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Razones por Maos

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Simone había contactado a todos los abogados que conocía en la ciudad, desde los más recomendados hasta los que ni siquiera ejercían la profesión, pero cuando eso no funcionó y se encontró varada en medio de una decisión que no quería tomar, decidió que no iba a rendirse tan fácil y comenzó a buscar por internet; había sido una búsqueda casi desesperada, pero por más que había intentado, no había podido construir un buen caso en contra de Jörg, no sin que esta implicara someter a Bill y a Tom a juicio. Un juicio en contra de su padre, un padre que les había hecho la vida un infierno y del que quería alejarlos lo más que se pudiera.


Lo más que podían ofrecerle todos los abogados a los que había visitado era arresto domiciliario, porque no había forma de que encerraran a un hombre con daño cerebral con pruebas tan inconsistentes y deficientes. Se necesitaban los testimonios para respaldar las pruebas que se habían encontrado.


El maltrato físico a menores le daba a Jörg a lo mucho cinco años de condena, y Simone no estaba dispuesta a aceptar tal oferta, porque era más que insultante que la pena más baja para ese violador fuera de seis meses y la más alta, con suerte, de cinco años, no estaba dispuesta a dejar que se saliera con la suya y no pagara por todo el dolor que les había causado.


El problema había sido el proceso de recolección de pruebas, cuando Bill intentó suicidarse nadie sabía bien el motivo, nadie sabía que era lo que tenían que buscar o si había algo que buscar, porque Bill no había dejado una nota y porque tampoco le había contado a nadie. Se habían documentado signos de abuso físico antes, pero no se hizo una denuncia, no hubo un reporte especial, nunca se llamó a la policía, y sobre todo, no hubo una declaración formal de que Jörg fuera el responsable de ello, no habían realizado el procedimiento correcto y ahora lo estaban sufriendo.


Fue hasta después que las cosas cobraron seriedad, cuando Gordon hablo de sus sospechas con el médico de Bill, y cuando terminaron por salvarle la vida fue que hicieron una revisión propia, el daño físico exterior era evidente, pero su hermano también lo tenía, era obvio que los golpeaban. Cuando hicieron las pruebas por violación, efectivamente encontraron signos de que el menor había sostenido relaciones sexuales forzadas, pero como no habían sido recientes, no se encontró ADN que señalara a un culpable concreto.


Y como si todo se hubiera alineado para dejar el caso impune, Bill se había negado a declarar en el informe médico que el abuso sexual había sido por parte de su padre, así que lo que necesitaban era que Bill levantara la denuncia y que testificara el abuso, necesitaban que hablara con personas y contara su historia, y Simone se no estaba dispuesta a someter a su hijo a tal estrés.


La única otra forma de encerrarlo sin que Bill testificara era que se declarara culpable, y era obvio que no iba a hacer eso. No quería que obligaran a su hijo menor a revivir esas horribles cosas solo porque no sabían como llevar el caso. Sin embargo, no había como probar que Jörg había violado a Bill sin que este lo acusara directamente, y aunque quería, ya no podía evitarlo más. Así que después de que su último recurso le dijera que no era posible encarcelarlo por violación e incesto sin la declaración, decidió que era momento de hablar con los chicos, de contarles todo y preguntarles como querían proceder.


Simone había notado el nerviosismo de lo chicos, sus ojos rojos, los rostros hinchados, y había pensado en dejar el tema de lado para preguntarles que ocurría, pero sabía que sino lo hablaba en ese momento, se lo guardaría y terminaría haciendo el problema más grande de lo que ya era.


— ¿Cariño estas bien? —le preguntó a Tom cuando este suspiró hondo y pesado.


— Estoy bien ma... ¿Qué pasa?


— Veran... —intervino Gordon antes de que Simone siguiera aplazando el momento—. Chicos, hay algo muy importante de lo que debemos hablarles... —todos giraron su vista para mirarlo, estaba con el rostro muy serio y mantenía las manos entrelazadas con mucha fuerza—. Hace un par de semanas su madre recibió una llamada...


Los gemelos se miraron por un instante, solo unos segundos que bastaron para saber que iban a confesarles lo que ellos ya sabían. Ninguno dijo nada, solo asintieron y esperaron a que ellos comenzaran a hablar de nuevo.


Simone inspiró hondo y dejó salir el aire muy lentamente, los labios le temblaron y sintió como se le enfriaban las manos, había pensado que sería más sencillo, pero ni siquiera podía formular las palabras que tenía que decir—. Si bueno, marcaron del hospital... —por un momento centró la mirada en sus manos y armándose de valor continuó—. Una enfermera marcó para avisar que... pues...


