Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El pequeño gato y yo por Gilbo

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

N/T: Hola, aqui les traigo el capítulo seis, que espero les guste. 

Mmmh, ya saben que si tienen alguna duda o sugerencia sobre el fic, pueden hacermelo saber en los comentarios. 

 

"Si pienso que debería volar y en lugar de hacerlo me arrastro, sólo puedo deprimirme."

Tsukishima sintió en su boca un dulce sabor metálico, mientras que la sangre escurría por la comisura de sus labios, luego de que Kenma inesperadamente le soltara un fuerte golpe a la cara. El adolescente miró al adulto, sosteniendo con fuerza su adolorido puño, sintiendo tanta ira como nunca antes. Gruñó molesto y luego tiró con fuerza del brazo de Hinata, tratando de sacarlo de ahí antes de que el otro reaccionara; pero el peli naranja, quien se había quedado pasmado en su sitio debido a la impresión, se negaba inconscientemente a moverse de su lugar. Tsukishima reaccionó entonces, envolviendo al pequeño con un abrazo protector. Lo apegó mucho más a su cuerpo y sin soltarlo retrocedió lentamente para alejarlo de Kenma. Su respiración se volvió un poco acelerada, debido a que sin saber muy bien porque, de pronto comenzó a tener un repentino ataque de pánico.

Todo se volvió borroso de repente; de un momento a otro ya no se encontraba ahí, en su pequeña pero acogedora cocina, sino en otro lugar... un sitio boscoso y apartado de todo. Hinata ya no era aquella persona a la cual abrazaba con desesperación, sino a una pequeña niña rubia, quien gritaba desesperadamente, mientras tres tipos encapuchados trataban de arrebatársela de los brazos. El rubio tomo una gran bocanada de aire, cerró los ojos con fuerza y cuando los abrió de nuevo, se encontraba nuevamente en su pequeña cocina, negándose a soltar a Hinata, quien también le abrazaba fuertemente de la cintura. Kenma trataba inútilmente de alejar al pequeño de él, pero este se resistía. Yamaguchi entonces sujetó por la espalda al chico, pero el cabeza de pudin le empujo con tal fuerza, que el peli verde cayó inevitablemente al piso, tirando en el proceso una silla, lo cual provocó tal ruido, que termino por llamar la atención de los demás presentes, quienes acudieron al instante y al ver tal escena, actuaron de inmediato.

-¿Qué está pasando? –Cuestionó inmediatamente Ukai, al ver como aquel estudiante de preparatoria se encontraba prácticamente peleando con su inquilino. El mayor ayudó a poner en pie a Yamaguchi y prontamente procedió después a intentar contener al adolecente, quien bastante molesto, trataba de separar a base de tirar y empujar tanto a Tsukishima como a Hinata. A los minutos asomó su cabeza Takeda, el profesor de ambos estudiantes, quien bastante sorprendido y apenado por aquel tan reprobable comportamiento, no hacía más que disculparse una y otra vez. –

Kenma entonces chasqueó la lengua y luego de empujar una vez más a Tsukishima, salió de la cocina no sin antes dar también un empujón tanto a su maestro, como a Ukai, por haberlo interrumpido con su trabajo. Apretó sus puños y dio un puntapié al aire. Miró entonces al frente y frunció el entrecejo al ver aquel demonio que tanto detestaba. Kageyama pestañeó sorprendido al igual que Yachi, y antes de que ninguno dijera nada, el "adolecente" salió de inmediato azotando la puerta. El ángel y el demonio se miraron mutuamente, para después ir también hacia la cocina.

