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Entre cielo y tormenta por Joker96

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Notas del capitulo:

Bueno, en este capítulo se desata algo de drama, no tanto, solo lo justo. No por nada puse ese título.

Disfruten la lectura :3

Avery POV

 

Mientras terminábamos con las decoraciones de la fiesta, me tocó conocer a Hayley, la nieta mayor de Jasper, el esposo de la tía Carol. Era menor que yo por un año y tenía el pelo negro, claramente teñido, con mechas púrpura. Sus ojos eran grises, casi azules y su rostro era fino. Era muy atractiva. 

 

Estaba aquí por las vacaciones, y parecía que Carol estaba muy interesada en que nos conociéramos. Claramente yo no iba a intentar nada, pero Hayley parecía ser una chica bastante agradable, y hasta el momento inofensiva. Por lo que solo me reservaba por el momento. 

 

— Así que estudias psicología, eso es interesante. — comenté, mientras yo y Hayley nos hacíamos cargo de ordenar la mesa de postres. — Pero no te vayas a ofender ahora que ya no vaya a decir nada. 

 

Hayley río levemente. 

 

— No te estoy analizando. — dijo, sin borrar su sonrisa. — Acabo de terminar mi tercer semestre. No es como que sepa mucho. 

 

— Si tú lo dices. 

 

— Carol me contó mucho sobre ti. Pero, no me supo decir si estabas soltera. — comentó, ocultando su mirada de la mía. Parecía nerviosa ahora. 

 

— Bueno, yo… 

 

— Hayley acaba de terminar una relación hace unos meses. — de un de repente apareció Carol. Interrumpiendo. — Su ex novia se mudó a Inglaterra. 

 

Mire a Carol y luego, a Hayley, para otra vez mirar a Carol. ¿Acaso esto era una trampa? 

 

— Siento oír eso. — dije, sin saber qué más decir.  

 

— Ya lo superé. — Hayley negó restándole importancia. 

 

La verdad era que no podía decir mucho, mi relación con Camila solo era conocida por muy pocas personas, claramente Carol no estaba incluida. Y nadie más lo estaría, hasta poder darle la noticia a Roberto. 

 

— Ustedes deberían conocerse mejor, tal vez Avery te convenza de quedarte aquí Hayley. Sabes que a mí y a tu abuelo nos encantaría tenerte con nosotros. — Carol miraba a la pelinegra, quien parecía estar harta de ese tema. — Bueno, las dejo. 

 

— No entendí casi nada de lo que acaba de pasar. — atiné a decir. 

 

— No es importante. — aseguró Hayley siguiendo con su trabajo. — Me dijiste que tenías un gato ¿Cómo se llama? 


--


— Creo que estamos perdidos James, por aquí no queda el restaurante al que vamos. — comentó Amelia, mirando por la ventana del auto. 

 

— Es un atajo. — alcance a intervenir, desde el asiento trasero. 

 

— Cerraron la avenida. — añadió mi padre. 

 

Después de unos minutos llegamos al salón y Amelia lucía aún más confundida. 

 

— Es un nuevo restaurante. — le dije. 

 

— Eso veo. 

 

Mi padre estacionó el auto y todos bajamos. Yo ayude a Amelia, y después caminamos por el pasillo que nos llevaba a la entrada. 

 

— Avery esto no parece un restaurante. — comentó Amelia. 

 

— Ese es el punto. — ni bien termine de decir eso, mi padre abrió la puerta y en cuanto Amelia entró todos los presentes gritaron “sorpresa”. 

 

— ¡Oh por dios! — exclamó Amelia llevándose las manos a la cara. 

 

Todos se acercaron a felicitarla, incluso, sus padres que habían llegado de sorpresa, ya que ni yo me lo esperaba. 

 

Cuando la euforia fue bajando, pude visualizar a la morena. Estaba acompañada por su familia y Amanda. Con seguridad, camine hacia donde ella estaba, pero alguien se interpuso en mi camino. 

 

— La sorpresa fue todo un éxito ¿No? 

 

Hayley me miraba con una sonrisa y yo atiné a fingir una. 

 

— Si, todo salió como se planeó. 

 

— Hicimos un buen trabajo. — comentó mirando alrededor. 

 

Me limité a asentir. 