Se mordió los labios y negó, cerró sus ojos un momento y se voz se perdió por completo. Gordon la miro con preocupación, arrugó la frente y la miró directo a los ojos, buscando en ellos, intentando averiguar qué era lo que estaba mal.


— ¿Simone? —preguntó al notar que ni siquiera parecía respirar, estaba conteniendo la respiración y las manos le temblaban. Ella no contestó, solo negó y él le tomó de las manos para darle apoyo.


— Mamá... —esta vez fue Bill quien intervino, pero Simone lo interrumpió.


— Bill, Tom... —de nuevo se detuvo, pero no porque no supiera como decirlo, si no porque no quería nombrar a ese hombre en su casa. Así que antes de continuar apretó la mandíbula y respiró profundamente—. Chicos, Jörg despertó...


Los gemelos se tensaron sin poder evitarlo, ya lo sabían, de hecho, uno de ellos acababa de enterarse, pero aún así era una noticia que no les sentaba para nada bien, escucharlo venir directamente de la boca de su madre y del hombre que consideraban más un padre que el mismo Jörg, hacía que tuviera un peso completamente distinto, se volvía enteramente real.


Bill sintió como se le apretaba el estómago por los nervios y un intenso miedo le aceleraba el corazón, Tom solo podía sentir la adrenalina en las extremidades, la sangre caliente en las venas y las ganas inmensas de querer salir corriendo e ir al hospital a matar a su padre con sus propias manos.


— Su cerebro... ¿Cómo está? —preguntó el menor de los gemelos, se mojó los labios con la punta de la lengua y dejó salir un suspiro largo.


Simone y Gordon intercambiaron miradas cómplices, ella no quería mencionar nada acerca del daño cerebral, sabía que afectaría mucho a Will, pero Gordon había estado insistiendo en contarles toda la verdad, porque no se les podía pedir que tomaran una decisión sin tener toda la información. El hombre la miró con firmeza, dejando claro que no estaba dispuesto a ceder.


Pero la castaña actuó tal y como el instinto materno le decía, así que ignoró la mirada insistente de Gordon que casi le gritaba que fuera sincera, y después de tomar suficiente aire comenzó a hablar. — El se está recuperando... Está bien. —Gordon soltó un suspiró de decepción, y negó, Simone lo odió por ser tan evidente, pero en su corazón realmente esperaba que los gemelos no lo notaran y no siguieran preguntando, todavía ni llegaban al tema principal de la conversación y ya quería olvidarse de todo y pretender que nada estaba pasando.


Tom inmediatamente supo que su madre mentía, no solo por las actitudes obvias y desaprobatorias de Gordon, si no porque su hermano ya le había dicho que no, su padre no estaba bien, y él no quería que lo protegieran, quería solo la verdad, así sería más sencillo todo.


— Mamá, sabemos que él no esta bien, así que solo dinos que tan mal esta ¿sí?


— Si, solo díganos... —los adultos casi los miraron aterrados, pero supieron guardar la calma y en lugar de ponerse a interrogarlos decidieron que era mejor esperar a que ellos hablaran y así poder manejar mejor la situación.


— De acuerdo, ¿Qué es lo que quieren saber? —preguntó Gordon cuando la madre de los gemelos pareció quedarse en blanco.


— ¿Qué tiene exactamente? —Tom fue el primero en preguntar, porque necesitaba saber que estaba pasando realmente y como los afectaba a ellos, en especial a Bill.


— Tiene daño cerebral en el lóbulo frontal, sus actividades motoras no se desarrollan correctamente.


— ¿Es permanente? —intervino Bill con las ansias en la garganta, interrumpiendo el borbotón de preguntas que Tom estaba a punto de soltar.


— No lo saben con certeza. —esta vez contestó Simone, que se encontraba bastante sorprendida por el autocontrol que estaban mostrando los hermanos, ella había esperado histeria y llantos, y esa madurez que estaban demostrando le calaba en el pecho, porque unos adolescentes no tendrían que estar lidiando con tantos problemas tan grandes a tan corta edad.


— Podría mejorar si hace terapia, pero por el momento no parece haber ninguna mejora. —comentó Simone.


Tom, que nuevamente estaba por hablar, se detuvo al sentir un apretón fuerte en su mano izquierda, Bill estaba tomándolo por debajo de la mesa. Notó el temblor en sus labios y lo frío que se sentía al tacto.


