Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

YOUTHFUL HATSUKOI por Lady Trifecta

[Reviews - 15]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Capítulo 14: Enfrentados.

Música del capítulo:

Simple Plan - Perfect

https://www.youtube.com/watch?v=JpoTM_meANA

 

 

 

—¿Que dijiste? —No pudo creerlo. Quiso creer que fue una muy mala broma por parte de su progenitor pero sabía que esa expresión dura en su rostro no dejaba lugar a dudas.

—Lo que oíste. Te prohíbo que vuelvas a acercarte a Mino Yue. —Pero no pensaba agachar simplemente la cabeza y <<obedecer>> sin más, mínimo se creía con derecho a conocer las razones.

—Pero, ¡¿por qué?! —No quería alzar la voz, pero la naciente rabia acogida en su pecho suprimía con extrema facilidad su voluntad.

—No me alces la voz. Y simplemente porque te lo prohíbo yo y punto. No hay nada más que discutir. —Aquello estaba siendo demasiado injusto, quería gritar pero se mordía los labios por evitar hacerlo. Es su padre, lo respeta demasiado. Cerró sus puños a sus costados en un intento vano por contener toda su rabia en su interior. Levantó la mirada y buscó aquellos ojos amorosos y comprensivos en donde siempre encontraba su refugio.

—¿Papá? ¿Qué dices tú? Por favor... —El corazón de Chiaki se acongojó por la pena visible en la mirada de su muchacho pero apartó sus ojos y no dijo nada, a pesar de notarse la tristeza e impotencia en su rostro. Sabía que no era el momento. Temía que algo peor que un simple regaño pudiera ocurrir.

—No lo metas a él en esto —advirtió firme su padre. Pero aquello no era un capricho más de su parte. No era como si hubiera cometido un crimen o un pecado imperdonable. Maldita sea, sólo estaba enamorado, ¿tan malo era eso?

 

Esta vez, no. Esta vez no se quedaría callado con el rabo entre las piernas, como siempre había hecho, siendo castigado y sermoneado sin oportunidad a defenderse. Esta vez era distinto, esta vez él sólo quería ser feliz junto a un chico que lo quería sinceramente, y no iba a abandonar eso por la ciega y bruta insistencia de su padre.

 

—O me dices por qué no puedo verlo o no esperes que te obedezca —sentenció, mirándolo con aquel fuego característico que representaba la fuerza y el ímpetu de su juventud y un corazón rebelde que sólo quería conocer la vida y disfrutar del primer amor.


Yoshiyuki lo miró, incrédulo. ¿Cuándo fue que perdió el control sobre sus hijos? No pudo creerlo, pero no le iba a permitir que rebasase su autoridad tan sólo por estar encaprichado.

 

—Anda, respóndanme. ¿Por qué se quedan callados? ¿Piensan tratarme como un niño toda la vida? Papá, ¿no te parece que merezco una explicación aunque sea?

—Vete a tu cuarto.

—No.

—¿Qué has dicho?

—Que no. No haré esta vez lo que me ordenas. No pueden esperar que haga lo que quieran toda la vida, quiero tomar mis propias decisiones. ¡Ya no soy un niño!

—Ja, ¡lo que me faltaba! ¡Tienes diecisiete años, jovencito! No me desafíes. Mientras vivas bajo mi techo y por mi costilla, vas a hacer lo que yo te diga.

—¡Entonces me iré de tu casa!

—Hazlo y a ver cuánto duras allá afuera. Si te crees que la vida es muy fácil estás muy equivocado. No has vivido nada.

—¡Porque tú no me dejas!

—Deja de gritarme, Hatori Aoshi. Me debes respeto.

—¡¿El mismo que me das a mí?! ¿Cómo esperan que acate algo por una razón que desconozco? ¡Dime tus razones, padre! ¡No sólo te quedes callado y me ordenes algo que me es imposible de aceptar sin que mi corazón se parta de tristeza! Yue es importante para mí y no voy a dejarlo por un capricho tuyo. Lo amo.

—¡No sabes lo que es el amor!

—¡Al menos sé que no es esta porquería que me estás haciendo!

Yoshiyuki levantó su mano con el propósito de darle su merecido ante aquellas necias e hirientes palabras pero Chiaki le sujetó el brazo justo a tiempo, deteniéndolo.

