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El pequeño gato y yo por Gilbo

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Notas del capitulo:

N/T: Hola, siento mucho la tardanza pero tanto la otra semana como esta, he estado un tanto atareda intentando desacerme de una molesta plaga, limpiando y acomodando todo, pero oficialmente ya todo esta bien. Y bueno, aquí les traigo la segunda parte de este capítulo, que me ha quedado bastante sad... en serio.

La verdad esto también es parte de la obra original, pero como que esta vez lo he adelantado mucho, aunque tengo mis razones. En primera, lo quiero hacer esto tan largo, la primera vez que la escribí tenía como treinta y tantos capítulos, pero honestamente no tengo tanto tiempo para escribir la misma cantidad, ya que estoy escribiendo otro fics y estoy en proceso de editar un tercero y lo que menos quiero es disminuir la calidad de uno u otro. Así que si, será más corta esta historia, pero no por eso no será buena. De hecho, creo que adelantar algunas partes hará que ustedes entiendan un poco mejor las cosas. Aunque también despertará su curiosidad -eso espero - de cualquier forma, si tienen alguna duda, háganmelo saber cuanto antes.

 

 

"Todas las historias de amor, son agujeros negros de distinto tamaño. Cada una con sus particularidades, victorias y fracasos. Sin embargo, los romances constituyen el polvo del que están conformados los hombres y las mujeres que se aproximan o distancian, con la velocidad tan sólo, de un amor no correspondido. -CLTRA CLCTVA -


 


Hinata tocó un par de veces la puerta, para que Tsukishima le abriera y cuando lo hizo, le abrazó muy fuerte, desconcertando por un momento al pequeño peli naranja, quien sintió de inmediato como sus mejillas se teñían de rosa, mientras su joven corazón se agitaba.


 


-Tsukishima san


 


-Hinata, no importa que... encontraremos ese libro. Cueste lo que cueste. -El pequeño lo abrazó también, asintiendo lentamente con la cabeza. Ambos se miraron entonces a los ojos y de nuevo cada uno pudo ver en el otro, esa enorme soledad que amenazaba todos los días con consumirlos lentamente. Tsukishima lo soltó entonces solo para tomarlo de la mano, instándole a entrar a su departamento. Hinata miró hacia todas partes, buscando a aquel ser que decía ser un demonio, pues tenía muchas preguntas y quería que el pelinegro le respondiera al menos alguna de ellas. El de lentes señaló una habitación que se encontraba al fondo, pero antes de ir hacia ese lugar, él negó lentamente con la cabeza. - Hinata, no creo que responda ninguna pregunta.


 


-Pero tiene que hacerlo. -Casi pidió suplicante, tomándolo de las manos. El pequeño mordió su labio y miró a su alrededor. Tsukishima contuvo apenas un suspiro, acarició sus cabellos y le miró de vuelta pasando distraídamente la yema de sus dedos por aquellos tibios labios. -


 


-¿Estás asustado? -Hinata asintió lento, apretando entonces sus manos. Le sorprendía y extrañaba a partes iguales, tal vez era que el rubio era demasiado maduro, era un adulto después de todo, pero aquella actitud le causaba mucha curiosidad. No era para nada normal la situación en la que estaban y sin embargo Tsukishima parecía bastante tranquilo, aunque lo cierto es que no era así. -


 


-Más que asustado, estoy ahora mismo bastante sorprendido. Tsukishima san, ¿No estás tú asustado? -El rubio soltó un largo suspiro, se quitó las gafas y lo miró un largo rato antes de responder. -


 


-No estoy realmente asustado, pero sí bastante sorprendido y algo incrédulo. Me pregunto, ¿Por qué de entre todas las personas tenía que pasarnos precisamente esto a nosotros dos? - Hizo entonces una larga pausa y se talló los ojos con algo de cansancio. - Honestamente preferiría pensar que todo esto es un sueño. Que cuando caí del balcón tal vez morí y que todo esto es una ilusión... quizás, tal vez estoy en coma. - Pellizcó entonces suavemente la mejilla del peli naranja y luego sonrió de medio lado. - pero al verte junto a mí, sé que esto es real.


