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Suspiro por ti por Kuromiyano

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En el camino escucho todas las quejas, regaños, preocupaciones, y reproches de Bernardo, en esos momentos se encontraba encantado por no tener que abrir la boca para tener que contestar.  Al llegar a la casa se apartó de Bernardo quitándose la camisa gris y los zapatos en su cuarto lanzándose en su cama suspirando profundamente.

 -¡Hey! ¿Dónde estabas en la universidad? –preguntó Bernardo entrando sin invitación a su habitación, sentándose en la orilla de la cama.

Ventus se acomodó en la cama apoyando su espalda contra el respaldo, quitándose los lentes colocándolos en su mesita de noche. Estaba medio desnudo, pero entre ellos, era lo más normal del mundo.

 –Estaba observando un show de baile. –contestó.

 –Ah…el de las universidades invitadas. –dijo llamándole la atención.

 –¿Cuales? –

 –Pues la tuya entre ellas. ¿No me digas que no tenías ni idea de que existía un Taller de baile en tu universidad? –

 –No tengo ni idea de más de la mitad de las cosas que hay en mi universidad. A penas y encontré la biblioteca más por conveniencia que por interés. –

 -Lo que sea – se levantó. -¿Tienes alguna idea de lo que cenaremos esta noche? Me niego a cocinar. –

 –Es lo mismo de todos los días. –rio divertido, a Bernardo no le gustaba siquiera entrar a la cocina. –Llamemos para que traigan pizza. Yo tampoco tengo ganas de cocinar hoy. –

 –Iré por la agenda. –

……..

La mañana siguiente Bernardo no lo levantó temprano, para cuando se despertó ni siquiera estaba en el departamento. Se tomó su tiempo comiendo, haciendo sus ejercicios matutinos, mirando la Tv, o simplemente sentándose al lado de la ventana mirando el vecindario.

Cuando sonó la alarma de su celular, supo que era hora de cambiarse para ir a la universidad. No se complicó mucho como siempre, simplemente se colocó una camiseta manga larga mucho más grande que la talla que normalmente él necesitaría rojo vino, unos vaqueros azules y zapatos de tela cafés. 

Tomo un taxi hacia la universidad, no tenía ganas de caminar entre un montón de personas. Le dijo al taxi que se detuviera a tres cuadras de su universidad.

Estaba aburrido, y sentía el cuerpo pesado, era obvio que no tenía ganas de siquiera  atender la primera clase. Por un momento paso por su mente saltársela y regresar a su casa, pero  supuso que sería más trabajo regresar a la casa que simplemente quedarse en la universidad en algún rincón esperando a que regresasen al menos un poco de sus ánimos para asistir al menos a una clase.

 -¡Ventus! ¡Hey! –

Se sobresaltó por el grito girando sobre sus pies para saber quién le llamaba. Sonrió al ver a una mujer pelirroja, de pelo rizado hasta la altura del cuello.

 –Diana, ¿Qué haces aquí? –preguntó cuándo la tuvo enfrente.

Diana era  más alta que la mayoría de las mujeres, le llegaba un poco más arriba de los hombros, y eso ya era mucho decir. Su piel era tan blanca que las pecas le resaltaban con facilidad, pero no le quitaban ese magnetismo que atraía varias miradas, por sus ojos mieles, y su personalidad distante con la mayoría de la gente.

 –Esa pregunta debería de hacerla yo, casi nunca vienes a la universidad. –

 –Vengo todas las semanas. –sonrió empezando a caminar al lado de Diana. –Solo que no todos los días. –

 –Vienes, con suerte, tres días a la semana. –recordó rodando los ojos. –Pero bueno, no importa, de todos modos es fácil encontrarte. –se acomodó su cabello atrás de la oreja. –Yo no vengo mucho pero a diferencia de ti, si se lo que son las redes sociales. –

 – ¿Quién creería que te empeñases constantemente en mantenerte en contacto con tus amigos? –

 – ¿Quién creería que fueses más que un nerd? –

 –Buena respuesta. –se miraron cómplices divertidos. – ¿Quieres tomar un batido al terminar tus clases? –