— Bill, oye, está bien... él no podrá venir aquí... —le susurró y él otro asintió sin poder pronunciar palabra.


Simone respiró hondo, era agobiante ver a sus hijos así, pero ya habían pasado la peor parte, y necesitaba hablar con ellos en ese preciso momento, confiaba en que ellos podrían resistirlo, al final de cuentas, habían superado cosas peores.


— Hay algo más —menciono en voz baja pero perceptible.


— ¿Qué más? —Preguntó Tom, adoptando una actitud protectora cuando Bill no quiso ni levantar la mirada de su regazo.


— Quisimos levantar una denuncia, armar un caso y meter a Jörg a la cárcel. —tomó la palabra el mayor de los hombres con esa seriedad tranquila y apacible que lo caracterizaba y que hacían el ambiente un poco más manejable.


— ¿Pero?


— Pero debido a la falta de pruebas no hay manera de que podamos ganar el juicio.


Bill comenzó a respirar un poquito más rápido, cerró los ojos un momento, concentrándose en mantener la calma, recordándose en donde estaba, aferrado con todas su fuerzas a la huesuda mano de su hermano que lo sostenía de la misma forma, pero en lugar de sentirse aterrado se sentía enrabiado.


— ¡¿Falta de pruebas?! —preguntó indignado, demasiado enojado como para pensar lo que decía— ¿Qué hay de mi examen físico? ¡¿Del examen por violación de Bill?!


— ¡Tom! —le reprendió Simone.


El menor dejó escapar un jadeo, no es que no lo supiera, se lo habían dicho, así habían confirmado que era víctima de abuso sexual, pero no sabía que Tom también lo sabía, que Gordon lo sabía, y quizás había sido ingenuo de su parte creer que no era así, pero le mataba la idea de pensar que en especial ellos, sabían que no sólo su padre lo había tocado, sino que también los médicos lo habían hecho y que además, le habían hecho fotos. Se soltó de la mano de Tom tan rápido como lo escuchó, sintió el calor en el rostro y en la espalda y le dieron más ganas de ponerse a llorar. Era humillante, incluso podía jurar que se sentía abusado de nuevo.


— Bill lo siento...


— Ya Tom... —dijo sin atreverse a levantar la mirada por la enorme vergüenza que sentía.


— Perdón, no quería decirlo...


— ¡Ya cállate Tom! —le gritó sin quererlo, y todos se le quedaron viendo sorprendidos por la agresividad en su tono, pero decidió ignorarlo, no quería humillarse más—. ¿Va a quedar libre? —preguntó con más calma, pero sintiéndose agitado.


— Es por eso que queremos hablar con ustedes. —comentó Simone.


— La única forma de ganar el caso es que ustedes levanten la denuncia, y que den testimonio para que las pruebas tengan valor.


Tom dirigió la mirada a Bill de inmediato, abriendo los ojos y sintiendo que de pronto ya todo estaba solucionado, y el menor no necesito mucho para descifrarlo, inmediatamente supo lo que Tom estaba pensando, quería que testificara, pero no había manera de que él hiciera eso. No iba a sentarse a metros de su padre a contarle a un montón de gente como lo había violado por años. No. No iba a hacerlo. Una cosa era sincerarse en su casa con Tom, y la otra contarle su horrible secreto a todo el mundo. No iba a humillarse de esa forma.


— Bill, por favor, tenemos que hacerlo... —el rastudo ni se molestaba en prestarle atención a los adultos que los miraban insistentemente, se había girado completamente hacia él y lo había tomado de las manos. Se sentía inquieto, era como si tuviera la posibilidad al alcance de su mano y se le estuviera escapando.


— No... —negó muchas veces y se mordió los labios, estaba muy nervioso, con dolor de barriga y los músculos tensos.


— Tom... —quiso intervenir Gordon sin éxito.


— ¡Bill! ¡Por favor!


— ¡Que no! No puedo... —respiro más agitado y negó de nuevo, se sentía atrapado, obligado a aceptar algo que no quería y no podía aceptar, que le daba miedo el solo pensarlo.


— ¡Bill es la única forma de que pague! —le apretó con fuerza, pero el se soltó, lleno de ansias. Le molestaba que lo presionara tanto, él no entendía nada.


— ¡Qué no! ¡Déjame en paz!


— ¡Tenemos que hacerlo! —se giró rápido a su madre, mirándolo directo a los ojos—. Vamos a hacerlo. —estaba decidido, él estaba dispuesto a hacerlo, sólo tenía que convencer a Bill.


