11
Temor
—¿Quieres que vayamos a cenar? —preguntó el Omega cuando se separaron.
—No quiero ir al comedor —se negó el Uchiha, no estaba de animos para soportar las miradas de todos sobre ellos dos. El Namikaze suspiró, un día Sasuke tendría que aceptar que para todos era extraño que un Alfa saliera con un simple “Beta”.
—Bien, entonces yo iré a comprar algo para cenar aquí. —Se levantó de las piernas del Uchiha y caminó hasta tomar su bolso, buscó su billetera y tomó algunos billetes. Sasuke al ver el llamativo monedero enarcó una ceja.
—¿Un rana? ¿En verdad? —preguntó el Uchiha al ver el objeto en el que su novio guardaba su dinero, era simplemente infantil. Naruto frunció el ceño.
—No te burles de mi rana, Sasuke Uchiha. —Señaló el Omega—, regresaré pronto. —Se acercó a él y luego de besarlo salió del cuarto. Sasuke simplemente rio y luego regresó a su trabajo, cada día descubría algo nuevo del Namikaze.
Naruto regresó casi media hora después, se había tardado ya que estuvo platicando con algunos de sus compañeros, por supuesto las chicas deseaban saber cómo marchaba su relación con Sasuke, otra realizaban algún tipo de comentario que podría ser ofensivo, pero a Naruto eso no le afectaba, estaba seguro de lo que valía y porque el Uchiha lo había escogido a él a pesar de todo. Naruto había comprado unos sándwiches y dos refrescos, no era la cena más nutritiva, pero estaba bien para esa noche. Cenaron mientras platicaban, el Uchiha le comentó sobre su amigo Suigetsu y como él prometió hacer todo lo posible para encontrar a quien asesinó a sus padres y secuestró a su hermano. Cuando terminaron de cenar Sasuke regresó a seguir trabajando en su computadora, tenía que presentar ese trabajo mañana para tener puntos extras en sus próximos exámenes.
El Namikaze se preparó para dormir y aunque Sasuke dijo que podría apagar la luz para no molestarlo él se negó, no le parecía buena idea que el Alfa trabajara con sólo la luz de la lámpara, a largo plazo podría resultar perjudicial. Mientras el Uchiha tecleaba en su computadora desde la comodidad de su cama el Namikaze lo observaba. Sonrió, ni en sus más locos sueños pensó que alguien como Sasuke podría fijarse en él, pero lo había hecho, y a pesar de todo su pasado seguía a su lado ayudándolo para hacer justicia por su familia. Sasuke no era la persona más expresiva —muy diferente a Itachi —, pero aunque no se lo dijera todo el tiempo Naruto estaba completamente seguro de que Sasuke lo amaba, tanto como él. Naruto sólo deseaba poder dar vuelta la página de su pasado, entonces estaba seguro de que podría ser completamente feliz con el Uchiha, con esos pensamientos cerró sus ojos y en cuestión de minutos se quedó profundamente dormido.
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Era pasada las dos de la mañana cuando Sasuke finalmente terminó el trabajo, lo revisó una vez más y cuando estuvo seguro de que estaba perfecto lo guardó y luego apagó su computadora. Volteó su mirada y vio a Naruto profundamente dormido, sonrió, era una alivio que el Omega no se hubiera despertado con el molesto sonido de las teclas al ser presionadas. Se levantó de la silla y tomando su pijama fue al baño a cepillarse los dientes y cambiarse. Cuando estuvo listo salió y caminó hacia su cama, pero se detuvo a centímetros de ella, sin pensarlo dio vuelta y fue hacia la del Omega, quizás era una idea arriesgada, pero no perdía nada con intentarlo. Con cuidado movió a Naruto para generar más espacio en la pequeña cama, el Namikaze murmuró algunas palabras que no logró comprender pero no se despertó, cuando tuvo suficiente espacio se acostó a su lado y los cubrió a ambas con las mantas. Naruto no se despertó, simplemente se dio vuelta y abrazó con fuerza a Sasuke. El Alfa sólo sonrió, luego de apagar la luz de la lámpara abrazó con más fuerza a Naruto y finalmente se dejó llevar por los brazos de Morfeo.
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A la mañana siguiente el primero en despertar fue Naruto, sonrió al ver a Sasuke durmiendo cómodamente a pesar de poco espacio. Como pareja ellos no habían dormido en muchas ocasiones juntos, el Alfa respetaba a Naruto y esperaba paciente a que algo más íntimo se diera entre ellos, eso le recordó al Omega que debía revisar su calendario, estaba seguro de que su celo no estaba lejano y debía hablar con Sasuke sobre ese tema, aunque a decir verdad se moría de la vergüenza, pero debía hacerlo pues el Uchiha era su pareja. Salió de sus pensamientos cuando Sasuke abrió los ojos.
—Buenos días —saludó el Omega—, me gusta despertar así. —Le dio un beso en los labios.
