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Excusas en tinta por Ilusion-Gris

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Estiró la mano hasta tocar la superficie del agua y al instante se formó una fina capa de hielo que se expandió lentamente en el lago apacible de Asgard. Sintió un cosquilleo en la punta de los dedos que pronto se convirtió en dolor. Se levantó, observó como el hielo se resquebrajaba y descongelaba, pero el dolor en su brazo no se desvaneció con aquella facilidad.

Volvió a intentarlo, sin embargo, esta vez tomó humedad del ambiente para crear una púa larga y delgada. La tomó con cuidado del centro y se la encajó en el brazo adolorido, al sacarla brotó una gota azul. Sonrió.

Ya no existía forma de ocultar su origen, ahora en lo que dura un parpadeo podía cambiar a su apariencia Jotun. Desde que Atali lo tocó, o quizá desde que tocó el cofre, ya no hubo vuelta atrás. Tampoco podía quitarse de la cabeza a Thor, sus labios, sus manos, su piel caliente y su tonta sonrisa; desde que lo besó perdió un poco de control.

Quería vengarse de Odín, pero ahora no era capaz de lastimar a Thor para lograrlo; no debía contenerse, El padre de todos tenía que pagar a cualquier precio.

Lanzó la púa al lago y se acercó a la orilla. Observó como el Loki que se reflejaba cambiaba su piel y ojos. Aquel Loki parecía seguro de lo que deseaba, en cambio, sentía que él era el impostor al dudar tanto.

Hizo las cosas mal, empezó con el pie izquierdo y ahora todo se volvió confuso. Su meta se desdibujaba a la distancia, se tornaba incierta y oscura. Pero sabía que no era el fin, que inicios podría haber miles, porque tenía la capacidad para crear uno nuevo, uno donde no cometiera los mismos errores, el perfecto inicio donde el odio que sentía hacia Thor no se manchara de amor. Podía hacerlo, debía hacerlo.

[...]

—Sif, ¿qué te trae por aquí? —dijo sorprendido al verla recargada en la puerta de su hogar.

—Quería que me respondieras un par de preguntas...

—¿Tiene que ver con la visita a Vanaheim? —Se estaba cansado de hablar de lo mismo—. Sabes que no puedo decir nada al respecto.

—Me refiero al comportamiento de Thor y Loki —habló en voz baja, como temiendo ser escuchada.

—Vamos adentro. —La llevó al jardín trasero donde tenía una bonita mesa—. ¿Te ofrezco algo de tomar? —preguntó por cortesía.

—Será algo rápido —contestó—, tengo que salir en una hora.

Ambos tomaron asiento.

—Bien, ¿qué es lo que te preocupa?

—No creo que sea normal las atenciones que Thor ha tenido hacia Loki, él no salió tan lastimado como Hogun. —Cruzó los brazos y miró a la nada.

—Es su hermano.

No había pasado más de una semana desde que se topó con Freya, parecía que alguien detrás de escena movía los hilos para molestarlo; no le importaba lo que Thor hiciera con su hermano menor, o quién sería el futuro rey, debían dejarlo por la paz.

—Te lo diré porque sé que puedo confiar en ti.

Lucía nerviosa, su pie se movía frenéticamente y Fandral se descubrió perturbado por su acción. 

—Escucho —dijo al borde de la impaciencia.

—Vi algo que no debía —subió una mano a su boca y se mordió las uñas.

El espadachín elevó una ceja contrariado, Sif nunca actuaba así, incluso le pareció muy dramática la situación.

—¿Qué fue? —Su voz salió con incredulidad.

—Se estaban besando...

—¿Qué? —preguntó aturdido—. ¿De quién estamos hablando?

—De Thor y Loki, Fandral —se levantó y se inclinó en la silla para mirarlo directo a los ojos—, concéntrate.

El espadachín tragó saliva y respondió por fin:

—Debiste confundirlos con alguien más —la tomó de los hombros y la alejó. Le intimidaba que invadiera su espacio de esa forma.

—¿Conoces a alguien más que se le parezca a Thor y Loki? —habló enfadada—. No me siento mejor que tú, quiero que me digas si pasó algo en Vanaheim que explique su comportamiento.

Aún dudaba, pero se detuvo a pensar, a indagar en su memoria sin permitirse pasar nada por alto, sin embargo, Thor y Loki estuvieron en muchos momentos a solas, desconocía incluso que fue lo que su amigo le pidió al hechicero antes de armar el plan decisivo.

—Yo... no... No sé. —Llevó las manos a su rostro para cubrirlo.

De repente la realidad le cayó de golpe; aquello se fue abriendo paso en su conciencia, derrumbando lo demás, arrinconando lo que antes creía para que ahora la idea —de que Thor y Loki mantenían una relación secreta e incestuosa— se posicionara en el centro y le abrumara de sobremanera.