— No, ¡No! —Bill se levantó de su silla y se alejó de la mesa, no entendía como Tom decidía de pronto por él, no entendía porque le hacía eso—. ¡¿No escuchas?! ¡Para ti es fácil decirlo! —le gritó a Tom sin contenerse, estaba molesto y había perdido todo su autocontrol—. ¡A ti no te violó tu propio padre! —se cubrió la boca con su mano y apretó con todas su fuerzas la orilla inferior de su suéter.


Todos se quedaron en completo silencio, la palabra "violación" era muy delicada para todos, nadie quería usarla nunca, era como una regla sobrentendida en la casa, por lo que nadie supo que decir. Bill se soltó llorando, como era de esperarse, pues aparte de sentirse completamente humillado y vulnerable, ahora se sentía presionado, no quería perder los nervios ahí, enfrente de todos, quería dejar de parecer tan frágil siempre, pero no había manera de contenerse en ese punto, Tom quiso tocarlo, pero se alejó de él sin permitírselo y se abrazó a sí mismo, buscando un poco de confort.


Salió de ahí tan rápido como pudo y se encerró en su cuarto, sintiéndose ajeno a su propia familia, ajeno a su vida, se tumbó en su cama, buscando un poco de consuelo debajo de sus mantas, estaba jodido, pero no quería ponerse más ansioso, se cubrió los oídos y cerró los ojos, buscando un lugar tranquilo dentro de su mente para poder descansar.


***


Al otro día la tensión en la casa no había disminuido, Simone se sentía enfadada con Gordon, aunque él realmente no tuviera la culpa de nada, y lo sabía, pero no quería darse cuenta, necesitaba estar enfadada con alguien, y ese alguien no podía ser ninguno de sus hijos, por lo que Gordon era quien tenía que aguantarse, y este no decía nada, porque aunque no le parecía justo, lo entendía.


Bill, para sorpresa de todos, no se había negado a salir de la cama por la mañana e incluso había desayunado junto a todos, o al menos lo había intentado, porque no pudo comer ni la mitad de lo que le habían servido, y sobraba decir que había sido muy poco.


El resto del día había sido incomodo, nadie lograba establecer una conversación fluida, mucho menos se atrevían a reabrir el tema de la noche anterior, así que se habían esparcido por la casa, Gordon en la sala, Simone en la cocina, y los gemelos en sus respectivas habitaciones.


Ya entrada la tarde Tom se apareció en la habitación de su madre, quien revisaba cuentas en su computadora para mantenerse ocupada, cuando ella lo vio lo invito a que se acostara a su lado, pero el rubio había preferido sentarse con las piernas cruzadas a su lado.


— ¿Qué pasa cariño?


Simone intentaba parecer serena y comprensiva, empleando las herramientas que había aprendido con su terapeuta, esperaba que al hacerle caso las cosas sucedieran de mejor manera a como habían estado sucediendo, porque ya no encontraba la forma de hacer que las cosas mejoraran con su familia.


— Bueno... —desvió su mirada a sus dedos y comenzó a tronarlos uno por uno— ¿Papá está en el mismo hospital de siempre? —Tom estaba tanteando el terreno, no quería llegar de llenó con la pregunta que estaba queriendo hacer desde que había entrado a la habitación, estaba viendo si su madre estaba de buen humor, y si era así, entonces continuaría, si no, saldría huyendo de ahí. 


— Si, ¿por qué? —a la castaña no le agradaba la pregunta, pero intentaba mantenerse centrada, no quería arruinar el intento de comunicación del gemelo mayor.


— Bueno, estaba pensando que tal vez Gordon podría llevarme con él. —el menor seguía sin mirarle la cara, porque no quería ver su reacción. Por su lado Simone frunció el ceño, se esperaba algo como eso, pero no entendía por qué quería ir con Gordon.


— ¿Gordon? —él menor asintió—. ¿Por qué él?


Tom se lamió los labios y tragó un poco de saliva. No estaba muy seguro de como responderle, porque ni siquiera él sabía exactamente por qué, así que respondió con lo primero que le vino a la mente. — Porque él me cuida...


— ¿Yo no te cuido Tom? —el menor se encogió al escucharla tan fría, y es que ella no había querido sonar de esa forma, pero mentiría si decía que no le había dolido.


— Si, si... quiero decir... que él se preocupa por mi cuando estoy con él...


