—¿Qué?
Las sonrisas de los rubios se hizo más grande.
Deidara se acostó en la cama —Vimos lo que sucedió en el auto.
Las mejillas del castaño se volvieron muy rojas —Yo...
—¿Qué tal son las manos de Kakashi?— preguntó Deidara.
El pobre castaño no sabía dónde meterse.
—Itachi tiene unas grandes manos, y las sabe utilizar muy bien. Y más su boca.
—¡Deidara-kun!
El rubio mayor rió —Vamos. Es algo normal. ¿Se sintió bien?
—S-Si— respondió—. M-Muy bien.
Naruto dió un grito de emoción. Era la primera vez que miraba a Iruka así.
Deidara sonrió —¿Y qué, es muy bueno?
—Se sintió bien. Fue la primera vez que alguien me ha tocado así. Fue vergonzoso.
—Por supuesto que es vergonzoso— dijo Naruto.
—¿No llegaron más lejos?
—¡No! Claro que no — negó.
—Vamos. Kakashi estará feliz de que hagas lo mismo con él— Deidara guiñó un ojo —. Créeme, Iruka. Estará feliz y por supuesto, entrarán más en confianza.
La plática se alargó por un par de horas.
Iruka tuvo mucho en que pensar cuando los rubios se marcharon de la habitación.
Era cierto, Kakashi le atraía. Le gustaba como ningún otro varón le había gustado.
Tal vez... Tal vez debía aceptar al peliplata.
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Kakashi miró a través de la ventana. Iruka estaba en su turno, y sonreía amablemente a los comensales. Algo que sin duda no le gustaba, pero así era Iruka: amable.
Y eso le gustaba.
Le atraía sexualmente, si. Pero le atraía a más su belleza, su forma de ser, esa amabilidad, su sonrisa.
Todo en él le gustaba.
Estaba seguro de que Iruka era el correcto.
Entró a la cafetería y se sentó en el lugar de costumbre, la barra. Pido lo de siempre y esperó pacientemente la salida del doncel.
Lo acompañó a casa, condujo lentamente, no llevaban prisa. Llegaron a su destino, la casa Namikaze.
—Iruka/Kakashi-san.
Ambos se miraron. Kakashi fue el primero en hablar —Dime.
—Yo... yo quiero saber si aún sigue en pie su proposición... Del cumpleaños de Naruto.
Kakashi sonrió, y se quitó el cubreboca —Por supuesto. ¿Por qué? Iruka quu..
—Quiero— interumpio al peliplata —. Sí quiero ser su novio.
Kakashi sonrió, se acercó al castaño y lo besó.
Al inicio un casto beso, para luego un fogoso beso que fue aumentando de intensidad.
—No te defraudaré— aseguró Kakashi antes de besarle la mano.
Asintió tontamente y besó, por iniciativa propia, al peliplata.
Kakashi sonrió en el beso, y respondió gustoso a los pequeños besos de Iruka. Sentía la timidez en los besos, y eso le encantó.
—¿Te parece si vamos el sábado al cine? — preguntó Kakashi acariciándole la mejilla al castaño.
Los ojos de Iruka brillaron. Sería su primera cita —Vamos.
—Pasare por tí a las 6.
—Esta bien.
Alguien tocó el cristal de la ventana, era Tsunade. Iruka abrió la puerta —. Hola.
—Jovencito. Entre de una vez a la casa. No es hora para estar en la calle.
—Si— se quitó el cinturón de seguridad y se despidió del peliplata —. Hasta el sábado.
—Adiós— le besó una vez más y lo dejó ir—. Buena noche, Tsunade-san.
—Buena noche, Kakashi.
Iruka bajo del auto y cerró la puerta. Siguió a la rubia a la casa.
Tsunade cerró la puerta y comenzaron a cruzar el jardin —Así qué... Kakashi ¿Eh? ¿Desde cuándo?
—Lo conocí cuando Naruto ingreso a la universidad. Acompañe a Naruto. Y desde entonces platicamos. Hoy acepte ser su novio.
—Bien. Conozco a Kakashi. Es tranquilo, y te va amar. Su amor es fuerte. Lo conozco. Así que se que te hará feliz.
Iruka se conmovió por las palabras de Tsunade. La rubia era como una segunda madre.