso reaccionaba siempre a la defensiva, enojado, porque lo ponían nervioso y asustado, y su mente y cuerpo ya no querían ser lastimados, por eso preferían actuar violentos antes de dejar que los dañaran de nuevo.


Y luego su madre... Dios... ella lo sabía todo... ¡lo sabía todo! ¿Cómo se había enterado?, por eso mismo no había querido hablar con ella, estaba tan avergonzado y asustado de que fuera mirarlo con asco, que prefería alejarla él primero...Y... y su padre... él iba a matarlo, estaba seguro de ello... en cuanto despertara y se enterara de que su madre sabía todo... iba a matarlo... iba a dañarlo otra vez... iba a lastimar a Tom.


Solo pensar en ello lo hacía ponerse a llorar de angustia, no quería que su padre despertara nunca, no quería que su madre lo supiera... su único consuelo era que Tom no lo sabía, podía estar tranquilo, porque si Tom se enteraba entonces todo habría acabado para él. Su madre lo mandaría lejos... seguramente lo odiaba... ¿por qué querrían tenerlo en casa cuando sabían lo sucio que estaba? Cuando sabían de las cosas horribles que había hecho y que nunca le contó a nadie... Iban a odiarlo, estaba seguro de ello... y no quería que Tom lo odiara... no iba a poder con eso...


Era tan estúpido, ni siquiera podía acabar con su vida bien, todo sería mucho más fácil para él si lo dejaran morirse, pero todos se empeñaban en mantenerlo vivo. Aunque, incluso así, cuando todos ponían de su parte para ayudarlo, él no quería, por eso no comía, ni hablaba con nadie... el no quería su ayuda de mierda, que había llegado lo suficientemente tarde, como para ya no importarle a estas alturas.


Solo quería que lo dejaran hundirse en su mierda solo, porque le asustaba estar vivo, porque eso significaba que tendría que afrontar sus problemas, y no quería, no quería ver ni a su madre, ni a Tom a la cara, mucho menos a Gordon... aunque sabía que a él ya lo había perdido, no se había aparecido ni una vez por ahí, y es que a pesar de que alejaba a todos, le dolía saber que Gordon, de entre todos, había sido el primero en desaparecer de su vida. Le dolía, porque creía que él era la única persona con la que podría haber contado en algún momento.


Se paso las manos por la cara y se cubrió los labios para no sollozar tan alto, no quería llamar la atención de nadie, pero es que esa situación lo aterraba tanto que no sabía cómo actuar, solo sabía que ya no quería más de eso. Quería paz, ¿por qué no podían dársela?


La luz le cegó un momento, el doctor venía acompañado de un enfermero, ambos le habían quitado la sabana de encima, parecían agitados, pero a Bill no podía importarle menos. Él solo escondió el rostro y siguió llorando.


Cuando el enfermero le tomo el brazo ni siquiera se resistió, vio en su mano la jeringa que ya habían utilizado con él antes. Sabia lo que era, y lo necesitaba. Por eso no luchó, y dejó que le inyectaran el brazo, casi ansioso por ello. Cuando el calmante le hizo efecto las lágrimas pararon instantáneamente y él se sintió increíblemente aliviado y tan cansado, que solo le bastó cerrar los ojos para quedarse profundamente dormido.


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