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Razones por Maos

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*3 años después*


Tom se estacionó a dos calles del edificio blanco diez minutos antes de que dieran las seis de la tarde, su madre le había estado mandando texto tras texto hasta hartarlo, pero no se había detenido a revisar ninguno de sus mensajes, sabía de antemano lo que decían y cada año era lo mismo. Caminó de mala gana hasta el lugar, ansiando un cigarro con todas sus fuerzas, esos días del años lo ponían demasiado tenso, le traían malos recuerdos.


Aunque sabía que ir allí era una pérdida de tiempo, su madre siempre insistía en que no faltara a las terapias, especialmente ese día, siempre decía que era el más importante, en el fondo sabía que tenía razón, pero su mente y cuerpo solo querían ir con Bill, los aniversarios eran importantes, incluso si eran de defunción. Pero la culpa le había ganado, por eso había dirigido el auto al centro de salud mental, sabía que su madre solo se preocupaba por él y también sabía que esa fecha le era especialmente difícil, así que hablar un par de minutos con Schell no le haría daño.


Llegó a la recepción a las seis en punto, y Anna, una de las secretarias jóvenes que siempre saludaban con una sonrisa le dijo que Schell lo estaba esperando, y él asintió sin más. Cunado llegó al consultorio, el doctor estaba sentado en su escritorio y al verlo entrar, una media sonrisa se extendió por su rostro.


— Creí que no vendrías —dijo a modo de saludo, mientras se levantaba de su silla para estrecharle la mano.


— Yo también —respondió sin demasiado interés.


— Me alegra que estés aquí Tom, es bueno verte. Toma asiento.


Tom obedeció y se sentó en el sofá gris al que su trasero ya se había acostumbrado después de tanto tiempo. Schell se sentó frente a el en un sillón individual negro y tomó su cuaderno de notas antes de comenzar a hablar.


— Supongo que no querrás quedarte toda la hora.


— No llegué media hora tarde por accidente —respondió—. En realidad, solo estoy aquí por Simone.


— Tu madre.


— Mi madre —contestó, desviando su mirada a sus manos.


— ¿Vas a ir este año? —preguntó directamente. Tom asintió— ¿Simone te acompañará esta vez?


— No, pero dijo que el próximo año lo intentará... eso dijo el año pasado, sinceramente no me interesa.


— Es difícil para ella —observo el mayor— ¿No lo crees?


Tom se rio sin gracia — Es difícil para todos...


— Eso es verdad, ¿Cómo te sientes hoy? ¿Dormiste bien?


— Estoy bien —dijo con una leve porción de hartazgo en la voz—. Mi madre y Gordon no han dejado de preguntármelo, y entiendo por qué lo hacen, pero estoy bien.


— Tienes que darles crédito Tom, el último par de años no han sido agradables.


— Lo sé, pero ya me he disculpado lo suficiente. —dijo secamente, empezando a arrepentirse de su decisión. Distraídamente revisó el reloj de su muñeca.


— No tienes que quedarte si no quieres. —mencionó Schell, observándolo atentamente.


— Lo sé.


— ¿Quieres hablar sobre Bill?


— No.


— ¿Sobre qué quiere hablar entonces?


Tom frunció el ceño y negó, solo estaba perdiendo el tiempo — Voy a reprogramar la cita —dijo levantándose de un tirón—. Se me hace tarde.


— Esta bien Tom —respondió el doctor pacientemente—. Te veo la próxima semana


Tom no respondió, salió rápidamente de allí y ni siquiera se detuvo a despedirse de Anne, solo quería llegar a su auto y encender el maldito cigarro que tanto necesitaba. Y eso fue lo que hizo, y una vez que le dio la primera calada y comenzó a manejar en dirección al cementerio, sus niveles de estrés se redujeron considerablemente.


Aparcó a lado de la entrada, el sol estaba metiéndose y el viento comenzaba a enfriarse, al menos el clima era agradable. Caminó entre las tumbas con lentitud, sintiendo los nervios de anticipación recorriéndole la barriga, odiaba esa sensación, y conforme se acercaba el cuerpo se le tensaba y el nudo en su garganta crecía. Odiaba estar ahí, odiaba como lo hacía sentir, inhaló una última cantidad de humo y luego aplastó el cigarrillo.


Cuando finalmente vio la tumba un escalofrío le recorrió la espalda. Una vez que llegó se sentó en el suelo junto a su hermano y suspiró, sintiéndose un poco más tranquilo.


— No fuiste a la terapia de grupo —comentó casualmente Tom.


— ¿Y tú si fuiste a la tuya? —preguntó Bill con la misma ligereza.


— Vengo de allí —finalmente Bill se giró a mirarlo, escéptico— En serio, aunque en realidad solo estuve allí diez minutos, el viejo puede ser desesperante.


