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Excusas en tinta por Ilusion-Gris

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Alguna vez creyó que sentarse en el trono y gobernar Asgard sería lo mejor, quizá no para todos, pero al menos para la gran mayoría.

Para Odín no tanto, no obstante ¿qué esperaba cosechar después de sembrar mentiras? Ahora no tenía más remedio que soportar las consecuencias de sus actos. En definitiva, ser Loki el rey, sería lo mejor que le podía pasar a Thor, ya que no lograba entender el verdadero significado del sacrificio, en cambio, se había empeñado en creer con auténtica ingenuidad que existían los finales felices donde todos salían ganando. También sería lo mejor para el pueblo æsir, tendrían un rey sabio y benevolente que los conduciría al éxito sin un resquicio de duda. Y por supuesto, sería lo mejor para él, por fin demostraría lo que valía.

Sin embargo, todo salió mal.

[...]

Los latidos pausados de su corazón conformaban el único sonido que llegaba hasta sus oídos. No sabría decir cuánto tiempo estuvo cayendo, o flotando en el espacio, de cualquier forma, estaba perdido en medio de la nada.

Ni siquiera sus pensamientos se atrevían a irrumpir el silencio antiguo que reinaba majestuosamente. No había dolor, ni siquiera desesperación, de sentir algo sería mejor, porque comenzaba a creer que estaba desapareciendo, que perdía hasta su nombre por cada segundo transcurrido. En ese punto ya no importaba su pasado, su presente ni siquiera lograba procesarlo, ni hablar de su futuro.

¿Qué caso tenía continuar? ¿Qué ganaba con postergar su final? No tenía la fuerza ni los medios para armar otro plan.

Estaba por morir en completa soledad, aislado de todo lo que una vez fue y abandonado por sus ideales.

Seguía y seguía sin dirección, sin rumbo, sin una sola cosa a la cual aferrarse. Dejó que todo en su interior se apagara por completo, que la pena que cargaba se desprendiera y vagara libre como su cuerpo.

Para su desgracia en aquel lugar incierto del universo una nave cruzó y reconoció a Loki.

[...]

La luz le cegó por un momento, no lograba distinguir lo que le rodeaba, solo veía figuras borrosas, manchas de colores sombríos, y su cabeza estaba tan turbada que lo único presente eran sus sentidos activándose; su instinto de supervivencia le obligó a intentar enderezarse, poco a poco, su cerebro iba captando algún atisbo de realidad.

Estaba sobre una superficie elevada, que parecía ser una especie de mesa, un fuerte tirón lo obligó a regresar a su posición original, su cuello estaba rodeado por una correa que conectaba con una cadena pegada a la superficie, que supuso, era la que le impedía levantarse. Intentó tallar sus párpados, pero hasta ese instante se percató que sus muñecas estaban unidas gracias a unas esposas de metal. Fue vano cuando comenzó a moverse con brusquedad para liberarse, estaba preso encima de esa mesa.

No entendía nada, no sabía por qué se encontraba en aquella situación, lo único que comprendía con certeza es que no podía esperar nada bueno. Con esfuerzo recordó cómo es que fue a parar en medio de la nada, pero en su memoria no había ninguna pista que le ayudara a deducir que hacía atado como una bestia.

—Sabía que despertarías —dijo una voz rasposa a su lado.

Loki sintió un escalofrío recorrer su piel y giró la cabeza en su dirección.

Se trataba de una criatura de aspecto intimidante, cuando se acercó su mirada quedó a la altura de las manos que aquel ser, tenía un pulgar extra en cada mano y una piel extremadamente pálida.

—Estabas por perecer... Estoy seguro que tus ansias de venganza te mantuvieron con vida.

Había un acento extraño que no lograba reconocer. ¿Quién era? ¿Por qué parecía que lo conocía? ¿Qué tanto sabía de él?

No se atrevió a hablar, no cuando su mente y astucia todavía no se recuperaban por completo.

—Eres como nosotros, él puede darte lo que anhelas...

Sus palabras sonaron lejanas, a pesar de que lo tenía a pocos centímetros, se sintió mareado y lo único que deseaba era salir corriendo de ahí.

—Mi maestro solo pide lealtad y aquello que ya posees, sed de sangre.

Se inclinó para apreciar el rostro temeroso de Loki y sonrió complacido por su reacción.

—Descansa un poco más y recupera tu fuerza. La necesitarás para volver a perderla —habló sin una pizca de burla.

Vestía una capa negra de cuero, con una capucha que cubría sus ojos, y una careta dorada cubría el resto de su cara. Detrás de aquello, su piel estaba bañada de marcas y arrugas que sobresalían confiriéndole un aspecto horroroso.

Tragó saliva con dificultad y no pudo protestar cuando aquella criatura apretó su cabeza sin consideración.

 

«Al salir del castillo contempló la escena que a diario daba lugar en Asgard; todos con sus armas practicaban entre sí, unos con largas espadas, otros con flechas y dagas, pocos luchaban cuerpo a cuerpo, pero en todo caso, el fin era el mismo: entrenar para ser mejores guerreros.

