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Entre cielo y tormenta por Joker96

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Notas del capitulo:

...

Avery POV

 

— Camila tienes que hacerlo con más delicadeza. — instruí a la morena, con la voz agitada. 

 

— Te dije que esto no era buena idea. — se quejó con un puchero. 

 

— Solo necesitas algo de práctica. — dije intentando animarla. — Nadie lo hace bien a la primera. 

 

— Tu sí. — reprochó.

 

— Yo soy buena en todo lo que hago cariño. — dije guiñándole el ojo. 

 

— Si eres tan buena mejor hazlo tú. Yo ya no quiero. — la morena se cruzó de brazos con el ceño fruncido. 

 

— Vamos, al menos hay que intentarlo una vez más. — intenté convencerla. — Si lo haces, te prometo que ir contigo de compras la próxima vez que salgamos. 

 

— ¿Todo el día? — cuestionó elevando una ceja. 

 

Me lo pensé bien por unos segundos, pero cedí al final. Total, esto iba a valer la pena. 

 

— Si, todo el día. — prometí. 

 

— Está bien, entonces lo intentare una vez más. — cedió moviendo la palanca de cambios y moviendo el auto de reversa. Al principio lo hizo muy rápido, pero al final terminó yendo más tranquila. 

 

— Recuerda checar los espejos laterales. — instruí. 

 

Llevaba casi una hora enseñándole a estacionarse de reversa. Todavía no obtenía buenos resultados, pero estaba mejorando y ya no pisaba el acelerador en vez del freno por accidente. 

 

— Lo estoy logrando. — dijo Camila sonriendo ampliamente. 

 

— Si, te falta poco. — dije igual de animada. 

 

Cuando finalmente detuvo el auto ambas salimos y observamos el resultado. Quedó cerca de la línea que yo había dibujado y en medio de las ramas que había puesto como guía. 

 

— Te dije que podías. — la mire con una sonrisa y la latina dio saltitos de emoción. 

 

Esperando lo siguiente, sujete a Camila en cuanto su cuerpo impactó con el mío. Seguía emocionada y yo estaba feliz por ella. 

 

— ¿Ahora podemos hacer otra cosa? Me gustó aprender esto, pero, quiero aprovechar el tiempo que tengo contigo. — dijo enrollando sus brazos en mi cuello. 

 

— No quiero dejarte ir. — la acerque más hacia mí, aferrándome a ella sin la intención de lastimarla.

 

Inhalé el olor de su cabello, embriagándome con su aroma a frutas tropicales y sentí su rostro escondido en mi cuello. Me dio unos cuantos besos cortos logrando que me dieran cosquillas, pero no hice nada para detenerla. 

 

— Estoy pensando en hablar con mi padre mañana. Si la cena con su socio potencial sale bien estará de buen humor.

 

— ¿Qué le dirás? 

 

— Solo quiero que me quite el estúpido castigo. Estoy harta de no hacer nada más que ver televisión, leer revistas viejas y extrañarte todo el maldito día. 

 

— Tu padre está siendo demasiado controlador Camila. Digo, está bien que se preocupe por ti, pero esto ya es demasiado. 

 

— Ya sabes cómo es él. — intentó justificarlo. 

 

— Eso no quita el hecho de que está haciendo algo malo. ¿Que acaso piensa que es tu dueño? Parece querer controlarte y limitarte para que solo hagas lo que él considera correcto. 

 

— ¿A qué te refieres con eso? — a este punto, Camila había adoptado una postura un tanto defensiva. 

 

— Tu padre no quiere dejarte ir Camila. No quiso que fueras a la universidad que querías porque estaba fuera del estado. Te quitó tu auto después de que tuviste un accidente casi insignificante. Y nunca te deja salir sola de tu casa, creo que es obvio a lo que quiero llegar. 

 

— El solo se preocupa por mi Avery, sabes que su infancia y adolescencia no fueron fáciles. Me cuida de la manera en que él hubiera querido que cuidarán de él. 

 

— No, Camila. Es algo más. 

 

— Solo déjame hablar con él. Después de que lo haga y dejemos pasar un par de días…

 

— ¡Días! — exclamé. — Tu padre es el único que no sabe que estamos saliendo Camila. Creo que eso deja claro que él es el verdadero problema. 

 

— En eso te equivocas ¿Acaso crees que le gustará la idea de que salga contigo? 