—A mí también —reconoció el Uchiha—. Me gustaría quedarme todo el día así. —Lo abrazó con fuerza—. Pero tengo clases en una hora —bufó. Naruto asintió.
—Yo igual —recordó.
No tuvieron más elección que levantarse. Mientras Naruto ordenaba sus apuntes y libros el Uchiha aprovechó para entrar primero el baño. Cuando salió veinte minutos después fue el turno de Naruto. A las ocho de la mañana ambos estuvieron listos y salieron de su cuarto. Caminaron juntos por el lugar y acordaron verse durante el almuerzo. Luego de compartir un corto beso cada uno tomó caminos diferentes.
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Con el paso de los días ambos fueron acostumbrándose nuevamente al ritmo acelerado de la Universidad. Naruto también había regresado a su trabajo de medio tiempo —aunque Sasuke no estaba de acuerdo —, el Omega se negaba a que el Uchiha pagara por todas las cosas que podría necesitar, además algo que le gustaba Naruto era sentirse independiente, nunca necesitó de alguien que pagara por lo que necesitaba y no iba a cambiar eso bajo ninguna circunstancia. Así que el Alfa no tuvo más alternativa que aceptar. Había recibido algunas llamadas de Suigetsu, no había mucha información por ahora, esperaba que a fin de mes pudiera darle mejores noticias.
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Deidara se encontraba en el jardín de su casa terminando de plantar unas orquídeas, le habían gustado mucho cuando las vio en la televisión e Itachi no dudó en comprar las semillas para que el Omega las sembrara. Luego de terminar con ellas continuó regando las demás. En ese momento el teléfono de la casa comenzó a zonas y prácticamente corrió para contestar la llamada.
—Casa de la familia Uchiha, ¿en qué puedo ayudarle? —preguntó. Itachi le había enseñado como debía responder cuando alguien llamara.
—Dei, soy yo, Itachi —la voz de su esposo se dejó escuchar al otro lado. Una sonrisa iluminó el rostro del Omega.
—Itachi… —murmuró—, ¿sucede algo malo?
—Sí, olvidé unos documentos importantes en el despacho. —Se escuchaba preocupado, seguramente eran muy importantes—. Necesito que envíes a alguien con ellos, ¿crees que puedas hacerlo? —preguntó, en la agenda estaban los números de quienes podrían encargarse de eso.
—Sí… —No se escuchaba muy seguro.
—Bien, anota la dirección. —Deidara tomó la agenda que estaba a un costado del teléfono y escribió en una hoja limpia los datos que Itachi le dictaba del otro lado—. No tardes mucho, Dei. Tengo una junta en una hora y necesito esos documentos.
—No te preocupes, ahora mismo me encargo de eso —prometió.
—De acuerdo, te veré más tarde. Te amo —le dijo. Las mejillas del Omega se sonrojaron al escuchar esa declaración, aun no se acostumbraba a esas palabras.
—Y-yo también —susurró. Luego de eso la conversación se cortó. El Namikaze rápidamente revisó la agenda y buscó el numero correcto, marcó y espero a que le respondieran. Para su mala suerte la joven del otro lado le informaba que todos sus empleados estaban ocupados y que sólo podría hacerse cargo de su entrega luego de las doce del mediodía. Miró el reloj y vio que eran las diez, sería muy tarde para Itachi. Le dio las gracias y luego colgó.
Fue a buscar los documentos que el Alfa le había dicho y los abrazó contra su pecho. Se mordió el labio inferior, Itachi realmente necesitaba esos papeles, lo supo desde que escuchó su tono de voz, estaba claramente preocupado. En ese momento Dei tomó una decisión, el mismo le llevaría los documentos al Uchiha, le daba mucho miedo salir solo de la seguridad de su casa, pero debía hacerlo, era una pequeña forma de agradecerle a Itachi todo lo que estaba haciendo por él. Fue a su cuarto y luego de cambiarse por ropa un poco más formar llamó un taxi, mientras esperaba buscó dinero en el cajón del escritorio de Itachi. Diez minutos después escuchó un bocinazo y tomando las llaves salió de su casa, aseguró la puerta y luego se acercó hasta el auto. Un hombre mayor le sonrió y Dei se sintió un poco más tranquilo. Entró en la parte trasera del auto y le entregó la dirección al hombre. En pocos minutos estuvieron en la carretera hacia la ciudad.
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Fue un viaje de aproximadamente veinte minutos. Dei se sorprendió cuando el hombre se detuvo frente a un edificio de más de quince pisos, completamente hecho de acero y vidrio. Le pagó al taxista la tarifa indicada y luego de darle les gracia salió del auto. Subió las cortas escaleras y empujó las de vidrio, sentía sus manos húmedas y parecía que iba a desmayarse. Respiró profundo e intentó tranquilzarse. Fue hacia la recepcionista quien al verlo le sonrió.
—Buenos días, ¿en qué puedo ayudarlo? —preguntó con amabilidad.
