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Razones por Maos

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Simone no encontraba la forma correcta de lidiar con todo lo que estaba pasándole a su familia, era como si de pronto todo su perfecto mundo se viniera abajo y ella no pudiera hacer nada para evitarlo; en realidad era completamente frustrante, y la desesperación por ello ya le estaba ganando a esa parte dentro de su cabeza que le decía constantemente que no fuera a perder la calma.


En pocas palabras, Simone estaba viviendo un golpe de realidad que claramente no estaba preparada para enfrentar y tanto estrés estaba consumiéndole las fuerzas demasiado rápido.


Parecía que con cada minuto que pasaba sus problemas iban en aumento, habían pasado solo unas horas desde que los médicos se habían visto obligados a forzar a Tom a hablar de lo ocurrido después de que ella no lograra convencerlo de hacerlo. Se negó a contarle incluso cuando le prometió de la forma más sincera y maternal que no tendría problemas por ello, y eso la había destrozado, porque no fue hasta ese momento que se enteró de lo rota que estaba su relación con el mayor de sus hijos. No dejaba de preguntarse cuando había ocurrido eso, o cómo es que había permitido que pasara y ni siquiera quería pensar como sería la situación con Bill, pues era claro que con el menor todo sería mucho peor, porque ella estaba consciente de lo mucho que se había encargado de arruinarlo con él.


Estaba sintiéndose demasiado preocupada en ese momento, pues no entendía lo que había pasado realmente, Tom había dicho que Jörg había estado demasiado ebrio —lo que de por sí ya la tenía alarmada— y que había rodado por la escalera, y no es que no le creyera, porque si lo hacía, pues había visto cuanto le había costado hablar de ello. Sin embargo, sabía que detrás de ese cuento había más historia, además tenía que saber desde cuando su exmarido había vuelto a beber, pues la idea de tener a sus hijos lidiando con su padre borracho la hacía querer llorar, pues se suponía que ella había estado luchando para que no tuvieran que vivir eso de nuevo. Imaginar que era lo que había estado haciendo con sus hijos en ese estado le ponía los nervios a tope. Necesitaba saber cuánto tiempo llevaban guardando sus hijos ese destructivo secreto, pues sabía mejor que nadie la cantidad de daño que eso les podía generar.


Por otra parte, esa misma mañana, después de que el shock inicial pasara, los doctores habían insistido en chequear y atender las heridas que los gemelos no los habían dejado examinar, pues inmediatamente después de que Bill se negara a cualquier contacto físico al llegar al hospital, Tom lo imitó, y ninguno de los dos había recibido atención médica. Simone tuvo que darse a la tarea de convencer a Tom de dejarse ayudar, y solo lo logró cunado le prometió que Bill estaría a su lado en todo momento, Simone no recordaba la última vez que Tom había actuado tan protectoramente con su hermano, pues habían pasado años sin comportarse como los gemelos unidos que eran y se habían convertido en otro par de hermanos cualquiera.


En ese momento, ella se encontraba completamente sola en la sala de urgencias, ya había amanecido e iban dar las ocho de la mañana, Gordon se había llevado a los chicos a casa para que descansaran y ella se había quedado a esperar las noticias de los médicos acerca de su exmarido, además de que necesitaba hablar con el pediatra y el psicólogo infantil que habían atendido a sus hijos, pues necesitaba saber exactamente lo que les había ocurrido.


Después de esperar por media hora más, finalmente el cirujano de Jörg apareció con un aspecto terriblemente cansado que no era para menos, pues había estado operando por unas cuantas largas horas. Las manos le comenzaron a temblar al ver su expresión seria y distante, y es que después de enterarse de lo sucedido, sabía que las noticias podrían no ser muy alentadoras.


—Buenos días, soy el doctor Adler —se presentó el hombre en cuanto estuvo frente a la castaña y le estrechó la mano—. El señor Kaulitz salió de cirugía. —informó sin perder el contacto visual y Simone soltó un suspiro de ansiedad.


— S-Soy su exmujer... ¿Cómo está? ¿Él está bien?


— Será mejor que tome asiento...


***


Simone entró a su casa sintiendo un remolino de emociones en el pecho, la mayoría de ellas aplastantes, quería echarse a llorar de angustia y al mismo tiempo de rabia, pero de sus ojos no salía ni una sola lagrima, solo sentía un dolor agudo en la garganta y mucho escozor en los ojos, era como si su cerebro no pudiera procesar lo que estaba pasando y su cuerpo no respondiera correctamente; estaba sintiendo mucha ira y las piernas le temblaban demasiado, ni siquiera estaba segura de como había logrado conducir hasta allí sin haber tenido un accidente, sin embargo estaba ahí, parada en medio de su sala de estar, con la mirada perdida y una impotencia gigante recorriéndole por todo el cuerpo.


Miro todo a su alrededor y se dio cuenta de la falsa felicidad en la que había estado viviendo y se enojó mucho más, con ella misma, con Jörg, con Gordon, con absolutamente todos. Subió las escaleras en dirección a las habitaciones de sus hijos e hizo a un lado a Gordon cuando se le cruzó en el camino, no tenía ganas de hablar de nada, en su mente solo había un propósito y no estaba dispuesta a perder su tiempo con él.


