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Razones por Maos

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Notas del capitulo:

 

 

 

Se había sentido como si estuviera flotando debajo del agua hasta que el auto se detuvo frente a las imponentes puertas del juzgado. Tenía el estómago inquieto y las manos sudorosas, pero por lo demás, estaba bien. Al menos eso creía, todavía no estaba muy seguro de que estaba sucediendo dentro de su mente, pero era como si sus emociones estuvieran en pausa, lo cual no le molestaba en lo absoluto, en realidad, esperaba que siguieran de esa forma durante todo el día.


Cuando el auto se detuvo Tom tuvo que jalarlo de la manga para que bajara del auto, al parecer su madre lo había estado llamando, pero ni siquiera había escuchado su voz mientras lo hacía, había estado muy concentrado mirando a la gente que pasaba por ahí. Asintió sin oponerse y cuando finalmente sus pies tocaron el piso un chispa de ansias le recorrió la espina. Algo muy grande estaba a punto de pasar, y él lo sabía, pero no lograba asimilarlo todavía.


Gordon había ido a estacionar el auto, así que caminó hacia la entrada con solo su madre y hermano tomándolo de las manos, era reconfortante el calor que le transmitían, casi se sentía cómodo con el toque. Sin embargo, a medida que se acercaban, una pequeña, pero insistente voz en el fondo de su mente le gritaba que debía detenerse y correr lejos de ahí. Decidió ignorarla, así como el latido de su corazón que cada vez iba más rápido.


— ¿Estás bien? —le susurró Tom en el oído y el asintió sin detenerse a mirarlo.


Cuando finalmente entraron, un vigilante regordete con sonrisa amable les indicó con una mano el camino hacia las ventanillas que estaban al fondo del lugar. Era una recepción amplia, de paredes blancas y piso de mosaico reluciente, era bastante impersonal y frio, a Tom le recorrió un escalofrío, y se aferró a la mano de Bill cuando su madre les indicó que esperaran en las sillas que estaban pegadas a la pared derecha de la sala mientras ella se acercaba a la ventanilla número dos a preguntar cosas que a ellos sinceramente no les importaban.


Se sentaron uno a lado del otro sin decir nada. Tom apretó ambas manos en su regazo y dejó salir un suspiro ansioso, estaba más nervioso de lo que quería aceptar, y le sorprendía el hecho de que Bill luciera tan tranquilo cuando la noche anterior apenas había podido dormir unas horas. No es que quisiera ver mal a su hermano, en realidad le preocupaba su falta de emoción, temía que estuviera guardándose todo para sí y que luego no pudiera controlarse y terminara teniendo una crisis a mitad de la sesión.


— ¿Seguro que estas bien? —se armó de valor para preguntarle de nuevo, no quería presionarlo de más.


— Creo que necesito usar el baño —fue su respuesta después de unos segundos.


— Oh. —comentó Tom, confundido por la respuesta, que obviamente no había estado esperando—. Creo que hay uno por allá —señaló el pasillo que se encontraba a lado de la puerta principal. El menor se levantó y el lo imitó casi por instinto, pero Bill lo detuvo del hombro antes de que pudiera completar la acción.


— Puedo ir solo Tom, solo quiero orinar. —su voz sonaba tranquila, pero por alguna razón la expresión en su rostro lo hacía sentir más ansioso.


— No creo que mamá quiera que te deje ir solo...


— Solo es un baño, vuelvo en segundos —dijo antes de alejarse, sin darle oportunidad de réplica. El estomago se le apretujó en cuanto lo vio desaparecer por el pasillo, odiaba no tener a Bill a la vista, después del intento de suicidio y de que todo saliera a la luz no se habían separado prácticamente para nada.


Así que cada vez que a Tom se le perdía de vista Bill, una ansiedad gigante se apoderaba de los sentidos de Tom y todo su cuerpo se ponía en estado de alerta hasta que estaban juntos de nuevo; él sabía que eso no estaba bien, y que era algo que debía discutir con su terapeuta, pero no había querido mencionarlo, tenía miedo de que lo obligaran a alejarse de Bill si lo hacía.


Cuando su madre llegó a su lado, él ya estaba sentado a la orilla de la silla, tomando el borde de esta con todas sus fuerzas, y sintiendo el sudor empaparle la frente y el pecho. Incluso cuando su madre lo llamó para preguntarle por Bill, el rubio se negó a apartar la mirada del pasillo que se había tragado a su gemelo.


Por su parte, Bill se encontraba encorvado en uno de los dos cubículos que había en el baño de hombres, con un líquido verde y amargo quemándole la garganta mientras vomitaba. Cuando los espasmos finalmente se detuvieron tomó un pedazo de papel para limpiarse los labios y evitar manchar el traje. Respiró hondo y obligó a su cuerpo a dejar de temblar por el esfuerzo que había hecho su cuerpo.


