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MARRY ME…PLEASE? por Nova22

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La noticia


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– ¿Por qué? – Akiteru tenía una amable sonrisa, sin embargo de su cuerpo emanaba una especie de aura que podría erizarle la piel a cualquiera.


Tsukishima tragó sonoramente, sintiendo como la saliva cruzaba dolorosamente por su seca garganta "¿Por qué?" No era una pregunta difícil, de acuerdo al contenido de la conversación que habían mantenido durante los últimos cinco minutos, cualquier persona podría ser capaz de darle una respuesta, sin embargo Bokuto no era cualquier persona. Bokuto era demasiado...Bokuto como para merecer el rango de "persona cualquiera o común" y el rubio solo podría rezar en su corazón para que no hiciera uso de su descuidada sinceridad para dar una respuesta que pudiera despertar el instinto asesino de su sobreprotector hermano mayor.


– Por qué quiero...– comenzó a hablar Bokuto. Ese parecía un buen comienzo, tal vez no iba a arruinarlo...Tsukishima le había hecho repasar lo que debía decir horas antes de llegar, esa pregunta estaba fuera de sus cálculos, pero él debía estar bien – Quiero hacer muchos bebés con Tsukki.


– ¡Ugh! – Tsukishima cubrió su rostro con ambas manos y ahogó un lamento al tiempo que escuchaba como la taza de Té que Akiteru sostenía cayó el suelo, rompiéndose en pedazos. Lo arruinó.


– ¿A-hacer...hacer...? – la temblorosa voz del rubio mayor flotó en el aire, el menor aún no lo había visto a la cara, pero casi podía jurar que tenía una expresión consternada en el rostro, porque cualquier podría comprender todo lo que la palabra "hacer" implicaba. – ¿Con...con mi pequeño Kei?


Akiteru era su hermano mayor, sin embargo, con la muerte de sus padres años atrás, también había actuado como su padre y como tal no había forma, en el cielo o el infierno, de que permitiera a cualquiera cometer un acto tan atroz a su "pequeño"


Iba a matar a Bokuto, o al menos esa era la impresión que tenía después de decidirse a mirarlo y después de analizar detenidamente la expresión en su rostro, estuvo seguro de que seria así. Incluso podía asegurar con total seguridad que , en su mente, Akiteru ya lo había hecho.


Tenía que arreglar esto, pero por supuesto Bokuto, quien carecía completamente de la capacidad de leer el ambiente o expresiones faciales, habló antes de que Tsukishima pidiera detenerlo.


– Me gustan mucho los niños, así que estaba pensando que sería genial si tuviéramos...¡Auch!


Tsukishima le dio un muy fuerte pisotón al tiempo que Akiteru se ponía de pie con una expresión tranquila en el rostro. No era bueno, el que no mostrará emociones era mil veces peor que exteriorizarlas ¿Cuál iba a ser su siguiente movimiento?


– Tengo que sacar el Asado del horno, Kei ¿Podrías encargarte de esto por mí? – señaló los trozos aún esparcidos por el suelo y se marchó no sin antes lanzarle una extraña mirada a Bokuto.


– Hey, Tsukki...– Bokuto le llamó, su voz era como el susurró de un niño que sabía estaba a punto de ser reprendido – ¿Por qué me pisaste? ¿Hice algo malo? – no solo su voz era la de un niño, también la expresión abatida en su rostro  le hacía ver cómo uno.


Tsukishima suspiró, era muy difícil hacerle alguna clase de reclamo cuando actuaba de esa forma...su molestia solo desaparecía y en su pecho nacía una extraña sensación de ternura.


– Vamos a hablar de eso después – pero por supuesto esa ternura no iba a hacer que olvidará el asunto, tendrían una larga charla más tarde – Ahora ¿Podrías encargarte de limpiar por mí? Yo voy a ayudar a mi hermano con el Asado – sí ese Asado realmente existía – Pon la mesa cuando termines.


– De acuerdo – respondió Bokuto y antes de que el rubio cruzara la puerta hacia la cocina gritó – Quiero carne extra en mi plato.


– No, estás subiendo de peso – le gritó de vuelta.


Una dolorosa exclamación se escuchó en la sala y Tsukishima sonrió, había mentido, Bokuto no podía estar en mejor forma. Pero era divertido molestarlo de vez en cuando.


– No, este no....tampoco este...mmmm....muy pequeño – Akiteru murmuraba frases inconclusas y sus hombros de alzaban de vez en cuando anunciando suspiros cansados, parecía muy metido en lo que sea que estuviera haciendo.


– Hermano ¿Dónde está el Asado?


– ¿Asado? ¿Qué Asado?


"Lo sabía" pensó con cansancio, Akiteru nunca en su vida había preparado un Asado.


El mayor no se inmutó por su presencia en la pequeña cocina y continúo murmurando para sí mismo. Al estar recargado en la pared contigua al portal de la puerta, el menor solo podía apreciar como sus omoplatos se movían ligeramente debido al movimiento de sus manos y escuchar algunos murmullos, pero tenía una idea de lo que estaba haciendo. No podía ser más obvio. La cocina no había cambiado nada desde la última vez que estuvo ahí y sabía que era lo que se encontraba frente a él.