-Lo siento tanto, Kozume kun generalmente no es así. –Se disculpó nuevamente el pelinegro profesor. –no entiendo por qué actuó de esa manera. –Miró entonces a Hinata, quien se encontraba temblando entre los brazos de aquel joven adulto y enarcó una ceja. – Kozume kun es un chico tranquilo... no entiendo que fue lo que paso... –Ukai rodó los ojos y negó con su cabeza, pues también se encontraba mirando tanto a su inquilino, como a aquel chico de cabellos naranjas. Aquella cercanía le hizo saber al instante por qué aquel chico cabeza de pudin se había comportado de tal manera, aunque por supuesto, eso no era ninguna excusa para usar la violencia. –

-No importa cual haya sido el motivo, –Habló muy seriamente – eso no le da ninguna excusa para agredir a las personas. Supongo sensei, que tendrá que hablar de eso con su alumno más tarde. – Takeda volvió a hacer una venía a modo de disculpa y luego miró de vuelta a Hinata. – aunque ahora mismo, si alguien tiene que disculparse aquí, soy yo. – Tsukishima y Hinata voltearon a ver al rubio, al igual que el profesor, que parecía muy sorprendido. – Lamento todo este incidente. No debí haberme metido en sus asuntos, tal vez pudimos habernos evitado toda esta situación, de no haber sido así. Pero... de verdad no sabía que Tsukishima y este chico... – Dijo mirándolo de soslayo. Tsukishima entonces soltó lentamente al pequeño, quien se puso completamente rojo minutos después. –

-No tiene por qué disculparse –Intervino aquel amable profesor – Ukai kun solo estaba preocupado, ¿No es así? Pero no lo entiendo... –Dijo después, rascándose un tanto nervioso la mejilla. – ¿De verdad estabas en la misma habitación que yo? –Preguntó el pelinegro sin despegar sus ojos de Tsukishima. Este al no entender nada, miro a su casero, quien soltó un largo y pesado suspiro. –

-¿De qué está hablando?

-Bueno, no sé cómo explicarlo... – Comenzó Ukai, imitando el mismo gesto de aquel simpático profesor. – cuando aquella enfermera dijo que desapareciste, fui corriendo a la habitación y entonces al entrar me encontré con el sensei. –Sin entender, Tsukishima parpadeó. Kageyama entonces quiso retroceder y escapar de ahí, pero Yachi lo sujetó del brazo impidiendo su huida. – no sé cómo explicarlo... ¿Qué número de habitación tenías? –Kei entonces hizo memoria, recordando inmediatamente el número. –

-Once –Takeda entonces se cubrió la boca y Ukai de pronto se puso pálido. – La habitación que me dieron era la once. Lo recuerdo bien, porque al salir de ahí me quede mirando el número, ya que casualmente era el mismo que tenía cuando jugaba voleibol en la preparatoria y el que he considerado como de buena suerte gran parte de mi vida. ¿Pero por qué lo pregunta? –Ukai y Takeda entonces se miraron mutuamente unos segundos y después volvieron a mirar preocupados al chico frente a ellos. –

-Tsukishima kun, la habitación que me dieron cuando llegue al hospital era la once...

-Lo que el sensei quiere decir –Aclaró de inmediato Ukai – es que él ha estado ocupando el mismo lugar desde hace una semana.

-¿Q-Que?... E-Eso no es posible.

*************************

De todas las cosas menos probables, aquella era la más extraña. Pensaba para si Kuroo Tetsurou al llegar a su casa, pues su corazón aun palpitaba con fuerza de solo recordar aquella sensación que tuvo al tocar a aquella chica. Pues sus manos picaban por poder tocarla una vez más. Arrojó entonces sus cosas sin el más mínimo cuidado y dramáticamente se dejó caer sobre su sofá favorito. Simplemente era imposible, se dijo una vez más tocando su pecho. Amaba a Akaashi, lo había hecho desde que lo conoció. Era imposible no hacerlo... En aquel tiempo su cabello era tan largo que le llegaba hasta los hombros, era tan hermoso y no por eso dejaba de parecer masculino; sus ojos tan fríos y penetrantes llamaban poderosamente su atención y su cuerpo bien formado era simplemente tan atrayente, como su dulce aroma. Lo amaba, siempre lo amó y siempre lo amará, aunque Akaashi era un imposible. Pero entonces... ¿Cómo era posible aquel sentimiento?