 

— ¿Qué quieres decir con eso? 

 

Camila adoptó una postura retadora, con los brazos cruzados y el mentón en alto. 

 

— Esa vez que fuimos a un restaurante con mi familia por el cumpleaños de mamá. Una de las camareras se acercó y te mojo con una jarra de agua fría porque te habías acostado con ella y no la volviste a llamar. — relató. — No lo olvido porque mi padre lo recuerda cada vez que volvemos a ese lugar. 

 

— Siento que me estás reclamando, pero ni siquiera estábamos juntas en ese entonces. 

 

— Lo estoy haciendo, pero no es por eso. Lo que trato de decir es que esa es una de las razones por las que tengo miedo de decirle a mi padre sobre nuestra relación. Sé que me va a tratar de reclamar el hecho de que eres… eras una fuckgirl. 

 

— Creo que eso no significa nada ahora Camila. No tiene ningún derecho a reprocharte por mi pasado, si me va a juzgar por algo, que sea por mi presente. 

 

— No es tan fácil. 

 

— Lo sería si yo fuera un chico de buena familia. — dije con una sonrisa forzada. — Tu padre estaría contento sabiendo que podría protegerte, con mi fuerza de macho, mis hombros anchos y espalda fuerte. No necesitarías hacer ningún esfuerzo, o cualquier otra cosa que te de independencia...

 

— ¡Basta Avery! — Camila se acercó, lo suficiente como para que yo pudiera notar el enojo en sus ojos. — Te estás comportando como una idiota. — recalcó. 

 

— La verdad puede llegar a doler, querida. 

 

— Sí, y la verdad es que ya no quiero estar aquí. Pero no te preocupes, tomaré un taxi, aunque a mi padre le moleste que vaya sola y desprotegida. 

 

Camila POV

 

Ignorando los pasos de Avery que caminaba detrás mío, seguí caminando lo más rápido que pude. Estaba molesta, a Avery siempre se le hacía fácil recalcar los defectos de las personas, pero rara vez denotaba las virtudes. Y era algo que ya nos había causado problemas en el pasado, y con eso me refiero a Amanda. 

 

— ¿A dónde vas? No encontrarás un taxi por aquí. — dijo Avery que me detuvo tomando mi brazo. 

 

— Ya no quiero pelear, estoy cansada. Yo solo quería pasar tiempo contigo, y ahora ya ni quiero verte. — dije soltando mi brazo de su agarre. 

 

— Está bien, eso lo entiendo. — dijo ella, notoriamente más calmada. Lo que se me hacía injusto porque yo seguía enojada con ella. — Pero como te dije, los taxis no pasan por aquí. ¿Por qué no mejor llamas un Uber? 

 

Tuve que hacer un esfuerzo por no abrir la boca por la sorpresa. Esto no era lo que yo esperaba, se suponía que tenía que disculparse, de rodillas si era necesario, y ofrecerse a llevarme a casa. ¿Qué no tenía mi seguridad como su prioridad? 

 

— Eso es lo que pensaba hacer. — dije

bufando después de unos segundos. 

 

Parecía que lo que tenía en mente no iba a suceder. 

 

— Bien. Me quedaré aquí esperando contigo. — dijo ella metiéndose las manos en los bolsillos de su pantalón. 

 

— No tienes que. — escupí sin poder disimular el veneno en la voz. — No eres un hombre fuerte que pueda protegerme. 

 

— No es para protegerte, es por seguridad. Así fueras una total extraña, me quedaría. Es de noche y es un lugar apartado, puede ser peligroso. 

 

— Curioso, entonces ¿si yo fuera una extraña también te quedarías? — le cuestioné. — A mí me parece solo uno más de tus “antiguos” trucos. — acuse, mirándola con una sonrisa fingida. 

 

— Sería inútil defenderme contigo estando así. — dijo Avery encogiéndose de hombros. Sacó su celular y se dispuso a ignorarme. 

 

Fueron unos minutos bastante tensos. Ninguna de nosotras parecía dispuesta a matar el silencio, quizás por orgullo, quizás por qué no queríamos empeorar las cosas. Esta era nuestra primera discusión de pareja, y ni siquiera había terminado. 

 

No tardó mucho más en aparecer un auto color plateado. Verifique las placas y la marca, y después de asegurarme que era el correcto mire a la ojiazul. 

