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Príncipe Cautivo. por Archi05

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Capítulo I

Despertó al sentir el calor de los tenues rayos que entraban por la ventana acariciando su pálido rostro de forma agradable. Cuando estuvo un poco más despierto, recorrió su habitación con la mirada. Mientras se desperezaba, contempló las siluetas que se formaban en el suelo y las paredes cuando las celosías de su ventana eran iluminadas por el sol de la mañana.

No fue hasta que se sentó en su amplia cama de sabanas pulcramente blancas, cuando reparó en los sonidos que provenían desde afuera.

Desde lo alto de la torre de palacio, la majestuosa y pesada campana de oro bailaba, produciendo aquel estruendoso sonar que llegaba a oídos de todos los ciudadanos del reino.

 Alertado por las graves campanadas, rápidamente tomó sus ropas y se cambió, dejando olvidada en el piso la bata holgada de seda que utilizaba para dormir.

Cuando abrió la puerta de su dormitorio echó a correr por los pasillos con la campana retumbando en sus oídos. Aquello definitivamente no podía indicar nada bueno. No cuando eso significaba que el consejo había proclamado a un nuevo Rey, y ese Rey no era él.

—¡Alto! —le gritó uno de los guardias al verle pasar, pero Yuri no se detuvo —. ¡Rápido, deténganlo!

Ni bien el oficial dio la orden los demás que estaban cerca de él le cortaron el paso, sosteniéndole fuertemente de la cintura y los brazos, algo que en otras circunstancias hubiese sido una gran ofensa hacia el príncipe.

—¡Suéltenme, imbéciles! ¡Voy a ir a ver a mi abuelo!

—El Regente ha muerto.

—¡Mentira! —el rubio se resistió al agarre, intentando inútilmente zafarse de los hombres que le retenían. Debía llegar a la habitación de su abuelo. Necesitaba ver que estuviese bien.

—Sucedió a primera hora de la mañana —comentó uno de ellos con su tono de voz entristecido, señal de que lamentaba la pérdida. Nikolai Plisetsky había sido un buen Regente, y un gran Rey en su época, el mejor que Rusia había tenido en cuanto a la opinión de muchos. Honrado y muy tenaz.

Sus palabras calaron hondo en el corazón de Yuri.

—No… no puede ser —musitó, perdiendo las fuerzas para rebelarse. Hacía solo unos días su abuelo estaba bromeando con él, convencido de que iba a ganarle a su enfermedad y hoy se encontraba con semejante noticia —.  Entonces… —retomó con la garganta hecha un nudo —, la ceremonia…

—Tú no asistirás a la ceremonia. ¡Arréstenlo!

Dos guardias más se le acercaron, forzándole a poner sus brazos en su espalda. Yuri se sacudió bruscamente, sacando fuerzas de la flaqueza; sin embargo, superado en número y habilidad el rubio terminó reducido en el piso, con la rodilla de uno de los oficiales apretándole la espalda, inmovilizándolo.

—¡¿Qué están haciendo?!

—Órdenes del Rey.

—¡Mi padre está muerto, idiota!

—No él. El rey Victor.

Las palabras murieron en su boca al procesar lo que había escuchado. Su primo Victor había tomado el trono, ya no como un nuevo Regente en lo que él cumplía la mayoría de edad, sino como su nuevo Rey. A sus ojos Victor podía ser cualquier cosa pero no un traidor. Le costaba creer que todo aquello realmente estuviese pasando.

 

~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~

 

Fue levantado del suelo con violencia, y a punta de espada los oficiales le llevaron por los pasillos hacia uno de los salones que él conocía muy bien.

Las paredes del lugar, siempre silencioso, estaban llenas de enciclopedias, manuscritos y pergaminos perfectamente ordenados en estanterías que se extendían desde el suelo hasta el techo. Yuri solía tener sus lecciones allí. Ahí era donde se preparaba cada día para cuando fuera a asumir el trono, pero al parecer todo el esfuerzo había sido en vano.

Sin mayor demora, le arrojaron frente a la única persona que se encontraba allí.

—Se te ve bien así, Yurio —comentó al verle postrado sobre sus rodillas, con aquella voz dulce que le sacaba de quicio.

—Cerdo ¿Qué diablos significa esto? ¡Diles que me suelten!

Yuuri negó con la cabeza y apartó su libro, dejándolo a un lado mientras se paraba del sofá donde había estado cómodamente leyendo para acercarse hasta él, rodeando la esfera armilar ubicada en el centro de la habitación.

—Eso no podrá ser. Órdenes de Victor.

Yuri se removió con impotencia de sus ataduras, haciéndose daño en las muñecas en el proceso, las cuales comenzaban a enrojecer debido al fuerte agarre de las cuerdas sobre su blanquecina piel. 

—¡Ese traidor! Por lo menos debería venir aquí a darme explicaciones en persona.

—Está ocupado gobernando el reino.

Mi reino —recordó —. Sabes bien que me pertenece por derecho. ¡Yo soy el legítimo Rey de Rusia, no él!

Yuuri volvió a negar como si estuviese tratando con un chiquillo.