— ¿Y yo no? —se sintió ofendida y le temblaron los labios. Tom apretó los ojos, creyendo que había echado todo a perder, así que no respondió para no cagarla más—. ¿Por qué dices eso Tom?


— Perdón... —se disculpó sin saber exactamente porque, sólo quería que las cosas no se hicieran más difíciles por culpa de sus tonterías, iría a ver a su padre de otra forma, pero necesitaba salir de ahí antes de arruinar las cosas de nuevo.


— Oye, amor... ¿Por qué piensas que no me preocupo por ti?


Tom no quería responder, se notaba el dolor en la voz de su mamá y juraba que si levantaba la cara iba a verla llorando, y de solo pensarlo le daban ganas de llorar a él. Se apretó las manos entre sí, nervioso.


— Tom, puedes decírmelo, no me voy a enojar...


— Si te preocupas por mi... —las comisuras se le fueron hacia abajo y sintió mucho calor en el cuerpo y aún más ganas de llorar—. Pero a veces siento que te importa más Bill... —decir aquello le había costado demasiado, porque se sentía muy mal por ser tan egoísta, sabía que obviamente su madre iba a estar más preocupada por Bill porque a él le había tocado la peor parte de todo, y por dentro sabía que era lógico, pero en su cabeza y corazón siempre sentía que sus lágrimas y dolor valían mucho menos que el de su hermano y eso a veces le hacía sentirse demasiado solo. Y no le molestaba, porque sabía que Bill se merecía más el amor y comprensión de su madre que él, pero le lastimaba mucho.


— Dios, ven aquí... —se sacó la computadora de encima y rodeó a su hijo con ambos brazos, abrazándolo con fuerza—. Tú me importas demasiado Tom, tu y Bill son lo que más amo en el mundo...


— Perdón... —sollozó contra su hombro—. Sé que Bill te necesita más que yo... lo siento...


— Amor... —se separó unos centímetros y le limpió las mejillas con sus pulgares—. Tú me importas tanto como Bill ¿Ok? —las lágrimas le salieron de nuevo y sólo asintió, lo había dicho con tanta sinceridad que un alivio le llenó el pecho.


— Lo siento mamá...


— Cariño, no lo sientas, discúlpame tú a mí por hacerte pensar eso. —lo abrazó de nuevo y el rastudo gimoteó afirmativamente—. Tom, sin ti yo me muero ¿entiendes?


— Mhum... —Tom se separó y se limpió la cara con las manos.


— Te quiero mucho. —le dijo mientras le acomodaba las rastas detrás de los hombros.


— Yo también... —suspiró y sorbió la nariz. Simone le sonrió mientras Tom se limpiaba las lágrimas con cuidado de no arruinarse el maquillaje.


— Pareces un payaso —bromeó con cierta timidez y Simone amplió su sonrisa.


— Tú pareces un payaso... ven aquí —la castaña se recostó contra las almohadas y le abrió las cobijas para que se acostara a su lado, y esta vez el sí aceptó, sintiéndose cálido, había pasado muchísimo tiempo desde que se había sentido así—. ¿Para qué quieres ir a verlo? —preguntó cuando Tom ya se había quitado los zapatos y se estaba metiendo bajo las cobijas.


Tom suspiró de nuevo, largo y tendido, se tapó con las cobijas y se metió debajo de su brazo izquierdo recostando su cabeza en su pecho mientras ella le acariciaba las rastas.


— Quiero preguntarle por qué lo hizo...


Porque es un enfermo pervertido, había querido responderle la castaña, pero prefirió quedarse callada, porque no quería arruinar el momento. Se limitó a respirar hondo y besarle la cabeza.


— Quiero saber por qué Bill... porque lo lastimó a él y no a mí... —Simone arrugó el entrecejo entre confundida y preocupada.


— ¿Qué quieres decir cariño?


El menor se encogió de hombros, sintiéndose demasiado a gusto ahí, sin mirarla y escuchando su corazón, entreteniéndose con las pelusitas de su suéter tejido.


— Yo hubiera podido soportarlo mejor que Bill... Yo siempre he sido más fuerte...


— Tom...


— ¿Por qué él? —la interrumpió—. Él siempre fue mejor que yo... —se le apretó el pecho y dejó salir el aire en sus pulmones—. Yo lo merecía, no él...


A Simone le latió el pecho con rudeza y juró que escuchó a su corazón partirse — Tom, escúchame bien, nadie se merece eso, ¿entiendes?


— Pero yo era tan grosero y malo... Bill siempre fue bueno...