 –Llamare a Nicolás y a Janet. –

 – ¿Vinieron hoy? –preguntó extrañado, no era muy normal que ellos asistiesen precisamente ese día.  –Es lunes. –

 – Tienen una presentación, cursan la misma carrera, están en el mismo equipo. –contestó. –¿Dónde estarás? –

 –En el patio principal, queda más cerca. –

 –Bien, ahí nos vemos. –Le agarró del brazo deteniéndolo y obligándole a agacharse para darle un beso en la mejilla – Chao. –

Diana se fue agarrando el camino contrario al suyo.

Sabía que las clases de diana terminaban en cuatro, tres horas, no esperaría mucho. Pensó que tal vez asistiría a las primeras dos clases para matar el tiempo, también podría ir a la azotea y hacer nada, pero en ese caso se aburriría antes de que pasasen siquiera 30 minutos.

 –¿Que clase tengo a la primera hora? –susurró.

Se detuvo en medio de un pasillo, por suerte era el pasillo en donde colgaban los cuadros de los horarios generales. Se acercó buscando su carrera, buscando las asignaturas obligatorias, tenía como primera clase del día Economia. Nunca había asistido a la primera hora de ese día, en realidad, nunca había asistido un lunes a clases, la clase quedaba en el segundo piso. Si le preguntaban por alguna dirección, Ventus no podría decirle ni siquiera en donde quedaba el bendito baño de hombres, por eso en ese momento era consciente de que la clase quedaba en el segundo piso, pero no de en qué parte del segundo piso.

Suspiro rendido, no tendría de otra que ir de puerta en puerta viendo las listas de las puertas para saber la asignatura asignada a cada salón. Se dirigió al segundo piso ignorando algunas miradas curiosas en el camino, sabía que llamaba un poco la atención, pero siempre le era muy incómodo debido a la sensibilidad que tenía para percibir a los demás, era demasiado consciente de su alrededor para su propio gusto.

Los pasillos eran amplios, las baldosas negras y grises acompañadas por las paredes cafés le daban un ambiente realmente serio y un poco antiguo a la universidad, sobre todo las ventanas resaltaban el gusto y antigüedad de la universidad, grandes ventanales de diseño gótico. Las puertas de cada salón eran de madera, y se detenía en cada uno revisando una hoja pegada a  un lado con el nombre de las asignaturas, era temprano por lo tanto habían pocas personas rondando por los alrededores.

Llegando a uno de los salones de la parte norte del piso, la hoja estaba tirada en el piso, se agacho a recogerla mirándola en proceso, sonrió al ver el nombre de la clase en la hoja. La coloco en el cuadro y entro a la clase encontrándola con algunos alumnos sentados en los asientos de atrás, la clase era grande, habían pocos alumnos esparcidos por distintos lugares del aula. Se movilizo hasta el asiento más alejado en una esquina ignorando las miradas de los estudiantes ante su presencia, no tardaron en dejar de prestarle atención.

La ventana estaba a su lado, clavo su mirada en el cielo detallando la forma difuminada de las nubes, su color, y su parsimonioso movimiento, el follaje se movía con suavidad por el viento encantando a quienes le escuchasen y tranquilizándole el ánimo.

. -¡Ahh! ¡Es tan hermoso! No te preocupes en cortarlo, así como estas te ves bien. –

. –¿Aunque claro no mejor que tu verdad? –

. –Qué bueno que lo entiendas querida. –

Sus ojos voltearon hacia las voces alborotadoras curiosos, una mujer de cabello castaño claro casi rubio entraba acompañada del que supuso era su amigo, alguien de cabello largo  a la mitad de la espalda y rizado color café.

 –Me sorprende que el tal Erick haya tenido el atrevimiento de tratar de sacarlos de su tiempo. –

 –Son tontos aficionados, ni siquiera pueden hacer una vuelta triple bien. –

Ventus los seguía con la mirada con disimulo, el tono de voz del chico se le hacía familiar…demasiado, le recordaba al bailarín de cabello exótico, ese tal Simón. Pero ese hombre tenía el color de cabello diferente, más largo y excéntrico, aunque no podía ver sus ojos con detenimiento.