 

— Hola ¿Interrumpo? — preguntó Camila, llegando hacia nosotras, junto con Amanda. 

 

No parecía muy contenta. 

 

— ¡Mila! — exclamé. 

 

Estaba muy feliz de verla, pero algo me decía que no era buena idea abrazarla por el momento. 

 

— ¿Son parientes o algo así? — preguntó Hayley con curiosidad. 

 

— No exactamente. — respondió la morena, cruzando los brazos y lanzando una mirada punzante que se paseaba entre Hayley y yo. — Soy su mejor amiga. Camila. — se presentó, extendiendo su mano. 

 

— Mucho gusto, yo soy Hayley. — Hayley tomó la mano de Camila y la estrecho. 

 

— Yo soy Amanda, amiga de Camila. 

 

Mientras ellas se saludaban, me encontré con la mirada de Camila, quien me veía con un rostro estoico.

 

— ¿Y ustedes de dónde se conocen? — indagó la latina, fingiendo una curiosidad inofensiva. 

 

Pero yo, que la conocía bien, sabía que tenía que decir las cosas con mucho cuidado. 

 

— Es nieta de Jasper, el esposo de mi tía Carol. — respondí, de manera apresurada. — Está aquí por las vacaciones de invierno. 

 

— Quizás por más tiempo, eso no lo he decidido aún. — comentó Hayley mirándome con una sonrisa provocativa. — Podría mudarme aquí, sé que a mí abuelo y a Carol les encantaría eso. 

 

— Apuesto a que sí. — atino a decir Camila, con la voz ligeramente más profunda. 

 

Camila POV

 

Me bastó menos de un segundo para saber que la tal Hayley era una amenaza. No una peligrosa, pero una de la que igual tenía que deshacerme. 

 

El problema era que tenía muchos obstáculos, mi padre siendo el principal de ellos. 

 

— Camila, cariño. Qué gusto verte. — dijo Carol, apareciendo. — Es bueno saber que tu y Avery terminaron en buenos términos. A lo que ella me dice, parece ser que aún son muy cercanas. ¿Cómo va tu relación con el muchacho Aldrich? 

 

Mientras Carol hablaba, pude notar el cambio bajo la postura de Hayley, ahora ella también me miraba como una amenaza. 

 

— Terminamos. 

 

— Oh, lamento oír eso. 

 

— No lo consideraría una gran pérdida. 

— Sí, bueno. Ya encontrarás a alguien. 

Sin más, Carol se fue, y ahora Hayley se disponía a acercarse más a la ojiazul. 

 

— Avery, quiero hablar contigo. A solas. — ordené.

 

Ella me miró, notablemente nerviosa, pero asintió. Ante eso Amanda actuó rápido y se acercó a Hayley. 

 

— Me encanta tu brazalete ¿Dónde lo conseguiste? 

 

Aproveche ese momento para tomar la mano de Avery y arrastrarla al jardín, que, por el frío, estaba solo. Nos guíe hasta la parte más oculta, y me detuve, soltando su brazo.

 

— Escucha, sé que estás molesta, pero piensa con la cabeza fría Camila. Hay mucha gente aquí, contando a tu padre. No quieres cometer una locura. — fue lo primero que dijo Avery una vez que nos detuvimos y quedamos cara a cara. 

 

— Esa suripanta, la quiero lejos de ti, no te puede hablar y definitivamente no te puede tocar. ¿Me entendiste? — la cuestiones hundiendo mi dedo en su pecho. 

 

— No es mi culpa. Es algo que Carol está tramando, creo que quiere que Hayley se quede aquí. — se defendió. 

 

— ¿Y por qué te necesita a ti? 

 

— Quiere emparejarnos. Lo ha estado intentando desde ayer. 

 

— ¡Desde ayer! 

 

— No te lo dije porque Hayley no parecía mostrar interés. No sé qué cambió de ayer a hoy para que ahora esté actuando así. 

 

— Pues has algo para mantenerla alejada, o lo haré yo. — sentencie. 

 

Avery asintió rápidamente e hizo un saludo militar. 

 

— ¡Señor sí señor!

 

Sonreí negando, sintiendo como la tensión se desvanecía rápidamente.

 

— Ahora ven y bésame idiota. — dije, tomándola del cuello de su camisa, para atraerla hacia mí. 

