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Entre cielo y tormenta por Joker96

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Notas del capitulo:

Hola :3 aquí esta otra actualización. Después de este capítulo ya solo queda el epílogo y a cómo van las cosas, creo que tendrá dos partes.

Bueno, ya ha pasado mucho tiempo y la verdad si quiero darle final a esta historia, creo que mis personajes se lo merecen, y los que han leído mi historia también. En fin, espero y les guste el capítulo, pero les advierto, hay mucho diálogo.

Una disculpa en adelantado por lo errores que se puedan encontrar.

Avery POV

 

Era invierno, no había calefacción en el estudio de Roberto, y aún así mi cuerpo tenía la capacidad de comenzar a transpirar y sentir las palmas de mis manos húmedas por el sudor. Observé cómo el hombre caminaba por el lugar con tranquilidad, ¿y cómo no? si él era el que tenía ventaja. Yo siempre había sido más un amante que una guerrera, por lo mismo si esto llegaba a lo físico, tenía todas las de perder. Finalmente, Roberto se sentó en su silla de escritorio y con la mano me invitó a sentarme frente a él. 

 

Traté de deshacerme de mis malos pensamientos y me senté, aparentando calma. 

 

— Esto puede que vaya a ser algo largo. — fue lo primero que dijo. — Hay muchas cosas de las que tenemos que hablar, no solamente del hecho de que estás saliendo con mi hija. — informó con un tono de voz que me daba a entender que al igual que yo, él no quería tener que estar haciendo esto.

 

— No quiero pelear con usted señor García, así que siendo honesta me sentiría más segura si hacemos la promesa de hacer esto de manera pacífica. — atiné a decirle, mirándolo a los ojos. 

 

— Concuerdo contigo. Somos adultos, podemos comportarnos como tal. — acordó, y extrañamente, su tono de voz comenzó a sonar bastante tranquilo, cosa que no se me hacia muy familiar. — ¿Camila sabe que estás aquí hablando conmigo? 

 

— Todavía no, permítame. — me excuse y saqué mi celular optando por enviarle un simple mensaje. — Listo. — concedi, volviendo a guardar mi celular en el bolsillo de mi pantalón. 

 

Hubo unos segundos de silencio mientras veía como el padre de Camila recargaba sus hombros sobre su escritorio y soltaba un suspiro. El hombre se atrevió a mirarme a los ojos y habló. 

 

— Primero que nada, quiero disculparme por mis actos en la fiesta de tu madre. — me sorprendí ante tal declaración pero asentí. — Mis acciones no fueron las correctas y lo siento mucho. Fue una total falta de respeto hacia tus padres. 

 

— Gracias, acepto su disculpa. — dije, casi susurrando. — Y yo lamento que se haya tenido que enterar de esa forma de la relación que tengo con su hija. Tampoco fue la manera correcta. 

 

— Si, bueno. Me alegra que hayamos sacado eso. — dijo él, con un notable alivio. 

 

— Es un peso menos. — concorde yo, ya más tranquila también. Incluso me anime a sonreír un poco. 

 

— Aún no me agradas. — advirtió él, frunciendo el ceño. 

 

Encogí los hombros, esperando ese tipo de comentario de su parte. Hasta ahora, seguía indagando bajo un territorio muy bien conocido. 

 

— Si, bueno. No esperaba menos de usted señor. 

 

El hombre asintió y terminó poniéndose de pie. 

 

— ¿Tomas? — preguntó, acercándose a una pequeña barra donde habían algunas botellas de licor. 

 

Sabía que en parte esa podía ser una pregunta para ponerme a prueba, así que trate de responder con cautela. 

 

— Solo si es para calmar los nervios. — conteste, sin atreverme a mirarlo.  

 

Roberto no dijo nada, simplemente tomó dos vasos y sirvió algo de Bourbon en ellos, recordaba vagamente el haber robado junto a Camila un poco de esa bebida en el pasado. Aún sin decir nada, me tendió uno de los vasos y lo tome viendo como volvía a su asiento. 

 

Ambos le dimos un sorbo al mismo tiempo, y me asegure de hacer una mueca para aparentar que no estaba acostumbrada al escozor en la garganta. Al mismo tiempo tuve que contenerme para no tomarme el contenido de lleno. 

 

— Me parece divertido el pensar que tanto tú como yo solo estamos aquí por Camila. — ví como el sonreía de manera tenue al decir eso, mientras jugaba con el vaso que tenía en la mano. — Mi hija es especial. 

 

— Y muy convincente también. — añadí con humor. 

 

— Es muy parecida a su madre...y te lo estoy diciendo como una advertencia. — señaló antes de darle otro trago a su bebida. 

 

De una manera inconsciente ambos acordamos acordamos a terminar nuestra bebida de manera silenciosa antes de volver a hablar. El Bourbon tuvo el efecto que se esperaba, llegué a sentir menos tensión y mi respiración volvió a su normalidad.   

