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El pequeño gato y yo por Gilbo

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Notas del capitulo:

N/T: Hola, aquí les dejo el quinto capitulo, espero les guste. 

 

-Supongo que no hay de otra, tendrás que hacerte cargo de él. No podemos permitir que ese ángel intervenga, así que has lo que sea necesario, pero detenle. - Kiyoko Shimizu asintió en silencio y sin más que decir desapareció. Oikawa, el gran rey de los demonios observo nuevamente la pintura de su amada y sonrió con tristeza. - Al final tu infame y detestable hermano tenía razón - Dijo, acariciando aquel bello rostro retratado en aquella pintura - mí querida... el estar a mi lado y amarme fue tu perdición... Jamás pude hacer verdaderamente algo por ti, por ello esta vez, si es tu deseo marcharte para siempre, debo permitir que lo hagas... aunque él no lo entienda. Ni yo tampoco.


*************************


Una repentina capa ligera de lluvia comenzó a caer lentamente por la ciudad, enfriando mucho más las calles aquella tarde de agosto; el pelinegro tomó una gran bocanada de aire limpio y presiono mucho más junto a su pecho la bolsa de papel marrón que llevaba en las manos, arrugándola mucho. La cubrió lo más que pudo, tratándola de proteger de las gotas de lluvia, sin embargo sabía que era totalmente inútil, aun así quería intentarlo. El ángel frente a él lo miro con tristeza, haciéndole sentir mucha rabia, despertando de este modo su increíble furia. El día gris y la lluvia hacia mucho más difícil de olvidar el pasado, ese pasado que tan desesperadamente quería borrar. El demonio mordió sus labios con frustración y miró una vez más hacia el cielo; aquel cielo gris que le recordaba un pasado distante, días que no volverían nunca más.


-Es extraño encontrarte de nuevo, hermano. Hace mucho tiempo que te fuiste, creí que no volvería a verte nunca. Cambiaste, te ves tan distinto ahora. Eres distinto y aun así no puedo evitar echarte de menos. - Azumane dio un paso hacia el pelinegro, poniendo en sus labios una media sonrisa. Quería poder volver a estrecharlo, pedirle algún concejo, hablar con él, pero ahora siendo tan distintos, encontrándose tan distantes uno del otro, tal vez aquello era imposible, aun así deseaba poder volver hacerlo. El ángel bajó la mirada y contemplo su reflejo en un charco de agua, que se había formado por la repentina lluvia. El demonio frente a él aprovecho aquello para invocar su espada. - Me gustaría que las cosas fueran distintas.


-¿Acaso piensas detenerme? - Cuestionó el demonio, apretando sus dientes. El castaño lo contemplo un momento, notando aquella filosa arma que sostenía el otro con su mano derecha. Bajó la mirada y se miró nuevamente en el agua. No odiaba a los humanos, no a todos al menos. Debía protegerlos del mal, ese era su trabajo, sin embargo en ese momento deseaba poder ser capaz de herir al menos a uno. - ¿No has venido a eso, verdad? -Preguntó nuevamente, levantando un poco la cara -


-No - Admitió, apretando con fuerza sus puños. - Sin embargo me gustaría poder hacerlo. Me gustaría poder llevarte conmigo de regreso a casa. - El demonio entonces se deshizo de aquello que protegía. Soltó un suspiro y maldijo por lo bajo su suerte; ahora tenía que volver al supermercado para realizar de nuevo las compras. Las frutas rodaron por la acera y las revistas favoritas de aquella persona se humedecieron inevitablemente. El demonio pelinegro sostuvo su larga y filosa espada con ambas manos y se colocó a la defensiva. El ángel también suspiró y miró una vez más con tristeza a aquel, que una vez considero su familia. -


-Lo siento mucho Azumane san, pero no pienso dejarlo solo. Él me necesita tanto como yo también lo necesito a él. -El castaño entonces apretó sus labios. Pelear contra su hermano era algo que definitivamente no quería tener que hacer, sin embargo, si con ello lograba salvarlo de la perdición, entonces no tenía otra opción más que hacerlo. El pelinegro se puso en posición de ataque. - Sabes que soy el mejor, ¿Cierto? -Cuestionó mirándolo fijo - así que si quieres cambiar de opinión, esta es tu oportunidad, porque aunque seas tú, no voy a detenerme.