— Él no debía lastimar a ninguno de ninguna forma, ¿estamos? —el menor alzó la mirada y suspiró regresando a su posición anterior—. Él es una persona mala que hizo cosas horribles con tu hermano. Necesito que lo entiendas.


— Lo entiendo.


— ¿Seguro? —el menor asintió. Ella lo imitó y guardaron silencio por varios minutos.


— Pero necesito verlo... Quiero verlo a los ojos...


— Tom, tal vez no es lo mejor para ti... —Simone ya no intentaba resistirse a la idea con puño de hierro, quería entender esa necesidad de Tom por ver al hombre que los dañó tanto.


— Quiero que sepa que no nos ha destruido... —Simone sintió un golpe en el corazón—. Mamá, quiero decirle en la cara que voy a denunciarlo. Que sepa que ahora si voy a proteger a Bill de él.


***


Después de la charla de madre e hijo las cosas se habían tornado más sencillas, Simone había pedido disculpas y Gordon las había aceptado enseguida. Y todo estuvo relativamente bien por los siguientes dos días, Bill continuaba involucrándose, aunque fuera en lo más mínimo, no quería ser de nuevo el que causara la discordia en la familia, aunque sabía que todos estaban esperando una respuesta concreta de su parte acerca de la demanda.


Sabía que Tom si levantaría su denuncia por maltrato, y aunque lo envidiaba por ser tan fuerte, él no se atrevía ni siquiera a considerar la posibilidad de hacerlo. No había querido mencionar el tema, pero sabía que se acababa él tiempo, y que, si no lo decidía pronto, las cosa tal vez no saldrían como se suponía que deberían.


Esa noche estaba sentado con la espalda contra su ropero, mirando hacia la ventana, con demasiada flojera como para levantarse a abrir la persiana. Su corazón se desató cuando escuchó la perilla de su habitación, el sudor comenzó a mojarle la espalda, estaba seguro de que nadie podría entrar porque había puesto el pestillo de la puerta, desde que se había enterado que su padre había despertado, esperaba a que todos durmieran para ponerlo y se despertaba temprano para quitarlo y que nadie se diera cuenta.


Le temblaron las piernas cuando se puso de pie y en todo momento se recordaba a si mismo que quien estuviera del otro lado no podría ser su padre, porque él no podía moverse, y mucho menos podría llegar hasta él. Contuvo la respiración y camino sin hacer ningún ruido hasta la puerta. Con lentitud pegó el oído en la puerta y esperó a escuchar algo, pero no captó nada, hasta que unos segundos después escuchó dos golpes seguidos y uno solo. Al principio se asustó por haber tenido la oreja tan cerca, pero al escucharlo de nuevo y de lejos, pareció ayudar a que sus nervios bajaran rápidamente.


Era Tom, y estaba seguro, porque ese código de golpes era especial para ellos cuando eran niños, cuando pasaban un mal día o una mala noche e iban al cuarto del contrario y no podían entrar, ese era el código para saber que eran ellos y no su padre.


Le quitó el seguro a la puerta y la abrió despacio para no hacer algún ruido que fuera a despertar a su madre o a Gordon.


— Pensé que ya estabas dormido... —dijo a modo de saludo el rastudo. Entró como si nada y se sentó a los pies de su cama, que seguía tendida y con todas las almohadas que Bill amaba en ella.


— No puedo dormir... —susurró mientras se sentaba a su lado—. ¿Le dirás a mamá?


— ¿Qué?


— El seguro... —torció la boca y miró hacia enfrente.


— ¿Debo decirle?


— No...


— Entonces no voy a decirle —le sonrió poquito y Bill asintió sintiéndose más cómodo.


— ¿Tuviste una pesadilla? —preguntó Bill en voz baja y Tom alzó una ceja. El pelinegro toco en el suelo el patrón de golpes anterior. Dos seguidos y uno.


Tom se aguantó una risita y negó — Por un momento pensé que lo habías olvidado.


— No creo que vaya a olvidarlo nunca.


— Yo tampoco.


Los gemelos se quedaron en silencio, Bill sin saber que decir y Tom muy nervioso para sacar a colación el tema por el que había llegado ahí en medio de la madrugada.


— Bill, no quiero que te molestes... —habló el mayor—. Quiero pedirte una disculpa por ser tan pesado el otro día. No quería hacerte sentir mal... solo... me dejé llevar... Lo siento mucho.