 

— Con gusto. — respondió con sus labios rozando los míos. — Te ves preciosa, por cierto. — dijo, sacándome una sonrisa.  

 

Descubrí que besarla era algo que extrañaba más de lo que creí. 



Avery había invitado a Jax y a algunas de sus amigas del equipo de voleibol por lo que llenamos una mesa. 

 

Mis padres estaban en la misma mesa donde estaban James y Amelia, y Toni, estaba en la mesa de los niños. 

 

Jugaba con la mano de Avery por debajo de la mesa, trazando sus palmas y sus dedos. Mientras ambas manteníamos conversaciones distintas.

De vez en vez, miraba hacia donde estaba Hayley, quien hacía lo mismo, pero claramente su vista se enfocaba en Avery. 

 

— Avery me contó que estuviste haciendo tus prácticas en el zoológico ¿Qué tal estuvo? — preguntó Hanna, la amiga rubia de Avery.

 

Todavía recuerdo haber sentido ciertos celos hacia ella en un principio. Pero ahora ya todo estaba bien. 

 

— Me encanto, bueno a las dos. — dije señalando a Amanda. — Pero creo que mi parte favorita fue cuidar a los leones. Me gustan los felinos grandes. 

 

— Voy por algo de tomar, ¿gustas algo? — preguntó Avery. 

 

— Jugo de naranja, por favor. — asintió y después de mirar para todos lados, me beso en la mejilla. 

 

Seguí hablando con Hanna y con Amanda. Para mí sorpresa, la rubia también estaba estudiando veterinaria, pero iba dos semestres atrás.

 

— Deberías cuidar a tu chica Camilita. — dijo Sam señalando en dirección a dónde estaba Avery… y Hayley. 

 

— Maldita perra. — musite, parándome. 

 

Desafortunadamente, antes de que siquiera pudiera acercarme, Avery ya caminaba hacia mí y logró detenerme. 

 

— Quieta ahí. — me dijo, tomándome por los hombros. 

 

— Te dije que no te quería cerca de ella. 

 

— Técnicamente ella se acercó a mí. 

 

— No me provoques, Preston. — le advertí. 

 

— Tu padre nos está viendo, será mejor que nos sentemos. — dijo ella. 

 

Acepte a regañadientes y nos volvimos a sentar. 

 

— Olvidaste mi jugo. — le reclamé con un puchero. 

 

— Estaba más concentrada en evitar que mataras a alguien en la fiesta de mi mamá. 

 

Giré los ojos ante su exageración, pero no respondí. 

 

Durante el transcurso de la fiesta, evite a toda costa mirar a Hayley. Muy por el contrario, decidí darle toda mi atención a Avery, quien me contaba cómo le había ido en su reciente viaje. Me gustaba escucharla hablar cuando estaba emocionada. Era la cosa más tierna. Hacía gestos con las manos y sonreía de una manera hermosa. Ya había perdido la cuenta de las veces que estuve bastante tentada a besarla. 

 

— ¿Entonces quieres ser comentarista deportiva? 

 

— Creo que sí. — respondió agachando la mirada. — No digo que sea buena, pero es algo que me gusta hacer. 

 

Sonreí y acaricié su mejilla, logrando que me mirara. 

 

— Eso es lo único que importa. Así que, si eso es lo que quieres hacer, no dudes de que te apoyaré. 

 

Avery sonrió, tomó mi mano que tenía en su rostro y la apretó. 

 

— ¿Crees que te dejen quedarte en mi departamento? — cuestionó jugando con mis dedos. 

 

— Espero que sí. — contesté, mordiéndome el labio inferior. Mire a la mesa de mis padres, ambos parecían lo suficiente distraídos. — Sí no todavía podemos encontrar un lugar aquí mismo. — susurré muy cerca de su oído. 

 

— Empiezo a creer que no te molesta el hacerlo en espacios públicos — comentó, riendo levemente. 

 

Me encogí de hombros. 

 

— Por lo general si una primera vez es muy buena, tiendo a volver a hacerlo. 

 

Avery POV

 

Gran parte de los invitados se encontraban en la pista de baile que se encontraba en el centro del salón. Camila y yo seguíamos charlando, como solíamos hacerlo desde siempre. De cualquier cosa, de nada y de todo. Mi mano jugaba con la suya, tratando de no pensar en la otra mano de la morena que se paseaba por mi pierna, casi hasta llegar a mi muslo. 