 

— Vete con cuidado. — dije, por qué yo también quería que ella llegará segura. 

 

— Claro. Buenas noches Camila. 

 

No respondí, solo asentí y me subí al auto. Saludé al conductor y una vez pasando por eso, él arrancó el automóvil. 

 

Avery estuvo ahí parada hasta que ya no pude verla. 


Repetí una y otra vez cada una de las palabras que dije, junto con las que dijo Avery ya una vez estando a solas en mi habitación. Pero lo que más estaba clavado en mi memoria fueron los últimos minutos, o más bien, la mirada de Avery hacia mí. 

 

Decepción. O al menos, eso era lo que parecía ser. ¿Pero por qué? Tenía todo el derecho de defender a mi padre, que aunque no era perfecto, era un buen hombre y un excelente padre. Ella no le conocía como yo, por eso se le hacía fácil juzgarlo y me parecía injusto de su parte. Avery quería que mi padre no la juzgará, pero ella estaba haciendo exactamente lo mismo. 

 

Sacudí la cabeza tratando de dejar de pensar en eso. Ya era tarde, y mañana iba a tener que despertar temprano. Siempre lo hacía para ayudar a mamá con las tareas del hogar cuando teníamos visitas. Dejaría este pequeño problema por ahora. 

 

Apague mi lámpara de noche y me acomode en la cama. Cerré los ojos, pero no pude cerrar la mente sino hasta una hora más tarde. 

 

--

 

Para cuando llegaron las visitas, ya todo estaba listo. A petición de mi madre, me puse un vestido, sencillo pero formal. Cuando mi padre me vio asintió complacido. 

 

Todos fuimos hacia la entrada de la casa para recibir a los vecinos. Y mi padre fue el que abrió la puerta, dejando ver a las personas que estaban tras de ella. 

 

— Bienvenidos, pasen. — invitó mi padre. 

 

— Linda casa, Roberto. — halago el señor Nichols. Detrás de él venía su esposa y su hijo, quien se me hacía meramente familiar. 

 

— Muchas gracias Liam, pasen por favor, está también es su casa. 

 

Salude al señor y a su esposa, y cuando iba a hacer lo mismo con su hijo él sonrió. 

 

— Hola Camila. — dijo sin borrar su sonrisa. 

 

— Hola, ¿Te conozco? — pregunté con verdadera curiosidad. 

 

— Estudiamos en la misma universidad, de hecho mi facultad está justo al lado de la tuya. Estudio medicina. — informó. — Me llamo Marcus. — se presentó, tendiendo su mano. 

 

— Un gusto, Marcus. — saludé tomando su mano. 

 

De sorpresa, él acercó mi mano a sus labios y besó el dorso. Me sonroje por el mero motivo de que no me lo esperaba. 

 

— Tu hijo es todo un caballero, Liam. — dijo mi padre con una sonrisa. 

 

— Solo un caballero puede criar a otro, Roberto. 

 

— La cena está casi lista, ¿Por qué no vamos pasando al comedor? — sugirió mi madre con una sonrisa, que yo sabía, era fingida. 

 

Todos asintieron y pasaron a sentarse a la mesa del comedor. Yo seguí a mi madre a la cocina, sabiendo que iba a necesitar de mi ayuda. 

 

— Ese joven ¿En verdad no lo conoces? — preguntó mi madre una vez que estuvimos ambas en la cocina. 

— No. Aunque creo que lo he visto una que otra vez en la universidad. 

 

— Te cuidado hacia cómo te comportas con él cerca de tu padre. Ví la cara que puso cuando ese muchacho te saludó, y no me gustó. 

 

— No creo que sea para tanto. — le reste importancia. — Mi padre sabe que lo que sea que yo haga, va a ser por pura cortesía. 

 

— Solo ten cuidado. — advirtió mi madre. 

 

Me limité a asentir, sin ganas de seguir hablando de eso. 

 

— Voy a ofrecerles algo de beber. — anuncie saliendo de la habitación. 

 

— Mi hija Camila también es muy inteligente, tiene las mejores calificaciones de su clase. — escuché a mi papá decir, mientras yo llegaba al comedor. 

 

— Es una jovencita muy linda también. — añadió la señora Nichols. — ¿No crees Marcus? 

 

Marcus se puso notoriamente nervioso ante el cuestionamiento de su madre, y yo también. 

