Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El pequeño gato y yo por Gilbo

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

N/T: Espero que les guste este capitulo. No tengo màs que decirles. 

El chico despertó de golpe, asustando a Tsukishima, quien en ese momento pensaba ponerle encima una manta, pues comenzaba hacer frío. Hinata lo miró un largo minuto, igual que lo hizo el rubio. Tragó algo de saliva y luego se puso en pie. Contempló sus manos a contra luz y luego al pelinegro que se encontraba también a su lado, observándole en silencio. Kageyama suspiró, echando un rápido vistazo hacia la cocina, en donde Yamaguchi seguía cocinando.

 

-Supongo que ahora estas un poco más consciente, ¿Verdad? –Cuestionó captando también la atención del rubio. – qué bueno que sea así, porque tú también necesitas escuchar lo que voy a decir. Tu vida entera depende de ello. – El demonio entonces se acomodó en el sofá, dejando espacio para que sus dos interlocutores pudieran tomar asiento también, pese al esfuerzo que significaba eso. Lo cual le parecía demasiado extraño. – ¿Tienes muchas preguntas, no es así, cabeza hueca? – Hinata hizo un puchero, pasando después a sentarse al lado del pelinegro, ignorando completamente la presencia del otro chico, quien inmediatamente se sintió bastante ofendido por ello. –

 

-¡No me llames así, ni siquiera me conoces como para decir eso! –Respondió un poco frustrado, sintiéndose bastante agitado, giro hacia el de lentes y se quedó observándolo unos minutos antes de señalarlo – ¿En dónde estoy exactamente? ¿Quién es él? – El pelinegro apuntó entonces al otro chico, que los miraba desde su lugar en silencio con una mueca en sus labios. –

 

-Estas en su casa, él te ha traído hasta aquí. Yo no tuve nada que ver con eso, por cierto, creo que su nombre es Tsukishima Kei. – Los ojos de Hinata entonces encontraron de nuevo con los del chico rubio, quien simplemente se acomodó un poco las gafas y lo miró un tanto indiferente. – Sin embargo, creo que deberías agradecerle que haya sido así. –Suspiro cansado – eso definitivamente va hacer las cosas más fáciles para mí y también para ustedes. Ahora, presten mucha atención a lo que les voy a decir...

 

-¡La comida ya está lista! – Interrumpió en ese instante el chico de pecas, provocando así que los tres que se encontraban en la sala se tensaran un poco. Ignorando esto, Yamaguchi se fijó entonces en el peli naranja, al que podía jurar que lo había visto antes. – por cierto, ¿De casualidad tú no eres Hinata Shouyou? –El pequeño asintió levemente con la cabeza. – ¡Lo sabía! –Grito emocionado, poniendo una enorme sonrisa – ¡Vaya Tsukki! ¡No tenía idea que fueras amigo de Hinata! –Tsukishima miró al pequeño sin entender a que se debía tanto alboroto, mientras que este bajaba un poco la cabeza sintiéndose algo apenado. –

 

-¿Q-Quieres un autógrafo o algo así? – Cuestionó algo cohibido el pequeño, sintiendo como sus mejillas se sonrojaban. Kei enarcó una ceja –

 

-Oye pequeño, ¿Eres una Super estrella o algo así? –Cuestiono ajustando sus gafas –

 

-¿No lo sabes, Tsukki?... ¡Hinata Shouyou es un jugador de vóley súper famoso! Es una de las jóvenes promesas de voleibol, además de que es uno de los seleccionados de Japón, de menos de diecinueve años, lo cual es una gran hazaña, tomando en cuenta que es demasiado bajito para ser jugador. –Kei lo miró de arriba abajo bastante sorprendido, al igual que Kageyama, quien aunque no entendía mucho de que hablaban, le parecía sorprendente que alguien tan pequeño y a su parecer, insignificante, pudiera ser reconocido como alguien asombroso –

 

-¡Aunque sea pequeño, aun así puedo saltar! –Se quejó inflando sus mejillas infantilmente, al tiempo que su cara se ponía totalmente roja debido a la vergüenza y frustración. –

 

-¿Es verdad que tuviste un accidente? – Interrumpió nuevamente el de pecas, ignorando lo dicho por Hinata. El pequeño bajo entonces la cabeza. – ¡Eres increíble! Eso fue hace dos semanas, ¿No? Y ya estas fuera del hospital. ¡Definitivamente no eres humano! Al menos no uno cualquiera, si yo hubiera sufrido un accidente así, seguramente ya estaría muerto.

