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Razones por Maos

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Había pasado poco más de un mes y medio desde que Bill había salido del hospital para regresar a su vida “normal”. Las cosas en casa comenzaban a volverse una rutina, lo que, a decir verdad, les permitía tener un cierto nivel de estabilidad que al inicio no tenían, y eso agrandes rasgos ya era mucha ganancia.

Sin embargo, el proceso era lento y la situación familiar no estaba avanzando tan rápido como a Simone le hubiera gustado, porque el ambiente seguía siendo tenso y hostil, y mantener la calma ante todo lo que estaban pasando les costaba demasiado, a unos más que a otros, y al final del día no se sentía como si algo hubiera cambiado, o como si en realidad estuvieran haciendo algo para ayudarse mutuamente. Era increíblemente agotador. El problema radicaba más que nada en que todos se guardaban sus problemas para sí mismos y nadie quería ser el primero en hablar sobre ellos, entonces todo se hacía mucho más difícil. Y aunque era obvio que la comunicación nunca había sido el fuerte en esa pequeña familia disfuncional, Simone en realidad lo estaba intentando y ponía todo de su parte para que la situación fuera un poco más llevadera.

Había logrado que Tom regresara a la escuela —más a la fuerza que por otra cosa— y había pausado los planes que tenía con Gordon de abrir una galería de arte hasta nuevo aviso; ahora trabajaba desde casa, ayudando en los ejercicios contables de un pequeño negocio de una de las pocas personas que no se alejaron al enterarse de los problemas que estaba teniendo. Y a pesar de que la paga no era tanta, servía para mantenerlos perfectamente a ella y a los gemelos, y sobre todo, le permitía estar presente la mayoría del tiempo, así que no se quejaba.

Por otro lado, estaba Gordon, que poco a poco se había estado involucrando de nuevo con la familia. Simone había cedido a dejarlo visitar a los gemelos, porque, aunque no fueran sus hijos de sangre, se preocupaba por ellos como si lo fueran y les tenía un profundo cariño paternal, además de que sentía cierta responsabilidad y culpa por todo lo que había ocurrido con Bill.

Su relación con Simone estaba en algún tipo de pausa, porque había vuelto a ser la de dos amigos que se querían mucho, sin embargo, el romanticismo se había perdido, y él prefería no presionarla, sabía perfectamente que ella no tenía cabeza para una relación en ese momento, y la verdad era que él tampoco. Así que se tomaban las cosas con calma, era un pacto silencioso que ambos estaban manejando a la perfección.

Gordon iba a visitarlos por las tardes, y en ocasiones iba por Tom al colegio y lo llevaba a pasear para distraerlo de toda la situación que estaba viviendo en casa, al menos así sentía que contribuía un poco a que las cosas mejoraran, sentía qué si conseguía alegrar a Tom un poco, entonces ya era ganancia, porque la personalidad extrovertida y alegre del rubio se había desvanecido totalmente, y eso últimamente los tenía a él y a Simone muy preocupados.

Ellos sabían que dadas las circunstancias Tom no iba a estar precisamente feliz, pero verlo tan decaído y triste solo hacía que sus alertas se encendieran, el mayor de los gemelos parecía empeorar en lugar de mejorar con cada día que pasaba, y eso repercutía directamente en el comportamiento de su hermano, porque quisieran o no, sus actitudes influían tanto en el otro, que, si uno se ponía mal, el otro inmediatamente empeoraba.

Las terapias que al inicio aparentaban ir de maravilla, ahora parecían no servir de absolutamente nada, no se veía una mejora, y mucho menos una actitud por parte de los gemelos que indicara que querían ser ayudados, se hundían en sí mismos, tal y como habían aprendido a hacer desde pequeños. No sabían abrirse, y no creían que sus problemas fueran tan importantes como para molestar a otra persona con ellos, aun cuando todo eso estaba acabando con ellos. Era como que ellos entendían que debían hacerlo, pero no podían simplemente estar dispuestos a hacerlo de la noche a la mañana.

Al principio funcionaba, cuando eran apenas unos niños que no entendían muy bien porque su padre gritaba todo el tiempo y porque su madre lloraba cada que salía de su habitación, a la que tenían prohibido entrar. Y era así porque eran dos y se ayudaban mutuamente, claramente no de una forma profesional, ni precisamente sana, pero el hecho de tener a otra persona incondicional que sintiera, temiera y viviera lo mismo, era de gran ayuda, más cuando sus pequeñas mentes se la pasaban asustadas todo el tiempo.

