Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

YOUTHFUL HATSUKOI por Lady Trifecta

[Reviews - 15]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Buenas noches gente hermosa, gente bonita que me da una oportunidad. Muchas gracias por leer y mis disculpas por haber tardado mucho en traer el capítulo, he estado pasando por muchas cosas emocionales.

 

Gracias de todo corazón por leer esta historia.

Mientras leen, escuchen: 

https://www.youtube.com/watch?v=tMBO83VQ6R8
Kelly Clarkson - Because Of You

 

Recuerden, lo que está en negritas es letra de la música.

 

La memoria es un eterno colador de recuerdos. Hay recuerdos hermosos que deseamos no olvidar jamás, pero lo hacemos. Y otras son memorias muy tristes que queremos borrar, pero no podemos.

¿Cuál será el secreto para mantenerte por siempre en mi corazón sin que duela más?

Si lo sabes, te lo imploro. Dímelo.


No cometeré los mismos errores que tú cometiste.

No me permitiré causarle tanto dolor a mi corazón.

No lo romperé como tú lo hiciste, fue tan duro.



—Bienvenido, Haru.


Giró al escuchar al dueño de aquella conocida pero distante voz que por tanto tiempo quiso olvidar.


—Gracias Sora.

—¿Estuvo bien tu viaje? —preguntó viendo sus hermosos ojos verdes, aquellos que tanto adoraba, pero que no lo veían. No podría expresar la profundidad de sus sentimientos, no ahora después de tanto tiempo, solo podía observar cuánto y nada había cambiado al mismo tiempo.

 


He aprendido de la manera difícil

que nunca debí dejarlo ir tan lejos

 

—Bien —respondió nervioso, alertando inmediatamente a Takeshi, que estaba a su lado, quien inmediatamente se acercó al percatarse de aquella peligrosa proximidad entre su hermano y aquel que había sido su amigo de infancia.

—Hola Sora —dijo fríamente al verlo.

—Hola Takeshi —respondió, viéndolo con entera tristeza, porque a pesar de todo lo ocurrido, siempre sería alguien especial para él. Había sido por tanto tiempo mucho más que un hermano, su amigo, su confidente, y por qué no, su cómplice en más de una ocasión.
Todos los presentes notaron aquel sentimiento de incomodidad en el ambiente y solo uno decidió hablar por miedo a que ocurriera algo, a que de un momento a otro los sentimientos contenidos por tanto tiempo salieran de manera abrupta, a que el pasado de nuevo volviera y causara estragos.

—Vamos a ver una película —sugirió Daisuke al notar los sentimientos de Haru, los cuales poco a poco empezaban a salir a la deriva por mucho que estuviera luchando consigo mismo por no hacerlo. Era una batalla exhaustiva.

—¡Sí! —apoyaron los demás, aligerando un poco el pesado ambiente, dejando a cada uno ensimismado en sus propios sentimientos, excepto a una persona: aquel que en verdad deseaba ver la película.


—Haru, ven —anunció su hermano mayor indicándole que se siente a su lado, dando palmaditas al asiento libre en el sofá. Daisuke se sentó al otro lado de Haru quedando este en medio de ambos. Estaba ensimismado en sus pensamientos, recordando aquellos momentos que solo deseaban ser llevados por la brisa para que no regresaren nunca más.

—Yuki, ¿qué tan doloroso es enamorarse? —Mino Yuki, aquel muchacho de cabellos castaños claros y ojos de un castaño escarlata era uno de los muchachos que no le prestaba ni siquiera la mínima atención a la película, con la mirada fija al otro lado de la sala, completamente sumergido en una vorágine de sentimientos conocidos para él, pero ocultos para todos los demás, incluso para quien los recibía y quien no era consciente del sufrimiento que estaba provocando en él.

—¿Por qué lo dices? —Su concentración estaba dedicada a una sola persona, pero bien sabía que debía mantener las apariencias aun cuando eso significara esconder su corazón rasgado a causa de un amor no correspondido.