Se encogió en su asiento cubriéndose con sus brazos pero siempre mirando en dirección a la pareja de amigos que acababan de entrar. Entre más lo observaba más se parecía al bailarín que observo en la universidad de Bernardo, la altura, los gestos, la voz, coincidían perfectamente, lo único diferente era el color del cabello y el largo del cabello, aunque no podía ver bien ni la cara, ni los ojos, pues estaba dandole la espalda.

 No podía dejar de observarlo, estaba tan ensimismado que ni siquiera noto que el aula se empezaba a llenar y el profesor iba entrando a la clase.

.–Buenos días, abran su libro en la página 125. -

Era la primera vez que recibiría esa clase ese día, a esa hora. Conocía al profesor Fidge, era un hombre con una prominente barba gris oscuro y ojos cafés,  era un poco más bajo que el hombre promedio, y directo a la hora de hacer las cosas. La forma en que daba su clase era interesante, lo entretenían lo suficiente como para dejar de distraerse en sus pensamientos sobre la identidad del bailarín.

Notó cuando el profesor lo miro con extrañeza, no lo culpaba, era raro que asistiese a clases. Por lo general iba a la universidad únicamente los jueves, para las clases que consideraba interesantes, y los sábados para conseguir algunas cosas que le interesase de alguna otra asignatura. Cuando tenía los suficientes puntos para pasar la clase, la abandonaba totalmente y solo asistía a las pruebas finales, entregar los trabajos se le hacía fácil pues estaban en la programación, aunque en algunos si tenía que escuchar las indicaciones del profesor.

–Señor Mitre, ¿puede levantarse y seguir la lectura por favor? –pidió el profesor.

Ventus levanto la vista del libro, notando las miradas en él, incluso la de él bailarín, se levantó de su asiento tratando de ignorar ser el centro de atención con el libro en las manos y leyó con suavidad en un tono lo suficientemente alto como para ser escuchado y lo suficientemente bajo  para aminorar el esfuerzo.

 –Gracias señor Mitre. sígale la lectura Joven Romans. –

 –Sí señor. –se levantó volteándose para quedar enfrente de sus compañeros, algo que le pareció curioso, Ventus se tomó la libertad de detallar la cara del hombre, era alargada, sus facciones eran un poco finas sin rayar en lo afeminado, sus ojos eran pequeños y alargados, le parecía que el color era de un gris azulado, su piel no era blanca pero tampoco era ni trigueño, ni negro, un blanco bronceado, y su voz ciertamente era la misma del bailarín de nombre Simón.

 –Gracias Joven Romans, puede sentarse. Entonces, como decía, en base a lo que sus compañeros leyeron…. –

En el momento en el que termino de leer y levanto la vista del libro sus miradas se conectaron por un breve momento antes de que se sentase. ¿Lo reconoció? …No estaba seguro, aparto sus ojos de Simón y trato de seguir la explicación del profesor.

Al terminar la clase dejo que la mayoría saliera para poder irse el también, Simón y la mujer que lo acompañaban aún no se iban, parecían hablar de algo  y de vez en cuando captaba un movimiento disimulado en su dirección que si no fuera por la excesiva atención que le prestaba, no hubiera notado.

Suspiro casado. Nunca había sido alguien tan curioso, tal vez se veía sospechoso y desagradable, no se extrañaría si viniese a replicarle algo después, sería mejor dejar el asunto ahí donde estaba. Se levantó de su asiento dirigiéndose a la puerta, tratando de no voltear en su dirección a un paso normal que tal vez era rápido para otros. No quiso saber si lo estaban viendo cuando salió de la clase o no, suficiente tenía con comportarse tan raro solo por tener curiosidad sobre alguien.

Fue al patio principal instalándose en las mesas de afuera de la cafetería de la universidad donde esperaría a sus amigos, faltaban unas cuantas horas para que salieran, pero podía perfectamente esperar leyendo un libro.

