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Ni tan casados por jotaceh

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Día 27: Entre los arbustos

Hay una pequeña plaza cerca de mi nueva casa. En realidad es un sitio casi sin árboles y con  juegos infantiles rotos, entre rayados y golpeados. En ese lugar me citó el otro día Jonathan.

-Tome hermoso, es para usted... - me dijo tan solo al verme.

Adivinen qué me regaló.... Pues sí, un puñado de caramelos, como si les hubiera costado tanto comprarlos, porque el muy desgraciado los vende. En fin, los acepté con falsa alegría.

-¿Qué querías decirme? - le pregunté luego.

-Solo necesitaba verte... ¿Te das cuenta que esta es nuestra primera cita?... ¿Qué te gustaría hacer?... Yo conozco un mirador muy lindo- me dijo realmente entusiasmado, parecía niño pequeño.

Que tierno, pensé de inmediato. Estaba muy feliz, y es que siempre quise saber lo que se sentía que un hombre te coqueteara, que hiciera todo con tal de lograr tu amor.

-Está bien, vayamos al mirador.... - respondí sonriendo.

-Cool, voy a comprar condones primero.... Aunque tengo poco dinero, ¿me puedes ayudar a comprar el lubricante? Por fa.... - y yo quedé congelado, el muy tarado solo quería follar.

Me quedé pensando un momento, ¿qué debía hacer? Me gustaría tener sexo con Jonathan, eso es verdad, tan solo que estaba buscando romance más que solo una follada.

No sé por qué me acordé de mi mamá en ese momento y es que tal parece que me poseyó de pronto su alma.

-¿Y tú quién te has creído que soy?... No soy alguien tan fácil, no me acuesto con cualquiera... Solo si me encuentro enamorado... - dije convirtiéndome en vieja de mierda, si solo me faltó sacar la chancla.

-Pero si somos gais, solo queremos verga ¿no?.... - terminó diciendo.

Con esas palabras, se me produjo un vendaval en el estómago. Sólo quería pegarle por la estúpida idea que tenía.

-Somos seres humanos, no animales que nacimos para tener sexo.... - dije mi discurso progay.

-Vale, que te entiendo.... Ya sé, mejor solo me la mamas... Si no quieres que te follen, solo hagamos sexo oral... - ¿Cómo lo zupo?

Es que en realidad, después de estar con el burro humano, me ha dado un poco de miedo la idea que me follen. Como ahora solo serían unas chupaditas locas, acepté.

-Vale, ven conmigo detrás de ese árbol... Ahí nadie nos verá... - y le hice caso, salté como Bambi de lo alegre que estaba.

En los arbustos, en la completa oscuridad, me senté frente al macho y con mis manitos de señorita, le bajé el pantalón para desatar a la bestia.

Ay diosito, lo que había frente a mi era hermoso, una verga morena, con poquito vello, larguita pero no gruesa, con glande decente, no cabezón pero si adorable.... Si hasta me dieron ganas de darle la bendición.

Acto seguido, le acaricié para que de a poco se levantara la serpiente. Se portó tan bien, que al ratito estaba erecta. Esa era mi señal para iniciar la felación.

Lamí su glande y para mi encanto, saqué un poco de líquido preseminal. Luego, usé ese mismo néctar para humedecer el resto de aquella punta. Creo que me dieron ganas de llorar al probar su ricura. Estaba tan feliz, que sin darme cuenta comencé a engullir a la anaconda. Puedo jurar que solté algunas lágrimas.

-Oh sí... Sigue... Continúa... - decía extasiado el vendedor de dulces.

Esa voz me deleitaba, era un placer saber que le gustaba tanto mi boca.

-Hola.... Que sorpresa... ¿Cómo estás? - escuché hablar a Jonathan de pronto.

-Estoy bien, si te estoy mamando la polla.... - susurré antes de escuchar una tercera voz.

-¿Qué haces ahí?... ¿Estás meando? - mierda, pude reconocer esa voz de inmediato, se trataba de Lorenzo.

Fue raro, él no podía verme pero de todos modos quedé morado. ¿Qué íbamos a hacer ahora?

Cómo un mal chiste, el pene del vendedor ambulante comenzó a bajar y es que estaba completamente asustado. El muy imbécil no hacía nada.

-Miau... Miau... - comencé a maullar, porque.... Porque... No supe nada más qué hacer.

-¿Estás con un gato? - preguntó inocente el guapo de Lorenzo.

-Em, sí.... Es que se escapó el gato de mi tía, es que es muy gruñón... - improvisó Jonathan.

¿Gruñón? Bueno, si él quería que así fuera el acto, tenía que seguir con el juego. ¿Qué hacen lo gatos malulis? Pues, muerden ratones... Y serpientes. Eso era, un gato gruñón le mordería la polla. Así es que eso hice, y... Creo que me pasé.

-Mierda-gritó el vendedor saltando desde los matorrales y quedando al descubierto frente a su ex.

Aproveché la confusión y me fui de la plaza por el lado más oscuro y tapado en árboles.

¿Quién me manda a mi a hacer mamadas en la vía pública? Si me viera mi mamá, estaría aterrada. Que vergüenza soy...

 


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