Día 18: ¡A la mierda!
A ver, cómo contar esto, y es que es muy difícil. Primera que todo, me encuentro en el hospital, y no trabajando precisamente.
Como seguí buscando hombres en Grindr, conocí a uno que aparentaba ser decente. Sí, parece que esos que son educados son los peores, porque de nuevo me salió uno fallado. Aunque esta vez fue distinto.
Tenía mi edad y era abogado, nos juntamos en un bar para conocernos, nuestra primera cita. Todo bien, su voz era grave, sus modales masculinos y parecía activo por dónde le mirabas.
-¿Quieres ir a mi departamento? - me propuso a la media hora de plática.
A la mierda, quizás primero viene el sexo y después el romance. Volví a arriesgarme y fui hasta su casa. Allí seguimos bebiendo vino y luego de un rato, nuestro primer beso afloró. Me sentí en las nubes, como si mi compañero de clase guapetón se me hubiera declarado.
Los besos se transformaron en caricias y por último, ambos nos quedamos tumbados en la cama. La ropa fue desapareciendo y así terminamos en calzoncillos.
-Qué vergas, ¿te colocaste un dildo en el bóxer? - reí al darme cuenta de su chiste. Si hasta era divertido el hombre.
-¿Dildo? No... Mira, es mi pene... - Santa Cachucha, que ese no era hombre sino que burro.
-¿Te había dicho que soy activo? Si, nada de meterme el pito por el culo... Eso no me gusta... Caca, caca... - Soldado que arranca sirve para otra guerra, así que preferí mentir y conservar mi ano intacto.
-Pues yo te haré cambiar de parecer papi... Después de esta noche, no volverás a sentarte nunca más... - sentenció antes de voltearme, rasgar mi ropa interior y comenzar a lamer mi trasero.
Ay si te gusta... Pero la tiene grande... Pero es rico... Pero la tiene muy grande... Pero su lengua te está entrando... Pero la tiene enorme... Pero te está gustando... A la mierda, que me parta en dos... Era el diálogo que tenía con mi yo interno.
-Respira hondo, al principio siempre duele, pero después te va a encantar... - dijo el burro humano.
-Está bien, pero no la metas de.... ¡Una sola vez! - hablé muy tarde y es que me penetró como daga de maleante.
¿Se acuerdan cuando eran niños y veían dibujos animados? ¿Verdad que al sentir dolor veían pajaritos amarillos? Pues yo los vi de todos colores, gorriones, colibríes, alcones y hasta burros voladores.
-Mierda, no de nuevo... - dijo el macho antes de mostrarme su mano llena de sangre.
-Dime que esa sangre no está saliendo de mi culo... - le pedí, tan solo que sabía perfectamente que así era.
En ese momento me desmayé. Podrán decir si es ginecólogo, debería estar acostumbrado a ver sangre. Y sí, lo estoy, pero que sale por alguna vagina o una operación, jamás de por donde jamás sangré.
Supongo que el macho me tomó entre sus brazos peludos, me cargó hasta su vehículo e intentó llevarme al hospital, tan solo... Tan solo que el muy cabrón estaba ebrio hasta el culo... No, no... Con el culo ya mejor ni me meto... Que estaba ebrio hasta los pies y en medio del trayecto, el muy desgraciado chocó con un camión. Desperté en medio de la calle, todo ensangrentado (no solo en el trasero por el desgarro, sino que también en la cabeza, brazos, piernas, abdomen y por todos lados). Volví a quedar inconsciente y desperté cuatro días después.
-Señor, tuvo suerte... Todos los médicos creían que moriría...-fue lo primero que me dijo la enfermera de turno.
Todo me daba vueltas y de a poco venían a mi cabeza fragmentos de lo ocurrido. ¡Santa cachucha! ¿Y mi ano? No tuve que esperar mucho tiempo para enterarme de qué había sucedido.
-Debe saber que yo lo he defendido a muerte... Mire que todos dicen que usted es maricón por el desgarro anal, pero yo les dije que pudo haber sido un fierro que justo le atravesó por el culo... Porque fue eso ¿verdad? - todos ya se habían dado cuenta.
¡A la mierda! Estuve a punto de morir y si hubiera sido así, hubiese malgastado mi existencia fingiendo alguien que no soy. ¡A la mierda! Estoy harto de los prejuicios, los miedos y los insultos. Soy fleto ¿y qué tiene?
-¿Usted es hueona o le pagan? Que sí, que soy gay y uno bien maricón.... Me metieron por el poto el pico más grande que he visto... De este tamaño, la callampa más rica que he visto, llena de venas y bien lechera... ¿Le queda claro ahora? ¡¡¡Me encanta la vega!!!... - grité a los cuatro vientos, haciendo que todo el piso del hospital se enterara.
La enfermera quedó en shock y es que no podía creer mis palabras. Fue tanto el impacto, que la pobre comenzó a rezar.
¡A la mierda he dicho! Que la vida es una sola y no la voy a desperdiciar más.