Suspiró pesadamente poniéndose entonces en pie. Por años había tratado de quitarse de la mente al novio de su mejor amigo, pero nunca había conseguido hacerlo. Por más que había tratado de amar a otros, por más que se había forzado a sí mismo a aceptar a otros, por más cuerpos que poseyó para tratar con ello de olvidar a Akaashi, simplemente no pudo hacerlo, pues en el fondo de su pecho sentía que lo estaba traicionando a él y también a sí mismo. Cuando no olvidarlo era en si una traición hacia su amigo, su hermano... pero ahora, con tan solo estrechar la pequeña mano de aquella chica, no podía borrarla de su mente en ese momento. Ni siquiera se había parado en ningún momento de su camino de vuelta a casa, en pensar en Akaashi, hasta ese momento.

¿Por qué?...

¿Qué le estaba pasando?

Jamás antes había sentido algo de esa intensidad, salvo cuando miró por primera vez a Akaashi, pero esta vez había algo que era diferente y hacia su encuentro con Yachi único. Su mirada no era fría... sino más bien cálida y a diferencia del novio de su mejor amigo, Yachi Hitoka solo lo miraba a él y a nadie más. Suspiró sin poder contener la sonrisa que se había formado en sus labios. Tal vez, como le había dicho antes Tsukishima, las cosas verdaderas, aquellas que realmente valen la pena tener, vivir o sentir, no se fuerzan, simplemente llegan, cuando tienen que llegar.

*************************

Tsukishima se sujetó la cabeza, pues comenzaba a punzarle horriblemente. Todo comenzaba a dar vueltas, se sentía bastante mareado y no ayudaba para nada que tanto Yamaguchi como Yachi estuvieran a su lado preguntando insistentemente si se encontraba bien, cuando evidentemente no era así. Takeda le dio unos cuantos golpecitos en la espalda y Ukai busco en su cocina una bolsa de papel que en ese momento podía serle útil. Pero no encontró ninguna, por lo que mejor decidió abrir la ventana, notando entonces lo tarde que era y que además estaba lloviendo muy fuerte, aunque no se había dado cuenta de ello hasta ese momento. Takeda también miro aquello extrañado, por lo que luego de consultar su reloj de pulsera, puso una cara de espanto al darse cuenta de que dentro de poco, iban a dar las doce de la noche. ¿Cómo es que el tiempo había pasado tan deprisa?, se preguntó angustiado mirando al chico rubio y luego a Hinata.

-¿Qué ocurre sensei?

-Disculpa, pero... ¿P-Podrías verificar si la hora es correcta? –Cuestionó mostrándole su reloj. El casero pestañeó incrédulo, haciendo exactamente lo que el otro le pedía, notando que efectivamente estaba por dar la media noche. Su reacción fue prácticamente la misma al notar lo tarde que era, cuando hace tan solo unos minutos - o eso se había imaginado - estaba anocheciendo. Kageyama dibujo un reloj con su dedo, sobre la pared, sin atreverse a entrar a la pequeña cocina. El tiempo en aquel lugar caminaba demasiado deprisa, lo cual obviamente no era algo normal. Lo cual significaba solo una cosa – C-Creo que debo irme o perderé el último tren –Ukai entonces negó lentamente con su cabeza y lo detuvo a tiempo, antes de que el pelinegro se fuera. –

-De hecho, creo que ya lo hizo –Habló mostrándole que faltaban tan solo unos minutos para que dieran las doce, sin embargo a Takeda parecía no parecía importarle eso, pues lo único que quería en ese momento era irse cuanto antes de ahí. Alejarse de aquellas personas y de aquella situación tan extraña, que simplemente no podía comprender. ¿Qué demonios estaba pasando? Se preguntó nuevamente bastante asustado. –

-N-No importa, puedo tomar un taxi. –Objetó tratando de quitárselo de encima –

-¿A estas horas?... Eso seguramente va a costarle una fortuna. – Ukai lo sujetó gentilmente tratando de ser razonable – ¿Qué le parece si mejor se queda esta noche y mañana se va temprano a su casa? –El pelinegro trago un poco de saliva y miro a su alrededor. – Por supuesto que no aquí –Dijo de inmediato – hay un departamento que se encuentra vacío y que puede ocupar por esta noche. En mi departamento tengo un futon y algunas frazadas. No son muy gruesas, pero no hace mucho frío. –Takeda asintió, impaciente por irse. –

-Me parece bien y siento mucho las molestias. –Antes de salir, Takeda miró a Hinata, quien al instante comprendió que tenía que ir con él, pues el amable sensei ni iba a permitir que se quedara ahí. No solo porque aquel lugar le producía la misma cantidad de pavor como de desconcierto, sino porque por mucho que su estudiante y Tsukishima tuvieran aparentemente una relación, no iba a permitir que pasaran la noche juntos. – vamos, Hinata kun.