El hecho de estar juntos y entenderse, y solamente estar ahí, representaba para ellos un mundo de ayuda, de clama y seguridad, ahora que todo eso se había roto, no tenían nada, o al menos, no sentían que lo tuvieran, y ya no podían seguir lidiando con ello solos, solo que aún no se daban cuenta.

Esta situación tenía muy preocupado a Schell, pues él ya sabía que eso podría llegar a ocurrir, era de sus más grandes temores y aun así decidió continuar, porque esperaba realmente que esos chicos pudieran salir adelante y que dejaran de estancar sus vidas, eran demasiado jóvenes, y no merecían que sus vidas enteras terminaran deshechas por los asquerosos caprichos de un hombre trastornado. Era completamente injusto.

***

Esa tarde Tom había regresado con la nariz sangrando, el pómulo hinchado y un ojo morado —y eso lo que se veía por encima—, su sudadera azul cielo ahora tenía manchas marrones por la sangre seca y estaba llena de tierra, al igual que sus rastas, su cara y todo él. Simone sintió que el corazón se le desbocaba en cuanto lo vio llegar a casa en esas condiciones; era la segunda vez en dos semanas que veía a Tom llegar golpeado y sangrando, así que corrió hacia él y lo tomó del rostro para examinarlo de cerca y él se dejó hacer, porque estaba muy cansado y adolorido como para resistirse.

— ¿Quién te golpeó? —la voz aguda y preocupada de su madre le retumbó en los oídos, y fue como si lo espabilara, porque se separó rápidamente de ella y retrocedió un paso, negando, con la mirada abajo—. Tom… ¿Qué fue lo que pasó amor?

— No voy a volver a esa escuela… —su tono de voz fue grave y cansado, en verdad no quería volver a ese lugar jamás, se sentía derrotado.

— ¿Por qué? ¿Qué ocurrió? —Simone insistió, porque había aprendido por la mala, que no hacerlo llevaba a terribles y grandes consecuencias— Tom… —quiso pasarse de largo, estaba dolorido y solo quería ir a su cuarto a dormir para olvidarse de todo lo que le estaba pasando, pero su madre le impidió el paso con su propio cuerpo—. Necesito que me hables Tom… —le pidió en un susurro, casi suplicante—. Por favor, no puedo hacerlo si ustedes no me dejan ayudarlos…

El rastudo inhalo hondo, solo para no gritarle que si hubiera cumplido su papel de madre desde antes y los hubiera ayudado como se debía, nada de eso hubiera pasado. Últimamente sentía mucha rabia hacia su madre, incluso hacia él mismo, no podía encontrar un culpable concreto de las cosas horribles que estaban pasando.

— No fue nada mamá… solo eso chicos que… que no saben nada… —contestó enrabiado, recordando lo estúpidos que eran sus compañeros de instituto. Sentía que quería llorar solo del coraje.

— ¡Oye Kaulitz!Tom prefirió no girar, últimamente esos chicos le estaban colmando la paciencia y prefería mil veces volver a casa ya, para ver a Bill, que quedarse a discutir con esos chicos imbéciles que solo lo hacían enrabiar con las estupideces que decían de él y su familia. Eran dos grados más grandes y no entendía por qué le tenían manía. ¡Maricón! ¿No oyes?

Tom se detuvo un segundo a contar hasta tres, con los puños fuertemente apretados y los dientes rechinando entre ellos, en verdad no quería quedarse a pelear, pero ellos parecían pedirlo a gritos. Una oleada de ira le recorrió de la punta del pie a la cabeza cuando sintió el brazo de Aaron rodeándole el cuello.

 ¡Quítate! le gritó y se alejó inmediatamente del tacto, continuando con su camino a casa¾ ¿Qué jodidos quieres?

 Uuy, pero que carácter te cargas Tomi, él y sus amigos Mark y Mike se echaron a reír—. ¿Por qué tan irritable? preguntó con una sonrisa maliciosa asomándose por su boca y Tom torció el gesto, irritado.

 ¿Y a ti que mierda te importa?

 Juju… hoy si que andas con todo ¿no? los tres se carcajearon de nuevo, de una manera muy falsa y estúpida a la vista de Tom—. Ya dinos la verdad intervino Aaron de nuevo. ¿Es por tu papá?

Tom se detuvo de nuevo, y sintió como si se congelara por un momento, ellos se detuvieron también y lo miraron de cerca rodeándolo. Eran unos verdaderos hijos de puta.

