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Moneda de cuatro caras. por contrateMCarey

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—Espere, usted está bromeando ¿Verdad? —preguntaba Dante a su arrendadora aún nervioso.

—Lamento decirte que no Dante, Ernesto y yo hemos decidido separarnos y ya no podrás rentar este departamento porque era propiedad mancomunada, te devolveremos lo que sobra del adelanto que diste pero creo que deberás buscar otro lugar para vivir.

—¿En cuánto tiempo?

—Te daremos una semana para que puedas buscar otro departamento.

—¿Ni siquiera dos?

—Lo siento, es todo lo que pude conseguir con él, en serio lo siento Dante, me caías muy bien.

—No te preocupes Ana, es normal que las parejas decidan terminar un día después de Halloween.

—Gracias por comprender, si me disculpas debo atender a clientes en mi trabajo.

—Claro, suerte.

Dante había recibido la noticia más inoportuna de su vida, de repente sus arrendadores habían entrado en una disputa la cual los había llevado a tomar la decisión de divorciarse, no obstante la vivienda de Dante se veía amenazada en medio de la discusión pues ambos pelearían por las escrituras del departamento y Dante no podría rentarlo más.

Ahora se veía frente al reto de buscar una nueva habitación para vivir, sin embargo su mayor miedo era no encontrar una igual de buena a un precio tan razonable como el que tenía con sus arrendadores actuales.

Esa misma tarde Dante había amanecido con un terrible dolor de pies y estómago los cuales no le ayudaron en nada para recibir dicha noticia, la noche anterior en la fiesta de Halloween que él  sus amigos habían celebrado acompañados de Ariel había bailado mucho y comido a puños todo lo que encontró a su paso, desde pan de muerto y atole hasta enchiladas y el mole que habían preparado como comida, agradeció el ser una persona abstemia pues no quería ni imaginar lo mal que se habría sentido si hubiese bebido licor.

Mientras se encerraba en la habitación para preparar su uniforme de trabajo recordó que la noche anterior Ariel había bebido demasiado, se embriagó a un grado tal que a pesar de su estado él insistía en conducir su auto de vuelta a casa pero a pesar de ello entre todos habían conseguido dormirlo para que pasara la noche en casa del anfitrión. Eran las cuatro de la tarde, probablemente Ariel ya se encontraba despierto y de vuelta en casa por lo que tomó la decisión de llamarle ya que le preocupaba su estado.

—¿Hola? —respondió Ariel después de unos segundos de espera exponiendo en su voz una dura resaca.

—¿Ariel?

—Sí ¿Quién habla?

—No puedo creer que estés tan ebrio como para que no revises quién te llama, soy Dante.

—¡Ah, hola! Perdona si no pude llevarte a casa ayer es sólo que no controlé lo que bebía.

—Lo noté ¿Estarás bien? No quiero que caigas en el alcohol de nuevo.

—No, calma, sólo fue el momento de la fiesta y el reencuentro con los viejos amigos lo que hizo que me emocionara, créeme que lo que menos deseo ahora es tomar, pero dime ¿Cómo estás tú?

—Sigo cansado por todo, ya sabes, fue una noche bastante cansada y además Kevin me trajo a casa junto a su esposa así que no hay problema.

—¿Estás bien? Te escuchas preocupado —preguntó Ariel al otro lado de la bocina, quien podía notar irregularidades en el hablar de Dante.

—Supongo que lo estoy —gimió Dante—, mis arrendadores se están divorciando y debo conseguir un nuevo departamento pero con lo que gano no sé en dónde podría conseguir uno igual de barato en esta zona.

—Es verdad, no hay muchas personas con espacio vacío en sus casas que puedan alojar a un trabajador y estudiante a un precio razonable ¿No conocerás a alguien de casualidad? —cuestionó Ariel intentado despertar suspicacia en Dante.

—Creo que no —respondió Dante ingenuamente.

—¿En serio no conoces a alguien que sea soltero y tenga espacio de sobra en su departamento?

—En serio no.

—Por dios Dante, eres demasiado torpe —recriminó Ariel.

—¿Ah? ¿Por qué? —preguntó Dante ofendido.

—Porque me estoy describiendo maldito tonto, mi departamento tiene dos habitaciones y una de ellas nunca se usó, siempre quise rentarla pero César era un mamón de primera pero ahora que estoy soltero creo que puedo rentársela a un amigo.

—¡¿En serio harías eso?! —interrogó Dante con emoción.

—¡Claro! No planeo mudarme en mucho tiempo y tú puedes quedarte aquí, y por la renta no te preocupes que te mantendré el precio que actualmente te cobran en donde estás ¿Te parece bien?

—¡Es demasiado bueno! Sólo hay un detalle.

—¿Cuál?

—No sé dónde vives.

—¡Ah, es verdad! Creo que nunca has venido ¿Tienes tiempo mañana en la mañana?

—Claro que sí, estaré ahí a la hora a la que me lo pidas.

—¿Cómo vas a venir si no sabes dónde vivo? —se burló Ariel.