-Creo que la chica debería quedarse también con ustedes dos –Hablo nuevamente Ukai, mirando a Yachi, quien pegó un brinco al escuchar ser nombrada. – ¿Espero que no tengas ningún inconveniente con eso? –Tsukishima negó de inmediato, moviendo ligeramente su mano. –

-No, para nada. De hecho, preferiría que Yamaguchi también fuera con ustedes. Él es también un doncel y no me parece bien que pasará la noche con nosotros. No es como si fuéramos a hacerle algo –Aclaró inmediatamente –pero de todas formas, sería lo más sensato. No me gustaría que los vecinos hablaran después de él. –Ukai suspiró, pero asintió de acuerdo. – Bien. Pero solo será por esta noche. Por mucho que sean hermanos, la chica no puede quedarse en la misma habitación que él –Indicó apuntando a Kageyama. – eso no estaría bien visto por nadie. Aunque sean familia.

-Lo sé, me encargare de ello mañana. –Hinata entonces se acercó a Tsukishima para darle un "beso de buenas noches" en la mejilla, aprovechando para susurrar algunas palabras a su oído. "Regresaré en un momento" dijo, mirándolo intensamente, pues tanto él, como ese demonio pelinegro tenían muchas cosas de que hablar. – Buenas noches también a ti, Hinata.

*************************

Nishinoya Yuu no podía creer lo que estaba pasando. Agitado y bastante sorprendido, no podía hacer otra cosa más que sujetarse con fuerza de la mano de aquel desconocido, que había encontrado cerca del edificio donde vivía, mientras que ambos corrían por las calles aquella noche lluviosa de agosto. El castaño se detuvo de pronto, cuando su costado izquierdo comenzó a sangrar nuevamente. Tomó una gran bocanada de aire y luego apretó con fuerza sus labios, sujetando más fuerte la mano del pequeño, haciéndole algo de daño no intencional. Yuu miró al hombre y acarició lentamente su hombro. Asahi entonces lo miro unos segundos, completamente perdido. ¿Por qué lo había llevado consigo? Se preguntó, sintiendo como el sudor comenzaba lentamente a empapar su rostro. Luego de despertarse en medio de la operación, el ángel se había asustado de ver a tantos hombres rodeándolo, sosteniendo filosas armas con las que seguramente querían diseccionarlo, para luego exhibirlo en un zoológico. O eso había escuchado decir a Daichi que hacían los hombres, cuando estos se encontraban con algo que sus mentes pequeñas no podían comprender. Asahi soltó entonces con prisa la mano pequeña de Nishinoya, mientras que este le miraba preocupado. Podía ver el miedo en sus ojos, entonces trató de acercarse y este lo alejó deprisa, ocasionándole nuevamente daño, cuando sin querer golpeo su mejilla.

-L-Lo siento... –Yuu se llevó una mano al rostro sintiendo un fuerte ardor. Aquel golpe no había sido intencional, pero había sido muy fuerte y por supuesto que le había dolido mucho. El ángel acercó entonces su mano, mientras el chico retrocedía un paso. Asahi suspiró. – No te hare daño, lo prometo. Solo quiero reparar el error de hace un momento. – Nishinoya tomo algo de aire y asintió lentamente, no estando muy seguro. El ángel acercó nuevamente su mano con mucho cuidado y acarició su mejilla haciendo que de pronto de manera casi mágica el dolor desapareciera. – ¿Te sientes mejor? – Cuestionó tímido. La verdad, más bien se sentía preocupado, pues no estaba permitido usar su poder en la tierra. Seguramente alguien, quizás su señor lo castigaría. –

