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Razones por Maos

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Al final Tom no había tenido las suficientes agallas para atravesar la puerta que lo separaba del tan ansiado reencuentro con su padre, a quien, por cierto, no volvería llamar así jamás. No sabía explicar muy bien por qué le habían fallado las piernas en aquel momento, ni por qué sus manos habían comenzado a temblar tan fuerte que ni siquiera le fue posible tomar el pomo de la puerta.

Pero la frustración que le invadió justo después no se comparaba a nada que hubiera sentido antes, se sentía como una derrota, como la más grande de su vida, aunque claro, probablemente solo se sentía así por toda esa impotencia y ansiedad contenidas que había estado guardando durante años y que había elegido justo ese momento para manifestarse con toda su potencia.

Sin embargo, no había forma de que alguien pudiera culpar a Tom por no poder enfrentar cara a cara a su padre abusivo e insensible, era claramente demasiado para él y su estabilidad emocional, pero parecía que el único que no lo entendía era él mismo, porque no dejaba de reprocharse lo cobarde e inútil que era. El hecho de que su padre estuviese postrado en una cama sin poder moverse en lo absoluto era pretexto suficiente para hacerle creer que era un completo imbécil por sentirse amenazado, para él no contaban las decenas de veces que le había golpeado hasta el cansancio, ni el espantoso hecho de que era un pederasta.

El pensamiento lógico no era parte de él en ese momento, no podía razonar y tomar en cuenta que todo el daño que había recibido por años había hecho mella en él, que el trauma de saber lo que su propio padre había estado haciéndole a su hermano gemelo durante tanto tiempo había causado que parte de su mente perdiera toda clase de cordura, porque, ¿Quién en su maldito sano juicio pensaría en que eso podía ser posible? Al menos a él nunca se le ocurrió, a pesar de todas las señales nunca quiso pensarlo, ni siquiera se permitió imaginar algo tan horrible... por miedo a que fuera real, y tal vez era por eso que la culpa le quemaba todo el cuerpo desde dentro cada jodido día de su vida.

Simone lo abrazó con fuerza cuando finalmente estuvieron a lado del auto, completamente lejos de la entrada del hospital, pero Tom ni siquiera fue capaz de mover los brazos para intentar corresponder, estaba completamente tenso, de pies a cabeza, con las manos vueltas puños y las malditas ganas de llorar atascadas en la garganta.

Pero estaba harto de llorar y de quejarse, estaba harto de no hacer nada por él y su hermano, harto de dejarse consolar por su madre, como si eso fuera a solucionar algo en su vida; se mordió el interior de las mejillas con toda la fuerza que pudo, intentando contener todo el enojo, pero cuando no pudo más, se alejó de un movimiento brusco, completamente lejos del tacto de su madre.

Se llevó ambas manos a la cara y se la talló con fuerza, esperando que de esa forma todo lo que sentía por dentro se esfumara, y cuando eso no sucedió se cubrió la boca con el antebrazo derecho y gritó con todas sus fuerzas, incluso se dobló en sí mismo, buscando alguna clase de alivio a todo ese dolor interno que rápidamente se estaba transformando en rabia.

Pero nuevamente la calma no llegó y sin pensarlo demasiado, sintiéndose completamente desbordado por toda la mierda que había sido su vida hasta ese momento, se levantó y se lanzó contra el auto, golpeándolo con fuerza, realmente golpeándolo, con furia, gruñendo y gritando con total rabia, sintiéndose totalmente fuera de sí. Nunca había sentido tanta rabia en su vida. Nunca.

Impactó sus puños contra el metal duro y frío del auto tantas veces como le fue posible, sin parar y con toda la fuerza que tenía, continuó incluso cuando podía sentir la sangre en sus nudillos y el ardor abrazante de los cortes en ellos. Y Simone, congelada por la sorpresa, no lo detuvo, porque no sabía cómo. Finalmente, después de unos minutos, cuando sus energías parecieron abandonarlo, golpeó sólo con las palmas, cansado, con la cara roja y las mejillas mojadas... cerró los ojos con fuerza y su rostro se contrajo en una mueca llena de dolor, recargó la frente contra la parte superior del auto, y gritó dolorosamente, cruzando los brazos detrás de su nuca, queriendo desaparecer en ese mismo momento.