—Buen punto.

—No te preocupes, paso por ti en la mañana como a las diez y ya vienes, ves el depa y me dices qué te parece ¿Te va?

—Claro, te espero y bueno, también te dejo que debo terminar de preparar todo para la jornada de hoy y por favor ya no tomes así de nuevo, no sabes cuánto me espantaste, casi lloraba al ver lo agresivo que te pusiste.

—Yo… en serio lamento que me vieras así.

—No, está bien, sólo deja de hacerlo porque preocupaste a todos.

—Está bien, ya no me regañes.

—Bueno te dejo, entonces nos vemos mañana.

—Vale, cuídate.

Dante sintió alivio al colgar su celular, no habían pasado ni diez minutos desde que le habían informado respecto a su salida de su actual morada pero ya había encontrado un nuevo lugar en dónde hospedarse y todo era gracias a Ariel.

Durante toda su jornada de trabajo Dante pensó que sería apropiado comprar algún presente para Ariel, desde que lo conocía Ariel siempre buscaba una manera para ayudarlo en todo lo que le fuera posible, desde aquella primera vez en la que se conocieron y fueron al restaurante hasta ese preciso momento en el cual le estaba dando un lugar para vivir, decidió que camino a casa compraría un pastel genérico para ofrecerlo como regalo en agradecimiento a todo lo que hacía por él.

Ariel cumplió su palabra y a la mañana siguiente estuvo frente a la puerta de Dante a la hora prometida, ambos abordaron el auto sin que Dante soltara en ningún momento la caja de cartón en la que tenía el regalo y Ariel condujo hasta llegar a su vecindad. A Dante le gustó que a pesar de ser una vecindad los departamentos de la misma fueran bastante grandes, además para él resaltaba la hermosa combinación de pinturas beige y café las cuales le daban una ambientación limpia al entorno.

Ambos bajaron del auto, Dante no olvidó cargar la caja en la cual guardaba el pastel para Ariel, cuando entró al departamento quedó feliz al notar que era un lugar bastante lindo que, a pesar de estar muy lejos de ser elegante, se encontraba bastante bien decorado y limpio además de ser un par de metros cuadrados más amplio que el lugar en el que vivía.

—¿Quieres ver tu habitación? —preguntó Ariel

—No, está bien, antes de eso quiero decirte que esta caja es para ti.

—Justo eso iba a preguntar, no has soltado esa caja desde que pasé por ti ¿Qué es?

—Tómala —respondió Dante extendiéndola a Ariel, quien la abrió al momento de recibirla—. ¿No podías esperar?

—No, me daba curiosidad saber qué era,

—Es sólo un pastel de chocolate pero quería entregártelo, desde que nos conocemos te preocupas por mí, me has invitado cada vez que vamos a tomar algo, me llevaste a tu bachillerato y me dejaste abandonado con un tipo guapo que me arrepiento de haber dejado ir, me acompañaste a la fiesta, eres tan buen amigo como Emilio y tenía que regalarte esto, sé que no es mucho pero…

—Ya ya —interrumpió Ariel—, no te preocupes, lo hago con gusto, desde la fiesta de mi hermana y tras ver cómo Bernardo te trataba en aquel estacionamiento quedé preocupado por ti, en aquella fiesta el que llevó a César fui yo y el haberlo convencido de ir fue el detonante de todo, no obstante veo que tu separación fue más cara para ti que la mía para mí así que hago esto porque te lo mereces, tienes grandes sueños y por eso me alegra que seamos amigos.

—A mí igual.

El gato de Ariel salió de la puerta del baño sorprendiendo a Dante, quien quedó maravillado al ver el pelaje gris y los ojos verdes del acompañante felino de Ariel.

—¡Tienes un gato! —gritó Dante con la mirada de un niño que recibe un juguete nuevo.

—Así es.

—¿Puedo cargarlo?

—Adelante, es muy amigable, dudo que corra de ti —Dante cargó al gato quien eventualmente no opuso resistencia, por el contrario comenzó a ronronear apenas Dante puso sus manos sobre él y comenzó a acariciar su suave y limpio pelaje, acompañado del ronroneo del animal Dante decidió continuar con las negociaciones de la mudanza.

—Entonces ¿Cuándo crees que pueda mudarme?

—Si quieres puedes cambiarte en dos días mientras quitó algunas cosas de la habitación para que esté lista.

—Me parece bien.

—¿Algo más que agregar? Es que tu pastel se ve rico y lo quiero comer ya —dijo Ariel mientras comenzaba a abrir totalmente la caja la cual cada vez despedía de manera más intensa el olor a chocolate

—No, para nada, a menos que tú sí —respondió Dante.

—Ni una palabra más, comamos y brindemos por tu nuevo hogar.

 

Notas finales:

Oigan! Los amo, gracias por sus review, la verdad es que nunca pensé que cuarenta personas seguirían mi trabajo fielmente y mucho menos después de haber dejado de publicar durante una semana, en serio gracias y esta historia no la abandonaré por nada hasta su final


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