Le aburría estar cerca de ellos, ya llevaba semanas metido en la biblioteca y en los laboratorios, necesitaba un nuevo ambiente, pero no se le antojaba ponerse a combatir.

Había escuchado a su madre mencionar que Thor ya debería haber regresado de su viaje a Muspelheim, no negaría que deseaba tenerlo de vuelta, hablar con su hermano siempre lograba reconfortarlo. «Quizá perdió», pensó con ironía.

El último año su opinión había sido tomada en cuenta en más de una ocasión, eso no sucedía cuando Thor estaba en Asgard, por eso una parte de él quería que no volviera jamás de su viaje. Sin embargo, su ausencia era muy pesada.

Sin más, se alejó de la última construcción y pronto estuvo en medio del bosque.

Utilizó su magia para crear ilusiones, cada una más compleja que la interior, hasta que sintió que su energía estaba por llegar a su límite y decidió hacer una última.

—Ya es tarde, regresa al castillo —habló una voz familiar.

—Me quedaré aquí hasta que amanezca, ¿tienes alguna queja por ello? —respondió con altanería.

—No lograrás nada en medio del bosque, ni siquiera trajiste algún libro. —Desvió la mirada al cielo—. Aunque puedes pasar la noche contemplando el universo, pero eso es algo que tú considerarías una pérdida de tiempo —sonrió sin pretensiones.

—Lo es, mejor continuaré practicando mi magia. —Chasqueó la lengua y le dio la espalda a su hermano.

—¿Estás seguro? Me parece que luces agotado —dijo con aquella voz impregnada de seguridad.

—Te equivocas, puedo soportar toda la noche conversando contigo —las palabras ya habían salido de sus labios antes de pensarlo siquiera.

Una ceja de Thor se elevó y lo observó con incredulidad.

—Me refería a que no necesito ir a dormir o algo así —se excusó con rapidez, metido en su papel, olvidando que hablaba consigo mismo y que no había razón para dar una explicación.

—Bien, yo también puedo hacerlo. —Volvió a sonreír y le pidió—: Pero acércate un poco y permanece callado mientras observamos unos segundos las estrellas.

¿Qué eran unos segundos para alguien como Loki y Thor? Nada.

Con receló se colocó a su lado y alzó la vista.

Igual de brillante y eterno, no podía notar la diferencia al día anterior, pero no dejaba de asombrarle aunque se quedara allí por el resto de su vida. Por eso prefería no entretenerse más de lo necesario.

—Deberías pasar más tiempo con Heimdall, ustedes podrían disfrutar la compañía mutua —comentó cruzando los brazos y dispuesto a retirarse en cualquier momento.

La risa estridente de Thor no se hizo esperar, no lo admitiría, pero sonaba como música para sus oídos.

—Ya disfruto de tu compañía y no tenemos mucho en común —respondió una vez se hubo calmado.

Loki de reojo lo observó, a veces sus ilusiones eran tan realistas que de no estarlas creando él mismo, se asustaría al sospechar que tomaban vida propia.

—Como sea, yo no lo hago y es mejor que esta tontería termine.

En un instante su hermano desapareció, quedando solo como siempre lo estuvo.

«Quizá ocupe dormir, desgastar mi energía está provocando que pierda la cabeza», pensó masajeándose las sienes.

No se le antojaba dormir allí y regresó sobre sus pasos hasta su habitación.

Iba a mitad del camino cuando una nave casi se estrelló en la entrada del palacio. Se ocultó detrás de una columna, con sigilo se hizo de la daga que siempre cargaba en su traje.

Una figura tambaleante bajó y le siguieron tres seres más. No tenía que ser muy inteligente para deducir quienes eran, pero el estado de la nave y la forma de aterrizar fue la que le hizo dudar. Por alguna extraña razón no le pareció buena idea acercarse y observó desde las sombras como Odín llegaba hasta a ellos, a su espalda corrían unos curanderos que se llevaron a los tres guerreros con urgencia, en cambio, Thor siguió a su padre al interior.

Sospechando que no sería bienvenido en su conversación, cambió de forma y logró darles alcance sin que sospecharan. Antes de que las puertas se cerraran tras ellos, se escabulló y se ocultó detrás de una estatua.

Lo primero que escuchó fue un susurro de su hermano:

—Lo siento, padre.

Se disculpó con pena y sin necesitar echar un vistazo, imaginó que estaba arrodillado frente al Padre de todos.

—¿Qué sucedió? —demandó con voz flemática.

El silencio le sucedió a sus palabras, comenzó a creer que Thor no diría más, pero cuando estaba por asomarse para comprobar que siguieran allí, lo escuchó.

—Los demonios de fuego nos superaron y Surtur casi logra matarnos...

«Vaya, realmente fallaron», pensó un poco consternado. Sí, hace apenas unas horas había deseado que lo hicieran, pero no creyó que realmente sucedería.

—Te llevaré con...

—No —alzó la voz por primera vez—, estoy bien, no necesito que mis heridas sean tratadas.

