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Ni tan casados por jotaceh

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Día 101:  Sin darme cuenta

 

Clarisa quedó en coma, los golpes en su cabeza fueron tan grandes que le produjeron un derrame. Los doctores nos decían que probablemente quedaría con alguna secuela, alguna discapacidad en el habla o en la movilidad. Eso daba igual, lo único importante es que viviera. 

Mientras todos estábamos esperando su recuperación en el hospital, la policía estaba haciendo lo suyo con Gianluca, es decir, nada. Quedó en libertad por “maltrato”, no se tipificó como violencia intrafamiliar porque no posee ningún vínculo legal con mi amiga. Después de dejar en coma a su pareja, el hombre quedó libre y con la única restricción de no acercarse a Clari. 

Al saber ese veredicto, mi sangre estaba hirviendo de la rabia. ¿Cómo es posible que la justicia sea tan ciega? ¿Acaso era requisito que la matara para meterlo preso? 

-Tienes que tranquilizarte, no vayas a cometer un error – me aconsejó Fabricio. 

-Dijeron que no podía estar cerca de ella, no dijeron nada de mí. Lo voy a buscar, encontrar y cortarle el pene – iba a cumplir con mi amenaza. 

-Si haces eso te vas preso tú, no seas imbécil. Piensa en tu hijo – me lo dijo mirando al niño que llevaba en brazos. 

Tenía razón, no podía alejarme de él ni mucho menos ir la cárcel por quizás cuántos años, crecería sin mí y sólo a cargo de Clarisa, que todavía no sabemos en qué estado quedará. 

Sólo después de sus palabras me tranquilicé un poco y deseché todas esas ideas de mi cabeza. 

-Cuando decidiste ayudarme con Anastasia, te prometí que lograría separar a Clarisa de Gianluca y eso mismo voy a hacer ahora. Te juro que le voy a dar su merecido a ese desgraciado, para que no se le ocurra dañar nunca más a otra persona – me prometió decidido el muchacho, podía ver el fulgor en sus ojos. 

-¿Qué vas a hacer? No quiero que pagues tú por mis culpas – me preocupé mucho. 

-Calma, tengo todo planeado. Nada malo va a suceder – acarició con ternura mi rostro antes de marcharse. 

Sin darme cuenta suspiré tras ser dejado por Fabricio. No me había dado cuenta, pero desde hace mucho tiempo que se ha convertido en mi guardián, en una especie de ángel que me protege. 

-Que lindos los dos enamorados – escuché el sarcasmo de Ani a mi espalda. 

Había desaparecido de ese plano, me había obnubilado con los pensamientos en el muchacho, hasta que aquella chica me despertó. 

-Ten cuidado, porque cualquiera podría pensar que te has colocado celosa – le respondí con sorna. 

-¿Y si así fuera? ¿Hay algún problema? – estaba seria como nunca antes le había visto. 

-Claro que hay un problema y es que te vas a casar con Manuel. Y yo con Fabricio – le recordé el enredo. 

Anastasia tragó saliva, pensando en una forma de responder. 

-Todos sabemos que mi boda es una farsa. Ahora… me gustaría saber si la tuya también – fue al grano. 

¿Qué estaba tratando de decir? ¿Qué se había enamorado de mí falso novio? 

-Claro que no, sí es real. Nosotros no estamos jugando – dije sin pensar. 

Todo había iniciado con la idea de colocarla celosa, de demostrarle que Fabricio era el indicado para ella y lo habíamos logrado. Parecía que lo había reconocido, que quería estar con el muchacho, sin embargo, le mentí. No sé qué me ocurrió, en vez de alegrarme por ellos, me puse muy triste. Ya no quería que estuvieran juntos. 

-Ya veremos – fue todo lo que mencionó Ani antes de marcharse. 

Me quedé en el hospital un rato más, quería esperar a que Clarisa despertara, tan solo que no ocurrió ese día. Ya era noche y debía ir a la casa para acostar a Gabriel. Iba cabizbajo, y es que no podía sacarme de la cabeza la idea que Anastasia estuviera enamorada de mi supuesto prometido. 

Pensaba en ello, mientras caminaba hacia la salida del hospital, cuando la sirena de una ambulancia me distrajo. Había ocurrido una emergencia y traían en una camilla al afectado. Algo me decía que debía esperar, que tenía que ver el rostro del enfermo. Y mi presentimiento era cierto, porque se trataba de Fabricio. 

-¿Qué le ocurrió? ¿Por qué está así? – le pregunté a los paramédicos mientras ingresaban con la camilla. 

-Fue atacado por un hombre. Creo que le quiso robar y al darse cuenta que es transexual le dio una golpiza aún más grave. Lo único bueno es que el desgraciado está preso – es lo que me respondieron. 

No había que ser un genio para entender que el agresor había sido Gianluca, que el muchacho lo había incitado para que le atacara, que pareciera un asalto y así agravar todo. Ahora era un ladrón y un transfóbico, la ley le caería encima mucho más fuerte que al agredir a su pareja. 

Volví a quedar con el alma en un hilo y es que lo había hecho por mí, ahora estaba grave para ayudarme a hacer justicia. Me había prometido que nada le sucedería y ahora estaba igual de grave que Clarisa. ¿Por qué se arriesgó tanto? 

No podía irme en esas condiciones, por lo que llamé a la señora Mauri para que se llevara a mi hijo y lo cuidara. 

-Ay niña, sí que has tenido mala suerte esta semana. Primero tu amiga y ahora tu novio. Yo creo que te han echado mal de ojo – es lo que me dijo al llegar. 

Tenía que estar al lado de las personas que quiero, por lo que debía permanecer de pie en el hospital. Me sentía muy mal y por eso, aunque él no me cae tan bien, lo abracé con fuerza, necesitaba con desesperación un poco se afecto. 

-Ya, ya. Si todo mejorará, tranquilo – me daba golpecitos en la espalda para calmarme. 

Y sin darme cuenta, comencé a llorar. ¿Qué me estaba sucediendo? ¿Acaso estaba tan triste? 

-Te sucede algo más ¿cierto? Mi instinto materno me lo dice – la vieja me hablaba cual abuela. 

-Lo que sucede… lo que sucede es que… me enamoré – ya no podía seguir ocultándolo, aunque fuera todo una mentira, estaba enamorado de Fabricio. 



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