—Con tan solo verlos lo puedes notar. Su amor es tan grande como la distancia entre sus corazones.

—¿Eh? —entonces, por unos instantes, por primera vez en la tarde, fijó sus ojos en su interlocutor, sorprendido como aquel quien es descubierto in fraganti cometiendo un crimen, preguntándose, ¿cuándo había sido descubierto? O, tal vez, ¿solo se lo había imaginado? Luego se fijó en Sora y Haru. Ah, claro, se estaba refiriendo a ellos. Suspiró con ganas— ¿Qué es peor Shin? ¿Amar a una persona que te corresponde pero no poder estar a su lado o amar a una persona que no te ve por más que lo intentas?

—Cualquiera de las dos duele.

—¿Es así? Tal vez —de nuevo volvía a sus ensoñaciones dando por abandonado sus sospechas de haber sido descubierto e ignorando las intenciones de quien lo hablaba, sin imaginar que tal vez él estaba provocando las mismas heridas que le producían a él. ¿Qué importaba ya? Si el que quería que se diera cuenta de sus sentimientos nunca lo haría. Tal vez un corazón enamorado esté destinado a sufrir desde el momento en que conoce el amor.

—Yuki, tú…

—¿Ah?

—No. No es nada.

 


Por otro lado, no menos distraído, Kai se preocupaba por su hermano. Por mucho que quisiera poder ser él quien esté al lado de Haru calmando su ansiedad y aunque el peso que soportare en su pecho fuese devastador; él, más que ninguna persona, había sido testigo de cómo había sufrido su hermano durante todo ese tiempo en silencio. Sora nunca compartía nada con nadie. No podía buscar culpables en lo sucedido entre su hermano y Haru hacía cuatro años atrás. Resultaba insufrible y desesperante no poder ayudar a ninguno y conocer los sentimientos de cada uno siendo que entre ellos no lo sabían. Pero era algo en lo que él no se metería.

—¿Estás bien, Sora?

—Te mentiría si dijera que lo estoy. Sencillamente hay sentimientos que no desaparecerán —Sus ojos lapislázuli parecían echar hondos y profundos suspiros a través de la intensidad de su mirada clavada en Haru. Por más que lo intentase no lograría disimular, pero tampoco es como si quisiera hacerlo.

—Créeme, lo sé. Pero, por favor controla tus sentimientos.

—Contigo vigilándome, no tengo otra opción —dijo aquello con un tono irónico y una media sonrisa amarga.

 

Sin decir nada más, se sumergieron en aquel mundo distante de la realidad, viendo hacia el mismo lugar a aquel pequeño de ojos verdes dueño de sus corazones, sin percatarse que sus movimientos eran vistos por casi la totalidad de sus amigos.

 

A un costado de los hermanos Kirishima, tampoco el castaño la estaba pasando de maravillas y ya casi estaba por desfallecer en el vano intento de controlarse y que no salieran a flote sus mil emociones revoloteando como colibríes inquietantes a su alrededor.


Por ti nunca voy más allá de la verdad.


En ese preciso momento se percataba de cuan dura era la realidad. Por más tiempo que pasara, por más que intentara esconder sus sentimientos, estos no se irían, no después de haberlos mantenidos por más de dieciséis años, pero, ¿por qué no podía? ¿Por qué no aceptaba la realidad? Una y mil veces se maldijo a sí mismo por tan solo pensar en que aquellos sentimientos pudieran hacerse realidad. Cuánta agonía sentía su corazón ahora, cuantas noches no había llorado en su habitación. No quería recordar más, sus manos temblorosas demostraban que faltaba poco para que no aguantara más y se derrumbara en ese preciso momento.

—Haru —Daisuke había tomado su mano aferrándola a la suya, dándole aquellas fuerzas que tanta falta le hacían.

 

Por ti he aprendido a jugar del lado seguro,

de esa manera no saldré lastimado.

Por ti me es muy difícil confiar,

no solo en mí, sino en todos los que me rodean.


Pero aquella lucha interna estaba lejos de llegar a su fin.