-Te llevaré a casa y te alejaré de ese humano, que no ha hecho más que llevarte al mundo de la desesperación y las tinieblas. ¡Mira lo que ha hecho contigo, ha nublado por completo tu juicio! -El demonio negó con su cabeza, incapaz de creer eso. Pues desde que había conocido a esa persona, su vida gris y fría se había trasformado totalmente. Ahora era distinto, sí, pero no se arrepentía de ello. Si no que por el contrario, lo agradecía enormemente. Respiró con fuerza y aspiró aquel aroma que desprendía la tierra húmeda, el olor de la acera y pensó en un mejor lugar. Un parque de juegos, tierra, árboles y también en su deslumbrante y hermosa sonrisa. ¿Cómo podía alejarse de él, de esa persona que tanto amaba?... Eso ahora simplemente era imposible. Suspiró nuevamente. -


-Entonces no me dejas otra opción... tendré que matarte.


*************************


Hinata se apresuró a tomar con gran rapidez un vaso con agua fría y después otro y otro más. Sus manos temblaban ligeramente, haciendo que el cristal tintineara cada que un cubo de hielo se estrellaba contra el vaso. Tsukishima colocó entonces una mano sobre la suya, haciendo con esto que el temblor se detuviese. El pequeño entonces levantó un poco la vista y por un momento volvió a perderse en su mirada. Retrocedió entonces, chocando contra el filo de la mesa de la cocina, respiro profundo y luego sin más se desvaneció en el suelo. No podía creer nada de lo que estaba pasando, no lo entendía y sin embargo tenía que hacerlo. Todo aquello era real, su mejilla estaba roja y algo hinchada de tanto pellizcarse. No estaba teniendo un sueño, estaba despierto y bastante lucido como para saber que aquello era real, pero al mismo tiempo comenzaba a dudar un poco de su cordura. Kei se arrodillo frente a él y lo envolvió en sus brazos. Su aroma era increíblemente agradable, bastante familiar. Tal cálido, tan envolvente, que sin pensarlo mucho se decidió a devolverle el abrazo.


Después de un buen rato de permanecer así, ambos escucharon los apresurados pasos de alguien andando hacia la puerta, así como también el sonido insistente del timbre. Tsukishima Kei suspiró contra su mejilla causándole escalofríos, miro sus ojos y entonces se alejó de él, causándole una sensación de vacío. Minutos después, el chico peli verde entro a la cocina y señaló hacia afuera. El rubio se puso de pie y caminó hacia la puerta principal. Yamaguchi le tendió una mano, ayudándole a ponerse de pie.


-Te buscan, dice que es tu amigo y se nota bastante alterado. -Hinata apenas se había sacudido el frío, cuando sintió como nuevamente era estrechado, pero ese cuerpo era distinto. No causaba en él la misma sensación de calor. Kenma lo miró preocupado, sostuvo su cara con ambas manos y luego toco su frente, soltando al final un suspiro de alivio. Yamaguchi miró a ambos un tanto incómodo, retrocediendo un paso hacia atrás. - creo que los dejare solos.


-¡Oh, no, lo siento! -Se disculpó apenado el chico cabeza de pudin. - Acabo de irrumpir en su casa de esta forma y ni siquiera me he presentado antes. Lo siento mucho. -Yamaguchi negó con sus manos haciendo un gesto a forma de disculpa. Tsukishima Kei llegó minutos después, con un semblante cansado. Parecía que hablaba con otra persona, pues en la sala se escuchaban muchas más voces a parte de aquellas que pertenecían a esos supuestos seres que representaban el bien y el mal, respectivamente. El pequeño peli naranja extendió su mano para agarrar la mano del rubio, sin embargo este le rechazó de inmediato. Clavó sus ojos en los suyos y después hizo un mal gesto. -


-Como dije, él está bien. -Kenma y Tsukishima se miraron mutuamente de una forma adversa - no le he hecho nada malo, como seguramente estás pensando. -Kenma arrugó un poco la nariz e hizo un mal gesto con su boca. - así que por favor, deja de mirarme de ese modo.


