—Aproximadamente más de la mitad de la población fue asesinada. El resto logró escapar o está siendo llevada al mercado de la feria para ser vendidos como esclavos. — una amplia sonrisa se extendió por los de Min-so Park, quien luego de la batalla contra Yuri Plisetsky se había recuperado de sus heridas y hablaba con sus soldados sobre cómo se había desarrollado la guerra.
Gritos de júbilo, seguidos de fuertes choques entre las armas de los guerreros y reparticiones de alcohol entre los presentes era parte de la celebración de la aldea de las artes oscuras, quienes oficialmente habían destruido Vozdukh y ahora eran los dueños de esa tierra.
La dirigente de Kurai Geijutsu caminó con paso firme y rápido hasta las ruinas de la zona de entrenamiento de la aldea del aire, y con ayuda de su mano derecha subió a lo que quedaba de una alta plataforma donde los aprendices practicaban el manejo de su elemento interior. La mujer le echó un vistazo y soltó una carcajada, ahora ese sería el lugar donde llevarían a cabo sus sacrificios a los Dioses oscuros, y la mejor manera de estrenarlo eran sacrificando la vida de una omega perteneciente a la aldea que acababan de destruir.
—Queridos hermanos hechiceros y brujas, el día de hoy la gran Lilith nos ha concedido la victoria sobre la aldea que nos había quitado tanto, que nos había humillado de la peor manera... Nuestra madre nos ha permitido destruir Vozdukh, y por ello debemos ser agradecidos con ella. — de inmediato fuertes aplausos y alaridos de excitación fueron oídos, Kurai Geijutsu había ganado, pero no se sentirían satisfechos hasta derramar la sangre de la mayor cantidad de personas del elemento aire como les fuera posible.
Con un movimiento suave de su mano derecha, Min-so Park hizo la señal que todos estaban esperando. A los pocos minutos uno de sus soldados arrastraba a una pequeña omega rubia, la cual tenía la ropa hecha jirones, los ojos rojos e hinchados y la piel llena de moretones y golpes. Todos los presentes se colocaron en dos filas, cada una a un lado de la chica, y cuando esta pasaba entre ellos muchos aprovecharon para golpearla más y morderlas, dejando grandes y dolorosos rastros de sangre y saliva. La chica lloraba, lloraba con mucha fuerza, pero aquello no detuvo a los hechiceros o brujas de las artes oscuras, quienes al notar el llanto de la rubia aumentaron la cantidad de maltratos, atreviéndose a lanzar escupitajos o arrancar más de la poca ropa que tenía. Ni siquiera los mismos omegas tuvieron misericordia con su propia especie.
Al llegar a la plataforma, la chica se dejó caer con fuerza al suelo, golpeando su cabeza. Sus ojos marrones se enfocaron en un punto cualquiera, ella trataba de ignorar el dolor, de dejar de sentir. Un par de grandes y ásperas manos la tomaron de los hombros e hicieron que se incorporara, para que todos en el lugar pudieran observarla.
— ¡Esta es la piedra sobre la cual construiremos nuestro nuevo imperio!, ¡la sangre de Vozdukh será nuestro principal cimiento, hijos de Lilith! — gritó con fuerza la matriarca de aquella aldea, mientras un pequeño niño castaño le pasaba una navaja y con ella rebanaba el cuello de la omega, manchando con su sangre el suelo y a la primera fila de personas que estaban ahí.
Luego de eso, Kurai Geijutsu se sentía como la aldea más fuerte, dispuesta a acabar con todo a su paso.
Un intenso aroma a tierra y sangre trajeron a Yuri Plisetsky del mundo de los sueños. Su sien palpitaba con fuerza y sentía la boca y garganta secas, como si no hubiera bebido agua en años. El chico intentó abrir sus ojos, pero uno de ellos se hallaba algo inflamado, al igual que su labio inferior. El cuerpo le dolía a horrores, pero como pudo fue capaz de sentarse lentamente para echar una ojeada con su ojo sano al lugar, llevándose la sorpresa de que estaba dentro de una carpa.
—Hasta que al fin despiertas, lindura. Min-so se alegrará mucho de saberlo. — una voz gruesa y burlona lo hizo ponerse alerta. Repentinamente el ambiente se llenó con el amargo olor de un alfa, cosa que hizo que Yuri retrocediera hasta dar con la tela de la carpa, tratando de hallar una forma para salir de esa situación. La figura alta y musculosa de un hombre de cabello negro se hizo presente, junto con el olor amargo en mayor intensidad; Yuri tuvo ganas de vomitar, pero se contuvo, no necesitaba verse aún más débil frente a los ojos de ese hombre.