Por ti tengo miedo.

 


Suspiros. Tiene miedo, pero, ¿miedo a qué? Él ya no está enamorado de Sora. Eso pasó hace ya cuatro años, se dice tratando de convencerse bajo un espejismo de falsos sentimientos para no despertar las viejas heridas de su ya viejo corazón prisionero en un cuerpo aparentemente joven. ‹‹Ja››, mejor dicho: ‹‹Lo que no pasó hace cuatro años››, es lo que piensa. Entonces no entiende porqué su corazón late de esa manera tan arrítmica. Es un misterio para él. No entiende por qué siente el cuerpo afiebrado y pesado. Siente que si se levanta se caerá y un leve pero agudo retortijón en el estómago no lo deja, pero no son cólicos pues tiene hambre, pero al mismo tiempo sabe que si prueba algún bocado lo desechará al instante. Su garganta está atorada, ¿por qué? Todo es un misterio que no tiene ganas de averiguar.

 

Debe parar. No quiere recordar. No va a hacerlo. Intenta convencerse de que son solo nervios, nada más. Pues nunca ha practicado qué haría en el remoto caso de que lo volviera a ver. Bueno ese remoto caso era su presente ahora, y sinceramente todo el tiempo pasado estuvo muy ocupado olvidándolo o mejor dicho tratando de hacerlo, ocupándolo en cuanta actividad pudiera para justamente librarse de esta naciente tortura.


Perdí el camino, y no pasó mucho tiempo antes de que me señalaras.

Ya no puedo llorar porque sé que ante tus ojos eso es debilidad.


El miedo quizá se deba a esas dudas, el miedo a enfrentarlo, a hablarle, a mirarlo a los ojos y descubrir qué tan muertos estaban sus sentimientos por él. Pero si revivieran los sentimientos de entonces, entonces regresaría aquel amargo sabor del desamor en su forma más cruel. Ya no siente por él lo que antes sentía, es lo que piensa ingenuamente, pero la indiferencia no era sinónimo de olvido, y su corazón recordaba perfectamente la sensación que aquel día. Sintió que se quebraban todos sus sueños y todas sus esperanzas como si de vidrio se trataran.

 

 

En aquella pequeña sala solo un joven de ojos tan azules como el mismo cielo, de piel tan blanca como las nubes y el cabello pálidamente rubio como el trigo veía la película, escuchando con atención aquellas palabras llenas de sentimiento que decía la protagonista.






[Tengo algo que decirte:
me gustas mucho.
Desde hace tres años he hecho de todo para que te fijaras en mí, yo
he querido ser bailarina, actriz, directora de banda y buena estudiante por ti,
pero me he dado cuenta que debería ser directa contigo,
tan solo quería decirte
que me gustas.]



Lloraba intensamente al escuchar aquellas palabras, cuánto valor había asumido para decirle sus sentimientos. El darse cuenta que esa persona tenía otra, solo aumentaban sus lágrimas, mientras Yue lo veía con preocupación. Aquellos ojos castaños rojizos se negaban a revelar las verdades de su corazón mostrando un semblante serio y analizando a aquel pequeño joven con su mirada. No había dejado de verle, sus pucheros ante la película y cada pequeño movimiento de su cuerpo, eran todo un arte para su deleite. Sencillamente era incapaz de apartar su vista de él.

Las miradas de Yue no pasaron desapercibidas por Yuki, quien lo veía molesto, no podía evitar estar celoso…sencillamente era imposible para él, quería a Aoshi, pero al parecer su hermano también lo hacía, solo que nunca lo había aceptado.

Los minutos siguieron transcurriendo y la película estaba próxima a terminar. Ante la vista de todos y de manera imprevista Yue se levantó de su asiento y se acercó a Aoshi jalándolo con su mano, haciendo que este se levantara torpemente y tropezara con él.

—Yue, ¿qué?

—Chicos, nosotros ya nos vamos. Debemos hacer un trabajo práctico para mañana — anunció mientras jalaba a Aoshi con él, dejándolos a todos perplejos especialmente a su hermano menor, Yuki.