 

— Sé que es difícil para usted señor García. Y no lo culpo por tener una mala impresión de mi, que estoy consciente de que le ha tocado ver alguno de mis malos momentos. — opté por decir, decidida a mantener la calma y lograr que este hombre terminará odiándome un poco menos, tampoco era como que esperará un milagro. — Pero mis errores no me representan y siento que usted desde el principio solo me ha juzgado basándose en ellos. No soy la misma que hace un año, o seis meses, ni siquiera soy la misma de ayer. 

 

— Quizás, pero desee que eras una niña Avery, eras y has sido un desastre. — intente mantenerle la mirada, esperando sus insultos y deseando que no llegarán los gritos. Eran contadas las ocasiones en las que me llamaba por mi nombre. — Y arrastraste a mi hija a muchas locuras, eso es algo que nunca voy a olvidar. 

 

Aparte la mirada por unos segundos, tratando de pensar qué decir, qué hacer para que esto no se fuera por un mal camino. Si de algo estaba segura, era que no podía irme con una derrota, Camila tenía que terminar bien con su padre, y yo era la que tenía que asegurarse de eso. Por desgracia, eso significaba hacer que Roberto aceptará la idea de que salía con su hija y que no tuviera problemas con ello. 

 

— Si le soy honesta, me preocupa el hecho de que podría estar perdiendo mi tiempo con usted. Puede que lo que sea que diga o haga no vaya a importar, usted seguirá con esa mala imagen de mi. — dije con una calma que ni yo me creía. — Lo he intentado tantas veces que ya debí haberme rendido…pero Camila, ella siempre me motiva. Y creo que un último intento lo vale, estoy dispuesta a hacerlo por ella, ¿Y usted? 

 

Roberto suspiró y se recargo en su asiento, alzando su mirada al techo. En parte lo entendía, a mí tampoco me gustaba ceder. 

 

— Hay unas cosas que tengo que dejar ir primero. — dijo finalmente, volviendo a clavar sus ojos en mi persona. 

 

— Haga lo que tenga que hacer, no lo voy a detener...al menos que me quiera hacer un daño físico o mental. — solté con cautela. 

 

— Si te hubiera querido hacer daño lo hubiera hecho desde que cerraste la puerta. 

 

¿Se supone que eso debía calmarme? 

 

— Está bien. — atiné a decir. — Lo escucho. 

 

— Te estaría mintiendo si te dijera que esto era algo que no esperaba, no lo quería, pero sabía que tarde o temprano iba a pasar. — el hombre parecía no querer hablar sobre esto, pero al igual que yo, tampoco quería seguir así. — Hay muchas cosas de las que intento proteger a mis hijos, como padre es mi deber. Me tocó experimentar una pequeña parte de las injusticias de este mundo, no tuve una infancia remotamente feliz o fácil. — asentí, dándome una idea de a qué se refería y seguí con mi atención a su disposición. — Y hasta cierto punto sé que tú también tuviste una infancia difícil. Perdiste a tu madre siendo muy joven y no tenías muchos amigos, además de Camila, claro. 

 

— Parece ser que tenemos algo en común usted y yo, además de su hija. — intente bromear. 

 

Pero por su cara fue notorio que no le hizo gracia. Solté un carraspeo y con la mano lo animé a seguir. 

 

— Mi mayor temor era que te enamorarás de mi hija Avery. Personas como nosotros que han experimentado tal grado de soledad tendemos a aferrarnos de una manera insana a las pocas cosas buenas que tenemos. 

 

— Sin ofender pero lo que siento por Camila es de todo menos insano, incluso me atrevería a decir que es todo lo contrario. — le interrumpí, reconociendo a lo que quería llegar. — Aunque al principio creí que estaba siendo mala influencia en ella, me di cuenta que simplemente le estaba mostrando cosas nuevas. No se ofenda señor García, pero usted no sabe nada sobre nuestra relación. Nos hacemos bien, nos apoyamos y no queremos mucho, incluso en estos últimos días le he estado enseñando a conducir y ella me ha estado dando consejos sobre bebés para que yo pueda ser un poco más capaz de cuidar de mi hermana que está en camino. — relate con una sonrisa surcando mis labios ante el recuerdo. — Le puedo asegurar que no hay nada más sano que mi relación con Camila. 

 

— ¿Y que me dice que eso es por ustedes dos y no solo por Camila? — cuestionó Roberto elevando una ceja. — Puede ser que su relación sea estable por el momento debido al simple hecho de que Camila es la que está aportando dicha estabilidad, porque seamos honestos Avery, ninguna de tus "relaciones" pasadas fueron buenas. 