***

Si le preguntaban, realmente no sabía o cuando cómo había llegado al consultorio, soló sabía que sentía el cuerpo caliente y los ojos hinchados. Delante de él estaba una enfermera, una morena de ojos expresivos que había sido muy gentil aplicándole el sedante, y que ahora mismo le vendaba con mucha delicadeza las manos. Sin embargo, a pesar de lo bonita que era y lo bien que lo trataba, él simplemente no despegaba la vista del suelo, porque no tenía ganas de ver a absolutamente nadie, tampoco tenía ganas de que nadie lo viera, pero no era como que pudiera hacer algo en contra de ello en ese preciso momento.

El mundo a su alrededor se sentía pesado y lento, pero no le importaba demasiado, porque de repente solo quería dormir. Se distrajo contando los azulejos mientras su madre recibía instrucciones por parte de los médicos. Cuando Simone lo tomó del brazo, apenas pudo sentir el tacto en su piel y cuando se puso de pie no parecía que estuviese caminando, en realidad se sentía como si flotara, y pensó por un vago momento que quería recibir sedantes por el resto de su vida.

Una vez de vuelta en el auto, su madre dejó caer todo su cuerpo contra el volante, tal vez sintiéndose igual de cansada y hastiada que él. — Ponte el cinturón Tom, volveremos a casa. —le ordenó Simone una vez que ella estuvo lista y con el motor encendido, sin embargo, el adolescente ni siquiera se molestó en mirarla, no parecía ni haberla escuchado. Y Simone, agotada, simplemente suspiró y se lo colocó ella misma.

El trayecto de regreso fue silencioso, Tom llevaba recargada la cabeza contra el cristal frío y empañado por su respiración y calor corporal. La carretera se sentía extrañamente lejana y melancólica, lo que causó que Tom se riera sin gracia, pensando en lo estúpido que sonaría eso si lo dijera en voz alta. Finalmente, se acomodó correctamente en el asiento una vez que reconoció el camino empedrado que llevaba a su casa, se pasó las manos por la cara todavía sintiéndose entumido, pero un poco más despejado.

***

Tom durmió toda la tarde, y Bill se asignó a sí mismo la tarea de acompañarlo y velar su sueño, no se despegó de su lado en ningún momento. De vez en cuando su gemelo balbuceaba cosas incoherentes o se movía buscando una mejor posición para descansar, y Bill simplemente lo miraba hacerlo, esperando pacientemente a que Tom despertara y le contara la razón de que llevara vendas en sus manos y que su madre se soltara a llorar desconsoladamente en los brazos de Jörg.

Estaba intentando mantenerse calmado, tratando de mantener sus nervios estables con las técnicas de relajación que Schell le había enseñado, pero tras cuatro horas de completo aislamiento —porque Tom dormido no contaba como persona— la ansiedad estaba ganando terreno dentro de su cuerpo, y estaba tomando sin piedad cada rincón de su mente. Solo podía pensar en el error tan grande que había sido dejar ir a Tom solo.

No quería creer que las heridas de su hermano habían sido causadas por su padre, porque en primera, se suponía que no podía moverse, y en segunda, incluso si hubiera podido dañarlo, definitivamente tendría más heridas y mas vendajes. Jörg era demasiado sádico cuando se trataba de dañar a sus hijos, y Bill lo sabía mejor que nadie.

Se estremeció de solo pensarlo, y se detuvo a respirar profundamente por un segundo, antes de que su mente le hiciera una verdadera mala jugada y terminara perdiéndose en los recuerdos de como le gustaba a su padre divertirse. Se recostó, justo a lado de Tom, sintiendo que el estomago se le revolvía, quería que despertara pronto, necesitaba hablar con él, necesitaba una distracción.

Sin embargo, Tom estaba luchando su propia batalla interna, tenía la frente mojada y los músculos tensos, era obvio que no estaba teniendo un buen sueño, pero Bill estaba demasiado ocupado consigo mismo como para notarlo. Momentos después un movimiento brusco por parte del rastudo logró que Bill dejara de pensar en sus nauseas y la presión horrible en el pecho que le quitaba el aliento. Cuando giró a mirarlo su gemelo ya tenía los ojos abiertos, y parecía desubicado, pero después de unos segundos su rostro se relajo dejando salir un suspiro largo.

— ¿Estas bien? —preguntó desviando la mirada, concentrándose en el librero de madera que tenía de todo menos libros.

