Taemin lavaba algunas verduras, mientras Minho cortaba trozos de carne y la cubría en salsa para marinar. Ambos compartían el espacio reducido de su cocina, y adoraban el tener que estarse tocando para poder moverse de un lado a otro.
Con complicidad se rozaban las manos, mientras intercambiaban puestos. Minho besó la mejilla del demonio afectuosamente. Agradecía que cuando le pidió a Taemin que regresara a casa a la hora de comer, él había aceptado. Si bien, en vez de atorarse en el tráfico con su auto, el demonio simplemente había aparecido en medio de la sala de estar. Eso aún implicaba un gran esfuerzo, sobretodo el tener que transportarse de un área donde sabía que no le verían en la universidad.
El timbre de su teléfono interrumpió los mimos que se estaban dando tan poco disimulados. Taemin rio, secandose rápidamente las manos, ya que él sólo las tenía mojadas a diferencia de Minho que debía lavarselas antes de poder responder.
-Yo atiendo.- Le aseguró rápidamente, indicándole con un corto movimiento de cabeza que siguiera con la carne. -Oh, es de casa de tus padres...- Taemin se sorprendió al ver el identidicador de llamadas. -¿Sí? Oh, señora...- Se sonrojó un poco antes de asentir. -De acuerdo, la llamaré madre de ahora en adelante.- Asintió, riendo un poco. -Sí, él está aquí. Cocina la comida...Oh, ya veo...Sí, ahí estaremos. Gracias por llamar, adios.- Colgó el teléfono en la base, cruzándose de brazos.
-¿Qué te dijo?- Desde la cocina, Minho había escuchado con detenimiento las respuestas del demonio.
Taemin regresó a la cocina, recargándose sobre la encimera a lado del ángel.
-Dijo que tu hermano estaba de regreso en Corea, así que quieren hacer una comida familiar este fin de semana.- Informó. –Y quiere que vayamos, ambos.
Minho detuvo todo movimiento, sintiéndose rígido ante esas palabras. Había aprendido a la mala que Familia y Taemin eran dos conceptos que no podían ir juntos. Se aclaró la garganta, acercándose al lavabo para poder limpiarse las manos. Mientras se las secaba con un trapo, se acercó al demonio menor aclarándose la garganta.
-Sabes, si quieres, no tenemos que ir.
-¿Estás loco? Tu mamá me invitó, no le daré una mala impresión.- Taemin colocó sus manos sobre su cadera, notándose indignado.
-No tienes que hacer nada por impresionar, cariño. Sé que no te gusta estar rodeado de ángeles y…- Fue callado por los dedos que Taemin colocó en sus labios.
-Que quiera ir no significa que no estoy aterrado de estar rodeado de ángeles.- Aclaró. –Porque lo estoy, y mucho. Pero, si tu hermano es la mitad de amable que tus padres, sé que estaré bien. Además que estarás conmigo.- No había ni una pizca de duda acerca de lo que decía, Taemin confiaba plenamente en la presencia de Minho a su lado. –Tengo que conocer a mi cuñado después de todo.- Soltó traviesamente.
Minho rio, alegre de la actitud positiva de su novio. Agradecía infinitamente que Taemin estuviera tan dispuesto a seguir conociendo a su familia, en vez de cerrarse en sí mismo. Le besó en la frente, abrazándole por la cintura.
-Está bien, iremos.