—¿Eh? ¿Tienen clases los domingos? Qué extraño. Suerte que ya me he graduado —susurró Kai en voz baja, y de manera descuidada. Pero Yuki y Shin lo escucharon, Yuki perplejo aún y Shin con cara de pocos amigos.

 

—También me voy —pronunció Yuki con aire abatido luego de unos minutos. Lo sabía. Muy en el fondo siempre lo supo. Ese momento llegaría, pero nunca se hubiera imaginado que ocurriera de esa manera tan inesperada y desprevenida ¿Había perdido todas sus oportunidades en un fugaz momento? Yue se llevaría a Aoshi y todas sus esperanzas se irían esa noche. Había guardado por mucho tiempo aquellos sentimientos. Hubiera podido ser él quien se confesara a Aoshi, pero ahora nada podía hacer, solo soportar aquel dolor que crecía en su corazón. Quería caminar sin rumbo, buscando despejar su mente de todos aquellos sentimientos que le embargaban. ‹‹Soy un imbécil››, pensó, sintiéndose como el peor de todos los perdedores.



—¿Quieres irte a casa? Puedo llevarte si quieres.

—¿Eh? No. Yo...esperemos que termine la película —Se lamentó pedir aquello pues lo que en verdad quería era salir corriendo lo más rápido y lejos posible que pudiera de aquel lugar donde sus fantasmas lo estaban atacando sin piedad. ¿Era lo que quería? ¿Quería de verdad alejarse de él?

—¿Estás bien, Haru? ¿Te duele algo?

 

Me veo forzado a fingir una sonrisa, una risa, cada día de mi vida.

Es imposible que mi corazón se pueda romper 

cuando ni siquiera estaba completo desde el inicio.

 

—No —pero el chico apenas balbuceaba, su voz lo traicionaba dejando a la deriva sus más íntimos secretos. Él no quería, él no podía, pero no todo en la vida es como queremos, ni todo lo que queremos podemos tenerlo en la vida. Él lo sabe de sobra— ¿Por qué preguntas? —Los dedos de Daisuke acariciaron entonces con delicadeza sus mejillas.

—Estas lágrimas dicen lo contrario.


Por ti nunca voy más allá de la verdad.

Por ti he aprendido a jugar del lado seguro para que no me lastimen.

Por ti me es muy difícil confiar no solo en mí, sino en todos los que me rodean.

Por ti tengo miedo.


—¿Ah? Eh... —Recién al pasar sus dedos por encima de los de su amigo sobre su rostro se percató de aquello, vio en rápidamente a los costados, terriblemente preocupado de que lo descubrieran; siempre evitando por instinto la dirección en donde estaban sentados Kai y Sora.

—Tranquilo. Nadie te ha visto —Se tranquilizó una vez que cayó en la cuenta de que cada uno estaba en lo suyo— ¿Eh? ¿Dónde están Aoshi y Yue? ¿Cuándo se fueron?

—Hace cinco minutos —Ahora era Yuki el que se levantaba de su asiento y con una expresión enfurruñada se disponía a marcharse, pero Shin intentó detenerlo asiéndolo de la muñeca. Luego de un breve instante también se van.

 

—¿Qué pasa? —Le preguntó a Dai, por si de casualidad estaba enterado.

—No lo sé. Pero dime, ¿tú estás bien? Es decir, ¿seguro de que aún no quieres irte? —Haru le sonrió de manera tan natural para él como dolorosa para Dai; detestaba verlo de aquella manera, refugiado en su coraza y con temor.


Te vi morir.

Te escuché llorar cada noche mientras dormías.

Yo era tan joven.

Debiste buscar una mejor opción que apoyarte en mí.

 

—Seguro. 
—Haru, ¿estás bien? ¿No quieres ir a casa aún? —Takeshi intervino, preocupado por la palidez de su pequeño hermano. Pese a sus veinte años siempre sería su hermano pequeño.