 

-¿Accidente? ¿De qué tipo? – Cuestionó Kageyama bastante intrigado –

 

-Me arrolló un auto – Respondió Hinata apretando sus manos –

 

-Sí, probablemente ya estarías muerto, a no ser que un espíritu con malas intenciones se metiera en tu cuerpo, para sanarlo "milagrosamente" – Kei y Hinata voltearon a ver al pelinegro inmediatamente luego de decir eso. – Pero sabes, los milagros no existen realmente, todo tiene un precio... ¿Cuál es el precio que tuviste que pagar tú, Hinata kun? –Kei se llevó una mano hacia su barbilla y miró más detenidamente al pequeño Hinata. No lo había notado hasta ese momento y quizás no había pensado demasiado en ello debido a su baja estatura, pero si ese chico era un seleccionado de menos de diecinueve, eso quería decir que había cometido un delito al llevarlo a su casa. –

 

-¿Tsukki, te sientes mal? Tu cara acaba de ponerse un poco azul.

 

*************************

 

Mientras tanto Yachi, quien acaba de llegar a la zona donde se había registrado la esencia o furia, de aquel demonio mejor conocido como Kageyama, se encontraba un poco desorientada al ver a su alrededor demasiados edificios, que a su parecer eran demasiado iguales. La chica soltó un largo y pesado suspiro, sintiendo cansancio después de buscar por dos horas sin resultado alguno. Y justo cuando pensaba rendirse, tropezó y chocó con alguien. Alguien que enseguida la sujetó con fuerza para que no cayera.

 

El pequeño ángel sintiéndose demasiado agradecido, levantó la vista solo para encontrarse con un tipo demasiado alto y aterrador que la miraba de una forma un poco siniestra, lo cual casi hizo llorar de miedo a la rubia. Kuroo trató de relajar su semblante, sin embargo la pequeña chica no paraba de temblar. El pelinegro sintió un ligero golpe en su espalda y cuando se giró se dio cuenta que no había nadie detrás suyo, lo cual llamo un poco su atención, sin embargo al ver de vuelta la cara asustada de la chica, dejo de lado aquello y se concentró en tratar de ayudar a la pequeña rubia, quien parecía estar perdida.

 

-Disculpa, ¿Estás bien? – Cuestionó un tanto incomodo, pues no estaba para nada acostumbrado a causar precisamente ese efecto en las mujeres, quienes normalmente suelen suspirar al verlo pasar, vaya a donde vaya. La pequeña asintió, aguantando las ganas de llorar. – ¿De verdad?... A mí me parece que estas perdida. ¿Puedo ayudarte en algo? –Preguntó nuevamente, rascándose la mejilla un poco tenso. Yachi entonces sacó del bolsillo de su falda una hoja celestial, donde tenía anotada la ubicación del último registro de furia del demonio que estaba buscando. Kuroo la tomó, notando como de esta se desprendía una especie de tinta dorada súper brillosa, que se quedaba pegada en sus dedos. Kuroo sonrió forzadamente, para no asustar más a la chica, cuando en realidad quería poner otro tipo de expresión en su rostro. –

 

-Qué lindo papel... –Soltando un largo bufido de cansancio, echó un rápido vistazo para luego devolverle la hoja dorada a la rubia – La dirección no está demasiado lejos, si gustas puedo acompañarme, ya que casualmente me dirijo hacia el mismo lugar. –Kuroo miró de nuevo a la rubia notando algo familiar. Yachi volvió a asentir, sintiéndose esta vez ya un poco más tranquila, pues ahora aquel hombre pelinegro no se le hacía tan aterrador como antes. – por cierto, ¿De casualidad tu nombre es Tsukishima?

 

-No, mi nombre es Yachi, Yachi Hitoka. Aunque si conozco una persona con ese nombre. No somos nada cercanos, sin embargo hay un lazo que nos une. –El ángel echó un rápido vistazo a su lista, notando que ese nombre figuraba como el número uno. Suspiró cansada, pues también tenía que buscarlo a él, pues su superior Sugawara tenía la ligera sospecha de que algún ente demoníaco había intentado hacerse con su cuerpo. Kuroo asintió, metiendo sus manos a los bolsillos de su pantalón gris, caminando a su lado. –

 

-¡Ya lo decía!, Te pareces mucho a Tsukishima Kei, ¿Eres su prima o algo así? –El pelinegro entonces extendió su mano de forma cortes – Por cierto, mi nombre es Kuroo Tetsurou. –Yachi tomó su mano, sintiendo como una misteriosa energía la atravesaba, erizando su piel y provocando una sensación burbujeante en su estómago. El pelinegro también sintió lo mismo, por ello después de eso ninguno dijo nada, por lo que continuaron caminando en silencio hasta que llegaron al enorme edificio de ladrillo rojo. – Bien, este es el lugar. – El ángel miró hacia arriba, notando aquella increíble concentración de furia que emanaba de dicho lugar. Kuroo se despidió entonces. – Bien, tengo que irme –Dijo un tanto apresurado, deseando alejarse cuanto antes de aquella chica, pero la rubia lo sujetó del brazo antes de que este se fuera. –

 

-D-Disculpa Kuroo san, pero.... ¿Podrías decirme cómo subo al último piso?