-¿Q-Que ha sido eso? –Cuestionó el pelinegro sujetando su mejilla. – el dolor ya no está... ¿C-Como has hecho eso? –Asahi trago un poco de saliva. ¿Qué debía hacer ahora?... Apretando sus puños y mordiendo sus labios, el ángel se decidió a arriesgarse a contarle todo. Si le creía podía tal vez ayudarle, si no lo hacía, entonces, simplemente se iría. El verdadero problema era el castigo que seguramente le darían por haber quebrantado las normas. Pero bueno, ¿Qué más podía hacer? –

-Escucha, yo... yo soy un ángel.

*************************

Takeda Ittetsu se frotó sus brazos al sentir demasiado frío. La sensación que había en ese espacio era de absoluta desesperación y tristeza, tanto así que su corazón dolía. Ukai también había puesto una mirada triste en cuanto había entrado, aunque trato de aparentar que no era así. Yachi miró la bitácora que siempre cargaba y luego suspiró con pesadez, mientras que Yamaguchi miraba hacia todos lados como esperando que algún fantasma le saltara de pronto encima. Aquel ático era hermoso, tenía un enorme ventanal que dejaba entrar la luz de la luna. Las paredes blancas daban mayor luminosidad y aquellas plantas que se encontraban en el piso, daban la apariencia de que aquel lugar era acogedor, cuando en realidad no era así. Hinata quien hasta entonces no había dicho o hecho nada que demostrara su incomodidad, miro entonces el piso, el cual se encontraba reluciente, lo que significaba que lo mantenían limpio a pesar de que al parecer nadie ocupaba ese espacio. Eso era demasiado interesante, pensó. El pelinegro de pronto se arrepintió de no haber insistido un poco más en irse, pues creía que ahí no conseguiría dormir para nada y estaba en lo correcto. Ukai entonces aclaró su garganta y señaló hacia la puerta.

-Como dije antes, en mi departamento tengo un futon y podría prestarles una colchoneta inflable que estoy seguro tengo guardada en algún lugar. Y por lo visto, también necesitaran un edredón aparte de las frazadas... Aunque esta puesto aire acondicionado. – Respiro frío y frotó sus manos. – Por alguna razón este sitio siempre esta frío, aunque la da más el sol. –Takeda pensó en irse, pero al ver aquella mirada que en realidad le suplicaba quedarse, no le quedó más que aceptar y sonreír un poco tímidamente. –

-Entonces, le acompaño Ukai kun. –El rubio agradeció aquella amabilidad y sin decir nada más, ambos adultos se dirigieron al piso de abajo. –

-Este lugar esta embrujado, ¿No es así? –Cuestionó Hinata, nada más ver salir a los dos adultos. Yachi asintió en silencio, mientras que Yamaguchi miro al de cabellos naranjas bastante sorprendido – Hace un momento cuando estábamos con Tsukishima, me dio la impresión de que algo raro pasaba en este lugar, pero cuando vi que llovía y observé el reloj de la cocina, me di cuenta que este lugar está habitado por fantasmas.

-No son exactamente fantasmas... – Aclaró Yachi, poniéndose repentinamente seria. – sino más bien energías. Demasiadas energías negativas que por mucho tiempo han permanecido en este lugar apacibles, pero ahora que tanto tú, como Kageyama kun han venido a este lugar, todas esas energías que permanecían dormidas, han despertado por fin de su largo sueño. Lo cual es demasiado peligroso tanto para ti, como como para las demás personas que viven en este lugar –El pequeño entonces se apuntó así mismo bastante sorprendido –

-¿Pero yo qué tengo que ver con esto? –Yachi le miró muy seriamente antes de acariciar su mejilla. –

-Todo... para empezar, al igual que Tsukishima kun, no son humanos comunes y por lo que veo, ambos comparten un pasado en común. Tal vez por eso Kozume san estaba contigo.