En realidad, Tom no quería contestar, se sentía demasiado agotado y hastiado, pero no quería ser grosero con el pelinegro así que respondió con un escueto "Si" mientras se giraba en su costado, para no tener que ver a su gemelo.

— ¿Qué... Qué le pasó a tus manos?

Tom no contestó.

— ¿Tom?

— No pude hacerlo. —el mayor decidió ignorar la pregunta de Bill, no tenía caso responderla—. Estuve a solo una puerta de verlo de nuevo y... solo no pude hacerlo—. Bill sintió un alivio enorme después de escucharlo, al menos ahora sabía que Jörg no lo había dañado.

— Yo tampoco hubiera podido —fue la simple respuesta del menor. Y Tom negó sintiendo esa chispa de culpabilidad encendiéndose de nuevo.

— Si, pero yo tenía que haberlo hecho... —dijo con coraje—. Enfrentarlo cara a cara... gritarle lo mucho que lo odiamos y lo mal que va a pasarlo en prisión... debía decirle que yo iba a ser quien lo encerrara... que no iba a salirse con la suya...

— Tom...

— Solo tenía que hacer eso Bill... Solo eso... y no pude...

— Tom tu no tenías que hacer nada —esta vez Bill se acercó a él, y lo jalo del hombro, para poder mirarlo a la cara. El rubio se giró y lo miró sólo por un segundo, se sentía demasiado avergonzado como para poder sostenerle la mirada.

— Si tenía, por ti. Tenía que hacerlo por ti... te lo debo. —Tom se obligó a tragarse las lágrimas.

— ¿Qué estas diciendo? No me debes nada. —el ceño del menor se frunció—. Tom, mírame, no me debes nada.

— Eres demasiado bueno para verlo... —dijo girando el rostro, lejos de los ojos siempre dolidos de Bill—. Yo pude haber detenido todo eso hace años... pude haberte evitado años de sufrimiento Bill... ¡Años! pero no hice nada, te abandoné y dejé que te lastimara.

— Tom, ya habíamos hablado de esto... —el corazón se le arrugó—. No fue tú culpa. No fue mía tampoco...

Tom suspiró y negó mientras se mordía el interior de la boca. Recordaba perfectamente esa conversación...

— Si... —la voz se le cortó, no quería pensar en él, cada noche le pedía al cielo que despertara sin recordarlo, que todo rastro de lo que había pasado se desvaneciera, pero nunca sucedía—. Fue su culpa... porque... —las lágrimas le llenaron de nuevo los ojos y dejó salir un suspiro tembloroso.

— Bill...

— Fue su culpa porque... porque él era quien se metía en mi cama por las noches... —cerró los ojos por un momento y apretó los dientes—. Era solo un niño y... él se aprovechó de eso...

Tom no supo que decir, no sabía que era correcto, ¿debía insultar a su padre?, ¿Decirle a Bill que lo sentía?, o tal vez solo debía abrazarlo y escucharlo, porque él jamás hablaba de eso, nunca mencionaba a su padre, jamás había estado listo, hasta ese momento.

...pero a pesar de recordar cada palabra que se habían dicho ese día, la culpa no dejaba de invadirlo cada que notaba los ojos enrojecidos de Bill, o cada que se despertaba gritando en la noche, por más que quería, no podía evitar pensar que, si bien él no había hecho las cosas horribles que hizo Jörg, si había abandonado a Bill y lo había dejado pasar por todo eso solo. Razón por la cual su hermanito había intentado matarse y probablemente eso no iba a poder perdonárselo nunca.

— Lo sé... —dijo finalmente, sin intentar ya convencerlo, él no iba a entenderlo—. Pero esto era lo único que podía hacer por ti ahora... Tenía que hacerle saber que ahora iba a protegerte... de él...

— Pero vas a testificar en su contra... Él sabrá que fuiste tú quien lo puso en prisión Tom... él lo sabrá... —le aseguró, intentando hacerlo sentir mejor.

— No lo entiendes... Debía probar que ahora soy lo suficientemente fuerte para protegerte.

— No necesitas probarle nada.

Tom se quedó pensando por un breve momento y después dejó escapar un suspiro tembloroso. — No... supongo que no... pero necesitaba probármelo a mí mismo.

