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Ni tan casados por jotaceh

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Día 75: Los preparativos

 

-Aquí están sus llaves, señor y señora Goycolea…-nos dijo la corredora de propiedades que nos vendió la casona en un lujoso barrio de la ciudad.

 

-¿Señores?- preguntamos al mismo tiempo Clarisa y yo.

 

-Sí, ¿acaso no están casados? Ese es hijo de ustedes ¿verdad? - la mujer parecía sorprendida por nuestro exabrupto, como señora católica en misa.

 

Miré a mi amiga extrañado, y es que para cualquiera que nos viera, eso era lo que aparentábamos.

 

-Sí, somos esposos… Es que nos casamos hace poco, todavía no estamos acostumbrados…- reí divertido, mientras abrazaba a mi nueva “esposa”.

 

-Menos mal, porque sería un escándalo en el barrio si no están casados…- se expresó la señora bien vestida.

 

Mierda, y qué pensarían si supieran que queremos colocar un burdel.

 

Gasté la mitad de mi herencia en un hotel, y con la que me quedó compré una lujosa casa en un barrio de alcurnia, porque si iba a incursionar en el ambiente de la prostitución, tenía que ser por todo lo alto.

 

-Que casa más grande… -fue el primer comentario de Clarisa cuando nos mudamos.

 

-Pues acostúmbrate, porque no me voy a ir de aquí hasta que haya recuperado mi inversión…-porque sí, estoy decidido a ser un empresario exitoso.

 

-No pienso limpiar esta casa, ni muerta…-sostuvo luego la mujer, como si la hubiera llevado para ser asistenta.

 

-Que no… tendremos sirvientes… un mayordomo para mí y un jardinero para ti…- total, ambos estamos solteros.

 

Ya poseíamos el lugar, ahora nos faltaba la materia prima del negocio: las putas.

 

-¿Cómo conseguimos mujeres? ¿Un aviso en el periódico? ¿Por Facebook? –consulté con la que había ejercido el oficio.

 

-No tengo ni idea, allá en el pueblo nos buscaban en los orfanatos o en la calle, comenzábamos desde pequeñas para tener algo de comer…- lo decía con tanta naturalidad.

 

Su vida no ha sido sencilla, ha tenido que sufrir mucho desde pequeña y por eso, tras verla y pensar que nuestro hijo podría ser un huérfano de quien alguien quiera aprovecharse, decidimos que no buscaríamos a ningún niño, todo sería legal, mayores de edad y con consentimiento.

 

-Eso ya será más difícil…- Clarisa se llevó la mano al mentón mientras pensaba.

 

-Bueno…desde que comenzamos a planear este proyecto he estado pensando y… creo que deberíamos tener de todo un poco…-me refería a mi brillante idea.

 

-¿A qué te refieres con “de todo”?- me costaba expresarlo.

 

-Que no solo podríamos ofrecer a mujeres, sino que también a hombres heterosexuales, a hombres homosexuales, lesbianas, transexuales, transformistas… de todo lo que el cliente pueda querer…-porque sobre gustos no hay nada escrito.

 

La mujer se quedó pensando un rato antes de darme la razón.

 

-Pues sí, puede que resulte… tan solo que debemos prometer que ninguno se involucrará con ninguno de los prostitutos… -¿por qué le quita toda la diversión al asunto?

 

-Así qué chiste…- me amurré.

 

-Promételo… no podemos mezclar los negocios con el placer…- estaba seria, como siempre.

 

-Está bien, lo prometo…- nos estrechamos las manos para cerrar el trato.

 

Prometo que haré todo lo posible con tal de hacer valer mi palabra. O eso pensaba antes de hacer las audiciones.

 

Preferimos, colocar un anuncio en el periódico solicitando señoritas de buena presencia, caballeros bien presentados, mujeres alternativas, hombres alternativos y “cualquier interesado” en un trabajo “con grandes expectativas de sueldo”, en el rubro del “entretenimiento personal”. Era evidente lo que buscábamos, porque no podíamos colocar un anuncio con “Se solicita put@s”, aunque en sí, era mucho más fácil.

 

Como era de esperar, llegaron muchas prostitutas mujeres cisgénero, quienes entendieron a la perfección el contexto del anuncio.

 

-¿Cuál es su mayor virtud?-pregunté a una de las candidatas.

 

-Me entra toda la verga de un negro en la garganta… si quieres te lo puedo enseñar…- la muy coqueta no podía salirse del papel de promiscua.

 

-No gracias querida… soy gay…-fui directo.

 

-¿Y eso qué tiene que ver? Solo es una mamada…- está bien, la dejamos contratada por proactividad, aunque trataré de estar lo más alejado de ella.

 

Así, finalmente, dejamos en el negocio a cinco señoritas de la noche. Y tras ello, venía la parte interesante: los hombres.

 

Colocamos otro anuncio más concreto: Se solicita hombres de compañía, con buena presencia, para señoras y señores. Tenía que quedar claro que también habría clientes hombres. ¡Obvio!