 

— ¿Se les ofrece algo de beber? ¿Agua, jugo, vino? — pregunté tratando de evadir cualquier otro tema. 

 

— Bueno, yo nunca he podido rechazar una buena copa de vino. — dijo el señor Liam. 

 

— El vino suena ideal. — completó su esposa. 

 

— Yo solo quiero agua, gracias. — dijo Marcus aún un tanto nervioso. 

 

— Está bien, las traeré enseguida. 


A lo largo de la tarde, parecía que las cosas estaban saliendo bien… para mi padre al menos. Él y el señor Liam parecían estar de acuerdo en casi todo, y no solo en sus negocios. Parecían compartir ideales e ideologías también. 

 

Antonio estaba claramente aburrido, jugando con su tenedor. Mi madre hablaba con la señora Vivian y yo trataba de llevar una conversación meramente cordial con Marcus. No era un chico tan interesante, inteligente sí, pero aburrido. 

 

— … pero no te tienes que dejar llevar por la idea de que solo porque el cerebro olvida esas cosas, significa que no son importantes. Está una pequeña parte que… 

 

— Creo que es la hora del postre. — anunció mi madre interrumpiendo mi conversación con el chico, cosa que agradecí en silencio. 

 

— Te ayudo. — me apresure a decir, levantándome de mi asiento. 

 

Cuando ambas llegamos a la cocina solté un suspiro pesado. 

 

— ¿Así de mal, eh? 

 

— Es un buen chico, pero todo lo que dice o no lo entiendo o simplemente no me interesa. Dudo mucho que sepa hablar de algo que no sean datos curiosos que saca de internet. — dije mientras me recargaba sobre una de las encimeras. 

 

— El viejo truco de impresionar con datos interesantes. — dijo mi madre, mientras reía levemente. — Conocí a un chico que también hacía eso. No consiguió novia sino hasta que le compraron un auto. 

 

— Lo datos no son el problema. — negué. — Avery también me ha dicho algunos. Diría que más bien es la forma en que los dices, a ella le gusta contarlos como si estuviera contando una historia, lo hace divertido. — ante la mención de la ojiazul, inevitablemente pensé en ella. 

 

Seguía algo molesta con ella, pero no quitaba el hecho de que la echaba de menos. 

 

— Suena típico de Avery. — mi madre sacó la tarta del horno, y lo puso en la barra. — La has de extrañar. — comentó. 

 

— Sacaré los platos. — dije, ignorando lo último que dijo mi madre. 

 

— ¿Hay problemas? — preguntó. — Por eso llegaste algo molesta ayer. 

 

— Estaba con Amanda mamá. 

 

— Sí, y yo fui a París. — dijo, cruzando los brazos. — Soy madre Camila, yo lo sé todo. 

 

— Ya, ya. — me rendí. — ¿Al menos podemos dejarlo para después? 

 

Ella asintió, y así nos dispusimos a servir la tarta. 


Después del postre, el señor Nichols anunció que quería trabajar con mi padre, a lo que mi padre respondió con bastante entusiasmo. Yo me sentía aliviada de que al menos todo lo que tuve que hacer no fue en vano. 

 

Algunos minutos después de eso la familia Nichols se fue. Esta vez, cuando Marcus se quiso despedir haciendo lo mismo que hizo al principio, alcance a apartar mi mano y con una sonrisa a modo de disculpa me despedí de sus padres. 

 

Mis padres estuvieron celebrando un poco más la noticia, hasta que mi padre se acercó hacia mí, aún con una gran sonrisa en el rostro. 

 

— Gracias por todo mija, te portaste muy bien. — dijo, abrazándome. 

 

— De nada papá. — correspondí el abrazo. 

 

— Ten, te lo ganaste. — me tendió mi celular y acarició mi cabello. — Ya no estás castigada. 

 

Estuve emocionada durante los primeros segundos, pero recordé la discusión que tuve con Avery y sentí un sabor amargo. Yo creí que cuando me quitaran el castigo lo primero que haría sería ir a ver a mi novia, pero ahora no estaba segura de que eso fuera buena idea. 

 

— Gracias papá. — dije, intentando sonar animada. — Iré a mi habitación, quiero descansar. — anuncié. 

 

Ya estando en mi habitación, lo primero que hice fue llamarle a Amanda, quien contestó al tercer tono. 

