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Ni tan casados por jotaceh

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Día 49: Bienvenidos a Lo Aromo

-La casa se siente muy vacía sin la gorda esa... - comentó Gabriela en el almuerzo.

Después que Leticia se recuperó, fue a la casa, empacó todas sus cosas y se marchó.

-Pensé que vendrías con Claudio... - le dije antes que se fuera, como para conversar de algo.

-Cuando te dije que quería comenzar todo de nuevo, lo decía en serio... Y eso significa que también voy a dejar atrás a ese hombre... - su voz era seca, como si reprodujera una grabación.

Tras ello simplemente se marchó y me quedé helado, como en un estado de shock que todavía no se me pasa, después de una semana de su partida.

Almuerzo con mi amiga, pero no hablo nada, ni siquiera me interesa comer, porque no tengo hambre.

-¿Qué vamos a hacer ahora? - escucho de nuevo a la gordita.

Me observa preocupada, como si estuviéramos perdidos y me pidiera consejo, alguna palabra de consuelo que disfrace la verdad, que no tenemos un rumbo que seguir y que ya nada importa.

-¿Volvemos a la vida se siempre?... ¿Inventamos una nueva?... ¿Qué hacemos? - se estaba preocupando.

Suspiré hondo, no quería responder ni mucho menos pensar, no deseaba nada.

Dicen por ahí que las cosas solo suceden, y que tu vida cambia a veces sin darte cuenta llevándote a un nuevo punto, a una nueva partida.

Tenía en frente a Gaby y de pronto, llegó un correo a mi celular.

Estimado Nicolás :

Quizás no me recuerdas, pero soy tu tío Florencio. Te quería contactar para darte malas noticias, tu abuela María ha fallecido y necesitamos de tu presencia en el fundo para abrir el testamento. Espero puedas venir luego y solucionar todos los temas judiciales pronto.

Saludos cordiales,

Florencio.

Me quedé helado, ¿quién mierda era ese caballero? Yo ni me acuerdo de tener un tío con ese nombre. Sé que tengo una abuela en el campo, pero hace muchos años que no la he visto.

-¿Pero testamento? ¿Te dejó herencia?.... ¿Y tus padres? ¿No tienen derecho también?... - era obvio que Gaby se metería, leyó a mi espalda el email.

-No, ellos fallecieron en un accidente hace unos años... Por eso soy el heredero de todo lo que les correspondería... - comenté sin ganas.

-Yo creo que esto es una señal, tenemos que ir al campo y ver qué nos dejó la anciana... - la gordita ya se estaba entusiasmando.

-No es tan fácil... Ellos todavía creen que estoy casado con Leticia. Nunca la han visto, pero mis padres le habían comentado de mi matrimonio... - seguí explicando.

-Pero dices que te separaste y punto, si es algo normal... - a todas costas quería ir al fundo.

-No los conoces... Ellos... Son muy raros... - y es verdad, por algo perdí todo contacto con ellos.

Resulta ser, que mi papá pertenecía a una familia muy acomodada de un pueblo enclavado en las montañas. Es como si fuera otro país allá arriba, porque están tan alejados que apenas llega la señal de Internet, y probablemente todavía piensen que es una brujería.

-Prefiero perder la herencia antes que ir... Me acusarán de ser un mal hombre, de no ser un macho como se merece porque no dejé embarazada a mi esposa, que fue mi culpa que ella me dejara... Por dios, que si se enteran que soy maricón, van a llamar al cura del pueblo, que es mi primo como en tercer grado, para que me haga exorcismo... ¿Quieres eso? - no y no, no quería ir hasta ese lugar.

-Que maravilla, vacaciones temáticas... Vamos y hagamos alboroto.. Piénsalo así, lo más probable es que haya un pobre gay, lesbiana, asexual o transgénero allá, que debe sufrir mucho... Si nosotros no cambiamos su manera de pensar, nadie más lo hará... - Gaby ya estaba pensando que todo esto era yaoi.

No sé cómo, pero al otro día estábamos sentados en un bus viajando hasta Lo Aromo, el pueblo olvidado de donde venían mis padres. ¿Por qué mierda soy tan fácil de convencer? Si yo ni quería ir.

Nos bajamos de aquella máquina después de cinco horas interminables de viaje. Y ahí estaba, en un valle rodeado por las montañas, con un frío espantoso, en medio de casas antiguas de adobe y tejas de greda. Sólo la calle principal estaba pavimentada, mientras que todas las otras eran de tierra.

-Siento el aroma de la naturaleza... - mencionó feliz Gabriela.

-Es caca de vaca, la acabas de pisar... - yo no estaba para nada feliz estando allí.

Tuvimos que preguntarle a un caballero dónde quedaba el fundo Goycolea, porque no me acordaba.

-Claro que sí, súbase yo lo llevo... - el anciano de sonrisa carente de dientes y calvo como rodilla de bebé, fue muy gentil en llevarnos en su carreta...en su carreta llena de brócolis.

¿Les había dicho que los odio? Imagínense que viajé media hora sobre esas apestosas verduras. Todo era terrible, nada podía ser peor.



Y sí, si empeoró.

Llegamos por fin a la entrada de la casona Goycolea. Y sí de nuevo, ese es mi apellido, pero no me busquen en Facebook porque no tengo. La cosa es que la primera persona que nos atendió resultó ser ese tal tío Florencio.

-Sobrino... Tantos años sin verte, me da mucho gusto que estés aquí... Aquí... Aquí... Con... Tu... ¿Esposa? - el caballero parecía feliz, hasta que vio a Gabriela, hasta que quedó traumatizado con ella.

El hombre es mayor, muy alto y delgado, con el cabello cano muy bien peinado, rasurado al ras, impecable vestimenta y delicado léxico. Era un hombre a la antigua, un dinosaurio de escritorio.

-Eh... Sí, bueno.. No... Ella... - no sabía cómo decirle que era mi amiga pervertida, que a lo lejos parece hombre y que sueña con tener sexo con gais.

-Porque espero que sea lo que sea que tiene debajo de esa chaqueta... Finalmente se convierta en un hijo, porque la única condición que dejó tu abuela María es que tuvieras un heredero... Alguien que administre los quince millones de dólares que te dejó... - no sé qué me impresionó más, si la idea estúpida de la vieja esa o si la cantidad de billetes verdes.

Miré atónito a mi amiga, jamás imaginé que pudiera heredar tanto dinero. Ya no estaba tan seguro de renunciar a ello, y tal parecía que Gaby tampoco.

-Claro que es un bebé, si yo antes era delgada como un palo, pero los antojos me han hecho ganar unos cuantos kilos... ¿No es cierto amor? Si tú me embarazaste, el hombre más macho de todos... Si viera usted cómo me abre de piernas, y me sacude, me lame... Me tira de aquí, para allá... Y lo mete, y lo saca.... - tuve que pellizcar a la gorda para que se callara, se estaba explayando demasiado.

El pobre Florencio parecía como si se hubiera tenido que tragar el vómito que le causó la confesión de Gabriela. Al final nos hizo entrar, y nos llevó a una de las tantas habitaciones que posee aquella casona.

Y así, por el vil dinero, terminé casado con la gorda y pronto seré padre, de algo que no es más que la grasa acumulada por décadas en la barriga de ella. ¿Cómo le haremos para conseguir un bebé? ¿En qué problema me metí?

 


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