— Por eso dejé de tomar terapia con él... —respondió el gemelo menor con una media sonrisa.


— Lo sé, ¿Cuánto tiempo llevas aquí?


— No lo sé. —dijo sinceramente— Salí de la universidad y Georg se ofreció a traerme, porque alguien no aparecía por ningún lado.


— Necesitaba pensar.


— Si, bueno, podrías pensar en un lugar donde la gente pueda encontrarte Thomas, tienes que dejar de preocuparme así —el tono de Bill era severo, pero no molesto.


— No volveré a hacerlo.


— No seas mentiroso... solo contesta el maldito teléfono para que sepamos que estas vivo.


— Lo intentaré...


Bill no respondió, dejó de mirarlo y dirigió la vista hacia la tumba frente a ellos, Jörg Kaulitz 1972 – 2019 recitaba la lápida de piedra gris. No era especialmente bonita, ni siquiera tenía espacia para una frase, aunque tampoco es que alguien hubiera querido escribir una, era solo una lápida más, simple y sucia porque nadie realmente se preocupaba por mantenerla. La única persona que lo visitaba en ocasiones era Bill, cosa que Tom no podía entender y por la que habían discutido en varias ocasiones.


A pesar de ello, nunca se había negado a acompañarlo en el aniversario de su muerte, incluso si le provocaba malestar físico, Tom estaba presente, porque como había dicho antes, los aniversarios eran importantes, y si Bill necesitaba sentarse durante horas frente a la tumba de su abusador para progresar, lo haría, incluso si Tom no creyera que le hiciera bien, Bill era terco y sabía salirse con la suya, además, él tampoco tenía los mejores mecanismos de afrontamiento, así que no podía juzgarlo.


— Pensé que no vendrías —mencionó Bill después de un largo momento de silencio—. Pensé que esta vez no podrías hacerlo... gracias por venir.


— No iba a dejarte, solo... Es difícil, de verdad no entiendo cómo lo haces.


— No vengo a llorarle Tom... Aunque a veces lo hago, es lo único que tengo, venir es la única forma que tengo para demostrarle que lo estoy haciendo bien sin él...


— Bill...


— Escúchame... —lo interrumpió— Él siempre dijo que él era la única persona que me amaba, se aseguró de hacerme creer que si él se iba yo me iba a quedar solo. Tom, se que no lo entiendes, pero realmente llegué a pensar que él era todo lo que tenía... que era la única persona que me quería...


— Sabes que no es así, me tienes a mi... tienes a mamá, a Gordon, a ese chico Andreas que no deja de preguntar por ti cada que me lo encuentro —mencionó Tom, sin llegar a comprender lo que Bill estaba diciéndole, no porque no quisiera o no le creyera, si no porque él no sabía realmente lo que había sido la relación entre Billy su padre y la forma en que llegó a manipularlo.


— Lo sé, y por eso vengo a mostrárselo... que estés aquí es la prueba más grande de que estaba equivocado Tom. Estas aquí conmigo incluso después de saber lo que pasó... Yo, yo estoy aquí, y me está yendo bien... o mejor de lo que esperaba... —murmuró al final—. Se que no estoy completamente bien, pero voy a estarlo, y voy a asegurarme de que lo sepa. Incluso si está muerto...


— Es un cobarde... —dijo Tom.


— Es un cobarde. —concordó Bill—. Pero no voy a dejar que eso me impida demostrarle que estaba equivocado conmigo, soy más que el niño abusado que lastimó, soy mucho más que su juguete... Y realmente espero que se esté retorciendo allá abajo al saberlo.


— Estoy seguro de que lo está. —afirmó Tom—. Estoy orgulloso de ti Bill... pero no necesitas hacer esto... —se atrevió a decir después de un momento.


Bill cerró los ojos un momento y luego suspiró, harto de la misma discusión de siempre, y demasiado cansado mentalmente como para pelear — Quizás no, pero quiero hacerlo, el me arrebató mi derecho a recibir justicia Tom... ¡Prefirió matarse antes que pagar por todo lo que me hizo pasar...! —levantó la voz, frustrado— Y sé que es tonto, pero quiero saber que no está tranquilo, necesito saber que está pagando...


— No puedes lastimarte a ti mismo viniendo aquí solo para lastimarlo a él Bill, él ya no está vivo, no existe.


El menor de los gemelos se llevó ambas manos a la cara y el cabello, que había vuelto a ser negro y le llegaba al hombro, le cubrió las mejillas. No había vuelto a usar maquillaje, y no creía ser capaz de usarlo en un futuro próximo, pero no descartaba la idea— ¡Lo se! Solo... esto me ayuda ¿puedes entender eso? Sé que no tiene sentido, pero me está ayudando Tom, ¿no es suficiente? —su voz no se elevó más, pero comenzaba a sonar desesperado.