 


-¿Cómo puedes estar tan seguro? - Cuestionó intrigado el otro. Tsukishima entonces volvió a abrazarle, pegando su cuerpo más al suyo y entonces con una sonrisa respondió. -


 


-Porque esta sensación... he tratado de imaginarla muchas veces antes y nunca se ha sentido tan real como ahora... Hinata, no quiero volver a estar solo, así que por favor, solo resiste y quédate conmigo.


 


************************


 


Asahi miró aquel edificio de ladrillos rojos que se encontraba frente a él, sintiendo la enorme cantidad de energía negativa que emanaba de ese lugar. Vacilando por un momento, el castaño retrocedió un par de pasos. Yuu volteó a verlo sin entender que era lo que pasaba, el ángel prefirió guardar silencio y seguir a aquel muchacho hacia adentro, tragando un poco de saliva. Su corazón se agitó dentro de su pecho, era esa misma sensación que tenía cuando estaba en una misión casi suicida y era extraño, por aquel edificio por dentro era bastante común. Había tenido oportunidad antes de hacer una que otra intervención en el mundo terrenal y claramente ese complejo de apartamentos no era distinto a otros, aunque su diseño claramente occidental, lo hacía destacar sobre los que habían en la zona, sobre todo por aquellos techos y ventanales, que le hacían ver como la casona de una bruja.


 


Yuu lo tomó de la mano y lo guío hacia las escaleras, ya que según le explicó, el elevador estaba descompuesto desde hace mucho tiempo. Cruzaron entonces el enorme vestíbulo que a esas horas se encontraba completamente desierto, cosa que extraño un poco al chico, ya que siempre se encontraba un guardia en su área o haciendo sus rondines, pero al parecer no se encontraba en ese momento por ningún lado. La lluvia continuaba cayendo y los relámpagos provocaban que las luces parpadearan. De pronto el pequeño sintió miedo, por lo que sujetó más fuerte la mano del castaño. Sus pasos hicieron crujir la madera cada que subía un peldaño, ambos tragaron en seco cuando un rayo que había caído muy cerca hizo temblar el cristal de las ventanas; la luz se fue segundos después, por lo que con temor, Nishinoya apresuró entonces el paso.


 


Yuu odiaba ese edificio, aunque era muy hermoso y el alquiler era realmente barato, no le gustaba vivir en ese lugar. Pero ya que se encontraba muy cerca de donde estudiaba, no le quedaba de otra. Inhaló y exhaló un par de veces y cuando al fin estuvo frente a la puerta de su departamento, se apresuró en abrir, aun cuando sus manos no dejaban de temblar. El ángel también estaba nervioso, odiaba aquella sensación que le daba aquel edificio, pero al entrar en aquel departamento, la atmósfera cambió radicalmente en segundos. El departamento estaba pintado de un azul grisáceo, que contrastaba mucho con los muebles que eran casi en su mayoría de color blanco, gris y color arena y a pesar de que aquellos tonos se consideran fríos, en realidad hacían sentir a ese lugar muy cálido. O al menos así lo sentía el ángel, al recordarle aquel espacio a su hogar.


 


-Adelante, puedes sentarte en el sofá si gustas, mientras iré a la cocina a buscar algunas velas... odio cuando este lugar está a oscuras. - Murmuró eso último, yendo rápidamente a donde había dicho para dar un poco de luz a aquel lugar. El castaño asintió, mordiendo sus labios. -


 


Aquel niño... aquel que había logrado hacer caer y arrastrar a su mundo a Akaashi, odiaba exactamente lo mismo, del mismo modo que también odiaba sentirse solo. Asahi cerró por un instante los ojos y sin quererlo realmente, recordó aquel día en que su hermano abandonó el cielo y cortó sus alas, destruyendo de esa manera y para siempre su lazo con sus hermanos. Yuu regresó rápidamente, colocó una vela dentro de un frasco de vidrio con agua y luego encendió el pábilo. Su sonrisa volvió a su boca y sus ojos se iluminaron. Parecía tan inofensivo e inocente, pero en el fondo, Asahi sabía que no lo era. Debía ser precavido y alejarse lo antes posible, de lo contrario, al igual que su hermano, terminaría siendo cautivado por aquella criatura que tenía la cara de un ángel, pero el alma de un demonio. Después de todo, Nishinoya Yuu estaba probando no ser muy diferente de Bokuto Koutaro.