—Tenemos que informarle a Odín —susurró con melancolía.

—¡No! —respondió al instante—, podemos meter a Thor en problemas y...

—Lo sé, pero no tenemos opción —dijo suplicante.

—No puedo —se levantó—, por favor, déjame solo.

Sif lo observó sin inmutarse.

—Fandral, somos sus amigos, tú eres su mejor amigo —a los oídos del espadachín su voz sonó lejana—, él confía en ti. Tienes que hacer lo correcto.

«Lo correcto», resonó en su cabeza, antes había escuchado esa frase.

—¿Tengo que hacerlo? —preguntó con la cabeza adolorida, como si la golpeasen constantemente con un martillo.

—Ve con Odín y dile lo que vi, eres su mejor amigo —repitió—. No debes traicionar la confianza que Thor depositó en ti, en nadie más que en ti.

Asintió desorientado.

—Debo hacer lo correcto —se dijo a sí mismo.

—Él te lo agradecerá, estará en deuda contigo.

Fandral perdió fuerza y la guerrera alcanzó a atraparlo; apoyando su brazo en sus hombros lo llevó a la habitación, lo dejó en la cama y se marchó en silencio.

En una calle desierta Sif se transformó en Loki. «Confiamos en ti», susurró al aire.

[...]

Al llegar al castillo se fue directo a una de las enormes salas donde solía practicar magia. Pronto la oscuridad invadiría Asgard y tendría que ir al aposento de Thor, no debía perder el tiempo.

Buscó un pergamino, le bastaba cualquier trozo de papel, lo importante sería lo que plasmaría allí; tomó una pluma con punta fina y la remojó en un frasco de tinta.

El inicio debía ser preciso si deseaba que todo evolucionara de la forma esperada, un solo detalle mal calculado podía alterar el progreso de los futuros eventos, por eso debía hacer a un lado sus estúpidas emociones.

Thor era arrogante, pero siempre reconoció su fuerza, por eso deseaba que los demás también vieran la igualdad que existía entre ambos. Odín jugó con él al hacerle creer que tenía el derecho de ser su heredero, eso le dolía, que le mintió y que todo el tiempo estuvo viviendo con una verdad de la que cualquiera se podía reír. No era justo, si creyó que lo suyo fue benevolencia o misericordia entonces debía ponerse en sus zapatos. Quería el lugar de Thor, era lo que Odín merecía, que un Jotun se sentara en el trono y gobernara su perfecto mundo.

Aquel sueño que tuvo, no era capaz de descubrir su significado, necesitaba concentrarse en averiguar más y en encontrar la forma de evitar que coronaran a Thor. Existían un par de cosas que le impedían pensar con claridad.

Entornó los ojos y comenzó a escribir el día en que quería enterarse de la verdad de su origen, añadiendo que en cuanto ocurriera regresaría a su memoria aquello que descubrió en Jotunheim, pero omitió cualquier acercamiento innecesario con Thor. Ignoraría el descubrimiento de la atracción que sentía por el hijo de Odín.

Al terminar contempló su letra impresa, y se detestó cuando una voz en su cabeza le susurró que no eran más que excusas torpes para evitar lo evidente.

No podía permitir que los sentimientos nublaran su razón. Aunque una parte de él no estuviera de acuerdo. No podía escapar como un cobarde, al final esos sentimientos le darían alcance, porque quizá siempre estuvieron ahí y por más excusas que se inventara no podía enterrarlo totalmente.

 

«—Es un secreto —dijo.

Loki caminaba obedientemente, con los ojos cubiertos por una franela, y guiándose por la voz de Thor.

—Eso ya lo sé, solo espero no pretendas vengarte por lo ocurrido con la serpiente.

Se escuchó una risa nerviosa.

—Vamos, no arruines la diversión. Llevas mucho tiempo encerrado en el castillo, te estás perdiendo de muchas cosas.

El menor no contestó nada, deseaba perfeccionar su magia y no había otra forma más que leer y practicar. Aunque muchos creyeran que debía gastar su tiempo entrenando en combate, pero él estaba seguro que la magia podría superar la fuerza.

—Ya casi llegamos, hace tiempo encontré este lugar y me parece que ni padre lo ha pisado.

Su voz era un reflejo de su entusiasmo.

—No creo que exista un lugar así...

—De verdad, ya lo verás por ti mismo.

Loki tropezó y maldijo por lo bajo. Llevaban más de media hora caminando.

—Estoy seguro que si me quitas este trapo sucio podríamos avanzar más rápido.

—Entonces no sería un lugar secreto —contestó—, te permitiré visitarlo solo cuando yo así lo desee.

—¿No has traído aquí a los demás? —preguntó curioso.

—No, siéntete afortunado.