Apenas había puesto un pie en el baño cuando lo atacaron las nauseas y comenzó a salivar en advertencia. En realidad, lo habían tomado por sorpresa, ni siquiera había desayunado esa mañana, pero al parecer los nervios le habían hecho una mala jugada. Se recargó contra la puerta y cerro los ojos, respirando hondo para mantenerse tranquilo. No entendía que le pasaba, era obvio que no estaba bien, pero tampoco se sentía tan mal como creía que debería sentirse.


Una vez que dejó de temblar salió del cubículo y se enfrentó a su reflejo en el espejo que descansaba sobre el lavabo, echó un suspiro largo y luego se inclinó para enjugarse la boca y posteriormente la cara. Algo no andaba bien con él, era como si estuviera sintiendo las emociones incorrectas, se sentía desesperado, pero al mismo tiempo no podía sentir nada, era como si la desesperación estuviera sepultada debajo de una capa de insensibilidad que le impedía a sus emociones responder adecuadamente a la situación en la que se encontraba.


Era incomodo y hacía que se le revolviera el estómago de nuevo, pero prefirió dejar de pensar en eso, no quería retrasar la situación aún más, necesitaba que las cosas acabaran tan pronto como fuera posible para poder regresar a casa y tal vez, contarle a Tom sobre su incapacidad para sentir cualquier cosa que no fuera esa extraña desesperación que se aferraba a sus venas y le picaba por debajo de la piel.


Se secó la cara con agilidad y se aseguro de verse lo más normal posible antes de salir. Un destello de sorpresa le cruzó por el pecho cuando, al abrir la puerta, encontró a su hermano frente a él, lucia ansioso y sudado, pero sus músculos parecieron relajarse cuando sus miradas se cruzaron. Estaba a punto de preguntarle que ocurría cuando Gordon y su madre aparecieron detrás de él.


— ¿Qué sucede? —preguntó y el tono monótono de su voz irritó sus propios oídos, no sonaba como él, ni siquiera se sentía como él.


— Ya es hora Bill —le contestó Gordon, quien parecía más serio de lo normal. Él asintió sin saber que responder, así que simplemente se giró y caminó por el camino que su madre les indicó.


Subieron dos segmentos de escaleras con una apariencia igual de pulcra que la recepción, y mientras subían el lugar se llenaba con el eco de sus pisadas, poniendo el ambiente mucho más tenso de lo que ya se sentía; sin embargo, ninguno se detuvo hasta que llegaron a la puerta del juzgado número 32. Tom buscó la mano de Bill de nuevo y este se la dio sin poner pegas, independientemente de su falta de sensibilidad en ese momento, sabía que necesitaba tener a su hermano tan cerca como pudiera, solamente para poder sentir que respiraba mejor.


— Vas a hacerlo genial —lo reconfortó Tom en voz baja, mientras Gordon hacía lo mismo con Simone—. Estaré allí todo el tiempo...


— Lo sé —contestó sin saber que más decir, Tom frunció el ceño, a punto de preguntar qué ocurría, pero Bill se adelantó a responder—. Estoy bien, solo... estoy bien —Tom continuó luciendo preocupado, pero se quedó callado, deduciendo por la seriedad de Bill que no era momento de interrogarlo.


— Si necesitan salir solo tienen que avisarme ¿de acuerdo? —informó Simone mientras se ponía detrás de ellos y les apretaba los hombros reconfortantemente, ellos asintieron sin decir nada, pero es que no había nada que pudieran decir que hiciera que la situación mejorara—. Todo va a estar bien muchachos...


— Esto que están haciendo es muy valiente. —les aseguró Gordon poniéndose frente a ellos—. Son los muchachos más fuertes que conozco... Vamos a acabar con esto de una vez.


Ellos volvieron a asentir, y antes de abrir la puerta para entrar, Gordon le dio una apretón de manos a Simone, mirándola directamente a los ojos, infundiéndole esa confianza que tanto necesitaba en esos momentos. Dentro de la sala había menos personas de las que Bill había pensado que habría, lo que le resulto en cierta forma reconfortante.


Había un total de seis personas en el público, personas que Bill no conocía de nada, pero que tampoco le interesaba saber quiénes eran, estaba seguro de que entre menos detalles tuviera sobre este día, más fácil sería olvidarlo, así que continuó avanzando hacia el escritorio en el que lo estaba esperando su abogada.