 


************************


 


Hinata sorbió su nariz, sintiéndola un poco fría. Sus ojos comenzaron a picarle, estaba a punto de ponerse a llorar y odiaba eso. Odiaba que otro viera lo frágil que realmente era. Siempre aparentaba estar bien, sonreía y era de lo más positivo, aunque algunas veces como en ese momento, solamente quería tirarse a llorar hasta que sus ojos no derramaran ni una sola lágrima más. Odiaba también sentirse solo, por eso tal vez podía entender un poco mejor los motivos que había tenido aquel hombre. Pero sus palabras fueron las que terminaron conmoviendo, hasta el punto de sentirse así de cerca de ponerse a llorar. Porque después de haber crecido solo, tras la desafortunada muerte de sus padres en un accidente de tránsito, no hubo nunca alguien mas que volviera a preocuparse de esa manera por él. Tal vez sus motivos no fueran del todo desinteresados, pero no le importaba mucho realmente... Sentir que alguien lo quería y se preocupaba por él, era suficiente. Además de que tampoco quería estar solo. Hinata entonces pasó sus manos por aquella ancha espalda, acariciándola lentamente. Respiro aquel aroma que emanaba de su cuerpo... era un olor dulce y agradable, era el olor de la luna.


 


-Tsukishima san -El nombrado lo apretó más fuerte, ocultando de ese modo el sonrojo que cubrían sus mejillas. Se sentía bastante avergonzado de sí mismo en ese momento, como para querer verlo a los ojos y no sabía porque... no lo entendía. Era tan difícil el poder comprender porque estaba actuando de aquella manera, tan poco usual para alguien como él. ¿Qué le estaba pasando? Se preguntó, sin despegarse ni un milímetro del chico de cabellos naranjas. ¿Por qué desde que lo había visto, sentía que solo él podía llevarse todo el dolor que había en su pecho? -


                


 


Kageyama entonces asomó su cabeza y los observó por un rato en silencio. Aquel encuentro no había sido casualidad, sino que había sido planeado desde hace mucho por su malvado rey, y eso en definitiva, no era para nada bueno. Algo estaba tramando, algo muy grande, algo que definitivamente no terminaría muy bien, estaba seguro. Pero a todo esto, ¿Qué cosa era realmente Hinata? ¿Por qué incluso uno de ellos estaba a su lado fingiendo ser su amigo? Negó con su cabeza y se cruzó de brazos, sintiendo como el cansancio acumulado, lo hacía sentirse más y más pesado como cuando estaba vivo. ¿Qué le estaba pasando a él?... Sin poder resistir más, el demonio entró de nuevo a la recamara y sin ningún cuidado se dejó caer sobre el suave colchón, perdiéndose entonces en un mundo de sueños.


 


 


Las luces entonces parpadearon y después de que cayera muy cerca un relámpago, la luz se fue en todo el edificio. Tsukishima entonces soltó a Hinata y con algo de pena, le tomó de la mano llevándolo hacia su habitación. Su corazón latía muy rápidamente y no era porque pensara hacer algo con el chico, simplemente era que el estar cerca de él le producía mucha ansiedad. Abrió la puerta de su recamara y buscó en un gabinete que se encontraba cerca, una vela y algunos fósforos para iluminar la habitación. Se sentó en la cama y palpó el colchón, Hinata se sentó a su lado y luego de dudar un momento, ambos se recostaron uno frente al otro tomados de las manos. El rubio acarició sus cabellos suavemente, mientras sus labios murmuraban alguna canción que parecía ser de cuna, hasta que ambos cayeron completamente dormidos. Tsukishima entonces tuvo un sueño.