— No sé de qué mierda hablas… contestó, esta vez con un tono mucho mas sumiso. Su padre era un tema muy delicado.

 ¿Ah no, Tom? ¿Estás seguro?

Pero esta vez Tom no contestó, no pudo, solamente quiso continuar con su camino, pero Mike lo empujo al centro del improvisado triangulo que habían formado a su alrededor.  ¿Qué pasa Tom? ¿Ya te acordaste?

 Ya déjenme en paz… ordenó, sin embargo, su voz sonó tan bajita que parecía chiste.

 ¿No eres tan machito verdad Kaulitz?... ¿Ah?

 ¿Qué quieren? en su voz se escuchó la derrota y se sintió resignado.

 Solo queremos saber…

 ¿Qué se siente que te folle tu papá? preguntó Mark desde atrás muy cerca de su oído, y Tom sintió que iba a entrar en pánico ¡¿Qué mierda estaban diciendo?! Se giró a mirarlo, asustado por lo que acababa de decir.

  — No imbécil… lo calló Aaron y se puso a su lado. No fue a él, fue a su hermano, el que sí es puñal, el que se maquilla, ¿verdad? pero Tom no fue capaz de hablar, ni siquiera estaba respirando en ese momento, estaba aterrado por lo que estaba escuchando. ¿O si fue a ti?... ¡Hey! ¿Estas tonto?

 No saben de que están hablando… su respiración era pesada, y la verdad es que no sabía si era porque estaba muy enojado o porque estaba entrando en pánico.

 Oh, vamos Tom, yo sé muy bien de lo que estoy hablando, ¿Tu padre te violó o no? Es muy simple la pregunta…

 Váyanse a la mierda comenzó a caminar rápido, empujando a Mike fuera de su camino, necesitaba salir de ahí, llegar a su casa y respirar, necesitaba respirar, mierda, se iba a sofocar ahí.

 ¿A dónde vas cabrón? Yo no te dije que podías irte Aaron lo detuvo de un jalón brusco y esta vez ninguno de los tres estaba sonriendo y Tom supo que las cosas no iban a acabar bien. Respóndeme… Aunque estoy seguro de que fue al rarito de tu hermano, por eso es así ¿no?

 ¡Cállate! ¡Tu no sabes nada de Bill!

 Ah, vamos, si desde niño se le veía lo puto intervino Mike. ¿Cuánto a que le gustaba? gritó de broma a sus amigos y ellos le siguieron con risas. Y a Tom le hirvió la sangre.

 Seguramente Tom también se lo folla ¿Verdad? y mas risas, y Tom sentía que la cabeza le dolía de toda la ira que lo estaba consumiendo—. ¿Cómo se siente follar a tu hermano?

 Si, ¿Cómo se…? fue ahí que el rubio de rastas no lo soportó más y soltó el primer puñetazo, solo para cerrarle la boca a ese maldito hijo de puta. Los demás golpes vinieron después, de todos lados, y el apenas podía defenderse, si no hubiera sido por toda la adrenalina que le estaba corriendo por el cuerpo, seguramente hubiera terminado peor, después de todo, eran tres contra uno.

— Mamá… en verdad no quiero hablar de esto… —la voz se le rompió, y quiso ponerse a llorar ahí mismo, porque en ese momento la adrenalina ya no estaba presente, y le dolía el cuerpo, y emocionalmente estaba a punto de colapsar, porque no podía creer que hubiera personas tan estúpidamente crueles e imbéciles, porque pensar en eso le dolía y lo hacía perder todo control sobre sí—. Por favor… No me hagas volver… por favor… —suplicó con las lágrimas rebeldes en la cara.

— Tom… dios, ven aquí… —le abrazó con fuerza, pero él se separó inmediatamente por las lesiones y lo horrible que sentía cuando alguien lo tocaba en ese estado, la ansiedad era tanta que un solo rose le desencadenaba una serie de hormigueos dolorosos en la piel de todo el cuerpo, pero Simone no sabía esto, básicamente porque él jamás se lo había dicho, y en su mente solo pudo sentirse horriblemente rechazada. Sin embrago, no hizo un drama, solo tomó un respiro profundo e intentó calmarse—. Esta bien… Vamos a curarte ¿sí?

Y Tom aceptó, esperando que tal vez su madre pudiera darle uno de esos calmantes que lo adormecían y lo dejaban descansar de todo eso que se le revolvía en el pecho y no lo dejaba vivir en paz.