—Tú y yo sabemos que no sirves para gobernar. Victor lo sabe, el pueblo entero lo sabe. Nadie quiere a un niño mimado y caprichoso como tú en el trono. Victor está haciendo esto por el bien del reino, tú hubieses sido un tirano.

El rubio apretó sus manos en puños. Siempre había vivido bajo la sombra de Victor. Victor era perfecto en todos los sentidos, sabía cazar, montar, pelear, elaborar estrategias… para todo era mejor que él. Y él no podía hacer más que odiar su propia inutilidad. Victor tenía más cualidades para ser Rey de las que él tendría jamás y eso era precisamente lo que más le molestaba.

—¿Qué van a hacer conmigo? —preguntó tras unos segundos de vacilación —. Déjame adivinar, ¿Victor ordenó matarme?

—¡Oh Yurio…! ¿Matarte? ¿Le creerías capaz? —el mayor ahogó un gemido de sorpresa, lo suficientemente fingido como para hacerle rodar los ojos de aburrimiento —. Te irás de viaje —concluyó, normalizando su tono de voz.

—¿Viaje?

—A Kazajistán —agregó como si tuviese que estar feliz por ello —. Como esclavo de placer para el príncipe.

—¿Esclavo de…? —Yuri no podía creerlo. Si ya de por si ser enviado a Kazajistán, una nación tradicionalmente enemiga de su país, era malo, ir en condición de esclavo sexual lo era aún peor —. ¡Cabrones! ¿Crees que dejaré que lo hagan? ¡Van a tener que matarme antes de hacerlo! ¡Me llevarán a Kazajstán en pedazos!

—No tienes alternativa —Yuuri se dio media vuelta haciendo caso omiso a sus gritos para tomar el libro entre sus manos y continuar con su lectura. El rubio le fulminó con la mirada —. Velo de esta manera, tal vez ellos te enseñen modales. Llévenlo a los baños —dijo finalmente a los oficiales que rápidamente acataron la orden, forzando al rubio a pararse. 

 

~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~

 

El baño de los esclavos era una caverna ubicada bajo la estructura del palacio. El suelo y las paredes estaban esculpidas en mármol blanco al igual que las columnas que rodeaban la habitación. En el centro de ella se extendía un arroyo artificial que comenzaba desde la pequeña cascada en la pared y terminaba en una piscina, cuyas aguas cristalinas eran decoradas por flores de loto y pétalos de diferentes colores.

Dos sirvientes ayudaron a despojarlo de sus ropas. Con un recipiente con agua le bañaron delicadamente, enjabonando todo su cuerpo para luego colocarle el quitón verde oliva, como muestra de que era un esclavo de la nobleza puesto que los esclavos normales no llevaban ropas tan coloridas como la suya. Yuri no dijo una palabra mientras los sirvientes le atendían, ellos no tenían la culpa de lo que le estaba pasando, ellos solo estaban cumpliendo órdenes. Uno de ellos fue hacia el otro extremo de la habitación donde tenían un montón de almohadones y toallas que él no había notado antes. Del montón de cremas, aceites y perfumes, tomó uno de los frascos coloridos y esparció su líquido por su piel dejándola agradablemente perfumada. Yuri quiso maldecir, ahora olía como prostituta. Como último toque le habían colocado los brazaletes de oro en sus muñecas y el collar, símbolo de sumisión y entrega.

Todo el proceso fue observado por los oscuros ojos de Yuuri que se complacía al verle rebajado de esa manera. Él mismo portaba un collar y grilletes dorados similares a los suyos.

—Hey ‘Katsudon’ —habló al fin cuando las manos que se estuvieron paseando por su cuerpo los últimos minutos dejaron de moverse —, ¿por qué estás haciendo esto? No sé lo que te ha prometido pero, ¿realmente crees que lo cumplirá? Solo eres su puta japonesa. Un esclavo. Victor ha tenido decenas de ellos. ¿Crees que siente algo por ti? Tú no eres especial para él, solo te está usando.

Lamentablemente para él sus palabras no causaron ningún tipo de impresión en el pelinegro, acostumbrado a sus maltratos. Yuuri, con un gesto de mano despidió a los otros dos chicos dando su labor por terminada.

—¿Aún en la posición en la que estás sigues burlándote de mí? La próxima vez que nos veamos será como iguales.

—Nunca seremos iguales —rabió —. Yo soy un príncipe.

—Un príncipe —repitió —. Bueno, no por mucho tiempo.

Dicho aquello Yuuri abandonó el lugar, indicándoles a los oficiales que se habían quedado custodiando la entrada para que volvieran a sujetarle de los brazos y le llevaran afuera, donde el barco que le llevaría a Kazajstán le esperaba.

 

~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~

 

Mientras los ciudadanos vitoreaban al nuevo Rey ajenos a lo que ocurría a sus espaldas, él fue llevado al exterior. El aire fresco y salado del mar golpeó de lleno su rostro, y a pesar de todo lo que estaba viviendo Yuri lo sintió mucho más relajante que el vapor caliente de los baños que le había adormecido.