-Debería denunciarte por esto. -Dijo apretando los dientes, sosteniendo con más fuerza el pequeño cuerpo de Hinata contra el suyo. Escuchar eso hizo temblar al pequeño, quien enseguida se soltó de aquel abrazo y se puso en medio del rubio y su mejor amigo. Cosa que obviamente tomó por sorpresa al otro. - Shouyou, ¿Qué estás haciendo? -Cuestionó sin entender por qué aparentemente su amigo lo defendía, siendo que para Kenma estaba bastante claro que el rubio había tratado de engatusar al pequeño, llevándolo a su casa con fines nada buenos. Hinata negó con su cabeza -


-No sé qué estás pensando Kenma, pero estas equivocado. Tsukishima no es alguien malo -Hinata mordió su lengua. En realidad no lo sabía con certeza, pues no lo conocía realmente. No sabía absolutamente nada de él, pero aun así sentía que el rubio que lo había estado menospreciando casi todo ese tiempo y que lo miraba con indiferencia, no era alguien malo. Aunque no sabía exactamente como podía estar tan seguro de ello. -


-¡Por supuesto que no lo es! -Habló entonces Yamaguchi - No entiendo que está pasando, pero seguramente debe haber una buena explicación. No sé porque parece que piensas que Tsukki es alguien malo, pero te aseguro que no lo es. -Kenma miro de mal modo al rubio, del mismo modo que Tsukishima lo miraba a él. -


-Si es así, entonces explícame... ¿Por qué demonios secuestro a mi amigo?


*************************


Shimizu contempló el cuerpo inerte del ángel, quien yacía sobre la fría acera bajo la lluvia. Hizo una mueca que pretendía ser de desprecio, pero que inevitablemente se trasformó en una de tristeza. Le dolía ver así a la persona que alguna vez había sido su compañero, su amigo, su hermano. Se acercó lentamente y se puso de rodillas, para poder sostener su cara; acarició su mejilla y besó su frente. Limpió de sus labios un pequeño hilo carmesí de sangre y acobijó su frío cuerpo con su capa negra. Sintió su pulso, el cual era débil. Si lo deja ahí con aquella herida, seguramente moriría, pero no podía llevarlo consigo. Ella ahora era un demonio y él seguía siendo un ángel al servicio del señor. ¿Qué debía hacer?... Por segunda vez, Shimizu se debatió entre lo que debía hacer y lo que creía correcto, pero hacer lo correcto la alejaría de su rey y ella no quería hacer eso. Le debía mucho como para traicionarlo, incluso si aquella persona por la cual haría tal cosa, era su hermano. Respiró profundamente y mordiendo sus labios, se puso nuevamente de pie. Miró una última vez a su compañero y después desapareció en silencio, conteniendo apenas sus lágrimas.


Un chico que caminaba a esas horas por ese lugar, se detuvo al ver aquel cuerpo bajo la lluvia. Por un momento se congelo de miedo, sin embargo su instinto le dijo que tenía que hacer algo por aquella persona. Apresurado busco en el bolsillo de su pantalón su teléfono móvil y al encontrar el número que necesitaba, llamó de inmediato a los servicios de emergencia. Miró al castaño, quien en ese momento abrió un poco sus ojos y agradeció al cielo y también a los ángeles y después le sonrió un poco sintiendo un gran alivio.


-Aguanta un poco, pronto estarás bien -Dijo tratando de convencerlo a él o tal vez a sí mismo. Azumane no estaba del todo seguro en ese momento. Echó su cabeza hacia atrás y miró ese cielo anegado de lluvia y después miro al chico que se encontraba a su lado. Su salvador. - Por favor resiste, quédate aquí conmigo. Te lo prometo, pronto todo estará bien. - El castaño tomó un poco de aire y asintió lentamente. ¿Acaso esas eran las mismas palabras que había usado aquel humano en su hermano? Se preguntó el ángel, apenas sosteniendo con fuerza aquella tibia mano que sostenía la suya. ¿Era acaso gratitud lo que sentía? ¿Era empatía? ¿Era amor?... ¿Qué era lo que sentía su hermano por aquella persona?... ¿Qué era exactamente "sentir"?-


-¿C-Cual...cuál es tu nombre? -Cuestionó casi sin aliento. El chico apretó más fuerte su mano y luego con esa voz tan hermosa le respondió. -


-Yuu... Mi nombre es Nishinoya Yuu. - El ángel cerró entonces los ojos. - ¡oye, oye, no te mueras, resiste! ¡Vamos, no puedes dejarme ahora! - Asahi apretó mucho más fuerte su mano. Aunque había pasado hace tiempo, aun recordaba aquellas misma palabras de aquel niño. Ese humano que había nublado el buen juicio de su hermano y lo había hecho renunciar tanto al cielo, como a sus preciadas alas blancas. Era extraño... siempre se había prometido a sí mismo no caer del mismo modo y sin embargo, tal vez por gratitud o que se yo, en ese momento estaba considerando tal vez hacer lo mismo... al menos hasta poder recuperarse. -


-Nishinoya... me quedare aquí... contigo.