Abrió sin delicadeza la puerta del mayor de sus hijos y no se sorprendió de no encontrarlo ahí, así que inmediatamente se dirigió a la habitación del menor, esta vez abrió la puerta con más lentitud y calma, sintiéndose de pronto muy débil para afrontar esa situación.


Los encontró en una situación un tanto extraña, estaban sentados frente a frente en el suelo, muy cerca uno del otro, Bill tenía a Pumba recostado en sus piernas y lo aferraba a hacia si como si fuera a desaparecer en algún momento. Tom por su parte tenía su mano izquierda sobre la rodilla derecha de Bill y al menor parecía no molestarle, pero no se veía que quisiera más contacto con él.


Simone cerró la puerta tras de ella cuidando de no hacer un ruido muy fuerte y se acercó con extremada lentitud hacia ellos. Cuando estuvo a centímetros de ambos se puso en cuclillas y los llamó por sus nombres, su voz tratando de ser amable, pues intentaba con todas sus fuerzas no perder el control en ese momento.


Los gemelos se pusieron en alerta, y Bill se obligó a si mismo a no hacer ningún movimiento, incluso comenzó a respirar más lento, Tom elevó la mirada sin perder el contacto con su hermano y se mordió los labios al ver la expresión de su madre. No podía sentirse más culpable, él sabía que en cuanto su madre supiera todo, iba a estar muy triste y decepcionada, y por eso no había querido decir nada, por eso ambos habían mantenido silencio, porque no querían que su madre volviera a verse triste y molesta por su culpa y la de Jörg, era en lo único que habían estado de acuerdo en un largo tiempo, incluso cuando entre ellos lo único que había eran peleas y desentendimiento.


— Tom... Bill... Tenemos que hablar.


Ambos muchachos se mantuvieron callados y Simone tomó asiento a lado de ambos. El mayor se giró y le temblaron los labios, porque estaba muy asustado acerca de todo, Bill se negó a moverse y solo apretó los labios.


Simone tomó la mano de Tom y la acaricio suavemente intentando ignorar su mirada temerosa. — Ayer pasaron muchas cosas ¿Cierto? —fue muy sutil al tomar la mano del menor mientras hablaba, sintió el cuerpo del pelinegro tensarse, pero no se apartó—. Hable con los médicos hace tan solo unos momentos. Necesito que me cuenten que es lo que eta pasando ¿Sí?


—¿Papá está bien? —evadió Tom y Simone tensó la mandíbula al escucharlo nombrar.


—Vamos a hablar de eso después, primero necesito que me digan que es lo que está pasando con su padre.


—Yo solo estaba defendiendo a Bill... —respondió el rubio y el aludido se encogió en si mismo—. Él estaba demasiado borracho... Y se enojó mucho, estaba muy enojado con Bill... Y lo tenía...


—Cállate Tom —el susurro fue tan brusco que ambos miraron asombrados al pelinegro—. Tú no sabes nada. Cállate.


— Bill, cariño, mírame. Vamos Bill, mírame. —a Simone se le revolvió el estómago al ver esa mirada tan llena de odio y rabia, era agobiante ver tanto dolor en su rostro—. ¿Es la primera vez que Jörg les pega? ¿Es la primera vez que te lastima?


Tom se mantuvo callado, porque sabía que no era la primera vez, porque lo había visto e incluso lo había vivido, Jörg había comenzado con la bebida unos cuantos meses atrás, justo después de aquella gran pelea en donde Bill lo había asustado tanto con sus palabras, esa misma noche donde Bill comenzó a ignorarlo de nuevo, pero esta vez se había sentido diferente, se había sentido real. Justo después de esa noche su padre se embriagaba cada vez que estaban en casa, a veces se bebía una o dos copas, otras la mitad de una botella y ellos habían mantenido la boca cerrada.


Al principio solo era tedioso, porque había que cuidarlo hasta que se durmiera, pero con el tiempo había comenzado a ser agresivo, él y Bill habían recibido varios golpes debido a eso, bofetadas, jaloneos, empujones, pero era solo en ocasiones, sin embargo, esta vez había sido muy diferente, porque la noche anterior Jörg había estado pegándole a Bill de verdad fuerte, y cuando él quiso ayudarlo esos golpes se volvieron contra él, entonces todo se salió de control.


—Es... Es la primera vez... —respondió el pelinegro en voz bajita pero clara.


—No es cierto. —intervino el rastudo y Simone se mantuvo en silencio.


—¡Tom! —se quejó el menor.


—¡No es cierto Bill! Ya nos había golpeado antes, no así, no tan fuerte... pero si nos había golpeado ¿Por qué dices eso? —preguntó Tom claramente confundido.


—¡Eso no es verdad!


—¡Claro que sí! ¡Él nos golpeó a ambos antes! ¡¿Qué mierda pasa contigo?