Decidió no protestar más y se mantuvo atento a las pisadas de su hermano.

En ese momento su padre estaba fuera de Asgard atendiendo asuntos con otros mundos, su madre estaba ocupada con las otras reinas del triunvirato y en general, Thor y él podían pasar el tiempo como quisieran. Ya tenían la madurez para interesarse en las artes de su mundo, y contaban con la ayuda de todos los Aesir para aprender lo que desearan. Pero a veces solo necesitaban un poco de espacio para respirar y meditar en silencio y soledad. Loki sospechaba que ahora descubriría el lugar especial de su hermano. Seguramente sería por el afluente del río o por el litoral. Aquellos sitios de aspecto místico que dejaban sin aliento hasta al más viejo.

Caminaron otra media hora más.

—Creo que se pierde mucho tiempo para llegar a tu lugar secreto —comentó cuando Thor le dijo que se detuvieran.

—¿No lo entiendes? —le preguntó mientras deshacía el nudo detrás de su cabeza.

—¿Entender qué?

—Desde que emprendes camino ya estás ahí.

—Definitivamente no entiendo —dijo entrecerrando los ojos por la tenue luz.

—Con cada paso tu mente no deja de revolotear con ideas, pero al estar aquí ya no puedes pensar en nada.

El joven hechicero observó el azul claro de los ojos de Thor, cristalinos y transparentes como su personalidad. Con sus manos lo hizo a un lado para mirar lo que había detrás de su espalda.

—¡No es nada bonito! —exclamó sorprendido—. Incluso es tétrico, ¿cómo puede existir un lugar así en Asgard?

—Es muy verde, a mí me gusta. —Se encogió de hombros.

Frente a ellos se alzaba un enorme y frondoso roble que apenas permitía el paso a la luz. El aire olía a humedad y algunas sombras lucían tenebrosas.

—Una ínfima discrepancia de opiniones —murmuró.

—Es muy relajante y si guardaras silencio lo escucharías.

Antes de responder esperó unos segundos.

—¿Escuchar qué?

—Nada —sonrió con auténtica felicidad—, ¿no crees que a veces todo es muy ruidoso?

Cruzó los brazos y aspiró aquel aroma peculiar.

—Bueno —admitió—, es diferente.

—Ya, deja de pensar tanto, a veces solo es mejor desconectarte.

—¿Qué te hace llegar a la conclusión de que pienso en exceso?

Resopló y sus cejas se juntaron.

—Eres del tipo que siempre está ideando planes y luego, no conforme, busca la forma de derrumbar esos mismos planes. Nunca estás del todo satisfecho, tu mente trabaja como complejos engranajes que crean y destruyen con la misma facilidad, todo el tiempo buscando la perfección y luego ansioso por encontrar los puntos débiles hasta exterminarlo por completo. ¿No te cansas? ¿Algún día dejarás de poner excusas y te sentarás a disfrutar la belleza de lo efímero y contemplar lo eterno con solemne respeto?

Loki se asustó un poco al ser leído con tanta facilidad por el mayor.

—Eso suena a demencia.

—Es que sé que estás loco.

—Entonces no deberías esperar que haga lo que me pides —susurró.

Ni el viento parecía penetrar el follaje de aquel roble.

—Si te traje aquí es porque sé que puedes olvidarte por un momento de aquel ciclo sin fin por mí.

Tal vez el mayor de los Odinson era el ser más arrogante que se encontraría desde el inicio hasta los confines del universo; y el hechicero, al siempre sentirse inferior, era aquel que buscaba desesperadamente la forma de protegerse, pero en algo coincidían: al estar juntos no había debilidad ni fuerza, solo era Thor y Loki. Sin embargo, siempre y cuando no se vieran reflejados ante los ojos de los demás, solo cuando estaban aislados, cuando no había nadie para recordar la marcada diferencia de la existencia de uno y del otro, porque entonces continuaría creciendo el odio del menor y volverían a ser opuestos, enemigos naturales y los eternos rivales que no descansarían hasta pasar por encima del contrario.

«Quizá no sería tan paranoico si no me sintiera atacado, tú eres el único que no me ataca directamente, por eso puedo bajar la guardia, pero solo por un breve momento, lo sabes».

—Quedémonos aquí hasta la madrugada —propuso Loki.»

 

Los recuerdos fugaces de aquellos momentos íntimos, sus sentidos evocando las caricias compartidas, su corazón doblegado por un amor absurdo. No era más que su realidad y si debía poner millones de excusas en tinta para ser el vencedor, entonces lo haría. Una y otra vez. Repetiría aquello mil veces más hasta que el resultado fuera el que deseaba, pero sabía que solo necesitaría sacrificarse una vez, porque sus planes tienen contra planes que solo él puede deshacer.  

Notas finales:

¡Gracias por leer!


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