Naruto miró preocupado a su amigo. Lo conocía. Conocía esa sonrisa. Algo le pasaba.
La cena prosiguió sin interrupciones.
Una vez que terminó cada quien se dirigió a su habitación.
Naruto iba a entrar a la suya pero algo no le dejó, se regreso.
Tocó la puerta varias veces hasta que un castaño abrió.
—Naru. Pasa— se hizo a un lado y dejó entrar al rubio.
—Iruka...
—Dime.
—¿qué es lo que te pasa? — señaló al castaño —. Y no me mientas. Te conozco muy bien.
—Veras...
Naruto escuchó atentamente lo que Iruka le decía —Ya veo. Por eso no sabes que hacer.
—Si.
—¿Te gusta Kakashi-sensei?
Se sonrojo —Si. Me gusta Naruto. Es la primera vez que siento algo así.
—Bien— el rubio se levantó —. Haré algo. Te ayudaré.
—Pero...
—Nada de pero.
Iruka miró boquiabierto salir al rubio.
Naruto se dirigió a la persona que lo ayudaría. Entró sin tocar la puerta, Deidara estaba en bóxers.
—¿Qué pasa?
—Tenemos que hacer algo para ayudar a juntar a Iruka y Kakashi-sensei.
Deidara sonrió —¡Ya tengo todo planeado!
Naruto sonrió. Al parecer no era el único que quería juntarlos.
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Iruka se dirigió a trabajo en la cafetería. Por las mañana asistía a un consultorio privado y por las tardes, 3 8 pm, en una cafetería.
El trabajo era sencillo. Aveces le tocaba atender las mesas y otras, la mayoría, hacerse cargo de la cafetería.
Los jóvenes universitarios entraban y salían a cada rato, pues la universidad quedaba a tan solo una cuadra y media.
Como cada día le tocó observar a los jóvenes trabajando, discutiendo, conviviendo, pedidos de noviazgo, escenas de celos y que terminar la relación.
—Iruka...
Su corazón latio muy rápido cuando reconoció la voz. Era él. Giró lentamente y lo vió.
Kakashi Hakate le observaba.
—BU-Buena noche.
—¿Aún te falta mucho?— Preguntó mientras tomaba asiento en la barra.
Asintió torpemente mientras reanudaba su trabajo después de entregarle el menú —Se le ofrece algo.
—Lo de siempre. Pero esta vez sake.
Iruka asintió y sirvió la orden.
Kakashi disfrutó de la comida mientras observaba al bonito doncel atender a los demás comensales. Frunció el ceño ante algunos varones que le coqueteaban a Iruka, pero el doncel les sonreía inocente y se daba la vuelta.
—Iruka.
—¿SI?
—Nada.
Iruka confundido observó al peliplata. Sin duda estaba raro.
Después de una hora llego la hora de cerrar. Iruka no se opuso cuando Kakashi le insistió llevarlo a casa, pues ya era bastante tarde para viajar solo.
—Gracias por acompañarme— dijo agradecido mientras se abrochaba el cinturón de seguridad.
—De nada. Es un placer...
Iruka no respondió. Se sentía nervioso ante la presencia del peliplata. Kakashi le hacía sentir cosas que ningún otro varón le había ocasionado.
Detuvo el auto fuera de la casa Namikaze. Observó al castaño retirar el cinturón pero este se atoró impidiéndole quitarlo.
Su corazón saltó al sentir la mano de Kakashi tomando la suya. Sentía la respiración del maestro sobre sus labios. Alzó la mirada y los ojos lo veían fijamente.
Kakashi deslizó su cubreboca y en un rápido movimiento atrapó los labios del castaño.
—hmm~ — gimió al sentir como la lengua de mayor se abría paso en su boca. Iruka cerró los ojos y se aferró de la chaqueta de Kakashi.
El peliplata se separó por unos segundos para observar a Iruka y volvió a besarlo. Esta vez jaló al castaño y lo sentó sobre su regazo.
Iruka se sorprendió por el movimiento, pero más por sentir debajo de sus glúteos la firme erección.