—¡A mí no me golpeó antes! —defendió Bill alzando la voz y Tom frunció el ceño, muy sorprendido por esas palabras.


—¡¿Pero que tonterías dices William?! Si te había golpeado, ¡yo lo vi! ¡¿Por qué jodidos lo defiendes?! —le enfrentó Tom, no entendiendo porque su hermano estaba defendiendo a su padre cunado claramente lo había lastimado, se atrevía a decir que incluso más que a él.


—¡El jamás me pegó! ¡No sé porque mientes así! ¡Él me quiere Thomas! —Pumba se levantó asustado por los gritos del menor de sus dueños y se alejó. Bill estaba tan asustado que ni siquiera pudo notarlo.


— ¡¿Pero qué?! ¿Qué jodidos tiene que ver eso aquí? —el rubio se sintió molesto por las acusaciones de Bill, él no era ningún mentiroso, además estaba intentando ayudarlos—. ¡No es mentira! ¡Mamá no es mentira!


—Bill ¿Estás seguro de que no te ha lastimado antes? —preguntó Simone, sabiendo de antemano que su hijo menor estaba mintiendo, pues según lo que había hablado con el pediatra, Bill era el que más traumatismos antiguos tenía en el cuerpo.


El menor abrió la boca, pero no emitió sonido alguno, estaba sintiendo mucho pánico. ¿Qué si lo había lastimado antes? Si, si lo había hecho, muchas veces, tantas veces que no podía ni recordarlas todas, pero ¿Debía decirlo? Apretó las manos muy fuerte y se mordió los labios sin saber que responder.


Estaba muy confundido y asustado en ese momento ¿Qué pasaría si lo contaba? ¡No! No podía. Bill podía negar muchas veces que lo había golpeado, pero no podía negar que lo había lastimado, porque si lo había hecho, la había lastimado mucho, pero no quería que ellos supieran eso, porque era muy sucio y vergonzoso. Sintió las lágrimas calientes en las mejillas y se frotó ambas manos con mucha fuerza. No podía decirlo porque si él se enteraba entonces sería su fin, pero ¿él iba a enterarse?


Si se enteraba que lo había delatado se iba a enojar mucho con él y ya no lo iba a querer jamas, entonces ¿Valía la pena? Porque no estaba nada seguro de que su madre y Tom fueran a entender, de que fueran a escuchar sin molestarse mucho con él. Se le escapó un sollozo fuerte de la presión que estaba sintiendo y se abrazó a si mismo intentando calmarse, ¿su madre en verdad quería saberlo? ¿Iba a ayudarle o iba a odiarlo de verdad? Respiro varias veces agitado y la miró a los ojos.


No. Claro que no. Ella no iba a entender, no iba a ayudarle. Ella nunca lo ayudaba, nunca hacía nada por él, porque él era un mal hijo, él no se merecía su cariño, ni su ayuda, ni su comprensión, porque era un chico malo y sucio, porque era desobediente y holgazán ¿Por qué su madre iba querer ayudarlo de repente? ¿Por qué ahora y no antes? ¿Por qué no cuando él había intentado pedirle ayuda? ¿Por que hacerlo después de que le dejara claro que no lo quería ni un poquito?


Ellos no querían saber eso. No necesitaban saberlo, incluso tal vez solo le estaba preguntando por obligación ¿No? ¿Por qué iba a importarle ahora? Pero por más que quería guardarse todo aquello no podía, su cuerpo no le estaba obedeciendo, estaba temblando y sollozando muy fuerte, con la cara ahogada en lágrimas y con mucho, mucho miedo en todo el cuerpo. Miedo a que lo supieran y lo odiaran más.


—¿Bill? Cariño ¿Qué pasa? —preguntó Simone con la voz cortada al ver al menor de sus hijos tan roto, tan mal, tan perdido. Tom se había quedado inmóvil sin saber que hacer, sin saber cómo ayudar a su hermano, sin entender realmente que le ocurría.


El menor negó y se mordió los labios muy fuerte antes de hablar. — No... No, quiero... Mmgh... Quiero ver a mi papá... —pidió con la voz llena de ansiedad y dolor.


—Bill, por favor...


—No.


Simone suspiró, dándose cuenta de que por su propia cuenta no iba a obtener ningún progreso con él, suspiro tendido para concentrarse y tomar fuerzas de algún lugar desconocido para hablar de lo siguiente.


—Bill, lo lamento, pero ya no podrás estar con tu padre.


—¿Qué? —intervino Tom sintiéndose muy nervioso al escucharla— ¿Po- Por que?


Dentro de la cabeza confundida y estresada de Bill habían un montón de razones por las que no podría estar con él, y todas ellas lo ponían completamente aterrado. Si no podía verlo significaba que su madre no le creía y no lo dejaría acercarse a él, y si eso sucedía Jörg s enojaría demasiado, o podía ser peor, que su padre de verdad no pudiera verlos y si era porqué él no podía, entonces, Bill había hecho algo muy malo.


—Chicos, lo siento mucho...


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