 

— … y al parecer él me conocía. Estudia en la facultad de medicina, pero yo nunca lo había visto. Fue muy raro cuando beso mi mano…

 

— ¡Qué, qué! — exclamé frunciendo el ceño. — ¿En serio? 

 

Camila asintió. 

 

— Pero no pongas esa cara. — pidió, negando. — Es un chico súper aburrido, sin gracia. Solo fui amable porque el trabajo de mi papá estaba en juego. 

 

Ante eso, busqué a Roberto con la mirada. Estaba en la pista de baile, con su esposa. 

 

— Tu padre, ¿intentó algo? 

 

— No quiero hablar de eso ahora. 

 

Aquí íbamos de nuevo. Abrí la boca, pero la volví a cerrar casi de inmediato. La verdad era, que yo tampoco quería hablar sobre eso en este momento.

 

— ¿Quieres bailar? — le pregunté, cambiando de tema. 

 

Mostrando una sonrisa preciosa, Camila asintió. 

 

No era una canción lenta, por lo que mantuvimos nuestra distancia. Pero de vez en vez tomaba su mano y la hacía girar, mientras ella reía. En uno de los giros, Roberto la tomó y empezó a bailar con ella. Camila iba a decir algo, pero la detuve con un gesto. Sonreí y señalé a la barra donde servían las bebidas, indicándole a la morena que estaría ahí. 

 

— ¿Qué se le ofrece señorita? — preguntó el barman, mientras acomodaba unas botellas de licor. 

 

Le enseñé mi identificación falsa y sonreí. 

 

— Un…

 

— Un refresco de cola. — pidió Amelia, apareciendo detrás mío. — Dame eso. — espetó, quitándome la credencial de la mano. 

 

Me había atrapado. Pero decidí mantener la calma y mientras el barman buscaba un vaso, giré para mirarla. 

 

— ¿Sabes que cumpliré los 21 en poco menos de dos meses, verdad? 

 

La mujer se cruzó de brazos, portando una expresión bastante seria. 

 

— ¿Sabes que no importa cuántos años tengas aún puedo castigarte, no?

 

Estuve tentada a preguntarle de qué manera me castigaría, pero supuse que eso le haría tener ideas, así que desistí. El embarazo la tenía con un humor al rojo vivo y no era mi intención morir frente a tanta gente. 

 

— Ya, tú ganas. 

 

— Me llevaré esto. — señaló mostrando mi identificación. — Conseguirás otra cuando cumplas años. 

 

Asentí, sin preocuparme mucho. Tenía otra en mi departamento, así era de precavida. 

 

Tome mi refresco y camine con Amelia hacia la mesa de postres. 

 

— ¿Le dirás a mi padre? — pregunté con cautela. 

 

— No mientras te comportes. — dijo, tomando una mini tarta. 

 

Era la séptima que le veía comer. 

 

— Gracias. — agradecí. 

 

Amelia se encogió de hombros. 

 

— Ya tienes suficientes problemas por el momento. — le miré confundida a lo que ella optó por señalar con su dedo un punto en específico. 

 

Hayley se había acercado a Camila. Les ví murmurar entre ellas por unos segundos, hasta que ambas salieron del salón, en dirección al jardín. 

 

— Maldición. — solté con cierto nerviosismo. 

 

— No te aconsejo ir ahora, pero mantente atenta. No quiero una pelea en mi fiesta de cumpleaños. — me advirtió, dándome unos golpecitos en el hombro. 

 

Sin más, ella se fue, dejándome sola mientras pensaba en mis posibilidades. 

 

— Ave, estás en problemas. — dijo Sam, apareciendo. — Camila salió con esa chica rubia que coqueteaba contigo. 

 

— Eso no suena nada bien. — dijo Madeleine. — ¿Que vas a hacer? 

 

— No sé. Por lo que veo no se ha desatado ningún desastre. — comenté, viendo a las dos mujeres mantener una conversación. — Dejaré que hablen, quizás no es nada malo. — respondí, restándole importancia al asunto. 

 

Sam y Madeleine me miraron con sorpresa. Pero la verdad era, que no había nada de qué preocuparse. 