Era el orgullo de Thor el que hablaba por él, no se encontraba en mejor estado que sus compañeros, en brazos y piernas tenía heridas que no se curarían solas; pero no soportaba la idea de recibir algo cuando él no fue capaz de cumplir con la misión que le encomendó Odín.

—No está a discusión, es una orden —sentenció y Loki escuchó los pasos de padre e hijo al marcharse.

Seguía de cuclillas cuando todo volvió a quedar en calma. No podía creerlo, Thor había regresado con las manos vacías. Sabía que Surtur no era un oponente inferior, pero siempre creyó que su hermano lograría robarle los ojos del mago.

No ganaría nada ahí y decidió volver a su destino original, pero cuando estuvo a unos metros se desvió a la habitación del mayor de los Odinson.

Llevaba dos años que no lo veía y sentía que no podía esperar más tiempo. Quería hablar con él, quería saber cómo estaba y qué había salido mal en su plan.

Al abrir la puerta no se sorprendió de no encontrarlo ahí, seguramente estaba en la sala de curación, pero sospechando que no se quedaría a pasar la noche allí, se sentó en el borde de la cama a esperarlo.

Su energía estaba por llegar a cero, estaba agotado y se dejó caer en el mullido colchón.

El mismo tiempo que Thor estuvo fuera, fue el mismo que no volvió a entrar a su habitación. En la punta de sus dedos sintió un cosquilleo. Cerró los ojos y el olor comenzó a llenarle de recuerdos sin forma, de vagas sensaciones. No entendía de dónde provenía aquel vestigio que inundaba su mente de tristeza.

—¿Loki?

Escuchó su nombre ser pronunciado por un ser que conocía muy bien. Abrió los ojos y se enderezó para buscarlo en la oscuridad que encerraban aquellas cuatro paredes.

—Thor —lo llamó al distinguir su figura en el umbral de la puerta.

—¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó entrando por completo en dirección al vestidor para quitarse su traje y ponerse algo más cómodo.

—Te estaba esperando, escuché cuando llegaron —le informó y se puso de pie.

No tenía el humor ni las ganas de hablar con nadie, pero le pareció grosero pedirle que se retirara cuando estuvo en otro mundo por tanto tiempo. Se vistió con prendas más ligeras y se acercó a su hermano.

—Ya estoy aquí —habló sin ánimos, no le hacía gracia explicarle en ese momento cómo es que casi muere en Muspelheim.

—Me alegra que estés de vuelta. —De pronto ya no le encontró sentido el que estuviera allí, podía verlo al día siguiente y entendía que Thor solo quisiera descansar—. Bueno, te dejo...

—Espera —se acomodó en el diván al pie de la cama—, no podré dormir.

Sus heridas habían sido tratadas, pero los traumas en su cabeza seguían ahí.

—¿Qué tal el reino del fuego eterno? —dijo al entender lo que el otro pretendía.

—Es el infierno —soltó con tranquilidad.

Aquello no terminaba de convencerlo, faltaba algo, no tenía la menor idea de qué, pero era diferente de lo habitual.

El mayor parecía no notarlo y se mantuvo con la mirada perdida entre sus manos.

Quizá era el propio Thor el que había cambiado.

—Como se espera de un mundo en llamas...

—No lo he conseguido —interrumpió regresando en sí. No le gustaba nada admitirlo frente a Loki, pero tenía que hacerlo.

«Todos se equivocan», iba a decirle, sin embargo, sabía que sus palabras salían sobrando, lo último que necesitaba era consuelo. Tan solo un poco de compañía que le hiciera olvidar su fracaso.

—Todo por acá ha estado en calma...—decidió cambiar de tema—, dejando de lado que unos enanos armaron un artefacto que casi destruye una de nuestras naves —sus labios se curvaron formando la sonrisa extraña que hace mucho no esbozaba—, pero se resolvió enseguida.

Continuaron conversando sobre todo lo que pasó en Asgard durante su ausencia, sin mencionar Muspelheim para evitar que Thor se sintiera incómodo.

Cuando los rayos de luz atravesaron la ventana, Loki supo que era hora de que se marchara. Se despidió y le aconsejó que intentara descansar.

Al cerrar la puerta lejos de sentirse mejor, su humor decayó. Algo no estaba bien, algo faltaba. Todo parecía estar en completa normalidad, por el contrario, quizá estaba esperando por algo que nunca había ocurrido. Estaba confundido y se dijo que tener de vuelta a Thor debía ser la causa.»

 

—Luces mucho mejor.

Parpadeó un par de veces antes de enfocar al ser que lo tenía preso. 

Había despertado por fin de la inconsciencia en la que se vio obligado a entrar. 

—Estás listo para conocer al gran Thanos —habló en medio de una sonrisa macabra.

Notas finales:

 Ya no diré ni prometeré nada porque es feo no cumplir, lamento tardar tanto en publicar, les agradezco un montón por leer y si dejan un comentario diciéndome que les pareció me harían muy feliz :') 


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