 


Nuevamente sabía que estaba lejos, apartado de todo. Se encontraba en un bosque rodeado de árboles de color naranja, que lentamente comenzaban a teñirse de sangre. El rubio contuvo el aliento, su corazón martilleaba con fuerza su pecho, al sentir terror de ver aquello. El sol estaba aún en el cielo, pero todo se sentía tan frío, de pronto escucho un grito muy fuerte y una dulce voz que lo llamaba. Con las piernas temblorosas, corrió lo más aprisa hacia donde le llamaban, encontrándose en el camino con una pequeña niña de cabellos rubios, que huía de sus perseguidores, los cuales eran tres tipos encapuchados. Tsukishima se detuvo y miró a la niña. Debajo de aquellos cabellos rubios se asomaban unos cuantos de color naranja. Sin saber bien porque, la tomó en brazos y corrió con ella lo más lejos, hasta que esos tres sujetos los encontraron. Luchó entonces para impedir que la apartaran de él y la llevarán muy lejos. Entonces pudo sentir como algo muy filoso se clavaba en su cuerpo, miró hacia abajo y vio como la sangre comenzaba a teñir de carmín su ropa. La niña soltó un grito y todo a su alrededor se tiñó de oscuridad. El sol se había ido, pero en su lugar se quedó la luna, tan roja como la sangre.


 


Despertó entonces agitado, bañado en sudor. Miró a su lado y al ver a Hinata dormido, respiro con alivio. Besó su frente y con temor lo apego a su cuerpo. Tal vez aquella era su conexión. Tal vez también había tenido una vida pasada, pensó mientras acobijaba el diminuto cuerpo del chico.


 


-Hinata... ¿Quiénes somos tú y yo en realidad?


 


************************


 


Cuando Akaashi abrió los ojos en la madrugada, Bokuto ya se encontraba a su lado, abrazándolo fuertemente, como si temiera que alguien pudiera llegar y apartarlo de su lado. El pelinegro dibujó una débil sonrisa, mientras palpaba su cuerpo. Apretó las sabanas y frunció el entrecejo. Había sido demasiado descuidado y por poco aquel ángel lo hiere en el vientre. Abrazó entonces su estómago y se concentró para escucharlo latir. Seguía ahí, en ese lugar... aquello le dio alivio.


 


-Akaashi, ¿Estas despierto? -Cuestionó Bokuto, acomodando distraídamente un mechón oscuro de su cabello, detrás de su oreja. El pelinegro asintió moviendo su cabeza. Ambos se quedaron en silencio por algunos minutos, en los que Akaashi se preguntó porque Bokuto lo amaba tanto. No era alguien tan especial, no destacaba realmente tanto. Incluso sus hermanos siempre se lo decían, sin embargo para él, para Bokuto Koutaro era único y especial, irreemplazable. Las lágrimas comenzaron a caer por sus mejillas y no supo si era por su estado, o porque le había dado tanto gusto volver a ver a Asahi, aunque al final le había hecho daño. Koutaro besó su mejilla y acarició su vientre. -No llores -Dijo muy despacio con dulzura - sabes que lo sentirá el bebé y se pondrá muy triste y al igual que yo también. ¿Qué ha pasado exactamente? - Cuestionó, esperando pacientemente una respuesta. -


 


Keiji entonces mordió su labio. Lo sabía, sabía que llegaría ese momento. Era inevitable, después de todo amaba tanto a Bokuto, que en algún momento ambos sucumbirían a la pasión, al deseo carnal y entonces lo inevitable sucedería. Entonces ellos llegarían para arrebatarle de las manos a su hijo, por eso había tenido tanto miedo cuando se encontró con Asahi. Por eso a pesar de amarlo, a pesar de ser su hermano, luchó con todas sus fuerzas, pues su amor por él, por esa pequeña criatura que crecía en su vientre, era mucho más fuerte que los antiguos lazos que tuviera en el cielo. Akaashi limpió sus lágrimas y luego negó con la cabeza.


 


-¿Recuerdas cómo fue que nos conocimos? -Cuestionó de vuelta, sin antes haber respondido. -


 


-Por supuesto, aunque algunas veces trato de olvidar el porqué.