—Tori, no. No hagas nada de lo que te arrepentirás —rogó con la tristeza impregnada en su voz, al punto de quiebre. No sabía cuánto más resistiría su corazón. Quería gritarle a Tori, que se detuviera, que dejara a su hijo en paz pero sentía que no era el momento indicado. Su esposo estaba hecho una furia, completamente fuera de sí. No oía de razones, no pensaba con la cabeza fría y su hijo estaba sufriendo por eso y le decía cosas que tampoco sentía. No podía calmar sus corazones cuando ambos tenían las armas en alto. Temía que por hablar, sólo empeorara las cosas. Primero debía estar seguro de los sentimientos de su hijo, así como de los de Yue para poder enfrentar a su esposo. Porque, con tal de defender la felicidad de su hijo, combatiría mil batallas si fuera necesario, incluso si el camino lo llevaba a enfrentarse al mismo Yoshiyuki.


—¿Crees que golpeándome darás autoridad en mí padre?

—Basta, Aoshi. No empeores las cosas —advirtió Chiaki, reprochándole. Sintiéndose, dolorosamente, entre la espada y la pared.

—¿Por qué? ¿Por qué tengo que callar siempre? Estoy cansado de todo esto —suspiró con cansancio, ya casi al borde las lágrimas pero en medio de la tempestad no daría su brazo a torcer, no se quebraría a mitad de una batalla—. No quiero que mi vida sea afectada por su pasado, ¿acaso no pueden entenderlo?

—Suéltame, Chiaki. —Es todo lo que dijo, sin palabras más, sin palabras menos. Chiaki no se inmutó. Entonces, en un movimiento brusco pero sin ser medido, Yoshiyuki se soltó del agarre de su esposo sin percatarse del uso de su fuerza, haciendo que Chiaki casi cayera.


—¡Papá! —Aoshi se asustó y sostuvo a Chiaki antes de que cayera y temió lo peor. Aquello no lo había visto jamás; sea por los nervios, sea que estén pasando por un mal momento, su padre jamás había actuado de aquella manera, tan enojado, tan fuera de sí, tan incontrolable. Aquello nunca lo había experimentado. Comenzó a sentir miedo de su propio progenitor, miedo y rabia, que en conjunto se iban acrecentando.

—¿Estás bien? —Le preguntó a su papá, quien al observarlo parecía aún más impresionado que él y hubiera pensado que sentía el mismo miedo que albergaba dentro de su pecho en ese instante si no fuera por sus actos.

—S-sí. No te preocupes, hijo. —Chiaki tardó unos segundos en recuperar la compostura pero en cuanto lo hizo, en su rostro sólo hubo una sonrisa amable y despreocupada, intentando calmarlo de alguna manera.

Se produjo un momento de silencio tan intenso que se podría decir que el aire mismo que respiraban guardaba un filo peligroso que, en cualquier instante, podría herir de gravedad a cualquiera de los presentes. Aquello fue interrumpido cuando la puerta de la casa se abrió.


—¡Buenos días, familia! —Ese saludo alegre y jovial era de Daisuke— ¿Ya cenaron? Porque traje pi...zza —Nada más al verlos: su padre sin mirarlo ni saludarlo y de espaldas a él, y Chiaki y su hermano con caras de pokerface, supo de inmediato que algo andaba mal.

—¿Qué pasa acá? ¡¿Papá...?! —Vio cómo su hermano menor aún sostenía del brazo a Chiaki y eso fue lo que más lo preocupó— Papá, ¿te sientes mal? —preguntó, acercándose inmediatamente a ellos para instarle a que se sentara, luego de dejar las pizzas en cualquier lugar.

—Estoy bien, Dai. ¿Cómo te fue en el trabajo?

—Bien, pero... ¿qué es lo está pasando aquí?

—Pregúntale al troglodita de nuestro padre —respondió un encrespado Aoshi.

—¡Aoshi! —Le reprendió Chiaki.

—Si es la verdad.

—Ok, ya, ¿me dirán que pasa? ¿Papá? —Esta vez se incorporó y se acercó hasta Yoshiyuki, pero al voltear, el hombre sólo dijo unas simples palabras.

—Aquí no ha pasado nada. Cenen ustedes, yo no tengo hambre. Y Aoshi, no irás a la fiesta de tu graduación si no terminas con él. Y es mi última palabra —sentenció el mayor, cruda y fríamente sin mirar a quienes parecían, en lugar de su familia, unos completo extraños.


—¿Qué? —saltó Aoshi— ¡No puedes hacerme esto!

—¡Yoshiyuki! —lo llamó un alterado Chiaki.

—¿Qué demonios significa eso? —preguntó, con una risa forzada, pesada e irónica, Daisuke. No obtuvo respuestas de su hermano, quien se fue a encerrarse en su habitación dando un portazo en el acto, mucho menos de Chiaki, quien miraba todo el escenario con pesar y culpa en su corazón.

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).