 

Esta vez llegaron más candidatos, aunque no eran precisamente lo que buscábamos.

 

-¿Alguna vez has ido al gimnasio?-le pregunté a uno, al más delgado que llegó, un esqueleto viviente.

 

Lo únicos interesados por el anuncio fueron chicos gais que creían ser guapos, treintones cesantes y gordos que creen que los homosexuales le hacemos a cualquier hombre que tenga pene.

Está bien que no hay que discriminar y todo, más que mal yo no soy para nada atractivo, tan solo que la prostitución se basa en ello, es la cúspide de la superficialidad, los clientes pagarán por sexo con alguien deseable, no lo harán por caridad como cuando estás borracho en una disco.

 

-¿Por qué no llega nadie guapo?- me estaba frustrando.

 

-Quizás deberíamos ir a buscarlos nosotros mismos…-señaló mi socia.

 

Y así fue como llegamos hasta un gimnasio. El sueño de todo hombre heterosexual es ser puto, ¿verdad?

 

-Hola, ¿quieres trabajar para nosotros? Tenemos un burdel y necesitamos a alguien guapo para que sea “scort”…-le consulté al más guapo que encontré, a un rubio de ojos azules, de dos metros de altura y músculos de acero. Mierda, ¿por qué hay gente tan guapa en este mundo.

 

Me observó extraño, antes de responderme.

 

-Lo siento, pero ya tengo trabajo… soy abogado…- y además era inteligente. Desgraciado, lo tenía todo.

 

-Mejor lo hago yo…-Clarisa me hizo a un lado antes de subirse a una silla y gritar.

 

-Todo aquel que esté cesante y desesperado, por favor, hable con nosotros…- fue la forma en que llamó la atención.

 

Me sigue sorprendiendo lo inteligente que es, porque a los diez minutos estábamos rodeados de diez musculosos tentados por la oferta.

 

-¿Qué están buscando?... ¿Trafican drogas?... ¿Hay que colocarse cosas por el orto? - preguntaban desconfiados.

 

-No es nada ilegal… estamos buscando putos… ¿les interesa? –fue muy directa.

 

Tres de ellos se marcharon al saber y los que quedaron no estaban muy convencidos.

 

-¿Les gusta tener sexo? Pues si es así, ahora les podemos pagar por eso… Se divierten y tienen dinero… ¿qué puede ser mejor? –intervine para convencerlos.

 

Al final, elegimos a los cinco más guapos y ya habíamos completado gran parte del staff.

 

-Las chicas me han dicho que pueden atender a otras mujeres y los hombres, aunque les costó admitirlo, también pueden tener sexo gay…- Clarisa consultó más a fondo en la casona.

 

-Ok, entonces ahora solo nos faltan las y los chicos trans…- debíamos poder satisfacer todas las preferencias sexuales.

 

-Ok, vayamos a la calle…- sentenció la mujer.

 

Es cruel, lo sé, pero así es la realidad. Muchas de las chicas transexuales no consiguen trabajo por su condición y no tienen otra opción más que salir a la calle a ganarse la vida. En el centro de la ciudad, durante la noche, hay un barrio muy conocido por estar repleto de ellas.

 

Pasamos en taxi viendo a las candidatas, evaluándolas y buscando a las más atractivas.

 

-¿Están seguros que quieren estar en este barrio? Es muy peligroso…Está lleno de “esos”- nos advirtió el conductor un tanto asqueado.

 

-Sí, es que estamos buscando a unas amigas…nosotros trabajábamos antes aquí, pero ya nos cansamos… mi trasero ya no aguanta que le entre otro pico más…- mentí, pero es que detesté a ese sujeto. Nos miró como si le hubiera revelado el final de su libro favorito. ¡Que al final matan a Jesús!

 

Y como era de esperar, el viejo desagradable nos bajó del taxi. Así tuvimos que seguir con las entrevistas desde la calle, protegidos eso por las muchachas que estaban interesadas en dejar la calle.

 

Como con los otros, elegimos a cinco, a las cuales hablamos y ofrecimos trabajar en el emprendimiento.

 

-Me parece regio guachito… ¿hay que hacer algún casting? ¿Te la chupo? –preguntó la más bella, esa que parecía miss universo, tan solo que con sorpresa entre las piernas y voz de camionero. ¿Por qué todas me quieren hacer una felación? ¡Qué obsesión!

 

-Ya, terminamos… vámonos a la casa…- Clarisa estaba cansada.

 

-Espera, pero todavía nos faltan los chicos trans…- le mencioné sorprendido por haberlo olvidado.

 

-¿Y dónde los encontramos? –tenía razón, incluso dentro de la comunidad LGBTI+ son ignorados.

 

Pronto solucionaremos ese problema. Por el momento, comenzamos con los quince trabajadores que fervientemente harán realidad mi sueño. ¡Ya estamos preparados para abrir nuestro burdel!

 

 

 

 

 


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