 

— Ninguna de las chicas con las que había estado era Camila. — le respondí. — No es excusa, pero tanto usted como yo sabemos que he estado enamorada de ella desde que tengo 9, y he sido consciente de ello desde mi adolescencia. ¿Qué puedo decir? No me imaginaba una relación seria con ninguna otra mujer. 

 

Roberto asintió, sonriendo levemente. Parecía que el hombre había aceptado mi respuesta o simplemente no hallaba manera de refutarla, me inclinaba más por la segunda opción. 

 

— Con que una relación seria. — soltó después de unos segundos. Se levantó de su asiento y empezó a caminar por el estudio, yo solo me limitaba a mirarle. Quería preguntarle si se encontraba bien, pero me contuve por miedo a que eso desatará alguna clase de molestia. Me levanté también y finalmente quedamos frente a frente. — Nunca se lo había dicho a nadie, pero cuando Camila tenía diez me preguntó si las mujeres podían casarse entre sí. — No supe qué responder ante eso, pero no lo necesite, ya que él iba a seguir hablando. — Era obvio que lo decía por ti, y no te voy a mentir, la respuesta que le dí en ese entonces no le gustó, y estoy seguro que incluso ahora le gustaría menos. Pero mis razones no fueron las que tú crees. — se apresuró a decir. — Amo a mi hija, sin importar que, y por lo mismo, uno de mis mayores miedos en el mundo es perderla. Cosa que no me había preocupado tanto como hasta ahora. 

 

Empecé a no entender sus palabras y lo mire con confusión. 

 

— Camila llegó a salir con otras personas en el pasado, ¿Qué lo hace diferente esta vez? Dejando a un lado el hecho de que soy mujer.  — pregunté con sincera curiosidad. 

 

— Es simple. Tu eres la única que está por sobre mí. Los chicos con los que mi hija llegó a salir siempre estuvieron aquí. — señaló el piso. — No representaban amenaza alguna, se mantenían en su sitio. Buscaban mi aprobación, y Camila en cierta parte también lo hacía… pero no contigo, no. Tú nunca necesitaste mi aprobación y eso no era un problema para ti, y mucho menos para mí hija. Incluso ahora, ya que tanto tú como yo sabemos que solo haces esto para hacer feliz a mi hija, no porque tengas miedo a perderla. Aún si te dijera que te quiero alejada de ella, que no te doy mi bendición… a Camila eso no le va a importar.

 

— Señor yo…

 

— Por eso me rindo. — soltó, interrumpiendome. Se acercó a mí y sonrió, pero no era una sonrisa falsa o entusiasta, era una cansada. — Está guerra que yo mismo he inventado en contra tuya solo me va a generar problemas y la verdad, ya estoy muy viejo para aguantar las consecuencias. La época en que mi hija se enojaba conmigo por todo ya la pasé cuando era una adolescente y preferiría que se quedará ahí como un mero recuerdo. 

 

De todo lo que acababa de escuchar, solo atiné a reaccionar con un asentimiento de cabeza. Abrí la boca tratando de decir algo, pero sin éxito. Bajo todos los resultados posibles que habían pasado por mi cabeza, este era definitivamente el menos probable. 

 

— Gracias Roberto. No sé qué más decirte, solo gracias, en serio. Le prometo que yo solo quiero que Camila sea feliz. 

 

El hombre se encogió de hombros y me ofreció su mano, la cual miré y decidí tomar después de unos segundos. 

 

— Pero no te engañes. — dijo, apretando mi mano con cierta fuerza mientras cruzábamos miradas. — Llegas a hacerle daño y te mato.  







 

Camila POV

 

La plática entre Avery y mi padre parecía no terminar y sentía los nervios cada vez más a flor de piel. No podía concentrarme en nada más y la idea de acercarme lo suficiente a la puerta para poder escuchar lo que decían era demasiado tentadora. 

 

Para mi fortuna, antes de que intentará hacerlo, la puerta fue abierta y de ella salió la ojiazul. El hecho de que parecía estar ilesa logró tranquilizarme de sobre manera. 

 

— ¡Qué bien, estás viva! ¿Cómo te… 

 

Avery me atrajo hacia ella en cuestión de segundos interrumpiendo mis palabras y me abrazó, escondiendo su cara en mi cuello y envolviendo mi cintura. Me callé y respondí al abrazo. 

 

¿Habíamos perdido? 

 

— ¿Quieres salir de aquí? — me preguntó, a lo que pude sentir su aliento chocando con la piel sensible de mi cuello. 

 

— Yo… no sé si eso sea lo correcto. — atiné a decir. 

 

¿Quería que me escapará con ella? ¿Tal mal habían salido las cosas? 

 

Me solté del abrazo lentamente y la mire a los ojos. Parecía estar tranquila y eso solo me confundía más. 