***

Por la tarde, como siempre, llegó Gordon. Simone fue a abrirle, Tom estaba en su habitación descansando y Bill estaba en la sala, mirando la tele sin mirarla realmente, solamente estaba ahí, porque estar solo en su habitación lo ponía de nervios. En ocasiones, por las mañanas, se escabullía a la habitación de Tom cuando el ya estaba en la escuela, se sentía mucho más tranquilo respirando el olor que su hermano dejaba en las fundas y sabanas, se sentía de alguna manera protegido.

Él creía que su madre no se daba cuenta, pero era obvio que si lo hacía, solo que evitaba evidenciarlo, porque no quería arruinar el poco progreso que estaba teniendo.

— Pasa, estoy terminando la cena —la castaña intentó sonar lo mas normal posible, pero la preocupación la tenía tatuada en el rostro y Gordon lo notó inmediatamente.

— ¿Es Bill? —preguntó en voz baja y ella negó. El a su vez asintió, entendiendo que el problema hoy era con Tom—. ¿Quieres que suba?

—  No… está durmiendo.

— De acuerdo… voy a saludar. —ella asintió y continuó trabajando en la cocina mientras Gordon se dirigía a la sala.

— Hola Bill. —siempre intentaba anunciarse antes de estar muy cerca de él, Bill solía ser muy asustadizo últimamente, así que siempre intentaba evitar espantarlo de cualquier forma—. ¿Cómo estás? —esperó unos segundos, pero el muchacho solo lo miró un momento y volvió a mirar el televisor—. Algún día tendrás que hablar conmigo de nuevo muchacho —susurró de manera que Bill pudiera oírlo, pero este continuó ignorándolo.

Bill sintió que por dentro algo se le revolvía, sabía qué no dirigirle la palabra no era una solución, pero no era capaz de cruzar palabras con Gordon por la vergüenza que sentía, no es que en realidad estuviera asustado de él, pero le daba miedo que pudiera rechazarlo de alguna manera, por eso prefería ser él quien se alejara primero, así no iba a doler tanto.

A continuación, Bill se preparó para escuchar, era como una rutina que tenían él y su expadrastro, Gordon siempre llegaba a contarle su día en el trabajo si es que el menor no se encontraba dormido, porque la medicación lo tenía soñoliento la mayoría del tiempo.

— Bill… tienes que saber que puedes confiar en mi ¿de acuerdo? Jamás voy a hacerte daño… y no voy a abandonarte… puedes contar conmigo… muchacho, eres como un hijo para mi… no lo olvides.

Mas o menos ese era el discurso que Gordon siempre le daba cunado terminaba de contarle su día, y Bill siempre sentía ganas de llorar y de pedir perdón después de eso, pero nunca podía hacerlo, siempre le ganaba el miedo y prefería salir corriendo de allí, porque no quería ver la decepción que el mayor sentía de él. Por su cobardía y todos los errores que había cometido.

Subió a la segunda planta con mucha prisa y se metió al baño contiguo a la habitación de Tom, se miró en el espejo y sintió mucho asco de solo mirarse, tenía las mejillas cada vez mas hundidas, unas ojeras enormes y su cabello era horrible.

Su melena larga había desaparecido después de una noche de ansiedad en la que todos la habían pasado terrible, esa madrugada Bill había despertado a todos cuando había corrido a la habitación de Tom a buscar unas tijeras. La impresión que le dio a su madre y hermano no fue la correcta, mucho menos cuando se metió al baño con ellas.

Su madre había entrado en pánico y no paró de golpear la puerta del baño, gritándole lo mucho que lo amaba y rogándole que por favor no fuera a dañarse. No fue hasta que Tom llegó con las llaves que ella se detuvo, cuando ambos abrieron la puerta, el mayor de los gemelos no paraba de temblar, sentía incluso que iba a desmayarse.

Y casi fue así, pero de alivio, cuando vio a su hermano vivo parado frente al espejo, las piernas le flaquearon y calló de rodillas al suelo. Su madre solo corrió a abrazarlo y el se dejó hacer, porque últimamente ella era a la única que recibía en cuestiones de afecto, solo ella podía tocarlo, o besarlo, o cualquier cosa, y eso de una u otra forma, destrozaba internamente al rastudo.

Lo único que había resultado dañado esa noche fue su cabello, que había recortado sin ninguna forma hasta la altura de la barbilla; esa noche nadie durmió, y se quedaron hasta tarde en le habitación de Simone, mientras ella le arreglaba el cabello a Bill, Tom los observaba desde la cama.