*************************


Yamaguchi miró totalmente sorprendido a su amigo, quien seguía ahí de pie sin aceptar o contradecir aquella acusación. Hinata entonces tomó un poco de aire, sujetó a su amigo por los hombros y nuevamente hablo por el rubio para desmentir aquello, que no era al menos del todo cierto. Kei entonces lo apartó de en medio, incapaz de seguir viendo comportarse de esa manera a su pequeña carnada, con esa persona que tanto le desagradaba. Hinata no tenía por qué justificarlo, había actuado mal, era cierto y lo admitía, sin embargo el ver como ese tipo cabeza de pudin abrazaba y restregaba contra su cuerpo al pequeño, le ponía los pelos de punta.


-¡P-Pero... eso no fue exactamente lo que paso!


-Entonces explícame, ¿Porque te trajo aquí? ¿Cuáles eran sus intenciones?


Kenma habló tan fuerte, que sin duda llamó la atención de los demás que se encontraban en ese momento en la sala, quienes de inmediato se voltearon a ver unos a otros. Ukai miró al profesor de lentes, sintiéndose un poco avergonzado, pues no estaba entiendo el porqué de aquellas acciones por parte de Tsukishima, quien sabia era una persona bastante reservada y tranquila y de quien jamás había esperado tal cosa; como que fuera un secuestrador o algo parecido. El casero miró entonces a los otros dos chicos que se encontraban ahí, comenzando a pensar que tal vez había sido mejor llamar a la policía. Para aclarar y evitar más ruido, Kageyama sujetó del brazo entonces al ángel y se paró justo enfrente del "adulto" Yachi entonces mordió sus labios y miró con preocupación al rubio. Sentía temor de aquel demonio y su brazo comenzaba a dolerle, pero para un ángel lo primordial siempre serian aquellas personas a las cuales juraron un día proteger y Tsukishima era una de ellas.


-Disculpe mi pregunta -Dijo Kageyama con ese mismo tono inocente que antes había usado - Pero ¿Podría decirme exactamente quienes son ustedes y que es lo que está pasando? -Ukai entonces lo miró a los ojos, sintiendo una especie de escalofrió que recorrió todo el cuerpo. Se frotó los brazos y se abrazó a si mismo con frío. - ¿Quién es ese chico que está ahora mismo en la cocina con Hinata y Tsukishima onisan? -Ukai parpadeó al escuchar esa pregunta. -


-¿Ustedes dos son familiares de Tsukishima? - Apretando aún más fuerte el brazo de la rubia, el demonio obligó a la chica a asentir en respuesta, aunque ella pensaba hacerlo. El rubio entonces suspiró un poco aliviado, notando igual que Kuroo el parecido que había entre la rubia y su inquilino -


-A-Así es, nosotros hemos llegado hoy a la ciudad a visitar a nuestro primo, así que por ello no entendemos bien lo que está sucediendo. ¿Mi primo le hizo algo a esa persona? ¿Por qué esta tan molesto? - Pregunto Yachi un tanto alarmada. El profesor Takeda les sonrió a ambos, negando con sus manos apresuradamente. -


-No es que Kenma kun este molesto realmente, más bien está preocupado. Es que... -El pelinegro miro de soslayo al rubio que se encontraba a su lado y luego miro de nuevo a los dos "chicos" frente a él. - parece que aquí hay una confusión y dentro de poco todo se aclarara y nosotros podremos irnos. -Kageyama entonces hizo un gesto de desagrado, pues para nada le gustaba aquella situación. Si ese cabeza de pudin se llevaba a Hinata lejos, las cosas para él se complicarían y eso era lo que menos quería en ese momento. Yachi colocó una mano sobre su hombro, como para darle algo de aliento y esa actitud por parte de ella le extraño mucho. -


*************************


Bokuto miraba bastante preocupado por la ventana, mientras terminaba de abrocharse el impermeable azul marino y tomaba un paraguas para ir a buscar a su prometido, antes de que oscureciera o la ligera lluvia se transformara repentinamente en una tormenta. El de ojos dorados mordió sus labios y justo cuando se dirigía hacia la puerta, regreso el pelinegro. Parecía un poco cansado y su cabello estaba bastante húmedo, no así las compras que se encontraban totalmente secas. El de cabello bicolor levantó una ceja y observó por un momento a su querido Akaashi, al cual abrazó con todas sus fuerzas segundos después. El pelinegro dejo caer de sus manos aquella bolsa marrón, las frutas rodaron por el piso y aquellas revistas que eran sus favoritas, quedaron regadas por el pasillo. Akaashi suspiro, abrazando con fuerza aquel tibio cuerpo, escondiendo su rostro en el hueco que se formaba entre el cuello y el hombro de Bokuto. Definitivamente lo necesitaba... lo necesitaba tanto como Bokuto también lo necesita a él. Después de todo, Bokuto también era su mundo entero.