—Zaganos, aquí viene otra. — un hombre de estatura pequeña, pero cuerpo lleno de músculos y una cicatriz atravesando su rostro se hizo presente. En su mano derecha portaba una larga espada cubierta de sangre, mientras que en la izquierda sostenía con fuerza los largos cabellos castaños de una joven beta, a la que Yuri reconoció como Anya, la prometida de Georgi. La joven se hallaba inconsciente, con su pálido rostro cubierto de tierra, pero libre de golpes.
Yuri observó como la castaña era arrastrada hasta una esquina de la tienda, donde le colocaron grilletes en las muñecas y tobillos.
—Verdaderamente Vozdukh tenía genes muy buenos... Mira lo lindos que son estos dos, aunque sigo prefiriendo a la pelirroja que fue comprada por el hombre de la aldea del fuego, era mucho más grácil que estos. — al oír la palabra "pelirroja" el rubio se tensó. Quería pensar que se trataba de otra persona, pero no de ella. No de Mila. Yuri le rogó a cualquier Dios que no fuera ella, su amiga de la infancia, su casi hermana.
Lastimosamente, las plegarias no siempre son oídas. Y en ese momento, las de Yuri no lo fueron.
El rubio entró en un estado donde todos sus sentidos estaban bloqueados. Su cuerpo estaba presente, pero no prestaba atención a su alrededor, era como si se hubiera desconectado.
Su mente divagó durante unos segundos, trayéndole recuerdos al azar; el inicio de su día, la noticia de que Mila fue vendida a quien sabe qué tipo de hombre, la destrucción de su aldea, Viktor corriendo hacia él...
Viktor...
Viktor...
¡Viktor!
— ¡Viktor! — gritó con voz quebrada y ronca, saliendo repentinamente de su estado de ensoñación. Los hombres que se hallaban ahí lo miraron como si estuviera loco, para luego soltar un par de carcajadas.
— ¿Hablas del hombre que lidera a los cazadores?, ¿el famoso Viktor Nikiforov? Él está desaparecido, niño. Min-so tiene la esperanza de encontrar su cadáver entre los demás que hay por todo lo que era Vozdukh y nosotros igual. Una sangre tan valiosa dada como ofrenda a la tierra de la madre Lilith nos asegurará un futuro lleno de victorias. — Yuri apretó los dientes al oír aquello, y en un acto de rebeldía le lanzó un escupitajo al hombre más cercano, el cual cayó en su zapato. El sujeto miró primero el rastro de saliva sobre su calzado y luego el mallugado rostro de Plisetsky antes de acercarse y tomarlo con violencia del mentón.
—Pequeño y asqueroso omega, maldita escoria. Haré que te tragues lo que acabas de tirar en mi zapato. — el hombre presionó hasta que sus dedos dejaron una marca en la mandíbula del rubio y luego agarró los rubios cabellos para estrellar el rostro del chico contra su calzado, restregando los rastros de saliva contra su frente y mejillas. Estaba dispuesto a darle una paliza para que aprendiera a respetar a los alfas, pero la intervención del hijo de la líder lo detuvo.
—Creí que te había dicho que no quería a ninguna mercancía lastimada, Zaganos. — el tono empleado por el chico no coordinaba nada con su apariencia delicada. Era sumamente pálido y de ojos afilados sobre los cuales reposaban un par de gruesas cejas.
—Seung-Gil... Este omega merece castigo, es un insolente. — se defendió el sujeto, mientras soltaba a Yuri y se apartaba. Seung-Gil se acercó hasta él y le dio una fuerte bofetada, para luego ir hacia el rubio y tomarlo de los hombros.
Los oscuros ojos del joven se pasearon por la cara de Plisetsky, quien se hallaba receloso y con ganas de golpear al chico frente a él, pero antes de tener la oportunidad, se alejó.
—Bien, me lo voy a llevar para bañarlo y alistarlo... Hay una gran cantidad de alfas dispuestos a pagar cantidades enormes de dinero por omegas así de lindos. — los grilletes de sus muñecas y tobillos fueron retirados, y casi como si no pesara nada, Seung lo cargó como un saco de papas, llevándolo por distintas tiendas, hasta que llegó a una donde había una pequeña tina con agua.
Media docena de mujeres se acercó a él y lo fueron despojando de su ropa, para luego guiarlo a la tina, donde empezaron a bañarlo con aceites y jabones perfumados. Yuri se mantuvo callado, paseando su mirada por el rostro de cada una de las mujeres que lo atendía; podía oler entre ellas al menos dos omegas y una alfa. Era una ironía que su propia especie lo estuviera preparando para tan cruel destino.
Una vez el rubio estuvo limpio las mujeres se encargaron de colocarle una túnica color verde esmeralda de tela casi transparente. Maquillaje y perfume cubrieron su cuerpo, volviéndolo alguien absolutamente hermoso, aunque con un ojo morado que fue cubierto por un grueso mechón de su cabello rubio.
—Te vez encantador, de seguro muchos pelearán por ti. — dijo una de las féminas, queriéndole dar ánimos.