Bill se intentó acomodar el cabello, pero al arreglarlo había quedado tan corto, que no había manera de hacerlo lucir mejor, así que se rindió. Se mojó el rostro y se convenció de que mirarse así era mejor, porque su padre odiaba cunado se cortaba el pelo, y tenerlo de esa forma era, de alguna manera, un triunfo personal, sentía que recuperaba un poco de poder sobre si mismo, y lo hacía sentir bien.

Salió del baño y sin poder contenerse, se metió a la habitación de Tom, porque aunque no quisiera admitirlo estaba preocupado por él, había visto como su madre le curaba todas las heridas, y verlo así de lastimado lo angustiaba. Lo miró de lejos, se veía muy tranquilo dormido, hasta parecía que nada malo le estaba pasando, y quiso acercarse a él, para sentirlo, porque hacía mucho tiempo que no estaban unidos, pero de nuevo el miedo al rechazo pudo con él, y prefirió huir a su propio cuarto, aunque le diera terror estar ahí solo.

***

Ya era muy tarde, casi las once y media y Gordon seguía en casa, sentado en la mesa de la cocina con una taza de café vacía, sabía que debía marcharse pronto, pero no deseaba irse, Simone tampoco deseaba que se fuera, pero no tenía el valor para pedirle que se quedara, le aterraba el hecho de volver a olvidarse de sus hijos solo por el hecho de estar con el hombre que amaba, no quería caer en el mismo error dos veces, por estúpido que sonara.

— Creo que es hora de irme —anunció el hombre con cierta desgana mientras se ponía de pie, él solo esperaba, con una pequeña esperanza, que ella cediera, pero la castaña solo asintió, sin ni siquiera mirarlo—. Simone…

— Nos vemos mañana… —le cortó, con los nervios consumiéndola por dentro y él bajó la mirada derrotado—. Que tengas buena noche…

— Está bien. —no quiso presionar, iba a ser paciente por mucho que le costara, en verdad quería hacer las cosas bien esa vez—.   Tú también descansa… —le susurró en el oído y le dejó un beso en la mejilla, después siguió su camino a la puerta.

— Gordon… —le llamó a último momento y se puso de píe para alcanzarlo— Tú… tal vez pued… 

Pero su celular comenzó a vibrar en su mano, y ella sintió eso como una señal divina. Suspiró sin intentar ocultarlo y se llevó el aparato al oído después de aceptar la llamada.

— Buenas noches… —su voz fue pausada, sonaba sorprendida y su ceño se frunció, cosa que llamó la atención de Gordon, quien se acercó a ella y le hizo gestos para que le comentara que era lo que sucedía, pero ella lo detuvo levantando un dedo—. Si, soy yo… ¿Qué?... Espere, ¿Mañana? —su rostro se puso serio, y en cuestión de segundos el color se le había drenada completamente—. ¿Cuándo sucedió?

— ¿Simone? —intervino el hombre, pero ella siguió ignorándolo.

— Esta bien… Si, haré lo posible. Gracias… —y colgó.

— ¿Qué sucedió? ¿Quién era? —preguntó, pero ella ni siquiera colgó la llamada, simplemente se le quedó mirando a la pantalla como si fuera alguna clase de extraterrestre, aun procesando la información— Oye, ¿Estas bien?

— Si… Perdón, ¿te parece si mejor nos vemos mejor el viernes?

— ¿Qué? —su cara expresó entera confusión, porque realmente no entendía nada—. ¿Quieres explicarme qué fue lo que pasó?

— No es nada, si quieres si puedes venir mañana… Si… Hasta mañana… —dijo y sin decir nada más emprendió el camino hacia su habitación.

— Simone… Oye… —la tomó del hombro antes de que pudiera avanzar más y la giró hacia él, solo bastó mirarla así de cerca y a los ojos para entender lo que estaba pasando en realidad, pero aun así le preguntó que ocurría, solo para que su cerebro pudiera procesarlo correctamente—. ¿Qué pasó?

 

Ella guardó silencio por varios segundos eternos, sin saber cómo decirlo, pero finalmente habló en un susurró—. Él... Despertó… —dijo sin más y su tono era una mezcla entre miedo y rabia que inmediatamente la deshicieron en temblores. Apretó la mandíbula con todas sus fuerzas y sintió que iba a perder el control—. Jörg despertó…


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