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Ni tan casados por jotaceh

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Día 69: Lo odio

 

Estuve muy nervioso todo este tiempo, le pedí a Clarisa que intimara con Claudio y con Manuel para comprobar si realmente me amaban. Ante cualquier acción que ocurriera tendría que reportarme y es que quería ser el primero en enterarme de todo.

-Le toqué la pierna a Claudio por debajo de la mesa... Me quedó mirando extraño... - fue lo primero que me comentó la fea.

Pensé que él se había sentido ofendido, que no podía creer que mi amiga fuera capaz de coquetearle. Esperaba que cuando estuvieran a punto de follar se retratara para mencionar el amor eterno que me profesa.

-A Manuel le conté que ya habíamos intimado, cuando yo era una prostituta en Lo Aromo... - fue el acercamiento que la mujer tuvo con mi primo.

-¿Y cómo reaccionó? - pregunté interesado.

-No dijo nada... Creo que le daba vergüenza... - había sido la respuesta.

La primera semana iba todo bien, porque Clarisa me reportaba que ninguno había caído en sus "encantos".

Las sospechas vinieron durante la segunda, cuando quise follar con Claudio. Vale, que se suponía que dejaría de estar con ellos para ver los sentimientos con prioridad, tan solo que soy humano y tengo necesidades.

-Lo siento... Es que me duele la cabeza... - fue la respuesta que me dio cuando sutilmente le metí la mano en el pantalón.

¿Qué mierda? ¿Qué excusa era esa? Era como si se hubiera transformado en una vieja en plena menopausia. Comencé a recordar y jamás el hombre me había hecho eso. ¿Qué estaba sucediendo?

-¿Ha pasado algo con Claudio? - interrogué a Clarisa a mi regreso.

-No, parece que me encuentra muy fea... - su respuesta no me convenció.

Ante el rechazo de uno, tuve que buscar al otro. Esa noche fui hasta la suite de Manuel para pedirle un poco de caridad cristiana.

-Lo siento... Es que comí algo y me cayó mal... - fue su excusa.

-Da igual... Si solo quiero que me folles, en nada te afecta el pito.... - dije sin que se notara mi desesperación.

-No, lo siento... - y el muy desgraciado me cerró la puerta en la cara.

No, aquí estaba sucediendo algo muy extraño y tenía que descubrirlo. ¿Acaso podría ser que Clarisa me haya engañado y se haya acostado con ambos? ¿Acaso los enamoró?

Por eso, hice lo que cualquiera hubiera decidido en mi lugar: le coloqué un rastreador GPS a los tres. Si la fea estaba engañándome, sabría cuándo y dónde.

Estuve todo un día encerrado en mi cuarto de hotel viendo el computador y descifrando dónde iban los tres. Para mí desgracia en ningún momento se juntaron.

Al segundo día ocurrió igual, incluso Clarisa no salió de su suite nunca. En cambio, Manuel abandonó su habitación y viajó un par de kilómetros. ¿A dónde habría ido?

En la tercera jornada me centré en Claudio quien viajaba por toda la ciudad. Tenía que trabajar y supongo que entretenerse con sus amigos. En ningún momento se acercó a la madre de Gabriel. ¿Entonces por qué no querían coger?

Al sexto día algo me pareció extraño. Me percaté que tanto mi antiguo amigo como mi primo solían ir al mismo lugar. ¿Dónde iban? Buscando en el mapa me percaté que se trataba del centro comercial. Vale, que podrían ir de compras, es algo normal.

Todo empeoró a la octava puesta de sol. Me sentía cansado por estar pendiente de esos tres, cuando de pronto me doy cuenta que tanto Claudio como Manuel estaban en el mismo lugar. Los dos puntitos estaban sobrepuestos. ¡Que estaban follando!

Me sentí el ser más estúpido. Yo los había unido y ahora resultaba ser que se habían enamorado. Maldita sea, que todo me tenga que salir mal siempre.

Lo primero que hice fue ir hasta la suite de Clarisa, tenía que preguntarle por última vez si no habían caído en sus encantos, aunque sabía perfectamente que no y es que los había espiado.

-No, lo siento... Ambos me dijeron que no estaban interesados... Que habían descubierto lo rico que es coger con hombres y que ya no querían estar con mujeres... - ¡No! Todo indicaba que ambos se estaban afilando por parejo. ¡Quiero a mis activos!

Tras escuchar las palabras de la mujer, salí corriendo del hotel en dirección al centro comercial. Quería encontrarlos infraganti, tal vez en un baño o donde sea que se les haya ocurrido a los marranos esos. ¡Ni siquiera me invitan!

Podía seguirles desde mi celular también, así es que con el aparato en mano recorrí los pasillos de la construcción. Mi corazón latía más fuerte a medida que me acercaba. Cuando llegué frente a la tienda donde ambos estaban juntos me morí del odio. ¡Estaban en el salón de belleza de la señora Mauri!

-¡¿Dónde están esos desgraciados?! - entré gritando y haciendo show. Esos me tendrían que dar una buena explicación.

Las clientas me miraron espantadas.

-¿Qué? ¿Nunca han visto a un maricón con cuernos? - las encaré y es que estaba fuera de mis cabales.

Abrí cuarto por cuarto, viendo mujeres desnudas depilándose las piernas y otras cosas. Hasta que finalmente abrí la pieza que me interesaba.

Ahí encontré a los dos hombres que buscaba, tan solo que no estaban solos, sino que muy bien acompañados por la señora Mauri. ¿Qué digo? ¿Acompañados? Que la vieja ésa tenía el pico de Manuel en el trasero y el de Claudio en la boca. ¡Qué me estaba siendo infieles con ella! ¡Con la señora Mauri! ¿Acaso no pudieron encontrar a alguien más humillante?

Les diría qué hicieron ellos después de descubrirlos, tan solo que no lo sé, porque me terminé desmayando por la impresión. Y como sigo ofuscado, se esperan el desenlace de la historia en el siguiente día... que mis cuernos de buey no me dejan seguir escribiendo. 

 


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