 

Camila POV

 

— Solo digo, que tú ya tuviste tu oportunidad. Esta bien que sean amigas, pero sería egoísta de tu parte querer volver a lo mismo. — dijo Hayley. 

 

Llevábamos hablando por solo unos minutos, pero ya muchas cosas se habían dicho. 

 

— ¿Y qué derecho tienes tú para juzgar eso? — cuestioné apoyando mis manos en mi cintura. 

 

— Avery me gusta, y mucho. — soltó finalmente. — Pero dudo que siquiera piense en darse una oportunidad conmigo si tú sigues ahí, como mosca. 

 

Respira y exhala Camila, respira y exhala. 

 

— Querida, te aseguro que no piensa en eso. Y que yo esté o no, no lo cambia ni un poco. — respondí, aguantando la risa. 

 

— ¿Quieres volver con ella? — preguntó. 

 

— Eso no es de tu incumbencia. 

 

— No sería buena idea. Me bastó menos de un minuto para saber que a tu padre no le haría ni la menor gracia. 

 

Apreté la mandíbula, sintiendo el cuerpo tenso. 

 

— No sabes nada. — escupí, con el ceño fruncido. 

 

Hayley sonrió, con cierto desplante de victoria y se encogió de hombros. 

 

— Con eso resolviste mis dudas. — concluyó. — Eres una niña de closet, que piensa mucho en el qué dirán. Y hace lo que Papi dice. — por un segundo estuve dispuesta a lanzarme sobre ella, pero me detuve. Y ella, sin temor por su vida, continuó. — Tal vez por eso terminaron. Por muy linda que sea una relación, una cosa así llega a ser cansada. Por mucho que Avery te hubiera querido, tu miedo debió haber sido demasiado, no pudo soportar más. 

Mientras ella seguía hablando, yo seguía oyendo, pero mi mirada se enfocaba en la ojiazul. Estaba hablando con mi madre, que reía ante lo que sea que estuviera diciendo, pero mi padre se mantenía serio. Como si una sola sonrisa, por muy pequeña que fuese, le causará un ardor insoportable. 

 

— Tengo que irme. — solté, sin dejar de mirar a mi padre. 

 

— Cobarde. — fue lo último de dijo Hayley, mientras yo volvía a entrar al salón. 

 

Camine hacia la mesa donde estaban mis padres y Avery. Cuando llegue, mi aspecto debió haber encendido una alarma porque Avery se levantó, mirándome preocupada. 

 

— ¿Estás bien, Mila? — preguntó acercándose con cautela. 

 

— Lo siento. — le dije, susurrando. Sentí los ojos llorosos y el pecho contraído. 

 

— ¿Por qué? — cuestionó, confundida. 

— Ya no puedo hacer esto. — dije logrando que Avery me viese con temor. 

 

— Camila, no puedes… — la calle besándola. Cerré fuerte los ojos, tratando de no perder el valor. 

 

Escuché el suspiro de mi madre y sentí la tensión en el cuerpo de Avery debido a la sorpresa, pero terminó respondiendo. Y ahí sí que pude tomar valor, sintiendo como se abrazaba a mí. 

 

— ¡Camila! — exclamó mi padre. 

 

Me separé de Avery lo suficiente como para verlo, se había levantado de la mesa, y parecía echar humo por las orejas. 

 

Mi madre también se puso de pie, y se acercó a mi padre. 

 

— Roberto. — dijo, con voz calmada. Tomó el brazo de mi padre pero este se separó de un jalón. 

 

— ¡No! — gritó. Caminó a paso firme hasta donde estábamos Avery y yo, y se detuvo, a pocos centímetros de nosotras. 

 

Sentí como Avery apretaba mi mano y se ponía un poco más enfrente. Dándole cara a mi padre. 

 

— ¿Qué diablos es todo esto? — cuestionó, mirando solamente a mi novia. — ¿Qué le hiciste a mi hija? 

 

— Roberto, yo no…

 

— No me hizo nada papá. — aseguré yo. — Nunca lo haría, me quiere tanto como yo a ella. 

 

Mi padre intercalaba su mirada entre Avery y yo, sin borrar su semblante. 

 

Desvié la vista. Todos en la fiesta nos regalaron su atención, incluso Hayley, que parecía no creer lo que veía. 