— Hola chicos, ¿están listos? —Bill asintió pasivamente y Tom lo siguió un segundo después—. Perfecto, hablé con la jueza hace un momento, al parecer el acusado viene con retraso debido a un pequeño incidente, esperaremos unos minutos más. Por lo pronto pueden sentarse a lado de sus padres, yo los llamaré cuando sea necesario, ¿de acuerdo?


— De acuerdo —verbalizó Tom, ya que Bill parecía reacio a decir cualquier cosa—. Señorita Stern —se atrevió a llamarla antes de seguir a Bill y volver con su madre—. ¿Él no podrá vernos cierto? —Tom ya sabía cómo iba a funcionar todo, se lo habían explicado antes, pero quería estar seguro.


— No Tom, el acusado no tiene permitido girarse, estará sentado allí todo el tiempo —la licenciada señaló el escritorio que estaba justo enfrente, estratégicamente separada por un barandal de madera barnizada—. Todo va a estar bien, te lo prometo.


— Gracias —murmuró en respuesta, deseando que las palabras de la mujer fueran ciertas, ya habían pasado por mucho, necesitaba que al menos algo saliera bien en ese día.


Cuando llegó con su familia se sentó justo en medio de sus padres, a lado de su gemelo, era extrañamente reconfortante tenerlos a ambos a los lados, era como si solo con eso estuvieran protegidos de cualquier cosa que pudiera pasar en los minutos siguientes.


Pasaron a aproximadamente diez minutos hasta la puerta de la sala volvió a abrirse, Tom, Simone y Gordon giraron instintivamente, pero Bill continuó mirando hacia el frente, obligándose a no mirar nada más que el estrado donde la jueza estaba pulcramente sentada. No quería arriesgarse a mirarlo, a encontrarse con su mirada, no iba a resistirlo... no podría hacerlo, así que aferro sus manos a la tela de sus pantalones y se concentró en mantenerse quieto.


Cuando finalmente llegó a su lugar, lo único que pudo ver fue su nuca y la silla de ruedas que era conducida por un hombre en traje que no conocía. A pesar de lo poco que lograba ver, era obvio que Jörg había perdido varios kilos, también noto que los movimientos de sus manos lucían torpes y que el hombre de traje era quien se encargaba de arreglarle la ropa y ponerlo presentable.


Por lo que sabía Bill, que no era mucho porque había estado evitando la mayor cantidad de información posible, después de la denuncia que habían interpuesto, se había emitido una orden de arresto en contra de su padre, sin embargo, debido a su condición y su falta de sustento económico fijo, no tuvo que esperar por el juicio en prisión. A él realmente no podía importarle menos lo que hacía o no, pero su madre y Gordón se pusieron muy molestos cuando se enteraron.


Bill parpadeó cuando la voz de la jueza lo sacó de sus pensamientos, la sala entera se puso de pie y ella dio inicio a la sesión. Dicha sesión en realidad no era la primera de su caso, su abogada y su madre habían asistido a las primeras tres sesiones donde no había sido requerida su presencia, en otras condiciones, debido a la naturaleza del delito, probablemente habría sido un caso más largo, pero dada la situación en la que estaban, esa sería la última sesión y tendrían el veredicto esa misma tarde.


Cuando todos volvieron a sentarse Bill sintió que su cuerpo se enfriaba, sintiendo de un instante a otro el peso de lo que estaba a punto de suceder. Sintió la garganta seca y la ansiedad esparciéndose por todo su cuerpo en tan solo segundos. No tuvo que pensarlo mucho antes de aferrarse a la mano de Tom, ni siquiera necesito girar a buscar su mano, solo tuvo que extender la suya para que su gemelo la tomara y la apretara con fuerza.


La calidez húmeda de la palma de su hermano no resultó tan tranquilizadora como esperaba, pero era mucho mejor que aferrarse a la banca en la que estaba sentado o que arrugar su traje, si lo pensaba detenidamente, tenía sentido que no pudiera calmarse lo suficiente como para dejar de sentir el frio helando las puntas de sus dedos y nudo en su pecho, pero aún así estar tan nervioso solo llevaba a pensar en escenarios en donde echaba todo a perder y hacía que el esfuerzo de su familia fuera en vano.


Tom por su parte no parecía tan afectado, al menos su fachada era mucho más pacífica y relajada que la de su gemelo, pero es que era necesario, uno de los dos tenía que mantenerse cuerdo y tenía que ser él, no había de otra, era su único trabajo e iba a cumplirlo a pesar de todo el desastre que se estaba desatando en su interior.


Los gemelos se concentraron el uno en el otro y escucharon superficialmente lo que pasaba a su alrededor, solo estaban atentos a los movimientos y palabras de su abogada, intentando prepararse mentalmente para cuando ella los llamara individualmente para testificar, lo cual sucedió unos cuantos minutos después, cuando llamaron a Tom.