Cuando leía, el tiempo se le iba rápido, las letras pasaban por su mente en palabras, y las palabras en contextos, historias, comprendiendo, analizando sin dificultad alguna. No notaba lo que circulaba a su alrededor, o incluso el movimiento de sus dedos al pasar la página, se hacía ajeno a todo lo que lo rodeaba sumergido en lo que sus ojos leían, en un mundo donde solo él entendía de que se trataba. Por veces acariciaba la página en la que estaba con suavidad, repasando algunas palabras moviendo los labios sin emitir sonido, en una respiración acompasada y tranquila.

. –¡¿El Secreto de un suspiro?! ¡¿Dónde lo conseguiste Ventus?! –gritó un hombre rubio acercándose rápidamente para quitarle el libro de las manos. La sorpresa fue tanta que no tuvo tiempo de reaccionar, ni siquiera de sorprenderse.

Respiro profundamente reuniendo algo de su gran paciencia para dejar salir el aire de sus pulmones. Miro su reloj, y en efecto, habían pasado tres horas.

. –¿Solo estas tú, Nicolás? –preguntó apoyando el mentón en el dorso de su mano. –¿Donde esta Janet? –

. –Ya viene, fue al baño con Diana. –respondió mientras ojeaba el libro. –Aun no entiendo cuál es el punto de ir siempre acompañado al baño –

. –Es bueno no pensarlo mucho, cosas de genero supongo. –

Nicolás cerró el libro de un golpe mirando directamente a Ventus con una sonrisa. –Son extraterrestres totalmente anormales, con armas de fuego que te pueden quitar hasta el aliento.

. –Sin duda son seres fuera del entendimiento del hombre. –sonrió divertido. Nicolás rio fuertemente sentándose enfrente de Ventus jugando con el libro en sus manos.

. –Son tan complicadas…y aun así caen como abejas en la miel. –

Ventus iba a reír hasta que visualizo dos figuras a lo lejos que se iban acercando a un paso un poco apresurado.

. –Unas cuantas palabras bonitas, pequeños movimientos sutiles, una correcta expresión, y caen más rápido de lo que se preparan para una simple fiesta de noche. –miraba al libro con una picara expresión, Ventus se preguntaba cuanto duraría. –Una noche salvaje…unos cuantos movimientos, y todo el maquillaje, preparación de cabello, vestido y lo que sea que se hagan, queda tirado a un lado por un apuesto hombre. Tal vez son tan complicadas para que un hombre las desordene como es debido. –

Tiempo fuera, aquellos pasos se acercaban lentamente hacia a ellos con una peligrosa energía rodeándoles.

. –¿Disculpa? ¿Pero que tenemos aquí Janet?... al parecer un idiota que se cree un experto en mujeres. –dijo diana posando sus manos sobre los hombros de Nicolás estremeciendo su cuerpo por el susto.

. –Es ahora cuando sabemos porque siempre terminas con una marca en la cara. –dijo Janet con el mismo tono venenoso de Diana.

Ventus sonreía conteniendo la risa, Janet lo miro y le guiño un ojo cómplice, era una de sus mejores amigas, de la misma altura que Diana, con el cabello negro lacio y largo admirado por varios hombres, unos ojos negros que mataban acompañados la mayoría de las veces por unos labios rojizos naturales elevados en una pequeña sonrisa sarcástica e irónica. Era bella pero al igual que Diana, lejanas para cualquier individuo sin pantalones.

. –¿Nicolás? ¿Si sabias que yo controlo la temperatura del agua en la casa verdad? Sobre todo la de la ducha –inquirió disfrutando de la expresión de su rubio primo, lívido y espantado.

. –La…las mujeres, son seres maravillosas que guían a los hombres  a un camino apartado de su estupidez? –titubeo sonriendo nervioso.

. –¿Enserio? ¿Y qué más? –continuo Diana.