– Sabes que no voy a dejar que lo mates ¿Verdad?


– No pienso matarlo – Akiteru dejó escapar una extraña risa al tiempo que giraba lentamente permitiéndole apreciar el largo y grueso cuchillo de cocina en su mano derecha – Solo voy a evitar que se reproduzca, el mundo no necesita más personas como él – dicho esto él sonrió amablemente. – Solo estoy tratando de hacer del mundo un lugar mejor.


El menor negó debatiéndose momentáneamente se debía o no decir lo siguiente – Eso no va...


– Escucha, Kei...– le interrumpió – Sé que este chico te gusta, es un doctor y eso...pero puedes conseguir algo mejor...como un arquitecto o...¡Un astronauta! – exclamó gritando Eureka desde el fondo de su corazón – Un astronauta sería el novio perfecto para ti...tu aquí y el en el espacio a miles de kilómetros de la tierra ¡Es genial! – volvió a exclamar extendiendo las manos sin preocuparse del cuchillo en su mano.


– Eso es ridículo – incluso los movimientos exagerados de sus manos lo eran – Ya deja de mover ese cuchillo – gruñó extendiendo la mano en una silenciosa petición.


Cómo un niño, Akiteru negó enérgicamente y ocultó el cuchillo detrás de su espalda – Al menos voy a evitar que se reproduzca, puedes tener una bonita relación platónica con él.


– Eso va a ser imposible ahora yo...


– Es muy posible, si ustedes dos se aman, entonces podrían...


– No...No me refiero a eso…sobre lo de… – apartó la mirada del confundido Akiteru y, en contra de su voluntad, un suave sonrojo se formó en sus mejillas – Yo...Bueno...Estoy…– ¿Cómo debería decírselo? ¿Por dónde empezar? ¿Qué palabras debería usar? Su cuerpo temblaba presa de los nervios y sus manos se movieron instintivamente hacia su aún plano vientre – Hermano...voy...vas a...


El sonido metálico del cuchillo impactar en el suelo llamó su atención e inmediatamente se encontró siendo abrazado por su hermano – Voy a ser tío – susurró, su voz sonó entrecortada y cargada de emoción. Sin embargo sus brazos temblaban, parecía que estaba asustado de lastimarlo sí lo abrazaba demasiado fuerte.


En fondo de su corazón, Tsukishima sintió alivio y calidez, nunca se lo había dicho, pero Akiteru era una persona extremadamente importante para él, además de su hermano, fue su padre y también su mejor amigo y como tal su opinión era muy importante, y temía recibir una reacción negativa de su parte.


Pero ahora solo podía sentir tranquilidad.


– Él es un buen chico, trabaja muy duro, te cuida, parece que de verdad te quiere mucho…y no es feo… – susurró resignado; el menor se sorprendió, no esperaba que Akiteru lo aceptara tan rápidamente – todavía lo odio...no se suponía que tu hicieras esa cosas hasta que tuvieras cuarenta o yo estuviera muerto, no puedo perdonarlo por eso – sonrió divertido, eso se parecía más a lo que imaginó que diría – Pero está bien si tú lo amas...


– Lo quiero...lo...– comenzó a hablar, palabras como esas aún le eran difíciles de pronunciar, pero sabía que realmente deseaba decirlas...con el corazón – Lo amo.


Lentamente Akiteru echó la cabeza hacia atrás y acunó su rostro con una mano – Has crecido tanto, casi no puedo creerlo – sus ojos dorados se fijaron en los contrarios y lo miraron con melancolía; recordaban al pequeño niño que lo seguía a todos lados, ese cuya tierna sonrisa juró proteger por el resto de su vida y no pudo evitar querer llorar. Su tiempo había terminado ¿Verdad? Él había elegido a la persona por la que deseaba ser protegido y, a la que a su vez, deseaba proteger.


Era duro, muy duro aceptar cuanto había crecido, pero todo iba a estar bien...siempre y cuando Kei fuera feliz entonces todo estaría bien con él.


– Lo siento, creo que tengo algo en los ojos – Akiteru río nerviosamente mientras, separándose de él, ocultaba su rostro con una mano. – Tal vez deba lavarme la cara – hizo amago de darle la espalda, pero él menor tomó un trozo de su camisa, impidiéndoselo.


– Abrazo...abrázame un poco más...


Por un breve instante, Akiteru pido vislumbrar la imagen de un pequeño niño de diez años que lo miraba con los ojos cristalizados por las lágrimas y las mejillas sonrosadas. Su pequeño Kei ya no era más un niño ¿Verdad? Sin embargo ahí estaba, pidiendo silenciosamente un abrazo suyo...como cuando era un niño pequeño.


¿Cómo podría negarse? Imposible, era simplemente imposible.


– Se muy feliz, Kei.


– Sí...

Notas finales:

¡¡Holaaa!!


Espero que este pequeño extra les haya gustado XD


Nos leemos en la luna de miel ;) 


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