—Yo lo llevaré —dijeron al mismo tiempo Daisuke y Kai, sonando casi desesperados. Takeshi ignorándolos, volvió a llamar a su hermano, sacándolo de su ensimismamiento.

—¿Haru?
—Estoy bien, hermano. Pero sí, creo que tengo sueño —respondió con una ligera sonrisa que todos podían notar con una opresión en el pecho lo forzada que era— Así que creo me acompañarán —Takeshi suspiró y no le quedó de otra que terminar consintiéndolo.

—Está bien, enano —Acto seguido le acarició levemente los cabellos a Haru, este ni siquiera contestó como solía hacerlo, protestando por aquella manía tan molesta y peculiar en él de acariciar su cabeza.


Nunca pensaste en nadie más.

Solo veías tu dolor.

Y ahora yo lloro en la mitad de la noche

Por la misma maldita cosa.



Pero al levantarse, Haru perdió el equilibrio debido a un fuerte mareo. Sora y Kai fueron los primeros en darse cuenta de esto.

—¡Haru! ¿Estás bien? —preguntó Kai, descorazonado al ver a su amigo de aquella manera tan vulnerable.

—Haru —Takeshi lo ayudó a sentarse nuevamente.

—No te preocupes, hermano. En un rato estaré mejor. —Los demás se miraron  entre sí, resignados e impotentes.

—No puedes ir caminando.


Por ti nunca voy más allá de la verdad.

Por ti he aprendido a jugar del lado seguro para que no me lastimen.


—Yo puedo llevarlo —dijo Sora, y lo miraron sin decir nada.

—No, miren, sí puedo hacerlo solo —insistió un necio Haru, levantándose aunque con ayuda de Dai, ignorando todo tipo de protestas— ¿Ven? Ya estoy bien, te aviso en cuanto llegue, hermano, ¿sí?


Para que no me lastimen.

Por ti me he esforzado mucho por olvidar todo.

Por ti no sé cómo dejar que alguien entre en mi vida.

 

—Haru —repitió Takeshi, ya de manera firme y seria, mientras el aludido tomaba uso de sus últimas fuerzas para darse media vuelta y salir de aquel lugar donde sentía que moriría de un momento a otro debido a aquellos mares azules que intentaban ahogarlo, pues las miradas de Sora parecían haberse anclado en él.

Por ti estoy avergonzado de mi vida, porque está tan vacía.

Por ti tengo miedo.


—Te llamaré —le dijo por último a su hermano.

—Está bien —concedió, no del todo convencido. Sin más los tres chicos fueron a casa de la familia Takano, dejando a un muy apesadumbrado Sora quien aún seguía viendo en la dirección por la que Haru se había ido como si intentara ir detrás de él pero sus piernas se lo impidieran, y a un preocupado Takeshi quien luego de nada más un minuto de que su hermano y amigos se fueran, se vio resuelto y decidido a enfrentar las cosas de una buena vez, mirando de frente al que había sido su mejor amigo de toda la vida, hasta hacía cuatro años.

—Tú y yo tenemos que hablar.

 

 

 

 

—¿Yue? ¡Yue! ¿Qué quieres? ¿Estás sordo o qué? ¡Me haces daño! ¡Te dije que me sueltes! —Era más o menos la trigésima tercera vez que se lo pedía durante todo el trayecto desde que salieron de la casa de sus amigos hasta llegar al parque que quedaba a media hora de distancia, intentado zafarse de su fuerte agarre— ¡Que me sueltes te digo! —En un movimiento brusco, Aoshi tropezó. Yue, percatándose a tiempo, lo sujetó y cayeron juntos de aquella manera, él amortiguando la caída de Aoshi, y ambos cayendo sobre el verde césped de ese ya no tan concurrido parque a esas horas, por estar a punto de anochecer, con el crepúsculo asomándose por el horizonte.

—¿Estás bien?

—¿Eh? Yo, yo... s-sí —Todavía sumergido en su abrazo, respondió entre confundido y aletargado debido al susto de la caída.