Lo único que consiguió fue que Yuri le deseara una muerte lenta y dolorosa.
Después del largo proceso de embellecimiento, Seung-Gil volvió, llevándolo ahora a una carpa en medio del lugar, mucho más grande y colorida que las otras. En el interior de aquel lugar todo parecía un mundo nuevo, lleno de vitalidad y gente yendo apresuradamente de un lado a otro. El rubio fue llevado hasta la tarima más alta del lugar, donde lo obligaron a subir y lo colocaron de tercero en una fila de omegas y betas igual de hermosos que él, listos para ser vendidos.
— ¡Buenas noches, queridos compradores! — la animada voz de un hombre maquillado de forma extravagante llamó la atención de todos los presente, quienes clavaron su vista en las ocho personas que estaban en la tarima. —En esta preciosa velada les traemos algo especial, fabuloso, como lo quieran llamar. Les traemos a estos preciosos chicos, para que puedan decidir cuál es el mejor de todos y comprarlo. — de forma instantánea la tarima se vio rodeada de doce hombres, quienes miraban hambrientos a los chicos sobre ella. Yuri sintió mucho asco por las miradas que recibía, pero se mantuvo con el gesto serio.
—Primero tenemos a un joven beta de la aldea del agua, es delgado y pequeño, pero sumamente hermoso y podemos asegurar que sus cachorros serán igual, ¿o no, Guang-Hong? — el chico de cabello cobrizo apretó los ojos y desvió el rostro mientras lloraba amargamente, manchando la túnica roja que portaba con lágrimas y maquillaje.
—Doy 5, 000,000 de dorus por él. — dijo un hombre alto y delgado, de piel color canela y cabello color chocolate. Tenía una sonrisa despreocupada en su rostro, la cual mostraba los colmillos típicos de un alfa.
—5, 000,000 de dorus por parte del señor...
—Leo. Leo de la Iglesia.
—5, 000,000 de dorus por parte del señor Leo a las 1...
—5, 000,000 de dorus por parte del señor Leo a las 2... — Guang-Hong miraba con horror a su futuro dueño, pensando en la clase de tratos que tendría que soportar de su parte.
— ¡5, 000,000 de dorus por parte del señor Leo a las 3!, ¡vendido! —justo cuando el hombre de horrible maquillaje iba a entregar al chico castaño para recibir el dinero, la mujer junto a Yuri soltó un estruendoso grito y saltó de la tarima, buscando escapar de ese horrible lugar. No dio ni cinco pasos cuando una bala impactó en su cabeza, matándola.
—Oh, un pequeño inconveniente... Creo que sirve de lección para los otros que piensan escapar. — alguien posó su mano sobre el hombro de Plisetsky, haciéndolo avanzar hasta quedar frente a la mirada de los hombres restantes que deseaban comprar algún omega. Guang-Hong ya había sido sacado del escenario y entregado a su nueva y de seguro espantosa vida. Justo como Yuri estaba a punto de serlo.
—Este precioso jovencito viene de Vozdukh, es perfecto para tener muchos cachorros hermosos. — el rubio estrujó entre sus manos la parte de abajo de su túnica y luego intentó dar media vuelta para tratar de escapar y seguramente morir en el intento como la chica de hace unos segundos, pero Zaganos, el hombre que le había informado de la venta de Mila lo atajó antes de lograr su cometido y lo obligó a volver a su posición inicial, ahora atado con cuerdas que lo lastimaban.
Buscando provocar más a los alfas y betas del lugar, Zaganos rasgó su túnica, dejando su pálido pecho al descubierto.
En ese instante, Yuri se rompió.
Uno, pequeñas lágrimas corrían por sus mejillas, impactando contra su pecho desnudo. Dos, la mirada lasciva de los hombres que lo rodeaban mientras el mercader que lo había capturado hablaba de lo maravillosa que era su apariencia para tener cachorros. Tres, el dolor insoportable de todas sus extremidades, atadas firmemente con una gruesa soga. Cuatro, un golpe, seguido por una extensa llamarada de fuego que carbonizó todo a su paso, menos a él. Cinco, un par de brazos increíblemente fuertes pero cálidos, que lo envolvían con ternura mientras lo sacaba de aquel lugar.
Yuri debía saber tres cosas:
1° Los "brazos" que lo envolvieron no eran realmente eso, sino grandes garras color negro, como la noche.
2° La llamadara de fuego había quemado parte de su túnica casi desecha y su muslo, pero él no lo sentía.
3° Se hallaba en los aires, viendo desde arriba como Yōso se hallaba apagada y tranquila.
Repentinamente, fue dejado sobre el suelo. Hacía frío y se sentía sucio nuevamente, por ello no dudó en buscar los brazos en los que antes se había refugiado.
Para su sorpresa, en lugar de un par de brazos se hallaban las garras de un dragón.
Las garras de un enorme dragón que lo observaba con grandes ojos color naranja.