-Akaashi... ¿Dónde estabas? ¡Me sentía tan preocupado! - El pelinegro le acarició entonces la mejilla y le sonrió de forma cariñosa, como siempre lo hacía cuando se encontraban solos. Besó sus labios y lo abrazó nuevamente, quedándose así por varios minutos. -Akaashi, ¿Estas bien, verdad?... ¿Pasó algo malo? - El negó, sin embargo de sus ojos lentamente comenzaron a caer algunas lágrimas. El de cabello bicolor inhaló y exhaló varias veces, comprendiendo entonces un poco la situación. - ¿Hiciste algo malo? - Cuestionó, al tiempo que lentamente acariciaba aquellos oscuros cabellos. - Sabes, sin importar lo que hagas, yo siempre voy a amarte. Siempre voy a defenderte y a cuidar de ti... Así que no te preocupes más, Akaashi. -El pelinegro asintió, separándose entonces del otro. -


-Iré a cambiarme. -Dijo yendo hacia su cuarto. -


Bokuto asintió en silencio, mirando entonces hacia el piso y después hacia su mano, notando como su brazo se había manchado de un conocido líquido carmesí. Miró entonces en la dirección en la que se había ido minutos antes su prometido y también notó aquellas pequeñas manchas rojas que formaban un camino escarlata. Suspiró y con pesar apretó su puño, yendo después hasta el pequeño cuarto de limpieza que se encontraba hasta el fondo, para ponerse a limpiar aquello. Levantó la bolsa marrón y acomodó en su sitio cada cosa. Recogió sus revistas favoritas y sonrió de medio lado.


-¡Así que por esto tardaste tanto en volver, Akaashi!... n-no te olvidaste de traer también la edición de este mes. -Akaashi entonces sonrió de medio lado, mientras se recargaba contra la puerta y hacia presión en su herida. - aunque la próxima vez... por favor no hagas ninguna locura y solo vuelve a casa, donde siempre te estaré esperando.


*************************


Tsukishima entrecerró los ojos y se cruzó de brazos, Kenma levantó el mentón y lo miro desafiante.


-¡Vamos, responde a mi pregunta! Si de verdad eres tan bueno, ¿Por qué te llevaste contigo a Shouyou? -Tsukishima se negó a responder. No podía, Kenma no entendería. ¿Acaso él sabía lo que era sentirse solo y tan desesperando como para hacer la estupidez que hizo?... No es que realmente pretendiera hacerle algo a Hinata, simplemente quería su compañía, para que al llegar a casa, él, su pequeña carnada estuviera ahí esperándole. Hinata volteó a mirarle y a ver sus ojos, sin ninguna palabra pudo comprender lo que estaba sintiendo, porque de alguna forma también lo sentía. Aquella mirada era igual a la suya. -


-Tsukishima y yo estamos saliendo - Dijo de pronto, haciendo respingar a Kenma. - Se supone que es un secreto y no tendría por qué contártelo, pero no quiero que lo juzgues mal. Tsukishima no es una mala persona. N-Nosotros nos amamos, la edad es un problema, pero ya lo resolveremos, yo no soy tan chico, pronto cumpliré diecinueve, así que... jamás me haría daño, lo sé. Estoy seguro de ello. Solo, solo quería verme de nuevo. - Hinata apretó sus puños, Tsukishima entonces colocó una mano sobre sus desordenados cabellos y le sonrió. -


-¡Bien, eso lo explica todo! -Intervino nuevamente Yamaguchi, haciendo un ademan de que después los mataría a ellos dos, en cuanto Kenma se dio vuelta. -


-Eso no significa que este bien. - Kenma entonces tomó la mano de Hinata. - Por lo que veo, eres un hombre bastante mayor para Shouyou. ¿No deberías buscar a alguien de tu edad en lugar de un chico como mi amigo?... ¿No te das cuenta Shouyou? Seguramente él quiere aprovecharse de ti. -El mencionado entonces lo soltó. -


