Itachi, Sai, Gaara y Deidara se asustaron cuando la mesa se movió y segundos después se escuchó el quejido del azabache.
—¿Qué ha sucedido?
Sasuke respondió entrecortando las palabras —Nada... Me cayó helado y salté por lo frío.
Naruto sonrió satisfecho al ver la mirada gélida del azabache.
Los demás ignoraron el hecho y siguieron con sus helados.
El rubio se apoyó en el mesa y le susurró —Te lo mereces, teme pervertido.
—¿Dijiste algo, hermano?
—Le decía a Sasuke que me gustaría ir al parque de diversiones.
—Vamos— Deidara sonrió —. Tiene tiempo que no voy.
—Cierto, vamos.
Asintieron. Se levantaron de la mesa e Itachi se dirigió a caja. Sasuke se acercó a su novio.
—Esto no se quedará así.
Naruto frunció el ceño —A mi no me amenaces, Uchiha.
—Na...
—Vamos.
Naruto siguió a los demás, y miró que el azabache los seguía.
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Llegaron al parque de diversiones y comenzaron el recorrido.
Deidara no desaprovechaba para tomar fotos y postearla en redes sociales.
Sasuke los seguía sigilosamente, y más que nada al rubio.
—¿La casa de los gritos?— propuso Deidara.
Naruto tragó duro.
—Vamos— Sasuke sonrió—. A Naruto le encanta.
—Sasuke. Suéltame— intentaba zafarse del agarre. Pero lo llevó a la casa de los gritos.
—No.
—Sasuke. No— gritó asustado por la oscuridad— ¡No!
Sasuke se hizo sordo y continuó adentrándose.
Naruto logro zafarse del agarre, se agachó y sollozó.
Buscó a Naruto. El cruce de un relámpago dejó ver la mata rubia. Se arrepintió al verlo llorar. Corrió y lo abrazó —Lo siento.
Se aferró al azabache —Sa-Sácame de aquí.
Se le encogió el corazón por el tono de voz. Se levantó y cargo al rubio. Le besó la frente —Lo siento.
Salió por la entrada. Sus hermanos y cuñados no estaban. Se dirigió al estacionamiento y subió al rubio al auto.
Naruto no paraba de llorar. Maldijo por la tontería que había cometido. Condujo rápidamente.
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Naruto logro calmar su sollozar cuando sintió que Sasuke nuevamente lo abrazaba.
—Lo siento. De verdad lo siento—se disculpó.
—T-Tú no sabías.
—Pero debí soltarte cuando me lo pediste— le besó la cabeza.
Naruto negó; observó al azabache, se miraba arrepentido.
Sasuke acarició la mejilla y le limpió las lágrimas —Perdón.
—Debí habértelo dicho antes.
—Pero yo debí detenerme— besó al rubio.
Naruto respondió al beso y se separó. Limpió sus lágrimas y fue que notó la desconocida sala —¿Dónde estamos?
—En mi departamento. Ven, te lo mostraré.
Naruto sujeto la mano del azabache.
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Itachi, Deidara, Sai y Gaara salieron de la casa del terror. Esperaron varios minutos pero Sasuke y Naruto no salían de la casa.
—¿Por qué todavía no salen?
—No lo sé. Déjenme llamarle.
Gaara sacó su nuevo teléfono y marco al rubio pero sonaba apagado. Itachi comenzó a llamar a su hermano y nada.
—Tal vez estén en algún lugar si recepción. Será mejor buscarlos.
Asistieron y en parejas comenzaron a buscarlos.
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El departamento era precioso, estaba bellamente diseñado; os muebles y accesorios parecían elaborados exclusivamente para él.
—Es hermoso, Sasuke.
—Me alegra que te guste— abrazo al rubio desde la espalda y acarició su ombligo —. Hace unos años que lo tengo, fue un regalo de mi abuelo.
—Ya veo.
—Personalmente elegí cada mueble. Todo el dinero fue de las mesadas que recibí desde pequeño.
—Recibiste muy buena mesada.
—Si. Mis padres, abuelos y mis fallecidos tíos nunca se midieron con las cuantiosas mesadas— besó el cuello del rubio.
Naruto apoyó su espalda al pecho de Sasuke. Gimió al sentir la mano de su novio colarse a través de su pantalón hasta el bóxer.
Mordió el cuello del rubio haciendole gemir.