 


Ambos cerraron entonces los ojos. Akaashi aun podía recordar la sensación de las gotas de lluvia empapando su cuerpo y a la luna clara iluminando la noche. No había sido esa la primera vez que tenía una intervención en la tierra, pero aquella terminó siendo la última. Ocurrió en otoño, los árboles habían perdido aquel color tan característico y lleno de vida; la mayoría ya estaban secos y sin hojas, mientras que otros tantos habían cambiado su hermoso color, por uno naranja o rojizo. El pelinegro respiro muy profundo, luego sin más dejó escapar muy lentamente el aire contenido. Miró el registro y procedió a entrar en la casa. Todo estaba desordenado y roto; pedazos de cristal se encontraban regados por todas partes y un inconfundible olor a muerte se sentía por todo el lugar. Sin ninguna clase de emoción caminó por un largo pasillo y cuando se encontró con el primer cadáver, miró su libreta solo para asegurarse que el registro fuera el correcto. Aquel era el cadáver de un hombre, el cual había sido asesinado mientras intentaba detener a su atacante. Nombre, Bokuto Hayato. El ángel siguió caminando, siguiendo el rastro de sangre que se encontraba en el piso.


 


Cruzó por la cocina y ahí fue donde se encontró con el segundo cuerpo, el cual pertenecía a una mujer, pero también encontró la primera inconsistencia. Se suponía que debía haber otro cadáver y no lo encontraba por ningún lado. Miró de nuevo el registro y confirmó sus sospechas, Bokuto Kaede se encontraba ahí, pero no así su único hijo. Miró hacia todas partes y la pequeña huella de una mano en el cristal de una puerta, llamó enseguida su atención. Su cuerpo se puso rígido, frunció el ceño y apresurado siguió su camino. Ahí, mirando hacia el asesino que colgaba de un árbol, se encontraba aquel un chico. No hizo falta ver el registro, el hombre que colgaba era Bokuto Kanade y el niño era Bokuto Koutaro. Estaba herido, pero no de muerte. Su cabello oscuro lentamente se estaba tiñendo de blanco, miró más de cerca y entonces encontró aquello que estaba buscando incrustado en su cuerpo.


 


Sin más reparo metió su mano en aquel joven pecho y extrajo un cristal de luna, que el asesino había robado. Tomó su espada y se dispuso a terminar con el sufrimiento de aquel niño, pero entonces este le miro a los ojos y no pudo hacerlo.


 


¿Qué estaba haciendo? O mejor dicho, ¿Que estaba a punto de hacer?


 


Miró sus manos manchadas de sangre, sintiendo horror de sí mismo. Jamás había cuestionado nada, siempre había obedecido sin preguntar, ese no era su trabajo después de todo, pero en ese momento entendió un poco más a Tendou y el por qué había renunciado al cielo y a sus alas blancas hace muchos años. Retrocedió entonces y cuando escucho voces provenir del interior de la casa, salió corriendo. La policía encontró al niño, llevándolo de inmediato al hospital mientras él regresaba al cielo, para dar su reporte. Entregó el cristal robado y creyó ilusamente que todo terminaría ahí, pero de nuevo se equivocó. Su señor le dio una orden, debía "llevar al cielo" a ese niño. Akaashi mordió su labio, pues entendía perfectamente lo que aquello significaba, pero no podía hacerlo. Aunque había hecho lo mismo muchas veces antes, esta vez no podía.


 


 


-¿Eres un ángel? - Cuestionó el pequeño niño, aferrándose a sus ropas con desesperación - ¡Si lo eres, entonces por favor, llévame con mis padres! No quiero estar solo en este mundo tan horrible, ¡Por favor, llévame con ellos! -Qué fácil habría sido engañarlo, que fácil pudo haber sido decirle que haría eso, pero no podía. Al morir, su alma sería destruida y jamás podría reunirse de nuevo con aquellas dos personas que alguna vez había llamado familia. Lo abrazó entonces muy fuerte. -


 


-¿No quieres estar solo? - Preguntó con la voz entrecortada, sintiendo por primera vez como tibias lágrimas caían por sus mejillas. El niño limpió su cara con ambas manos, acercó sus tiernos y dulces labios a los suyos y luego lo besó lentamente. Aquel beso inocente encendió su alma y a su corazón frío y apagado. Su mundo entonces se llenó de color. -


 


-No llores, me entristecerá mucho si te veo llorar. - El ángel le abrazó de nuevo. -


 


-Me quedaré a tu lado, así no te sentirás nunca más solo. ¡Pero por favor, no me pidas de nuevo algo como eso!


 


 


Bokuto besó su mejilla y acarició su vientre, haciendo estremecer al pelinegro.


