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Ni tan casados por jotaceh

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Día 56: El pepino

 

Me acuerdo cuando Leticia me hablaba de los acosos que recibía en la calle, de lo muy mal que se sentía, el asco que le quedaba tras sentirse vulnerada. Recuerdo que pensaba que ella era afortunada por recibir la atención de los hombres, que sólo reclamaba por egoísmo. Sólo ahora puedo comprender lo que le sucedía.

Mi tío Florencio está realmente loco, necesitado de cualquier tipo de afecto porque me persigue por todos lados que vaya, es todo un psicópata.

-Ay... Lo siento, no sabía que te estabas en la ducha ... - me dijo el otro día mientras me bañaba.

Abrí la mampara de vidrio de la regadera y lo primero que veo es al hombre viéndome desnudo. ¿Desde hace cuánto que estaba allí? Estaba esperando a que saliera en bolas.

-Pero ya que estamos en esto... - luego se sacó la bata que llevaba y me mostró su cuerpo viejo y gastado.

Fue horrible, como ver a tu abuelita desnuda. Una pasa arrugada y seca.

No hice escándalo, me daba vergüenza que el resto supiera lo que me estaba sucediendo, así es que me tapé con la toalla y me fui. El viejo gemía de tristeza mientras le dejaba atrás.

¿Por qué me acosa el padre y no el hijo? Si a mí el que me gusta es Manuel.

Fue malo acordarme de él, porque al otro día de lo sucedido en el baño, mi primo fue hasta mi pieza para pedirme un favor.

-Nicolás, eres el único que me puede ayudar... - me dijo Manuel, antes de tomarme las manos para solicitar socorro. Se veía muy afectado.

Dios, que llegué directo al cielo con ese tacto, fue realmente hermoso tener las manos grandes y cálidas del hombre.

-Tú eres doctor, eres el único que puede seguir con el tratamiento de mi padre... Él necesita tu ayuda, está cada vez peor y puede morir... Ayúdale por favor... - el grandulón incluso lloró.

No puedo creer que un adulto crea que alguien puede salvarse de un cáncer metiéndose un pepino por el ano. ¿Qué no tiene neuronas?

-Lo siento.... Pero no puedo... - no iba a caer en la trampa de mi tío.

-Haré todo lo que me pidas... Todo... - insistía Manuel.

Esa era mi oportunidad, lo sabía. Podía engañar al macho, aprovecharme de su estupidez para lograr acostarnos, aunque...¡El precio era muy grande!

-Está bien... Tan solo que... La vida es muy injusta ¿sabes? - a la mierda con las consecuencias.

-El cáncer anal es una enfermedad que afecta a toda la familia y justo yo... Sufro de lo mismo... - Oh sí, también quiero mi pepino.

-No puede ser... Esto es terrible... - mi primo estaba cayendo en la trampa.

-Por eso... Estoy dispuesto a ayudar a tu papá, si es que tú me cooperas con mi tratamiento de pepino... - mi corazón palpitaba a más no poder.

-¿Qué? ¿Yo?... Pero no soy doctor... ¿No sería mejor que Florencio te ayudara? Él sabe mucho... - ah no, no se me iba a escapar el macho.

-Lo que sucede... Es que tiene que tratarme alguien que no esté contagiado... Pero no te preocupes... Como soy médico puedo guiarte muy bien... - di que sí, idiota.

Manuel se quedó en silencio un rato, pensándolo muy bien, si es que sabe cómo pensar. Que lo dudo.

-Está bien... Por mi papá soy capaz de todo... ¡Hagámoslo! - y esa conjugación del verbo hacer me llevó a la gloria.

Bajé rápido las escaleras para buscar un pepino en la cocina. Cuando lo encontré lo corté un poco en el centro para que pudiera ser fácil romperlo por completo.

-OK... Partamos en seguida.... - y cerré la puerta con seguro.

-Está bien... - mi primo tragó saliva, estaba muy nervioso.

Sin pudor alguno y caliente como tetera de campo, me quité toda la ropa para ponerme en cuatro sobre la cama y mostrarle mis atributos al macho.

-Ya... Ahora tienes que introducirme el pepino de a poco... - mi idea era que el vegetal se rompiera para que no quedara de otra más que meterme su polla en reemplazo.

Comenzó bien, tras colocar lubricante en la verdura, lentamente la introdujo en mí. Oh por dios, estaba tan cerca de lograr mi propósito que mi corazón latía sin cesar.

-La madre que te..... ¡Te dije lento! - de pronto, Manuel me metió el pepino con fuerza y el dolor fue horrible.

-Lo siento... Es que se rompió... - había sucedido lo que quería.

-¿En serio?... Que tragedia... Yo necesito mi tratamiento... ¿Con qué objeto alargado podemos reemplazarlo? - dije fingiendo no esperar nada.

-Lo que a mi me preocupa es que la otra mitad está adentro... De hecho, ya no la veo... ¿Está bien que te sangre? Quizás el pepino está matando el cáncer... - y claro, tengo una suerte de mierda.

Hora más tarde estaba de urgencias en el hospital del pueblo, acompañado por Gabriela.

-Esto no se ve para nada heterosexual... ¿Qué le vamos a decir al doctor? - me preguntó la gorda.

-Que tenía hambre y quería comer por el ano, porque así la comida llega más rápido a las tripas... Con lo estúpida que es mi familia, tal vez crea que yo igual soy idiota y se crea la mentira... - estaba muy enojado como para preocuparme de eso.

¿Por qué siempre sucede algo antes de conseguir un macho? Es como si el destino quisiera que estuviera en celibato. ¿Y si me hago cura? No, no me gustan los niños.

 


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