. –¿Eh?....Ah, bueno, pues…son tan hermosas que nos dejan anudados por su clamor, y…la verdad es que…lo siento, hable de más. –agacho la cabeza. –Ustedes sabrán sus razones de ser -

 . –Eso me gusta Nicolás, Nicolás. –palmeo sus hombros para luego sentarse a un lado de cada uno al igual que Janet.

. –¿También te le ibas a unir Ventus? –preguntó Diana sonriéndole con malicia.

. –Yo si se mi lugar. –respondió agarrando el libro de las manos de Nicolás.

. –Eso es bueno, deberías de aprender  de él Nicolás. –

. –Si, si, todos vuélvanse un gigante de dos metro con apariencia de nerd. –

. –Cállate, mujeriego, patán, idiota, que no sabe cómo tratar a una mujer después de tener sexo. ¿O tal vez eres tan impotente que te dejan antes de que lleguen al acto? –atacó Janet.

 . –Me dejan más que todo por mujeriego y….

. –Ya basta ustedes dos, la discusión se está volviendo un poco extravagante. –paró Diana no queriendo terminar de escuchar el rebatimiento de Nicolás. –

. –Compadezco a quien quedo con ustedes en su grupo para el proyecto. –comentó Ventus.

. –No tuvimos a nadie más en el grupo, solo nosotros dos, Nicolás se encargó de hacer trampa en la elección. –

. -Mis habilidades son innatas. –

Rieron por la expresión de Nicolás, era un bufón de primera categoría pero pese a eso trataba a la mayoría como molestia, y solo mantenía unas cuantas relaciones amistosas por conveniencia, y las relaciones amorosas eran un juego la mayor parte de veces para él. Era un hombre con una reputación mal labrada, y solo pocos se podían considerar verdaderamente sus amigos.

. –¿Y? ¿Quién ira por los batidos? Estoy cansada y no me moveré de aquí. –Dijo Diana haciendo amago de quedarse clavada en el asiento.

. –¿Entonces vamos nosotros? –preguntó Nicolás refiriéndose a Ventus, Janet y él. –

. –No seas tonto, no me quedare aquí sola esperándolos, necesito plática. –

. –Con gusto te hago plática y te hablo de mis conquistas. –bromeó guiñándole un ojo.

. –Plática con cualquiera menos tú. Ve tú con Ventus, Janet se queda conmigo. –

Nicolás y Ventus se pararon tomando la palabra de Diana. En cuanto se pararon Nicolás miro a Ventus fijamente para luego mirar al cielo con una expresión irónica, Ventus se imaginó que había hecho una broma mentalmente.

. –Alguna vez te has preguntado si existirá alguien más alto que tú. –pregunto Nicolás abriendo la puerta de la cafetería para entrar. –Te sentirías más igualado. –

. –En mi familia es normal tener mi altura. –

. –Joder, yo apenas soy un poquito más alto de lo común entre unos cuantos hombres. –Nicolás dramatizaba sus palabras con expresiones chistosas.

Llegaron a la caja quedándose quietos viendo los carteles con los menús, sabían que escoger ellos, pero no tenían ni idea de que les gustaría a la chicas y no querían volver y atrasarse más.

. –Opino que le demos lo mismo que a nosotros. –

. –A Janet le gusta la fresa, pero no sé qué le gusta a Diana. –dijo Ventus

. –Ah, ya se, uno de mango, de pequeños solía comer mucho. –

Pidieron los batidos, pidiendo ellos uno de manzana y otro de mora, después les dieron la indicación de que esperaran en la otra esquina de la barra. Nicolás se mostraba inquieto y se mecía de un lado a otro, Ventus lo observaba sabiendo lo que diría a continuación, y no equivocándose en la deducción.

. –Voy al baño, ya vengo. –

Habían pasado 15 minutos desde que Nicolás le había dicho eso, los batidos se tardaban en salir debido al poco personal y a la multitud que empezaba a llegar, también parecía que tenían un pequeño problema técnico. Tenía mucha paciencia, por lo tanto no le importaba estar de brazos cruzados apoyado en la esquina esperando a que su orden estuviera lista, ni siquiera prestaba atención a su entorno, solo mantenía la mirada fija en un punto inexistente de la columna del otro lado del café.