El rastudo sintió como se le escaba la mitad del aire en sus pulmones y luego se levanto lentamente de su asiento, solo soltando la mano de Bill cuando fue estrictamente necesario, no se dijeron nada, pero la mirada que compartieron fue suficiente para que Tom no dejara que el temblor ansioso en sus piernas lo derrumbara. Iba a hacer eso por él, por Bill, e iba a hacerlo bien porque si había alguien que merecía pagar por toda la mierda que habían pasado, ese era Jörg. Se sentó en la mesa y dejó que la abogada acomodara el micrófono a su altura mientras él se retorcía las manos en el regazo, cuando la primera pregunta llegó, Tom estaba decidido a hacerlo todo bien, y así lo hizo.


***


Después de la ronda de preguntas de Tom, Bill no había podido evitar enterrarse las uñas en la piel de las muñecas, incluso cuando sabía que no era correcto. Se había negado a llorar y el resultado habían sido rasguños y heridas en las mejillas internas, nada demasiado grave, pero igualmente incorrecto, definitivamente su terapeuta no iba a estar contento, pero Bill ni siquiera podía pensar en los ejercicios de relajación que le habían enseñado. Su mente solo tenía energía para mantenerse funcionando correctamente y no colapsar por la tensión.


Cuando Tom volvió a su lado, parecía menos tenso que antes y Bill se preguntó si a él le pasaría lo mismo después de declarar, o si lo que fuera a decir allí terminaría con el último pedazo de dignidad que le quedaba. No le dio tiempo de darle muchas vueltas ese pensamiento, porque pasaron menos de cinco minutos cuando lo llamaron a él.


Sintió la mano de Simone reconfortándolo suavemente mientras se ponía de pie, el frio en su cuerpo se acentuó y el nudo en su pecho se expandió a la par que se acercaba al escritorio en el que momentos antes había estado sentado Tom. Antes de tomar asiento se giró hacia atrás, solo para ver como Gordon y su hermano salían discretamente de la sala, eso de alguna forma le ayudó a respirar mejor. Era un trato que habían hecho, si Bill iba a declarar, Tom no podría escuchar lo que iba a decir, no importaba cuanto lo necesitara en la sala, con Tom ahí no sería capaz de hacerlo, y aunque al rastudo no le había gustado la idea, la había respetado.


Se sentó lentamente y de alguna forma el tan solo acercarse un par de metros al hombre que le había jodido la vida, fueron suficientes para que las manos del adolescente comenzaran a temblar. Cuando le pidieron que dijera su nombre completo para poder iniciar, al menor le tomó un par de segundos encontrar su voz y cuando finalmente habló no pudo evitar el temblor en sus palabras, supo entonces que a pesar de toda la preparación, ese día iba a ser peor de lo que había imaginado, pero ni siquiera pensó en moverse, solo inclinó la cabeza hacia abajo para no tener que mirar a nadie a su alrededor y continuó... pensando por primera vez en todo ese tiempo en la verdadera razón por la que lo estaba haciendo, claro, había pensado que lo hacía por su familia, por Tom.


Pero en ese momento, Bill supo que lo estaba haciendo por él, supo que necesitaba eso para liberarse de toda la mierda que había absorbido durante tantos años. Iba a ser doloroso y vergonzoso, pero también tendría la oportunidad de dejar ahí toda la rabia y odio latente que sabía que podía consumirlo cuando quisiera, porque estaba enojado y herido, el hombre frente a él le había arrebatado no solo una figura paterna sana y una infancia normal.


Le había quitado el amor propio, el control sobre sí mismo, sus primeras experiencias, le había jodido la relación con su hermano y con su madre durante años, incluso había terminado con sus ganas de vivir en cierto punto, y después de todo eso, sería una broma si dejara que él ganara dejándolo libre, no sería justo, y después de tanto dolor, si había algo que Bill merecía, era justicia, era lo menos que podía recibir después de todo lo que le habían quitado. Así que se aferró a su silla con manos temblorosas y comenzó a responder preguntas, esperando con todo su ser que su cuerpo fuera lo suficientemente fuerte para aguantar y que lo que dijera allí sirviera para darle a su padre lo que se merecía.


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Notas finales:

La parte del juicio (que me tomé un año para escribir jaja) está inspirada en el minuto 55:57 de este video: https://www.youtube.com/watch?v=UQVu41BL-84&t=3364s Cabe resaltar que mis conocimientos en derecho no son los mejores, básicamente escribí un hibrido entre lo que dice la legislación mexicana, lo que he visto en series y lo que salió de mi ronco pecho, ojalá lo hayan disfrutado xD


El epílogo está a continuación. Con cariño Maos.


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