-¡No es así, Kenma! -El cabeza de pudin tiró entonces de su mano con algo de fuerza, lo cual hizo terminar la poca paciencia que tenía el rubio. -


-¡Suelta a Hinata! -Dijo apresando al pequeño por la cintura, provocando un lindo sonrojo en sus mejillas. - ¿Acaso no lo has escuchado bien? Nosotros estamos saliendo, ¿Cómo es que te sigues atreviendo a decir que pienso hacerle daño?, si así fuera, ¿No crees que ya lo habría hecho? -Cuestionó molesto, soltando entonces al peli naranja. Kenma frunció entonces el entrecejo y apretó con mayor fuerza sus puños. - No me importa si no me crees, pero lo que menos quiero es lastimarlo, sino todo lo contrario. Quiero evitar que el sufra.


¨*¨Flash back¨*¨


-Escucha, mi hermana es un espíritu demoníaco, ustedes los humanos antiguamente lo llamaban bakeneko. Ella está poseyendo tu cuerpo, no por completo, pero cuando lo haga te devorará y entonces tú morirás. Si no quieres morir, entonces ustedes dos, tú y Tsukishima Kei deben ayudarse mutuamente para encontrar un libro, el libro más sagrado de todos, solo así podrás expulsar a Hina de tu cuerpo y tú -Dijo mirando a Tsukishima - verás tu deseo al fin cumplido. - Yachi entonces tapo su boca y miró con increíble asombro a Kageyama. -


-¿N-No estarás hablando de ese libro, cierto? - Cuestionó, comenzando a temblar nuevamente - "El lamento de los condenados" no es ahora más que una fantasía, todo el mundo lo sabe. Nadie lo ha visto desde hace siglos. -Kageyama entonces frunció el entrecejo. -Y nadie sabe si aún siquiera existe.


-Existe - El demonio la miró seriamente. - No estaría hablando de ese libro, no les estaría pidiendo que lo buscan si no fueses así. -Dijo entonces seguro. - Mi rey me hablo hace tiempo sobre eso. No especificó mucho, pero me dijo que ese libro fue creado por un poderoso ángel, que luego de escribirlo, fue expulsado del paraíso celestial debido a que su creación era demasiado poderosa. Ese ángel era demasiado bueno y solo quería ayudar a las personas. Oikawa, nuestro gran rey le había revelado secretos muy turbios sobre algunos demonios y ella escribió en el libro cómo hacerle frente o eliminarlos.


-¿Eso no quiere decir que si Tsukki o el propio Hinata usaran ese libro, entonces tu hermana siendo un demonio, también moriría? - Pregunto Yamaguchi, no encontrando congruencia en las acciones del pelinegro, quien decía querer impedir que su hermana muriera y al mismo tiempo prácticamente les daba las armas para matarla. Kageyama y Yachi negaron al mismo tiempo. -


-No exactamente. Ese libro tiene, según dicen, muchas oraciones poderosas para hacer que cualquier demonio que posea un cuerpo, sea expulsado de este, aunque el demonio no lo quiera. Ser expulsado de un cuerpo no mata a un demonio, lo único que lo mata es una espada celestial. Eso y las guadañas que cargan "La intervención divina"


-¿La intervención divina?


-Es un grupo selecto, ustedes lo llaman la "muerte", pero en realidad no es una sola, sino trece de ellos. En el cielo nosotros lo llamamos "Los trece pacificadores" -Kageyama le dio un ligero golpe en la frente a la rubia. -


-Tú sí que tienes una lengua muy larga. ¿Acaso sabes que te podrían expulsar del cielo por hablar demasiado?... como sea, eso es verdad. "El lamento de los condenados" es su única salvación, tanto para ustedes, como para mí. Así que ustedes dos, juntos, podrán encontrarlo.


¨*¨Flash back¨*¨


"Juntos"... Hinata aún no podía creer que todo aquello fuera real, pero si realmente lo era, entonces él más que Tsukishima necesitaba de su ayuda. El pequeño presionó con su mano su pecho y después sujetó con fuerza la mano del rubio y con decisión miró a su amigo.


-Kenma, siento mucho si no puedes entenderlo, pero yo realmente necesito a Tsukishima, mucho más de lo que imaginas. Y aunque no lo aceptes, yo... yo permaneceré a su lado.



 
Notas finales:

Por favor, no se olviden de irse sin antes dejarme su comentario. 

 

Bye, bye!!!~


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