***

Ambos habían permanecido en silencio por bastante tiempo después de terminar con esa charla que realmente no los había llevado a nada. Tom no había logrado que Bill entendiera porque se sentía tan frustrado y Bill no había podido convencer a Tom de que lo que estaba haciendo en ese momento era suficiente para él.

Ahora ambos estaban sentados contra la cabecera, y mientras ambos estaban perdidos en sus pensamientos Tom notó que Bill llevaba los brazos descubiertos, lo cual era extraño, porque el menor siempre intentaba ocultar las cicatrices que llevaba en ellos, le avergonzaban tanto las pequeñas originadas por las autolesiones constantes, como la más grande y gruesa, que gritaba a los cuatro vientos que había intentado suicidarse.

— ¿Te dolió? —preguntó el mayor sin pensarlo dos veces, había intentado preguntar antes, pero nunca había tenido el valor de hacerlo.

— ¿Qué? —el menor lo miró confundido por un momento hasta que notó hacia donde se dirigía la mirada de Tom—. Oh...

— Lo siento... —se apresuró a decir cuando vio la incomodidad en el rostro de su hermano—. No tienes que responderme.

— No, está bien... —respondió mientras pasaba sus dedos por la cicatriz y un suspiro profundo salía por sus labios—. Dolió. —dijo finalmente después de pensarlo por un momento—. Pero no tanto como pensé que dolería...

— ¿Cómo?

— Pensé muchas veces en ello antes de hacerlo Tom. Pasé mucho tiempo pensando en como sería la mejor forma de... ya sabes... matarme —al mayor le recorrió un escalofrío por la espalda al escucharlo—. Cada día que pasaba era más difícil para mi no pensar en ello... y la verdad es que no lo había intentado antes solo porque me daba miedo... No quería que doliera, había leído mucho sobre pastillas y sobre cuáles eran las mejores para hacerlo, pero nunca me atreví siquiera a comprarlas.

— Pero si no querías dolor, por qué... —lo dejó al aire, no sabía cómo preguntar, hablar de eso era incómodo.

— No lo sé, la navaja de afeitar de Gordon era el único recurso que tenía a la mano ese día, y ese día realmente quería morir... quiero decir, no sé como explicarlo ahora, pero ya no importaba nada, ya no sentía nada, ni siquiera me preocupaba el dolor al que tanto le había tenido miedo antes... Me sentía tan... no sé... desbordado por todo, que ni siquiera le di muchas vueltas, solo la puse en mi muñeca y la empujé lo más profundo que pude... y dolió, pero no se comparaba a todo el dolor que sentía en ese momento... era un dolor diferente, uno soportable. Así que lo hice.

— ¿Entonces no tuviste miedo? Después...

— No, no estoy seguro... solo sé que baje la escalera y Gordon estaba ahí... lo demás es confuso...

— Fue sencillo entonces... —dijo más para si mismo—. ¿Sentías como si realmente no hubiera arreglo para nada? ¿Fue esa la única solución?

Bill frunció el ceño. — Tom, esa no fue una solución, fue la salida fácil... la solución era hablarlo con alguien y buscar ayuda... ¿lo sabes no? Terminar con tu vida no es y no debería ser la solución de nadie —él asintió distraídamente sin voltear a mirarlo— ¿sabes qué puedes contarme cualquier cosa cierto? —dijo Bill sin poder ocultar la preocupación en su voz.

Tom de pronto salió de su trance y lo miró directo a los ojos — ¿Por qué lo dices?

— Ummh... Es que estás haciendo preguntas muy extrañas... ¿Te sientes bien?

— Si, no te preocupes... —parecía completamente seguro de su respuesta. Así que simplemente se giró de nuevo al frente, contemplando todo y a la vez nada.

Bill sintió de nuevo ese revoltijo en el estomago producto de los nervios — ¿Si te sientes muy mal vas a contármelo cierto? —preguntó, deseando no haber sembrado una idea errónea acerca del suicidio en la mente de su hermano.

— Si, lo haré.

— Prométemelo.

— Te lo prometo.

***

Al día siguiente las cosas en casa estaban un poco menos tensas que el día anterior, Bill se había negado a dejar a Tom solo en la noche, así que habían dormido juntos. No había podido dormir bien por miedo a despertarse y encontrar a Tom con las venas cortadas, sin embargo, en todo lo que llevaban del día su gemelo no se había comportado extraño, de hecho, se veía mucho mejor que antes, así que decidió no ser un paranoico y lo dejó estar, al menos hasta que algo realmente alarmante llamara su atención.