— Lo sé, creo que yo también me pasé... —se encogió de hombros, fingiendo que no le importaba, cuando la verdad era que sí, le importaba mucho, porque le había dolido bastante que Tom entre todos no supiera entenderlo—. No soy capaz de controlarme Tom, creo que tengo roto el regulador de emociones o algo... es molesto...


— Creo que tal vez es que tienes muchas emociones atrapadas ¿no?


El menor lo miró confundido. — ¿Cómo es eso?


— Mmm, imagina una llave de agua...


— ¿De qué color?


El rubio lo miro como diciendo "¿en serio?" y el otro le respondió con una sonrisita ladeada. — Las llaves de agua son grises.


— No me gusta el gris... —el mayor rodó los ojos.


— Entonces del color que quieras, pero imagínala ¿ok?


— Ok.


— Vale, pues esta llave es de un depósito de agua, entonces, tú eres el depósito, el agua son las emociones y sentimientos y la llave es tu boca.


— Es una analogía rara Tom...


— Sólo sígueme... entonces, cuando el depósito tiene una cantidad apropiada de agua y la llave se abre regularmente, el chorro es fuerte y suficiente, pero controlable. En cambio, si pasamos mucho tiempo sin abrir la llave, el depósito se desbordará y en algún momento la llave empezará a gotear aun cuando no queramos agua, y cuando abramos la llave, el agua saldrá con mucha presión y será imposible de controlar, porque será mucha, ¿me entiendes?


— Si, creo... pero no somos depósitos de agua Tom... a veces simplemente no puedes abrir la llave, no es tan sencillo...


— Debería serlo ¿no crees? Todos deberíamos poder hacerlo cuando queramos, seríamos más felices.


— ¿Y si duele abrir la llave? —preguntó con la voz más aguda que antes.


— Creo que a todos les duele abrirla, —dijo después de unos segundos de silencio—. La cosa es ser suficientemente valiente para hacerlo... Además, si dejas el agua estancada mucho tiempo se llena de bacterias y hongos y se hace mala, solo te daña más.


— A unos puede dolerle más que a otros, —dijo convencido, sintiendo de nuevo las malditas ganas de llorar que parecían ser ya parte de él—. Tal vez el agua lleva demasiado tiempo ahí y la persona no quiere que otras personas vean las cosas horribles que puedan salir de la llave.


— Quizás esa persona aún no se ha dado cuenta que a su alrededor hay gente a la que no le importaría verlas, porque la quieren más que a nadie en el mundo. —Tom busco a tientas la mano de su gemelo y para su sorpresa él la tomó de inmediato y se la apretó con fuerza.


— Tom... son cosas muy malas...


— Si tu puedes soportarlas ¿por qué yo no?


— No puedo contártelo todo... No volverías a verme igual nunca. —tragó pesado y con mucha timidez dejó caer su cabeza en el hombro de Tom, quien se quedó quietísimo, igual de nervioso que su hermano por la cercanía.


— Pero puedes contarme lo que quieras para que te sientas un poco mejor ¿no?


— No sé si me hará sentir mejor... —susurró, sintiendo las lágrimas calientes recorrerle por la nariz y la mejilla en completo silencio.


— Puedes intentarlo. Dime cualquier cosa, la que quieras, aunque sea pequeña. —Tom estaba muriendo por dentro, la barriga se le apretaba y sus manos sudaban demasiado, era la primera vez que Bill realmente se abría de esa forma con él.


— Mmm, bueno... —las mejillas se le pusieron rojas de vergüenza y susurró—. Duermo con luz de noche... —señaló el contacto en medio de su cama y buró donde, efectivamente, había un foco con protector de power rangers bastante viejo y usado—. Es el tuyo, mamá no encontró el mío... —Tom asintió sin saber que decirle, quería saber por qué, pero no necesitó preguntarle—. No puedo dormir completamente a obscuras porque papá siempre cerraba la ventana para que no entrara la luz y la habitación quedaba totalmente negra, apenas y se lograba ver algo, y cuando... me tocaba... se sentía como si fuera un monstruo o algo horrible, yo no quería pensar que era él... Cada que intento dormir sin luz puedo sentirlo encima de mí, quitándome la ropa, tapándome la boca para que no se escuchara cuando lloraba... Se me va la respiración y comienzo a sentir pánico... Es como si estuviera aquí.


A Tom se le arrugó el pecho y apretó su pantalón de piyama con fuerza, no supo que responder, solo quería maldecirlo y golpearlo. Bill sorbió, decirlo había sido doloroso y vergonzoso, pero después de soltarlo por completo una sensación de alivio le quedó en el pecho y soltó un suspiro, Tom no se había burlado de él, ni se había alejado ni un milímetro, estaba ahí, dejándolo estar recostado contra él. Aunque claro, eso era una cosa increíblemente mínima a todo lo que su padre le había hecho, pero aun así se sentía bien.