 

— <Parece que a alguien le quitaron el castigo.> — fue lo primero que mencionó a través del teléfono. 

 

— Hace aproximadamente tres minutos. — confirme. 

 

— <¿Y tu novia no está disponible? Porque me sorprende que me llamaras a mi primero.> 

 

Resople, creyendo que no tendría que soltar la noticia tan rápido. 

 

— Tuvimos una pequeña discusión anoche. — caminé por mi habitación y me senté en mi cama. — Sé que ella no me hablara primero porque aún piensa que estoy castigada, pero no quiero ser yo la que hable primero tampoco. Va a pensar que ella ganó. 

 

<Ya. ¿Y por qué pelearon?> 

 

Bueno es que ella dice que mi padre… 

 

<Alto ahí.>— ordenó, interrumpiendo lo que estaba diciendo. — <Sea lo que sea que haya dicho, no creo que haya sido tan desacertado.>

 

— ¿Te vas a poner de su lado? — la acuse frunciendo el ceño. 

 

— <No, pero digo que Avery tiene todo el derecho a quejarse de tu padre. La trata fatal.> 

 

— … en eso no te puedo contradecir. Pero no quita el hecho de que es mi padre. Algo que Avery no respeta. 

 

<Mira, mejor habla con ella. No ahora, cuando las dos estén más calmadas… pero también deberías hablar con tu padre. Quieras admitirlo o no, también es parte del problema.>

 

— Si, tal vez tengas razón. — admití, muy para mí pesar. — Te llamo mañana, creo que ahora estoy algo molesta contigo también. 

 

Escuché sus carcajadas a través del teléfono y rodé los ojos. 

 

<Siento oír eso.> — dijo después de unos segundos. — <Buenas noches Camila, te quiero.>

 

Sí, sí. Gracias por nada Mandy. — y con eso colgué. 

 

Dejé mi celular en mi cama y salí de mi habitación. Creí que, si mi padre estaba de buenas, al menos podríamos hablar los dos sin que él se alterará tan rápido. Cosa que hacía con frecuencia cuando mencionaba a mi novia. 

 

Bajé a la sala, sabiendo que de ahí venían las voces de mis padres, pero me detuve al escuchar sobre qué estaban hablando. 

 

— Ella misma me dijo que el tal Marcus es aburrido, Roberto. No creo que esté interesada en él, diría que, todo lo contrario. — dijo mi madre, mirando a mi padre un tanto fastidiada. 

 

Parecía que ya llevaban un rato hablando al respecto. 

 

— Ya le dí muchas oportunidades a Camila, Mariana. Y justo cuando creí que Brody era el indicado me sale con eso. — soltó mi padre, mientras yo me sentaba en las escaleras, tratando de que no notaran mi presencia. — Tal vez solo necesita conocer mejor a Marcus. Conozco a Liam desde hace un tiempo ya, y sé que es un buen hombre y si dice que su hijo también lo es, le creo. 

 

— Roberto, no puedes obligar a Camila para que salga con ese muchacho. — debatió mi madre, notoriamente preocupada por las palabras de mi padre. 

 

— No es lo que pienso hacer, querida. Solo creo que Camila debería darle una oportunidad, así que hablaré con ella. — hizo una pausa. — No me mires así mujer, como dije ya le dí muchas oportunidades de conocer a alguien, pero no funcionó. Solo quiero ayudar, que conozca a alguien que valga la pena y que pueda ver por ella en un futuro. 

 

— Estás todavía en el siglo pasado Roberto. — le reprochó mi madre.

 

No logré escuchar nada más, pero vi a mi madre caminar hacia las escaleras y no pude moverme a tiempo. 

 

Cuando me miró, pareció estar sorprendida, pero terminó suavizando sus facciones y me sonrió levemente. 

 

— No te recomiendo hablar con tu padre por ahora cariño. — me dijo, ya estando más cerca. 

 

Me limité a asentir y acepté su abrazo, sintiendo un beso de su parte en la mejilla. 

 

Sin más, volví a mi habitación, sin saber realmente cómo sentirme. Avery tenía razón, y yo no estaba contenta por eso, pero no por cuestiones de orgullo. No, definitivamente no era por eso, aunque lo hubiera preferido.

 

Duele menos cuando te lastiman el orgullo. 

 

 

 

 

 

Notas finales:

...


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