Por la tarde, cerca de las cuatro, una mujer de unos cuarenta años llegó a la casa, y después de una larga charla con su madre y Gordon, ella finalmente se presentó ante los gemelos como la abogada que los representaría en el juicio. Les comentó que la demanda se había interpuesto esa misma mañana y que el proceso iba a ser largo y pesado, algo que ellos ya sabían, pero que pese a eso logró ponerlos nerviosos, tal vez demasiado. 

Pese a ello, pasaron el resto del día, planeando y organizando, se necesitaban las declaraciones oficiales de los adolescentes para que procediera la demanda, por lo que era necesario que fueran lo antes posible a la comisaria, y por supuesto había que recolectar todas las pruebas físicas posibles, eso realmente no les incumbía demasiado a los gemelos, pues las pruebas que habían tomado en el hospital después del accidente de Jörg y el intento de suicidio de Bill servirían, pero las declaraciones eran lo que realmente les preocupaba a ambos, en especial a Bill.

Por la noche, cuando la abogada se había marchado y habían terminado de cenar, ambos habían decidido que era tiempo de ir a dormir, y fueron juntos, era casi un hecho implícito que no iban a separarse por un largo tiempo, no después de todo el estrés por el que estaban pasando.  Esa vez durmieron en la habitación de Bill, la cual se sentía un poco más fría y despersonalizada que la de Tom, pues la mayoría de las cosas que la convertían en su habitación habían terminado en la  basura después de romperlas él mismo en sus arrebatos de ira. No estaba orgulloso de ello, pero al menos descargaba su ira en sus cosas y no en su familia.

— Tom... —el susurro interrumpió el completo silencio que había en el ambiente, Bill había decidido llamar su atención después de pasar un buen rato fingiendo que dormía. Y es que por más que quería, no podía lograrlo, estaba demasiado nervioso y asustado— ¿Estas despierto?

— No. —respondió después de unos segundos. 

— Tom... en serio... No creo poder hacerlo... —dijo finalmente, quitándose las cobijas de encima y sentándose con las piernas abrazadas al pecho.

— ¿El qué?

— La declaración, ya sabes, mañana. No creo poder contarles... lo que pasó.

Tom suspiró y se recostó boca arriba, sabía que algo así podía pasar, en realidad, estaba seguro de ello, y si era sincero, él tampoco se sentía demasiado listo para hacerlo, pero no podía fallarle a su hermano, no de nuevo. — Sabes que no es obligatorio... puedo hacerlo yo solo Bill... no tienes que forzarte a hacerlo.

— No es eso... No quiero que cargues con todo eso tu solo...

— Tu cargaste con la peor parte solo, Bill... —susurró Tom y Bill negó reprobatoriamente, odiaba cuando Tom lo victimizaba, él sabía que había cargado con la peor parte, ¿Cómo no iba a saberlo? Pero al mismo tiempo sabía que, aunque Tom no hubiera sufrido de la misma forma, él también había sido lastimado, también le habían robado la inocencia, y tal vez no había sido de la misma forma, pero si lo habían hecho con la misma crueldad y por la misma persona.

— Tom, ¿Cuándo dejaras de hacerte menos? —preguntó, un poco cansado de que su hermano nunca considerara que lo que había vivido él también había sido horrible— Tú también sufriste, también tuviste miedo... No hagas tu dolor menos que el mío... no es una competencia, le hecho es que Jörg nos dañó a ambos y tiene que pagar por ello.

— Ugh, lo sé. Lo siento... —y en verdad lo sentía, pero no podía dejar de pensar en que, si pudiera vovler al pasado, sin duda cambiaría de roles con Bill, porque él hubiera podido soportarlo mejor, él siempre había sido el gemelo dominante, el fuerte. No era justo que a Bill le tocara la peor parte— Debería ser más sencillo. —dijo en un suspiro. Bill estuvo de acuerdo.

— Pero no lo es.

— No, no lo es. —respondió finalmente, odiando toda la maldita situación. ¿No se suponía que todo debía mejorar después de que se alejaran de su padre? ¿Por qué era tan difícil continuar?, ¿Por qué era tan difícil obtener justicia? — Pero, aun así, si no quieres hacerlo, esta bien. Todos lo entendemos.

