Día 11: Me quiero mucho, poquito o nada
-¿Y no te importa que sea gay? - le pregunté a Leticia cuando nos quedamos solos.
-Al principio creo que sí, porque te amaba... No significa que ahora te odie, pero... Ya no te veo como a mi alma gemela. Te amo mucho, eres y serás por siempre mi mejor amigo... - respondió como una madre comprensible al saber el secreto de su hijo.
Nos abrazamos por largo rato, nunca había sentido tanto calor de su cuerpo, jamás había sentido el cariño que ahora me entregaba.
-¿Desde cuándo lo sabes? - proseguí con mis indagaciones.
- A ver... Supongo que desde que me di cuenta que en vez de voltear a ver el culo de las mujeres, lo hacías para ver el paquete de los hombres... Chico, que tienes que ser más disimulado... - se rió en mi cara.
Vaya, y yo creía que era bastante tranquilo al hacer ese tipo de trucos.
-Cuando éramos amigos en el colegio siempre imaginé que eras homosexual, nunca esperé que me confesarías tu amor y que hasta nos casaríamos. Fue una gran impresión para mí, pero traté de superarlo, aunque nunca lo logré, siempre estuve segura que eras marica y ahora lo corroboré... - siguió sin que dijera nada, solo se desahogó.
-Lo siento Leticia, en realidad creí que me gustabas, tan solo que no era así... Creo que estuve mucho tiempo fingiendo y terminé creyendo mis propias mentiras... Cuando por fin reconocí que me gustaban los hombres, ya era muy tarde y preferí seguir antes que dañarte... Ahora entiendo que eso fue aún más egoísta, porque te hice perder tu juventud... - estaba muy apenado, así es que me disculpé como siempre quise hacerlo. Aunque me faltaron las flores y los mariachis.
Luego de esa conversación nos fuimos a dormir juntos. Estábamos en la misma cama, pero nunca tan separados como esa noche. Sentí por primera vez que había perdido a mi esposa, sin embargo, en vez de sentir dolor, jamás estuve más tranquilo. Por fin alguien en el mundo me aceptaba.
-¿Cómo que la primera en aceptarte? Esa fui yo... No me quites méritos... - me alegó Gabriela al otro día, cuando le conté lo sucedido.
-O sea que te sientes bien, porque tu mujer hizo todo un plan con su amiga tetona, para que follaras con un hombre, que finalmente era más pasiva que puta de esquina... Todos te vieron jodiendo a un machorro que de hombre no tiene nada y que además se quiere colocar tetas... ¿Y tú estás feliz por eso? Ay chico, que no te entiendo... - bueno, es que si lo dice de esa manera, todo suena malo ¿no?
-No, eso no me importa... Lo único bueno de lo sucedido, es que Leticia me quiere tal cual soy y me acepta.. Siempre temí perderla, a ella... Mi mejor amiga... - esas frases fueron como un poema, esas palabras que pronuncias cuando se te hincha el pecho.
-Ah claro, si doña Leti es una santa, ahora es tu mejor amiga, siendo que la muy maraca te engañó por años con tu mejor amigo... Ay sí, y una que no te ha pasado la panocha por respeto, porque me muero por tener una verga entre mis labios inferiores, pero te respeto como maricón, resulta que no es su mejor amiga... Así todo bien... - la gorda estaba furiosa.
Me quedé pasmado un rato, y es que la imagen mental de ver a Gabriela con las piernas abiertas ofreciendo su vagina, me traumó unos segundos. Después recordé lo que había dicho.
-¿Cómo que me engaña con mi mejor amigo? ¿De qué hablas?... Si al final se acostó con Cristóbal porque quería confirmar si era homosexual, nada más... Y tampoco es mi amigo... - defendí a mi esposa, no quería que hablaran mal de ella.
-Que no, no hablaba de ese marica, sino que de Claudio... - siguió metiendo cizaña.
-¿Estás loca o qué? ¿Por qué inventas eso? - aunque me he encariñado con ella, comencé a enojarme.
-A ver, como eres mi mejor amigo, coloqué cámaras secretas afuera de tu casa para vigilarte... Lo normal... Y en muchos videos he visto entrar al tal Claudio a tu casa durante la mañana... Cuando estás trabajando. Creo que va todos los días de la semana... ¿Acaso me vas a decir que va a ver la telenovela con tu esposa? Ay no, yo no soy tan huevona... Esos dos hacen sonar bien la matraca... Se soban por todos lados... - y el mundo se me vino encima.
Estaba triste frente a la realidad. Mi esposa era amante de mi mejor amigo, de aquel hombre por quien siento más que una amistad. Y para más remate, tengo a una loca voyeurista de amiga. Vale verga la vida, ahora chiquillos ¿qué hago?