— Me preocupa que te dañe más de lo que te ayuda —respondió Tom, con total sinceridad— Bill, venir aquí para mí es horrible, no puedo imaginar lo que es para ti...


— No es tan malo —murmuró—, te prometo que me ayuda más de lo que lastima... —le aseguró mirándolo directamente a los ojos—. Te juro que cuando esto se vuelva demasiado te lo diré... sé que no puedo hacer esto para siempre, pero en este momento es lo único a lo que puedo aferrarme... ¿tiene sentido?


— Un poco... —cedió Tom a pesar de no entenderlo en realidad.


— Gracias... —respondió sin saber que más decir— ¿Seguirás viniendo? —preguntó finalmente.


— Solo si es absolutamente necesario...


— Esta bien, gracias Tom, en verdad...


— Vas a tener que hacerme un sándwich por esto... —bromeó intentando deshacerse de la atmosfera abrumadora.


— Te prepararé los que quieras mientras no le cuentes a mamá que falté al grupo —sonrió levemente cuando Tom rodó los ojos y negó divertido.


— Bien, pero vámonos ya, está obscureciendo y Simone va a enloquecer.


— Esta bien. —aceptó.


Bill inhaló profundamente por última vez antes de levantarse del suelo, y ambos caminaron tranquilamente hacia la salida del lugar. El menor se permitió sentirse tranquilo en ese momento, aún sabiendo que, a pesar de la respuesta que Tom le había dado, continuaría insistiendo en que dejara de hacer eso y él eventualmente terminaría cediendo, solo que no en esos momentos. Sabía que llevaba tres años trabajando y que su progreso era lento, pero había pasado por tres terapeutas y recientemente se encontraba asistiendo a un grupo de sobrevivientes de abuso sexual.


Al principio la idea de compartir su historia con tantas personas ajenas a él había sido aterradora, pero con el pasar de las semanas se había vuelto, hasta cierto punto, reconfortante, incluso sino estaba seguro de querer continuar durante un largo tiempo. Había sido difícil mantenerse en un solo lugar, pero estaba intentándolo y poco a poco se sentía más como el mismo y no como una marioneta creada para la satisfacción de alguien más. Tomaba decisiones para él e intentaba valorarse más como persona y sobre todo luchaba constantemente por dejar atrás la culpa y la vergüenza. No era fácil, pero estaba saliendo adelante, Tom también, aunque como él, había tenido sus periodos de retroceso.


Uno de los peores golpes fue la muerte de Jörg. La cual fue más impactante para Tom que para Bill, aunque eso no significara que había sido más sencillo para el más joven. Tom se enojó demasiado y dejó de hablar y comer durante días, Bill lloró desconsoladamente, confundido y molesto. Simone había gritado y estrellado la lampara de la sala contra la pared y Gordon le ayudó a limpiar, para después salir en la madrugada a desahogarse en privado.


Jörg había sido condenado, habían ganado el caso, la última sesión del juicio había sido uno de los días más horribles y esperanzadores en la vida de Bill, hasta que dos semanas después recibieron la devastadora llamada. Jörg se había suicidado y por ende, todo lo que los gemelos habían tenido que atravesar había sido en vano, fue un golpe seco y duro para todos.


Eventualmente Bill y Tom se negaron a saber los detalles de su muerte y Simone tampoco quiso decírselos, era desagradable e innecesario, fue incluso impresionante que alguien en el estado de Jörg pudiera cometer tal acto, pero supusieron que el miedo de ser encarcelado como abusador de menores había sido mayor a sus limitaciones físicas. Después de eso, solo les quedó aceptarlo y continuar como lo tenían previsto, fue más difícil, pero con el tiempo todo comenzó a avanzar y a encajar poco a poco.


Unos meses después de la muerte de Jörg, los gemelos y Simone se mudaron con Gordon a un distrito diferente en la misma ciudad, y Bill y Tom regresaron a la escuela. Después de dos años ambos lograron entrar a la universidad y a la carrera de su elección. Por su parte, Simone y Gordon se comprometieron y se casaron, fue todo muy administrativo y formal, pero lo que contaba era el significado de la acción.


Actualmente todo estaba mejor, aunque no perfectamente, pero al menos estaban haciéndolo con más herramientas que antes. No siempre estaban bien y sería absurdo decir que todos sus días eran felices y tranquilos, pero ahora sabían cómo manejar los días malos y estaban más unidos que nunca.


FIN.


 

Notas finales:

OMG NOO PUEDO CREER QUE FINALMENTE HAYA TEMINADO ESTOOOOOOO.


Voy a dejar una notita en la siguiente parte, si todavía existe alguien leyendo esto, me gustaría que la revisara. En fin, gracias por leer esta cosa.


Con cariño, Maos.


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