No notaba que no muy lejos de ahí lo miraban críticamente varios pares de ojos, unos más interesados que otros.

. –Es raro. –dijo una mujer, la típica rubia de ojos azules. –Es demasiado alto, no habla con nadie, y casi nunca viene a la universidad, no sé cómo pasa las asignaturas, ¿tú qué crees Jessy?

. –Se supone que es un cerebrito, Gabriela fue la de la información. –opinó otra mujer con el cabello castaño y ondulado, miró  hacia su amiga al lado con sus ojos castaños buscando que la secundara.

. –Sí, algo así he oído por ahí. ¿Acaso no están enterados del grupo de extranjeros que llegaron? ¿Jésica, Francis, en qué mundo viven ? –

. –No importa. –Desestimo Francis. - ¿Dices que te ha estado mirando desde ayer? –preguntó de nuevo la rubia, mirando con interés juguetón a su mejor amigo, Simón. Las escuchaba atento y divertido, la expresión risueña en su rostro era acompañada por delicados movimientos con las manos para simplemente tomar los cubiertos de la mesa.

. –Estuvo en la presentación de ayer, de eso no hay duda. –

. –Lo sigo diciendo, es raro. –

. -¿Por qué te interesa tanto? No es el primero que te queda observando tanto. –cuestionó Gabriela.

. –Se quedó desde el principio hasta el final, y hoy en la clase estoy casi seguro de que no aparto sus ojos de mí. –

. –Okey, eso sí es raro, también note que miraba en nuestra dirección. –dijo Jessica concordando con Francis recordando el momento en la que entraron al salón. –Pero estabas muy diferente ayer, ¿Seguro que te reconoció? –

. –Tal vez solo piensa que eres demasiado anormal como la mayoría de la gente. –opinó Gabriela

. –Anormales aquellos que no comprenden la magnificencia. –bromeó Simón, sus amigas rieron acostumbradas a su comportamiento. –En todo caso…es interesante. –

.  – ¿Enserio?... Yo no le veo nada interesante. –comentó Francis mirando en dirección a Ventus.

. –Como dije, él es de ese grupo de extranjeros extraños. No tienen buena fama. –

. –Si Gabriela, ¿Pero qué es lo que dicen de ellos? –agregó Jessica enarcando una ceja. – Una es una sádica que al parecer mira a todos con soberbia. Otra, ignora a todo aquel que trate de entablar una pequeña conversación, según han dicho se reúsa incluso a hacer trabajo en equipo en las clases y los profesores siempre la favorecen. También, está el rubio cuya reputación es la peor en toda la universidad, un patán sin igual, sinceramente no puede haber más zorro que ese. –enumeró contando con los dedos de su mano haciendo diferentes muecas en cada persona.

. –¿Y qué dicen del gigante? –preguntó Simón.

. –Que es un nerd, cerrado, raro, con deficiencia social. –respondió Gabriela.

. –Bueno, son rumores, no podemos fiarnos solo de ellos. ¿Por qué no los comprobamos? –propuso Francis tomando de su malteada.

. –Yo me fio mucho del rumor del rubio. –dijo Jessica señalando la entrada del baño de hombres en donde Nicolás estaba coqueteando con unas mujeres.

. –Ese si es un zorro. –afirmó Simón.

. –Ah, ¡Mira! La caja está vacía, ordena alguna bebida y trata de entablar conversación con el gigante. – señaló Francis.

. –¿No estas siendo apresurada querida? –

. –Solo ve, nunca juzgues un libro por su portada. –

Simón le sonrió afectuoso saliendo del asiento dirigiéndose a la caja. Miraba disimuladamente a Ventus vigilando por si lo empezaba a seguir con la mirada pero este parecía perdido en algún universo alterno pues no notaba ni siquiera que su amigo coqueteaba abiertamente con una mujer cerca de él.

Notas finales:

 

 

 

 

 

¡¡Gracias por leer!!


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