 

*************************

 

Kageyama estaba demasiado agotado luego de haber cumplido el deseo de Tsukishima, por lo que para nada le importo comer lo que Yamaguchi había preparado en el almuerzo; estaba tan distraído como para no darse cuenta que el sabor de aquella comida, no le había parecido tan desagradable del todo y tan ocupado tratando de encontrar una manera, para hacerle ver tanto a Hinata como al rubio, que era necesario que ambos permanecieran juntos, que por ello no notó la presencia del ángel que ya se encontraba demasiado cerca.

 

El pelinegro tomó una gran bocanada de aire y luego lo dejo salir lentamente. Miró al chico pecoso y al pelirrojo que platicaban de cosas sin sentidos y luego miró al techo, suplicándole a ese dios que habitaba en los cielos, que le diera un poquito de paciencia, porque en ese momento realmente la necesitaba. Tsukishima Kei entendió perfectamente la indirecta, porque casi enseguida se levantó para guiar a su recién llegado amigo, hacia la habitación de invitados donde seguramente se quedaría un tiempo. Tobio aclaró entonces su garganta y miró a Hinata de forma seria, pero antes de siquiera comenzar a hablar, el sonido insistente del bendito timbre le interrumpió de nuevo. Kei corrió enseguida hacia la puerta, encontrándose con amigo Kuroo, quien con una sonrisa burlona, le entregó una cesta con fruta fresca.

 

-Supe que estabas enfermo, por ello vine a verte ¿Te dio resfriado o algo así?, Porque te ves un poco pálido, aunque normalmente ese es tu color habitual. –Tomó aire y luego lo exhaló – ¡Enserio cuatro ojos, debes comer un poco más o te seguirás enfermando seguido! –Tsukishima entonces se hizo a un lado para dejarlo entrar, notando que detrás de él había una chica rubia, que se encontraba mirándolo insistentemente. Kei se llevó una mano hacia la cabeza, un poco confundido, pues se suponía que hacía tan solo unos días Kuroo y los demás lo había ido a ver al hospital y aquella vez también había llevado fruta. ¿Desde cuándo Tetsurou era tan generoso? Se preguntó. – Por cierto, me encontré con tu prima.

 

-H-Hola –Saludó un tanto tímida, escondiéndose casi detrás de Kuroo. El de lentes miro fijamente a la chica por un largo momento, intimidándola incluso, tratando de descubrir por qué ella había mentido, siendo que no tenía ninguna prima, pero antes de siquiera aclarar esa situación con su amigo, Kageyama apareció detrás de él y sujetó a la rubia con algo de fuerza. –

 

-¡Yachi cabeza hueca!, ¿Dónde demonios te habías metido? ¡Me tenías muy preocupado! Tsukishima y yo estábamos a punto de salir a buscarte. –Mintió descaradamente. El demonio apegó lo más que pudo al pequeño ángel, para evitar que estaba dijera algo, la abrazó con fuerza y la llevó consigo hacia la cocina. Kuroo frunció el entrecejo y señaló al otro pelinegro que había aparecido de pronto. –

 

-¿Quién demonios es él?

 

Mientras que en la cocina, Yachi trataba de liberarse del agarre de aquel demonio, sin conseguirlo realmente. Kageyama soltó un bufido. Se encontraba totalmente agotado y por si fuera poco, aparte de tener que lidiar con dos humanos, ahora aparecía aquel molesto ángel para arruinar aún mucho más las cosas. Hinata bastante curioso fue a la cocina para ver que estaba pasando y en cuento Yachi puso sus ojos en él, se encontró con que era a él a quien estaba buscando. Miró a Kageyama y luego a Hinata y después casi sin voz exclamó un "No puedo ser" apenas audible, para luego caer al piso, pues Tobio la había soltado.