*************************

Tsukishima respiró profundamente antes de sentarse frente a Kageyama, dejo salir muy lentamente el aire que tenía contenido en sus pulmones y luego miro al frente, esperando una muy buena explicación para todo aquello, sin embargo aquel demonio no tenía ninguna que dar. No sabía que decir; ahora que había escuchado algunas cosas, no estaba del todo seguro de lo que ahí estaba pasando, pero sin duda, todo aquello aparentemente había sido planeado por su malévolo rey. Pero las cosas al parecer se le habían salido de las manos y ahora estaba solo en esto.

-Bien, Quiero escucharlo antes que Hinata, para comprenderlo correctamente... ¿Por qué yo? –Kageyama parpadeó un par de veces sin entender aquella pregunta –

-Se más específico – Pidió un tanto indiferente, perdido en sus propios asuntos. El rubio bufó molesto, sintiendo un repentino tic en el ojo – no puedo comprender si solamente dices palabras al azar. Por qué tú, ¿Qué?

-¿Por qué tu hermana...? ¿Por qué ella nos eligió a los dos? Hay miles de personas en este mundo, unos cientos de personas en esta ciudad, ¿Por qué a nosotros dos? –Kageyama soltó entonces un suspiro y tomó su mano, le dio vuelta y miró su palma derecha y tal y como había imaginado, ahí se encontraba aquella marca. La marca de la luna. –

-Como lo supuse... – Dijo un tanto cansado. – es por esto. Pude sentirlo antes, cuando te vi... esta en tu propio nombre, al igual que con ella. Hina y tú tienen algo inconcluso. –Sonrió de medio lado, sarcástico, cansado y triste. – ella ha sido por mucho tiempo un gato, al punto en que ahora puede considerarse un bakeneko, pero solo hasta ahora ha buscado venganza y la razón de ello, eres tú. Aunque no sé bien el por qué... En cuanto a lo otro, la razón por la cual mi hermana ha ocupado el cuerpo de Hinata, es porque él es una reencarnación incompleta de ella.

-¿Qué?... ¿Entonces porque Hinata?... ¿Sabe que podría matarlo?

-Por supuesto que sí, ella lo sabe.

-¿Entonces...?

-Me gustaría poder explicártelo, pero ni yo mismo lo entiendo. –Dijo con honestidad. – no lo sé... no sé qué está pasando, ni tampoco porque. –Hizo una pausa y miró entonces sus manos. – Hace unas semanas Oikawa, quien es nuestro rey, mando a este mundo a Hina completamente sola, mientras que yo estaba lejos, cuando nunca antes lo había hecho; luego simplemente me mando a mí para traerla de vuelta y ahora... La enfermera que mencionó antes aquel sujeto, la he visto antes. Ella... su nombre es Shimizu y ella es la mano derecha de Oikawa. Lo que significa que...

-Tu rey tiene algo que ver.

-Y no solo él. – Confesó mirándolo de vuelta a los ojos. – Ese chico, aquel que fingía ser amigo de Hinata en realidad... él es un ángel de la muerte.

*************************

Ukai apiló unos cuantos edredones y un par de frazadas limpias, que después tendió a Takeda. Sonrió de me medio lado mientras pasaba su manos por la tela y después frunció el entrecejo. Eso había pertenecido a ella, pero por más que trató, jamás pudo devolverlo a su familia. No después de lo que había ocurrido. Takeda lo miró por un momento debatiéndose entre preguntar o no hacerlo, sin embargo al final no pudo preguntar qué le pasaba, pues, ¿Cómo hacerlo?, cuando ni siquiera se conocían... Si no fuera por aquella extraña casualidad, ni siquiera estaría ahí en ese momento o si quiera hubiera hablado con él, lo cual lo hacía pensar nuevamente en aquella extraña situación por la cual lo había conocido, que solamente le hacía sentir algo de miedo.

-Descuide sensei, todo esto está totalmente limpio, al igual que también lo está el ático. Aunque normalmente está desocupado, siempre procuro mantenerlo en buen estado.