— Quiero hacerlo... —susurró, intentando ocultar el nudo en su garganta.

— Pero no puedes. —terminó Tom por él.

Bill asintió. — Tengo tanto miedo Tom... —dijo y la voz se le quebró al instante—. Quiero hacerlo... por ti, por nosotros... pero me llena de miedo el tener que recordarlo todo... —sorbió la nariz y se abrazó con más fuerza—. El contarles a otras personas... me da tanta vergüenza...

— Will, sabes que nada de lo que pasó fue tu culpa. Ellos no van a juzgarte.

— Van a hacerlo Tom... —dijo completamente seguro de ello—. Tú realmente no sabes... no sabes todo lo que hicimos... todo lo que hice... nadie lo sabe... —sollozó con fuerza, odiaba sentirse así de vulnerable—. Y cuando lo sepas... vas a odiarme.

— William Kaulitz, escúchame con atención. —le ordenó al momento en que se levantaba para ponerse a su altura y mirarlo a la cara—. Nada, ni nadie en esta vida va a lograr que yo te odie, ¿me escuchas? Nunca. —el menor lo miró con los labios temblorosos y asintió llorando con fuerza de nuevo.

— Va a ser muy malo Tom... —dijo mientras se dejaba abrazar por él.

— Lo sé Bill... Pero vamos a lograrlo.

— Eso espero... —contestó en un suspiro.

— Así va a ser...

*Dos meses después*

Los juzgados no eran como en las películas americanas que solía ver todo el tiempo, al menos no en donde se llevaría acabo su juicio, era mas un salón con un escritorio en medio rodeado por un montón de sillas. Y aun así Bill parecía aterrorizado, y Tom esperaba no verse igual de atemorizado que él, porque se suponía que él tenía que brindarle seguridad y confianza. 

A ambos se les había permitido conocer el espacio un día previo al juicio, era un espacio mucho más reducido del que esperaba, sin embargo, todavía parecía demasiado grande. Los dejaron sentarse en la silla en la que tendrían que sentarse al día siguiente, esa en donde sus más grandes secretos iban a ser expuestos delante de un grupo demasiado grande de personas que no conocían. Después de examinar el espacio, probaron con algunas preguntas, de esas que habían ensayado desde que la demanda había procedido y habían puesto en arresto domiciliario a Jörg.

Los gemelos podían sentir la tensión del otro en su propio cuerpo, era doblemente estresante y sobre todo intimidante, ambos querían parecer calmados, pero el hecho de pensar que al día siguiente y probablemente a esa misma hora tendrían que hablar del hombre que les había jodido la vida, mientras lo tenían a tan solo unos metros de distancia, los ponía mas nerviosos de lo que esperaban. Anne, su abogada, había intentado convencer al juez de no mantener al acusado en la misma habitación que los chicos, pero como Bill y Tom pasaban ya de los doce años, a los ojos del juez, no había razón suficiente para hacer tal cosa.

Estuvieron cerca de una hora allí, conociendo y familiarizándose con todo. Cuando finalmente se fueron, Bill parecía realmente distraído, ensimismado y Tom, por más que quería, no sabía como reconfortarlo. Sabía lo duro que sería para Bill todo lo que vendría el día de mañana, no podía ni imaginar lo horrible que iba a ser para él. Lo único reconfortante era saber que después de mañana, las cosas iban a ser completamente diferentes... o al menos eso esperaban.

 

Notas finales:

Decidí dividir el último capítulo por dos razones, la primera es que no tengo idea de como redactar la parte del juicio. Al principio no quería escribirla, solo mencionarla, pero siento que de no poner al menos una parte, quedaría muy incompleto. 


Entonces, dividirla me da tiempo de escribir algo medianamente decente, espero... en fin, esto último me lleva a la segunda razón, iba a esperar a acabarlo para publicarlo completo, pero como me siento infinitamente mal por haber abandonado esto por tanto tiempo, entonces lo pondré en dos partes, para no tardar más en publicar.


Y bueno, si alguien aún lee esto, siento que debo pedirle una disculpa gigante, en realidad tengo muy buenas razones para haberme desaparecido así, pero creo que eso no es algo que vaya a interesarles jaja. Así que lo siento muchísimo.


Con cariño, Maos.


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