 

-¿Me quieres explicar qué demonios...? –El reclamo de Tsukishima quedó inconcluso al entrar a la cocina y ver al demonio pelinegro y a la chica rubia sentados en el suelo. Tobio se giró para verlo, saludado después con un ademán a Tetsurou. Hinata se hizo a un lado y miró al recién llegado, para después hacer un sonido de sorpresa. Pues se encontraba casi enfrente de uno de sus máximos ídolos del voleibol. –

 

-Mi nombre es Kageyama Tobio y ella es mi hermana menor Yachi Hitoka, y si te lo estas preguntando, nuestros padres se divorciaron cuando éramos niños y por eso es que tenemos nombres diferentes. Ambos somos primos de Tsukishima Kei y a partir de ahora viviremos con él.

 

-¿Qué has dicho? – Reclamó enseguida el de lentes. –

 

-¿Así que ellos dos son tus primos? –Interrumpió Tetsurou – No sabía que tuvieras una familia tan grande; creía que solo tenías a tu madre y tu hermano. –Colocando su mejor cara de inocencia, Kageyama asintió haciendo que sus mejillas se ruborizaran con un chasquido. –

 

-Por largos años nuestras familias han tenido muchas diferencias, pero nosotros teníamos muchas ganas de conocer a nuestro hermano mayor, por ello es que hemos venido desde muy lejos a visitarle. Siento mucho las molestias que te hemos causado, Kei onisan, pero de verdad queremos ser más unidos a ti de ahora en adelante. – Kei sintió un repentino tic en el ojo derecho, luego de ver semejante actuación por parte de aquel demonio. Hinata se tapó la boca para aguantarse la risa, mientras que Yachi simplemente miraba asombrada al pelinegro, sintiendo la repentina urgencia de querer tomar nota de todo. Kuroo asintió sintiendo algo de pena. –

 

-Entiendo, así que con esto te referías a que ustedes realmente no son tan cercanos – Dijo dirigiéndose a Yachi. – Supongo que deben querer un momento a solas para hablar de muchas cosas, ¿verdad? –Suspiró – Entonces creo que lo mejor es que me vaya. Vendré a visitarte en otro momento, cuatro ojos. –Sonrió a la chica y se despidió de ella agitando la mano. – Nos vemos luego Yachi chan – Antes de salir Tetsurou noto a Hinata, sin embargo no hizo ningún comentario sobre él, ya que asumió que tal vez era también algún familiar, lo cual decepcionó un poco al peli naranja. –

 

Los cuatro se quedaron ahí observándose unos a otros en total silencio, hasta que escucharon como la puerta se cerraba, entonces el ángel se puso de pie de un salto y apuntó con su dedo tanto a Hinata como a Kageyama, incrédula de lo que ahí estaba ocurriendo, lo cual era mucho peor a lo que habían creído. Tsukishima retiró una silla y después tomo asiento, se cruzó de brazos y espero pacientemente por una buena explicación.

 

-¿Quieren decirme que es lo que está pasando? –Todos sin excepción voltearon hacia la puerta en cuanto escucharon aquella voz. Yamaguchi se cruzó de brazos y miró a su amigo. – ¿Desde cuando tienes primos, Tsukki? –Cuestionó entrecerrando los ojos – Porque, que yo recuerde, tu madre es hija única. Y tu padre tampoco tenía hermanos. –Hinata quiso reír luego de escuchar eso, mientras que Kageyama simplemente se golpeó la frente. Tsukishima soltó un suspiro y Yachi temblando de miedo, se plantó delante del demonio, lo sujeto del brazo y después dijo: –

 

-¡Y-Yo no soy su hermana, ni tampoco soy familiar o alguien cercano a Tsukishima Kei! E-En realidad yo soy un ángel y él es un demonio, así que yo estoy aquí porque debo atraparlo. P-Pero... ¿Q-Que se supone que debo hacer ahora? – Cuestionó casi temblando de nervios – ¡No eres tu quien está ocupando el cuerpo, sino ese bakeneko que tienes como mascota! –La rubia sujetó sus cabellos desesperada – no vine preparada para una situación así, ¿Qué debo hacer?

 

-¡No revelar tan fácilmente quien eres, en primer lugar! –Hablo Kageyama cruzándose de brazos, demasiado molesto. Kei se tapó la cara y Hinata abrió muy grande los ojos sin poder creer lo que había escuchado. –

 

-¿E-Eres un ángel y tu u-un d-demonio? – Con ojos brillantes por la emoción, Yamaguchi se acercó hacia ellos y luego abrazó al demonio y luego al ángel, mientras que Hinata lentamente retrocedía. –

 

-¡¿A dónde crees que vas, Hinata idiota?!... esto no es exactamente como lo había planeado, pero bueno, dadas ahora las circunstancias no puedo hacer nada, así que escucha atentamente -Señaló el demonio, con un dedo -

 

-N-No, esto es una broma, ¿Verdad?

