La oscuridad le rodeaba, no podía escapar de ella. Había entrado sin querer, buscando rescatar esa alma que se había desviado del camino. No era su intención el quedarse ahí. Pero no podía salir.
El terror en Minho a penas le dejaba respirar, impulsando su cuerpo sólo un poco más cerca de cruzar la línea y perder su forma humana, por simple supervivencia. Ni siquiera podía gritar, porque sabía que en medio de toda esa oscuridad estaba Taemin. Él la estaba creando.
¿Por qué? No lo entendía, y el miedo no le dejaba pensar mucho más lejos que eso.
Así que cuando Taemin empezó a pronunciar algo en un idioma que claramente no entendía, y la oscuridad se centró en un punto específico, lo único que pudo desear fue el desaparecer. Era una pesadilla, eso tenía que ser. Una completa y absurda pesadilla.
Arañó el suelo al darse cuenta de lo que sucedía. No podía ver, pero entendía lo que estaba ahí. En medio de tanta oscuridad, era como si convivir con Taemin le hubiese dado la capacidad de detectares en un ambiente que no era el suyo. Ya no había dos demonios en el departamento. Había tres.
-TAEMIN…- Trató de gritar, siendo su voz estrangulado por el aire que intentó entrar a sus pulmones.
-Pero qué tenemos aquí…El ángel enamorado.
-¡MÍO!
-Por supuesto, cariño. El ángel es tuyo.
Sólo podía escucharlos. La voz de Taemin posesiva, mientras que la otra era fría y a la vez dulce. Entonces la oscuridad disminuyo, y antes de que Minho pudiese agradecerlo, supo que no había sido Taemin quien le había permitido ver.
Minho perdió el aliento al conocer por primera vez de dónde Taemin había heredado su belleza. Mientras que el rey, e incluso Hyunah caían en la casilla de guapos, Taemin (e incluso Ren, pero a Minho no le interesaba demasiado ese hecho) era más del término lindo. Y justo entre el par de hermanos, se encontraba un demonio que podía pasar fácilmente por una mujer joven con características propias de un...ángel.
Un sutil recordatorio que la primera legión de demonios no eran otra cosa más que ángeles caídos. Y que por lo tanto, la belleza de Taemin de hecho era la propia de un ángel.
-¡Oh! Pero si yo lo conozco.- La mujer no habló alto, y su tono de sorpresa fue más que nada fingido. Se notaba muy divertida con el hecho de poder ver al ángel enamorado de un demonio del cual se había estado hablando tanto en la oscuridad. –Él es un ángel que ha estado en el infierno.
¿Estás perdido niño?
Los recuerdos se avivaron, manifestándose en punzadas de dolor en cada uno de sus músculos. Quería huir, pero se encontraba rígido.
No debiste haber bajado, aquí te sucederán cosas malas.
Cerró los ojos con fuerza, con miedo. Rogando por que todo fuera sólo una más de sus pesadillas. Abrió los ojos al sentir un fuerte tirón en su estómago.
Ya no estaba en la oscurecida sala, sino en su habitación, rodeado de una oscuridad normal. Se levantó de la cama, hasta llegar a la puerta y tratar de abrirla. No pudo.
Taemin. La habitación era el lugar de la casa mejor protegido por Taemin. A pesar de tener que hacer su ritual, había alejado a Minho cuando él no pudo soportarlo más, cuando la situación ya no fue segura para él.
-Taemin, por favor ten cuidado…- Sollozó.
La luz de la lámpara de su lado de la cama entonces se encendió.