 


-Akaashi, sabes que yo te protegeré ¿Verdad? Jamás dejaré que nadie te aparte de mí, como tampoco que alguien se lleve lejos a nuestro hijo, tal y como tú lo hiciste. Tal y como tú me protegiste, sin importar los sacrificios... No tienes por qué pelear solo, ¿Recuerdas? Ahora somos una familia. - El demonio abrió sus ojos, tan rojos como la sangre. - Pase lo que pase, permaneceremos juntos, lo prometo. -Él asintió, sin embargo no estaba dispuesto a aceptar ningún sacrificio, porque si Bokuto moría, si su querido Koutaro muriera, entonces él también lo haría. -


 


************************


 


Takeda despertó al escuchar caer las gotas de lluvia contra la ventana, se restregó la cara y talló los ojos, se colocó las gafas y miró hacia todas partes, entonces vio algo que faltaba o mejor dicho, alguien. Miró su reloj de pulsera que marcaban las siete de la mañana y al levantar la vista la vio. Era una mujer, la mujer del retrato, la misma que había visto la noche anterior en el departamento de Ukai. Esta se encontraba sollozando junto a la ventana mientras tocaba su vientre. El pelinegro miró de vuelta a su alrededor, Yachi se tapaba la cabeza con una almohada, seguramente para no escucharla llorar. El intento retroceder o levantarse, ella abrió la ventana y sin más se arrojó por el balcón soltando un terrible grito. Fue entonces cuando pudo moverse y en cuanto lo hizo, salió corriendo al departamento del casero. Tocó insistentemente hasta que esté, un tanto malhumorado le abrió la puerta. Sus ojos estaban rojos, parecía haber llorado. Su mirada parecía cansada y triste, pensó entonces en no decir nada, pero tenía que hacerlo. De todas formas se enteraría.


 


-¿Qué es lo que pasa sensei? Está pálido, ¿Se encuentra usted bien? -El profesor abrió entonces la boca, pero antes de pronunciar siquiera una sola palabra, una puerta se abrió. La inquilina del apartamento al lado salió a toda prisa, señalando hacia adentro bastante espantada. - ¿Ahora qué ocurre? - Cuestionó con bastante fastidio el rubio, mientras que la mujer, tan pálida como una hoja de papel, balbuceaba insistentemente "Esa mujer" "Ha vuelto esa mujer" y sin más, salió corriendo con maleta en mano. Ukai se giró entonces hacia él, cruzándose de brazos. - ¿La ha visto también?


 


Por un momento aquella pregunta lo descolocó. Olvido incluso lo que había pasado, hasta que comprendió lo que quería saber con su pregunta, aquella que explicaba también algunas cosas. Asintió en silencio, él también lo hizo. Suspiro un rato y luego buscó entre sus ropas un cigarrillo, el cual con manos temblorosas encendió rápidamente. Dio una profunda calada y cubrió con su mano parte de su cara, las lágrimas no se hicieron esperar, sorbió su nariz y se hizo aun lado.


 


-Por favor pase, estoy seguro que en este momento quiere irse, pero antes permítame darle una explicación -Pensó nuevamente en negarse, pero no lo hizo. Por cortesía tal vez, o a lo mejor porque no quería irse y dejar a ese hombre de esa forma. Paso entonces, el rubio le ofreció asiento y luego se dirigió hacia su cocina para servirle una humeante taza de té. Al parecer llevaba horas despierto, sufriendo en silencio y en completa soledad su terrible pérdida. Aquel suceso que lo atormentaba y no lo dejaba dormir año tras año. - Supongo que debo empezar por el principio, como corresponde.