—Yue, ¿por qué diablos me sacaste así de... —estaba decidido a continuar con sus quejas y mil dudas cuando notó aquello— Oh, mierda, Yue, tu codo...

—¿Eh? —Por más que no se quejó antes, su rostro se contrajo de dolor en cuanto se movió un poco para acomodar a Aoshi.

—¡No te muevas, tonto! ¡Mira nada más como te has lastimado por hacer estupideces!

—¿Yo? —le mostró contuvo una sonrisa inocente.

—Sí, claro, tú, ¿quién más hizo todo esto? Pero, ¿qué carajos te pasa? —Le miró extrañado— ¿Estás sonriendo? ¿También te golpeaste la cabeza? —Mino Yue era una persona en extremo enigmática, nadie nunca podía adivinar lo que estaba pensando ni mucho menos si tenía o no sentimientos. Era bastante reservado y serio, incluso fueron contadas las veces en que siquiera sonreía y eso solo ocurría... nunca. Aoshi se dio cuenta de que si le hubiera visto sonreír antes de esa manera, nunca lo hubiera olvidado— ¡Ya! Quédate quieto, a ver qué puedo hacer por ti —dijo apresurado y nervioso sin saber por qué, concentrado en la herida de su amigo. Intentó ignorar los arrítmicos latidos de su corazón surgidos por culpa de aquella nueva y espléndidamente hermosa expresión en los labios de hasta entonces visto como su amigo y nada más.

—Aoshi.

—¿Hm? Esto primero hay que desinfectar.

—Aoshi.
—¿Puedes levantarte?

—Aoshi. –
—Vamos, te ayudo —Intentó incorporarse para ayudarlo, pero ante la indiferencia que estaba luchando por conservar no vio venir los movimientos de Yue. Lo detuvo a medio camino de levantarse, sujetándolo con una mano sobre la del suya, entrelazando sus dedos y con la otra sosteniendo su rostro, al mismo tiempo que en un abrir y cerrar de ojos acortó la distancia entre sus rostros. Sus miradas se clavaron una en la otra como dos destinos condenados a encontrarse y fundirse en uno solo así como los fragmentos de estrellas forman un cometa.

—Aoshi. Te amo —Con sus manos de aquella manera, sosteniendo su rostro, mató la distancia y unió sus labios con los suyos en un beso tan esperado como la lluvia en verano.

 

Continuará...

Notas finales:

Adelanto del próximo capítulo, ¡Nos vemos!:

 

Ahora, ocho años más tarde, se encontraba con un dolor verdadero y agonizante, luchando por recuperar el amor del cual no se había enterado que era dueño hasta perderlo.


—Entiéndelo Sora, si Haru ha regresado no ha sido por gusto, ha regresado más bien por una razón familiar, personal, que como comprenderás son cosas nuestras y de nadie más.
—Te lo prometo, Takeshi, nunca quise hacerle daño. El cielo sabe que si hubiera tenido entonces la más pálida idea de los sentimientos de Haru, hubiera luchado por él.

—¿A qué te refieres con sus sentimientos?

—¿Eh? —No entendió las palabras de su amigo— Pues, tú aquella vez me dijiste tantas cosas, que Haru...

—¿Cómo sabes que es verdad? ¿Cómo sabes que es verdad y no solo una mentira que te hice creer entonces para que fuera mayor tu culpa? ¿Alguna vez escuchaste palabras de ese tipo de amor romántico de los labios de Haru? —Los ojos de Sora se abrieron de manera desmesurada. No esperaba aquello y sintió que debajo suyo se abría un hoyo donde comenzaba a caer nuevamente, y es que todo este tiempo estaba tan ocupado en sostenerse a sí mismo, en mantenerse alejado de Haru, en guardar silencio, en nunca confesarle sus sentimientos, pero lo hizo por él mismo todo el tiempo, suponiendo, como hizo toda su vida, que sabía a la perfección lo que estaba sintiendo Haru.

—Pero, ¿qué dices? Tú... ¿hubieras sido capaz?

—Por Haru haría eso y cualquier cosa para mantenerle a salvo. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).