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Ni tan casados por jotaceh

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Día 94: El único

 

Llegué a la casa directamente para hablar con Clarisa.

-Toma, un regalo - le dije mientras le tiraba en la cama el pedazo de carne rosada que acababa de arrancarle a Gianluca.

-¿Qué es esto? - preguntó extrañada.

-El pezón de tu novio - cual sicario revelé mi fechoría.

La mamá de mi hijo quedó pasmada, pensaba si lo que le acababa de contar era verdad, o si se trataba de una broma.

-Es un chiste ¿verdad? - prefería eso.

-Claro que no, fui con Ani hasta el gimnasio para darle una lección a ese desgraciado. Si vuelve a colocarte una mano encima, será su pito el que corte - la advertencia estaba hecha, ahora solo quedaba esperar a que no volviera a ocurrir.

Dormí tranquilo esa noche y es que pensaba que había obrado bien, que había protegido a mi familia. Lástima que todo ese entusiasmo se esfumó al otro día.

Con el drama de Clarisa se me había olvidado que Manuel se había ido con Bárbara y por eso, cuando vi a mi primo sentado en el sofá del salón, regresó toda la rabia que sentía.

-¿Qué haces tú aquí? Maldito traidor - grité cuál mujer despechada.

-Te lo puedo explicar. Te lo puedo explicar - suplicaba mientras me veía coger una lámpara para lanzársela sobre la cabeza.

Me quedé a mitad de la acción y es que ya serían dos delitos en pocas horas.

-¿A qué has venido? - todavía le apuntaba con la lámpara.

-Lo que sucede es que quería pedirte un favor - dijo el muy descarado.

-¿Qué? Me dejas, te vas con otra ¿y regresas para pedirme un favor? - no podía dar crédito a ese sinvergüenza.

-Somos familia, soy el padre de tu hijo. Por favor, es de vida o muerte - cuando mencionó eso se me pasó por la cabeza la idea que Bárbara había intentado quemarlo. Mujer más loca.

Respiré profundo antes de aceptar ayudarlo. ¿Qué? Se había demorado poco en entender que es conmigo con quien tiene que estar.

-Lo que sucede es que el embarazo de Barbie es riesgoso y necesita que la cuiden, por eso quería saber si podíamos vivir con ustedes para que nos ayuden a proteger la vida de mi futuro hijo - le quedé mirando sin poder pensar nada, quedé en shock.

-¿Qué sucede aquí? - apareció de la nada Anastasia, como suele hacer.

-Es que le pedí a Nicolás si podía venir a vivir con Bárbara a esta casa - y seguía repitiendo esa estupidez.

La muchacha en vez de enojarse, solo comenzó a reír cual foca con asma.

-Ay, lo siento... Es que no puedo creer que sea tan imbécil - se descojonaba la muy malvada.

-¿Estás loco? Jamás los voy a ayudar, ustedes me destruyeron la vida - terminé gritando ante la falta de tacto del campesino.

-¿Pero qué hice mal? Si solo quiero el bienestar de mi hijo, como me pasaría con Gabriel. Tampoco es que tenga relación con Bárbara, solo estoy con ella por el hijo. Si a quien amo es a ti, Nico - me dijo y me derretí de inmediato.

Finalmente, terminó consiguiendo lo que quería. Maldita sea, si soy tan débil que le ayudo hasta con su amante loca.

-Muchas gracias por dejarnos quedar en tu puterío - fue lo que dijo la preñada al otro día, cuando se fue a instalar.

-De nada, solo no vayas a trabajar como las otras chicas, podría ser que el bebé te salga nervioso - ambos nos tratábamos con falsa simpatía. La verdad que es solo queríamos destruir al otro.

Dejé a la rubia en un cuarto que preparamos para ella.

-¿Vamos a dormir juntos? - le preguntó a Manuel.

No iba a permitir que se burlaran en mi propia cara, por lo que me adelanté y le respondí.

-No, él va a dormir conmigo y me va a follar. Adiós -y le cerré la puerta.

Tomé a mi falso primo de la mano y lo guié hasta mi habitación.

-Mi ayuda y hospedaje te van a costar bastante caro -mencioné antes de tocarle el paquete.

Oh sí cariño, no ayudo a la gente por simpático. ¿Quieren ayuda después de abandonarme? Pues entonces que me entregue lo único que me importa de él: su verga. Tendré cara de tonto, pero no lo soy tanto.

Lo lancé contra la cama y como una hiena hambrienta le saqué los pantalones, para luego llevarme su enorme carne caliente a mi boca. Creo que lloré un poco y es que ya se me había olvidado lo que era follar.

Todo iba bien, hasta que el muy tarado de Manuel se le ocurrió abrir la boca.

-¿Me amas? -preguntó como si ahora tuviera corazón.

-Amo cómo me coges -fui sincero y es que estaba ardiendo.

-No, pero más allá. ¿Estás enamorado de mí? -continuó.

-¿Cómo te voy a amar si me dejaste por irte con esa rubia? -es que es impresentable.

Se me fueron todas las ganas de follar, por lo que me levanté de la cama rumbo al pasillo. Lo iba a lograr, pero él me detuvo contra la puerta.

-Para mí, tú siempre has sido el único -susurró en mi oído.

Estaba detrás, apoyando sus brazos en la pared, aprisionándome con su cuerpo. El calor de su respiración me estremecía al tocar mi cuello.

-Pero para mí solo has sido uno más -no, no soy alguien que pueda perdonar tan fácilmente.

Traté de no mirarle y me escabullí. Salí de la habitación con el pecho contraído, me dolía el corazón y es que algo en mi interior me decía que había cometido un error. ¿Habrá sido así?

 


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