 

James caminó hacia mí padre, interponiéndose entre él y nosotras. 

 

— Es la fiesta de mi esposa Roberto, te agradecería que no levantaras la voz. — dijo. — Y que te apartes un poco de mi hija. 

 

— Y lo que yo quiero es que tu hija se aparte de la mía. 

 

Ante lo dicho, me abracé a Avery. 

 

— Roberto, ¿Quiénes somos nosotros para interponer en las relaciones de nuestras hijas? — cuestionó James, con una sonrisa. — Son adultas, saben lo que quieren y lo que hacen. 

 

— Tu y yo pensamos muy diferente James. Yo no te digo cómo criar a tus hijos, así que ni intentes hacerlo tú conmigo. — advirtió mi padre acercándose al padre de Avery.

 

Sin esperarlo, Avery se separó de mí y se volvió a interponer. 

 

— Recuerda que tú problema es conmigo. — soltó ella, mirando a mi padre. 

 

— Tu siempre has sido mi problema. — respondió él, tomando a Avery por el antebrazo. 

 

Fue cuando James volvió a interferir, y tomó el brazo que sostenía a Avery. 

 

— Suéltala. 

 

Todos parecían pedirle a mi padre que se detuviera, pero no fue hasta que me acerque lo suficiente, que me atreví a intervenir. 

 

— ¡Basta papá! — le grité, brotando lágrimas. No sabía si de miedo o de rabia. — ¡La amo! — ante eso todos voltearon a verme, pero la reacción de Avery fue la única que me importó. 

 

Era la primera vez que lo decía de esa manera. 

 

— ¿En serio? — preguntó ella, empezando a sonreír. Como si el hecho de que mi padre la tenía sujeta fuertemente del brazo no tuviera importancia. 

 

Mi padre miró a Avery, y la soltó rápidamente. 

 

Me avalance sobre ella, y sentí como me abrazaba con fuerza. Con una mano me tomó de la barbilla, obligándome a mirarla. 

 

— Te amo. — dijo, sin borrar su sonrisa. 

 

¿Así de bien se sentía cuando te lo decían con sinceridad?

 

Con oír eso, fácil podía olvidarme de la situación donde nos encontrábamos. 

 

— Nos vamos. — sentenció mi padre con autoridad. 

 

— Me quedo. — dije yo. 

 

— Ni creas que… 

 

— Alejate de ellas. — advirtió Amelia, deteniendo a mi padre. — Le tocas un pelo a mi hija y te mato. — amenazó. 

 

Mi padre se alejó, claramente afectado por la amenaza. 

 

— Vámonos Roberto. — ordenó mi madre. Mi padre bufo y tomó su saco, saliendo a zancadas del lugar. — Lamento todo esto. — se disculpó. 

 

— ¿Estás segura de irte con él? — cuestionó James. 

 

— Puedo controlarlo. — aseguró ella. — Avery, ¿Crees que puedas llevarte a Toni contigo? 

 

— Por supuesto. — aceptó. 

 

— Gracias. Amelia, lo siento mucho. Es tu fiesta y…

 

— No es tu culpa. — la cortó. — Pero si necesitas algo no dudes en llamar. 

 

Mi madre asintió y se despidió. 

 

— ¿Estás bien? — me preguntó Avery. 

 

— En parte. Siento que me quite un peso de encima. — respondí. — Perdón por haberlo hecho sin consultarlo contigo, pero sentía que, si no lo hacía ahora, no lo haría nunca. 

 

— Bueno, sigo viva que es lo importante. — dijo con una sonrisa. — Fue todo un espectáculo. 

 

Asentí avergonzada, escondiendo mi rostro en su cuello. 

 

— Vaya fiesta. — dijo James, con Amelia a su lado. 

 

— Lo siento. — me disculpé, roja de la vergüenza. 

 

Amelia negó. 

 

— Es la excusa perfecta para terminar con la fiesta. — dijo ella. — Ya estaba sintiendo los pies hinchados y quería irme a dormir. 

 

— No se preocupen. Mejor ya váyanse a descansar, que aún les espera más que esto. — dijo James. 

 

Y tenía razón, la cosa con mi padre todavía no terminaba.

 

 

 

 

 

Notas finales:

Hasta la próxima.


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