— Voy a hacer que se pudra en la cárcel Bill... Te lo prometo.


Bill suspiró. — No tienes que hacerlo...


— ¿Qué? —Bill se levantó lentamente y se acomodó el cabello y se limpió las lágrimas—. ¿No quieres que pague por todo lo que te hizo? —más que indignado sonaba confundido.


— Creo que antes quería... —sonaba completamente sincero—. Soñaba con él día en que le haría frente y le haría saber cuánto dolor me había hecho pasar... pero ahora él está sin poder moverse por mi culpa... no sé si meterlo a prisión me haría sentir bien. Además, no quiero que pases por eso solo por mí.


— Quiero justicia para ti Bill, él debe estar ahí, debe saber que lo que hizo tiene consecuencia, que no puede lastimarte para satisfacerse y luego quedar suelto.


— Lo sé, pero no quiero que lo hagas si no lo haces por ti, también te lastimó.


— No como a ti.


— Eso no importa. —dejó salir un largo suspiro y entrelazó sus manos en su regazo—. Gracias —dijo unos segundos después cunado Tom no supo responder.


— ¿Por qué?


— Por querer cuidarme, por estar aquí, por no alejarte como yo lo hice contigo. —Tom asintió con una sonrisa pequeña—. Y lo siento por no poder ser tan fuerte como tú, me da mucho miedo... no quiero que todos sepan lo que mi padre me hacía.


— Lo entiendo... —susurró sintiéndose, inevitablemente, un poco desilusionado.


— Pero Tom... —lo llamó y este lo miró a la cara—. Creo que, si tú lo haces, de verdad lo haces por ti... Entonces yo podría abrir mi llave y hacer algo por mí también.


— ¿Lo dices en serio? —una chispa le encendió la esperanza a Tom y estuvo a punto de levantarse a bailar.


— Si. Tienes que dejar de pensar solo en mí, no quiero que me ayudes y tú te pierdas... sé que también te duele, puedo sentirlo ¿lo sabes no? —el asintió, con muchos sentimientos en el pecho—. Creo que no soy el único que necesita hablar de lo que siente.


Tom se rio sin mucha gracia. — Tal vez mañana.


— Eso espero...


Ambos se quedaron en silencio, Bill lo había pensado mucho los últimos días y finalmente lo estaba decidiendo allí, porque después de esa charla y cierta conversación que había escuchado entre su madre y Tom, le habían recordado que él no era el único que había sufrido maltrato, que no era él único chico triste y lleno de miedo, y pensó que si Tom era capaz de hacer tanto por él, el también podría, pero quería que Tom lo hiciera por sí mismo y se valorara más, aunque sonara contradictorio de su parte, pues él tampoco se quería demasiado, pero por eso mismo, sabía lo que era, lo que se sentía, y no quería ver a Tom así, no era bonito, era demasiado doloroso.


Esa noche ambos durmieron en la misma cama, con la luz de noche encendida y la persiana entreabierta, sin el pestillo puesto, porque con Tom ahí, a unos centímetros, no era necesario ponerlo. Mientras, en el otro cuarto, Simone y Gordon también dormían juntos por primera vez en mucho tiempo, pues también se habían desvelado, discutiendo por lo sano, si era buena idea o no dejar que Tom viera a su padre.


Y habían decidido que, si Jörg aceptaba sin demasiada hostilidad, lo dejarían, antes de levantar la denuncia en su contra, para que todo marchara bien y no hubiera forma de que evadiera su castigo.

Notas finales:

¡Atención!


Hola :)


Ok, miren, yo tenía planeado postear este capítulo, luego el final y un epílogo, porque ya tenía todo planeado, pero a última hora agregue otras cosas y ¡Bah!


Ya no sé si faltan dos capítulos (porque hubo que reordenar todo) o si falta sólo uno, pues no quiero uno demasiado largo o dos demasiado cortos. Entonces les aviso, que tal vez este sea el penúltimo capítulo.


Lamento mucho la inconsistencia, pero me salió del alma lo que agregué jajaja, no podía quitarlo, y pues como esta historia básicamente se basa en mis caprichos emocionales, no me lo podía negar.


¡Muchísimas gracias por las lecturas y comentarios! 


Con cariño, Maos.


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