-Pude darme cuenta, por cierto... aquellas plantas... ¿Usted las puso ahí? Lo pregunto porque me parece extraño, si nadie vive en ese ático, ¿Por qué están en ese lugar? –El rubio desvió por un momento su mirada hacia una foto, que se encontraba sobre una repisa a su lado. En ella aparecía una hermosa mujer de cabellera rubia, quien sonreía alegremente a la cámara, mostrando la señal de victoria. Se veía muy joven y también muy feliz, al igual que también parecía estarlo Ukai. Ittetsu entonces se arrepintió de haber preguntado sobre algo, que claramente no le incumbía, sin embargo el rubio respondió a su pregunta segundos después. –

-Son... no, eran de mi prometida. A ella le gustaban mucho. Saeko solía decir a menudo que un hogar no podía considerarse realmente como uno, sin una planta, un perro y algunos niños. –Sonrió entonces amargamente y cambió entonces de tema, pues se notaba que realmente le disgustaba y entristecía hablar sobre ella. Takeda comprendió aquello, por lo que no volvió a hacer ninguna pregunta. –

Ukai entonces buscó aquella colchoneta inflable de la que le había hablado y luego lo acompaño de nuevo al ático. Les ayudo a instalarse y luego se retiró, no sin antes desearles buenas noches. Ittetsu se quedó mirando por un largo momento una maceta que tenía margaritas, las cuales significaban entre otras cosas, un nuevo comienzo, deseando desesperadamente tener uno nuevo también, para después apagar la luz. Quedándose completamente dormido minutos después. Hinata entonces salto fuera de su futon y si hacer mucho ruido, salió de la habitación. Yamaguchi mordió su labio, pues él también quería acompañarlo, pero entendía que no podía hacerlo, por lo anteriormente dicho por su amigo, aunque a él esas cosas no le importaban, pero no quería causarle problemas, por lo que se quedó ahí con Yachi, quien parecía estar demasiado pensativa.

-¿Qué es lo que ocurre? – Susurró muy despacio, para no despertar al profesor. Esta, en la oscuridad miro aquel espacio en silencio, antes de responder. –

-Estoy preocupada y al mismo tiempo muy curiosa. –La rubia miró sus manos y luego los llevó hacia su pecho, apretujándolas con fuerza. – estoy desconcertada, no entiendo porque... se supone que he venido a atrapar a Kageyama kun y a ese bakeneko y sin embargo esta sensación en mi pecho, es totalmente contradictoria. – Yamaguchi caminó hacia ella y se sentó enfrente. – Sugawara san al igual que los otros dos sempais, me dijeron antes de venir, que Kageyama kun era un demonio realmente muy malo, y bueno, tal vez sea excelente mintiendo, pero no me ha dado esa sensación en ningún momento realmente, aunque luce algo aterrador. –El peliverde acomodó un mechón de cabello rubio detrás de su oreja y luego le sonrió tímidamente –

-Si, a mí también me ha dado esa impresión, aunque para mi luce muy guapo. Pero, yo tampoco creo que sea alguien tan malo, aunque es un demonio. Tal vez sea un demonio bueno. –Yachi negó con su cabeza, pues según sabia, no existía ningún demonio que realmente fuera bueno, de lo contrario, entonces sería un ángel. – Tal vez te han enseñado muchas cosas en el cielo, eres un ángel y tu concepto del bien y el mal, está delimitado entre el blanco y negro, pero las cosas no son así de simples en este mundo. Porque, ¿Sabes?, Algunas veces incluso las personas buenas hacen cosas malas y las personas malas puedes ser de hecho, aunque muy en el fondo demasiado buenas. Jamás conocemos del todo las causas, pero siempre existe una razón para todo. Tal vez, su amor por su hermana lo hizo hacer algo malo, como para volverlo un demonio.

*************************

Hinata tocó un par de veces la puerta, para que Tsukishima le abriera y cuando lo hizo, le abrazó muy fuerte, desconcertando por un momento al pequeño peli naranja, quien sintió de inmediato como sus mejillas se teñían de rosa, mientras su joven corazón se agitaba.

-Tsukishima san

-Hinata, no importa que... encontraremos ese libro. Cueste lo que cueste. 

 
Notas finales:

No se olviden de dejarme sus comentarios. Nos vemos en el siguiente capítulo. Bye, bye!!!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).