—Buenos días, soy Deidara Na… —se detuvo por unos segundos, quizás lo mejor sería usar su apellido de casado—. Deidara Uchiha, buscó a mi esposo, Itachi Uchiha —le comentó. La joven pareció sorprendida en ese momento, Dei se preoocupó de que hubiera cometido un error.
—Aguarde un minuto —pidió ella. Rápidamente realizó una llamada, la cual cortó rápidamente—. Firme aquí, por favor. —Le entregó un cuaderno junto a una lapicera. Dei así lo hizo—. Aquí tiene su gafete, el señor Uchiha lo está esperando en el piso quince. —Ella señaló los asesores.
—Muchas gracias. —Deidara le sonrió y caminó hacia el lugar indicado. Con algo de pena tuvo que pedirle a uno de los guardias de seguridad que le indicara como debía usarlo. Se asustó un poco cuando comenzó a subir, por suerte no fueron más de unos segundos. Cuando llegó al piso indicado se encontró a otra joven detrás de un escritorio. Ella al verlo se puso de pie.
—Buenos días, el señor Uchiha lo está esperando. —indicó ella la puerta a unos cuantos metros.
—Muchas gracias. —Caminó hacia la oficina, dio unos golpecitos en la puerta y cuando escuchó la voz de Itachi entró.
Cuando el Alfa lo vio respiró con tranquilidad. Se levantó de su lugar y prácticamente corrió a su encuentro para estrecharlo en sus brazos, tuvo tanto miedo cuando la recepcionista le dijo que había un joven que decía ser su esposo.
—Dei, ¿por qué estás aquí? —preguntó separándose de él.
—No había nadie que pudiera traerte esto. —Le extendió los documentos—. Y como te escuché muy preocupado decidí traerlos yo mismo. —Sonrió. Itachi volvió a abrazarlo con fuerza.
—Muchas gracias —susurró—. Ahora debo ir a mi junta, pero si me esperas podemos almorzar juntos —le propuso—. Podríamos llamar a Sasuke y Naruto para que nos acompañen. —Deidara asintió rápidamente, quería volver a ver a su hermano.
—Sí, me encantaría —le dijo.
—Bien, quédate aquí, si necesitas algo puedes pedírselo a mi secretaria. Te veré en un rato. —Le dio un beso en la frente y luego salió de su oficina. Cuando estuvo completamente solo suspiró, caminó por el lugar revisando algunas cosas y cuando estuvo cansado simplemente se sentó en el sillón a esperar a su esposo.
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Cuando Sasuke le comentó a Naruto sobre la invitación de su hermano el Omega no dudó en aceptar. Así que en ese momento ambos se dirigían al lugar que Itachi les había indicado, para su fortuna sus clases de la tarde se habían cancelado así que tendrían mucho más tiempo para almorzar y así platicar. Aparcaron en el estacionamiento y luego bajaron del auto. El restaurante que Itachi había escogido estaba cerca de la compañía, era pequeño pero elegante. Cuando entraron una joven los recibió, Sasuke indicó que lo estaban esperando y ella los llevó hasta la mesa. Allí ya se encontraban Itachi y Deidara. Naruto al ver a su hermano prácticamente corrió para abrazarlo.
—Dei, ¿Cómo estás? —le preguntó.
—Ahora que te veo mucho mejor —le respondió. Luego de intercambiar saludos Itachi permitió que Naruto se sentara en el lugar que estaba a un lado del de Deidara.
Pronto les llevaron el menú y luego de ordenar continuaron su plática. Itachi les contó lo sucedido esa mañana y lo valiente que Deidara había sido para salir solo de casa, el Omega se había sonrojado y Naruto lo felicitó.
—Naru, cuéntame ¿Cómo ingresaste a la Universidad? —preguntó el Namikaze.
—Pues es una historia muy larga…, todo comenzó cuando… —y de esa manera Naruto le relató a su hermano todo lo ocurrido en esos años. Y de la manera en la que Sakura y sus padres le ayudaban a ocultar su verdadera naturaleza.
Todo marchaba bien, ambos hermanos platicaban de cosas triviales mientras Itachi y Sasuke conversaban sobre como marchaba la empresa. En ese momento la puerta del restaurante se abrió y un hombre entró al lugar acompañado por dos sujetos que seguramente eran sus guardas espaldas. El sujeto se reunió con unos hombres que estaban cerca de la mesa de ellos. Cuando habló por primera vez la sonrisa de Deidara desapareció.
«No puede ser», era imposible que se tratara de esa persona. Comenzó a sentir que el aire le faltaba, y cuando escuchó su risa fue el punto de quiebre. Dei se llevó las manos a la cabeza y cerró los ojos con fuerza, esa risa, era de él. El Omega jamás podría sacarla de su mente.
—¿Dei? ¿Qué te sucede? —la voz alarmada de su hermano le parecía lejana. Sintió como todo comenzaba dar vuelas y comenzaba a ver borroso. Antes de desmayarse Itachi lo atrapó entre sus brazos. Lo último que Dei vio fueron los ojos llenos de preocupación del Uchiha, luego todo fue oscuridad.