 


-¿Por qué fue que su prometida...? -Takeda se cortó antes de terminar con su pregunta, llevando entonces su vista al suelo. -


 


-Íbamos a casarnos -Dijo con la voz entrecortada - entonces de la nada comenzó a tener algunas molestias. - Hizo una pausa en la terminó su cigarrillo, tiró la colilla en un cenicero que tenía cerca y apresuro a poner otro cigarro a la boca, antes de proseguir con su relato. - supusimos enseguida de que se trataba e ilusamente nos alegramos de ello, pero cuando supimos sobre el cáncer, enseguida se nos borró la sonrisa... Estaba demasiado avanzado, no podían hacer ya nada por ella. Saeko lloraba todos los días y a todas las horas, yo... yo ya no podía seguir viéndola. Me dolía y me enojaba tanto no poder hacer nada para salvarla. Me sentía completamente inútil -Hizo entonces una nueva pausa al no poder contener más el llanto - Ella...ella simplemente se quebró, no pudo más con ello, renuncio a todo, tomó la salida más fácil y se quitó la vida. Y yo nuevamente no pude hacer nada más por ella. No pude estar ni siquiera  a su lado en sus últimos momentos, porque me encontraba lejos intentando buscar desesperadamente alguna cura. Debió sentirse abandonada... Debió sentirse sola... Todo es mi culpa.


 


-¡Pero no es así!


 


-¡Claro que lo es! Si no me hubiera ido...


 


-¡Ella de todos modos iba a morir!... -Aquello había sido demasiado frío y lo sabía, no hacía falta que Ukai se lo hiciera saber, pero tenía que decirlo. - ella iba a morir. Sin importar lo que hicieras... si salto por la ventana a pesar de que sabía las consecuencias, nada de lo que hubieras dicho o hecho, hubiera evitado que ella de todos modos se quitara la vida. Así que por favor, deja de culparte por ello. -Ukai entonces comenzó a llorar sin remedio, mientras él le ofrecía su hombro para que llorara en él. - ¡L-Lo siento, no debía haberlo dicho de ese modo!


 


-Está bien... de alguna manera....quería escucharlo de alguien. Siempre había querido escuchar que alguien dijera que no había sido mi culpa.


 


-No lo fue


 


-Pero aun así, su familia no ha podido perdonarme en haberme ido lejos. Ni ella tampoco... se aparece cada vez que se acerca su aniversario, su espíritu no me deja en paz. No puedo descansar, me siento culpable... no puedo vivir más de este modo, no lo soporto más. -Takeda entonces tomó su mano  y lo miró fijamente -


 


-He escuchado una historia sobre un libro poco común,  que puede hacer que cualquier espíritu o demonio se vaya lejos. -Ukai entonces limpió sus lágrimas y lo miró a los ojos. - según tengo entendido, hay un templo en mi pueblo que resguarda algunas hojas... tal vez ahí ponga algo que ayude a Saeko san a descansar en paz.


 


************************


 


Kenma aún incrédulo se resistió a aquel al abrazo mortal, tratando de negarse a recibir esos fríos labios, pero no pudo luchar por mucho tiempo. Era imposible, cuando aquel hombre tenía mucha más fuerza. Aquel ángel ahogó el grito desesperado de aquel pobre chico con su boca, arrebatándole lentamente la vida, asfixiándolo. No había querido tener que hacerlo, pero no le dejó otra opción. Pensaba hablar con todos sobre lo que estaba pasando y por ello no podía dejar que Kozume abriera la boca. Nadie tenía porqué saber.


 


 


-¡Qué demonios! - El castaño soltó el cuerpo sin vida de Kenma, llevando su vista al frente, donde un chico pelirrojo se encontraba mirándolo con horror. Él tragó saliva y limpio el hilo de baba que escurría de sus labios. Casi quiso dejar todo y salir huyendo, pero después de tanto tiempo sin verlo, no se podía marcharse así como así. - ¿Qué demonios le has hecho? ¿Quién rayos eres? - Preguntó desesperado sintiendo temor, pero incapaz de irse. El ángel bajó la capucha y dejo al descubierto su rostro. Tendou no podía creerlo, aquel tipo era increíblemente apuesto, aunque era un asesino. Sus piernas temblaron, trago en seco y después salió corriendo lo más rápido que pudo. Ushijima sonrió de medio lado. Después de tanto tiempo buscándolo, al fin lo había encontrado y si él pensaba que podía huir, pues entonces estaba demasiado equivocado. -


 


 


-Al fin te encontré, Tendou.


 


 


a33;a33;a33;

Notas finales:

N/T: Bueno, eso ha sido todo por esta vez, me gustaria saber que es lo que les ha parecido el capítulo, y pues nos vemos en la siguiente actualizacion. Bye, bye!!!~ 


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