 

-No, no lo es. Escucha, mi hermana Hina está poseyendo tu cuerpo. Ella creó una situación de la cual tomar ventaja, para hacer un trato contigo y así poder poseer tu cuerpo. Luego trato de hacer algo similar con Tsukishima Kei. – Yachi abrió muy grande los ojos –

 

-¿Así que es Hina quien intentó matar a Tsukishima Kei? –Pregunto Yachi, metiéndose a la conversación. Kageyama asintió en silencio. –

 

-No es que quisiera matarlo, solo quería que fuera al mismo hospital donde se encontraba Hinata –Explico el demonio –

 

-¿Y porque quería hacer eso? – Cuestionó entonces Yamaguchi, bastante intrigado. –

 

-Porque al parecer esa idiota se ha enamorado de él –Señaló al de lentes – y antes de irse para siempre de este mundo quería poder pasar sus últimos días a su lado, pero no permitiré que eso pase, por eso es que ustedes dos deben encontrar ese libro. –Kageyama miró entonces a Hinata. – Escucha, mi hermana es un espíritu demoníaco, ustedes los humanos antiguamente lo llamaban bakeneko, ella está poseyendo tu cuerpo, no por completo, pero cuando lo haga te devorará y entonces tú morirás, si no quieres morir, entonces ustedes dos, tú y Tsukishima Kei deben ayudarse mutuamente para encontrar un libro, el libro más sagrado de todos, solo así podrás expulsar a Hina de tu cuerpo y tu –Dijo mirando a Tsukishima – verás tu deseo al fin cumplido.

 

*************************

 

Desde su oscuro reino en el infierno, el gran rey observaba en silencio la pintura de su amada, mientras que a su lado, su fiel compañera le esperaba con un gran informe que debía leer. El rey de los demonios lo tomó y ojeó rápidamente antes de desecharlo completamente, sin antes haberlo leído con la atención adecuada. Miró a la mujer pelinegra y espero a que esta se acomodara los lentes, para después preguntar directamente como estaban sucediendo las cosas.

 

El gran rey era muy perfeccionista y bastante quisquilloso, por ello odiaba cuando las cosas no iban tal y como las había planeado. Kiyoko Shimizu detestaba que su rey hiciera una rabieta, por eso se empeñaba en cumplir su trabajo casi perfectamente, sin embargo había ocasiones en las que simplemente le era imposible cumplir a cabalidad con las órdenes. Siempre hay factores que impiden hacerlo, cosas inesperadas que surgen prácticamente de la nada, Kiyoko odiaba eso, porque su rey hacia rabietas como un niño pequeño. Tan quisquilloso él. Ella suspiro con pesar.

 

-Lo siento profundamente oh gran rey, pero a pesar de haber cumplido tal y como usted me pidió que lo hiciera, ha surgido un inconveniente. – El rey presionó su puño sobre el posamanos de su trono de oro, frunciendo el gesto con desagrado, sin embargo contuvo su enojo a tiempo, pues su querida compañera no tenía la culpa de que surgieran imprevistos de la nada. – Un pequeño ángel inferior ha interferido, sin embargo estoy segura que Kageyama kun se encargara de ella. El que verdaderamente me preocupa es ese otro ángel que acaba de llegar ahora mismo a la tierra. – Oikawa se llevó una mano a la barbilla y miro a su compañera. –

 

-¿De casualidad se trata de ese ángel refrescante?... ¿Cuál era su nombre? – Cuestionó tratando de hacer memoria. –

 

-Sugawara, Sugawara Koushi. Y no, no se trata de él sino más bien Azumane. Tiene un rango mucho mayor al de Yachi, quien es un simple ángel guardián – Dijo casi de forma despectiva, sonriendo de medio lado. El gran rey pensó un momento en lo que debía hacer a continuación su mano derecha. –

 

-Supongo que no hay de otra, tendrás que hacerte cargo de él. No podemos permitir que ese ángel intervenga, así que has lo que sea necesario, pero detenle. – Kiyoko Shimizu asintió en silencio y sin más que decir desapareció. Oikawa, el gran rey de los demonios observó nuevamente la pintura de su amada y sonrió con tristeza. – Al final tu infame y detestable hermano tenía razón, mi querida... el estar a mi lado y amarme seria tu perdición... jamás pude hacer verdaderamente algo por ti, por ello esta vez, si es tu deseo marcharte para siempre, debo permitir que lo hagas... aunque él no lo entienda.

 

Notas finales:

Por favor, no se olviden de dejarme sus comentarios, dudas, sugerencias, etc. Nos vemos hasta la proxima. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).