 

— ¿Te sientes mal? — su tono de voz ahora sonaba preocupado y frunció el ceño, agachándose un poco para verme cara a cara, colocando su mano en mi mejilla. 

 

Justo cuando iba a responder, la figura de mi padre se acercó a nosotras y comencé a sentir algo de temor. 

 

— Creí que ya te habías ido. — comentó mirando a Avery de una manera que no supe cómo interpretar. Tragué en seco. 

 

— Si Avery se va, me voy con ella. — le amenace, poniéndome frente a él. 

 

Mi padre me miró sin entender. 

 

— Esa es la idea. — soltó, como si fuera obvio. — La quiero aquí antes de las nueve. — dijo, esta vez dirigiéndose a Avery. Ella asintió y me miró con una sonrisa.

 

Ahora la que no entendía era yo. 

 

Sin más mi padre se fue, dejándonos solas. 

 

— No tenemos que salir si quieres, podemos quedarnos y ver una película. 

 

— Mejor dime cómo te fue. — dije, harta de no saber qué estaba pasando. 

 

Avery parecía estar aguantandose la risa, y se encogió de hombros con una sonrisa. 

 

— Ha habido una declaración de paz, puede que no sea permanente pero eso se verá más adelante. Aunque debo admitir que tengo un buen presentimiento al respecto.  

 

Sin saber qué decir sonreí y me avalance sobre ella saltando y dejando que ella me atrapara. 

 

— Tienes que contarmelo todo. — le dije, alejándome un poco para verla a la cara. 

 

Avery también estaba sonriendo, pero empezó a negar. 

 

— Todo lo que pasó en esa habitación quedará entre tú padre y yo. Hicimos una promesa, lo siento. 

 

— Eso no es justo. — me queje con el ceño fruncido. — Yo tampoco se lo diré a nadie. — prometí, intentando disuadirla. 

 

— No, Camila. 

 

— Por favor. — susurré, casi juntando sus labios con los míos. 

 

Avery gruñó y decidió soltarme. 

 

— ¿Vamos a salir o no? — preguntó, cambiando de tema. 

 

Me crucé de brazos y solté un bufido. 

 

— ¡Dímelo! — exigí, azotando mi pie contra el suelo. 

 

La ojiazul me miró aguantandose la risa y se colocó frente a mi. 

 

— Deja de actuar como una niña mimada y responde mi pregunta. — pidió, con voz tranquila. — Al menos que quieras que me vaya. 

 

— Estoy empezando a considerarlo. — solté, entrecerrando los ojos. 

 

Avery se encogió de hombros. 

 

— Si así lo quieres. Solo creí que sería lindo salir a celebrar, ya no tenemos que ocultar nuestra relación de nadie así que… olvídalo. — negó y dio media vuelta caminando hacia la puerta. 

 

Me mordí el labio inferior, con un notable descontento al no obtener lo que quería, pero suspiré rindiéndome. No quería que ella se fuera todavía, o al menos no sin mi.

 

— ¡Espera! — exclame, avanzando hacia Avery y tomándola del brazo. 

 

Avery me miró, elevando una ceja. 

 

— ¿Sí? 

 

— No tienes que decirme de qué hablaron si no quieres. — dije, casi entre dientes. 

 

— ¿Y… — presionó. 

 

— No quiero que te vayas sin mi. — admití en voz baja. 

 

Sentí la mano de Avery tomar la mía, y bajo mi mirada se la llevó a los labios, besándola. Me sonroje profundamente, pero no aparté la vista de ella. 

 

— ¿A dónde quieres ir? — preguntó, con una mirada profunda. 

 

Sonreí con cierta timidez y me acerqué a ella, abrazándola nuevamente. 

 

— Quiero un helado. 

 

— Pero es invierno Mila, está helando ahí afuera. 

 

Sin soltarla eleve la mirada para verla. 

 

— ¿Vas a negarme algo por segunda ocasión en menos de cinco minutos? — pregunté agravando la voz. 

 

La ojiazul se tensó y sonrió de manera nerviosa. 

 

— Bueno, el helado siempre queda bien sin importar la época del año. — dijo finalmente. 

 

Asentí complacida y tomando su mano, salí con ella de la casa. 

 

— ¿Qué mejor que un helado para celebrar el hecho de que mi papá no te asesino? 

 

— Ey, es muy pronto para que empezar a bromear sobre eso. — se quejó.  

 

— Te aguantas. Ya no te puedes librar de mi ahora. 

 

Avery soltó un suspiró pesado, como si estuviera penando, pero dejó el acto en cuestión de segundos y me jaló hacia ella, besándome antes de que pudiera decir algo. 

 

Pero ella tenía razón, afuera estaba helado y el frío te golpeaba la piel como una cachetada, pero los labios de Avery y su abrazo me daban justo el calor que necesitaba para ignorarlo. 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Nos vemos en el final :'3


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