Apenas pudo contemplar la magnitud del barco, sus ojos inmediatamente se dirigieron al montón de hombres y mujeres alineados que estaban subiendo mientras eran custodiados por la guardia real. Su corazón se agitó intranquilo en su pecho al notar entre ellos una cabellera roja muy familiar.

—¿Mila?

Y como si ella hubiese escuchado su voz desconcertada a la distancia, dirigió su mirada hacia diferentes lados. Él pudo leer en los ojos azules de ella que no terminaba de comprender que estaba pasando.

—¡Yuri! —gritó cuando finalmente le vio. Él se zafó de los brazos que le sostenían y corrió hacia ella con los oficiales siguiéndole detrás. La pelirroja hizo lo mismo, empujando a las demás personas en la fila, yendo en dirección opuesta.

—¡Mila! ¡Mila! —la llamó sin dejar de correr, esperando que ella fuera capaz de bajar del barco. Sin embargo, antes de que pudiese llegar a él un guardia la detuvo, golpeándola y jalándola de sus cadenas para que volviese a la fila con los demás —. ¡No! ¡¿Qué están haciendo?! ¡¿A dónde se la llevan?!

Cuando llegaron a él, los oficiales hicieron lo mismo, jalando de sus largos cabellos rubios para que se mantuviera quieto y no tuviera oportunidad de huir de nuevo. El guardia que le apuntó con su espada al cuello soltó una carcajada al ver sus ojos verdes temblar de incertidumbre.

—Serán una ofrenda de paz. Todos ellos. Pero el más valioso aquí eres tú, princesa.

No fue capaz de reaccionar, un fuerte golpe detrás de la cabeza le noqueó dejándole inconsciente. Las voces se sintieron lejanas y su vista comenzó a nublarse hasta que finalmente todo se cubrió en tinieblas.

 

~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~

 

Despertó sintiendo una fuerte contusión en la cabeza. Parpadeó repetidas veces, se sentía mareado y apenas podía ver a su alrededor. Escuchó el golpe de las olas y la habitación mecerse rítmicamente. En ese momento entendió que estaba sobre el barco y que seguramente aquél lugar debía de ser la bodega. Lo confirmó unos segundos después cuando un barril se desprendió y comenzó a rodar por el suelo haciendo ruido.

Por mucho que intentase no podía recordar el momento en el que le subieron al barco. Corroboró su situación. Aparentemente no tenía más magulladuras que el golpe en la cabeza, sus ropas de esclavo estaban intactas, el collar y los puños de oro aún seguían en sus muñecas y seguía oliendo a prostituta refinada.

Yuri no tuvo tiempo de fijarse en nada más, ya que la puerta fue abierta estrepitosamente por un par de tripulantes, uno de ellos, hasta donde pudo ver, traía algo humeante en sus manos.

El segundo se acercó para prender la lámpara que se encontraba en el piso. La tenue luz de la llama permitió a Yuri distinguir un poco más sus alrededores. Como había supuesto había barriles, redes, cuerdas y algunos harapos, además de los cañones ubicados en las escotillas en caso de que hubiese necesidad de pelear.

De mala gana el hombre que tenía el plato se lo entregó, dejándolo sobre una de las cajas de madera.

—Come. Necesitarás fuerzas para cuando el héroe Kazajo te meta su polla hasta la garganta —comentó carcajeándose ante su propia ocurrencia, contagiando a su compañero quien rió un poco y agregó:

—A menos que quieras que lo hagamos nosotros primero, dulzura.

Yuri se contuvo de no golpearle ante el apelativo cariñoso  y las obscenidades que le decían. Soportó con todas sus fuerzas las ganas de matarlos cuando una de sus asquerosas manos tomó su barbilla, porque sabía que de hacer algo estúpido contra cualquiera de ellos lo lamentaría. En ese lugar no era nadie. El título de príncipe no era reconocido, para ellos solo era un esclavo enviado a Kazajstán para ser follado de infinitas maneras. Algún día, se dijo, algún día cuando todo eso que le estaba pasando hubiese terminado iba a vengarse de todos los que ahora se burlaban de él. Les haría desear nunca haber osado tratarle de esa manera.

Cuando uno de los hombres llevó su mano hasta sus piernas y acarició sus muslos, Yuri volvió a la realidad. Intentó alejarse, quitarse las manos de encima pero fue forzado a permanecer quieto a merced de esos dos desgraciados. Comenzó a pensar que el hecho de que le trajeran la comida había sido solo una excusa para tenerle a solas.

Se detuvieron súbitamente cuando la puerta volvió a abrirse, esta vez, un joven un par de años mayor que él dio un paso adentrándose en la habitación.

—El contramaestre les llama —informó a los otros dos quienes bufando abandonaron la bodega. Yuri se permitió soltar el aire que había estado reteniendo, agradeciendo a todos los dioses que conocía haber salido de aquella situación intacto. Acomodó sus ropas que habían intentado quitarle cuando se dio cuenta de que el chico que había entrado hace un momento aún seguía allí. Inmediatamente todos sus sentidos se pusieron en alerta.

—¿Estás bien? —preguntó acercándose. Sin molestarse en responder, Yuri le miró con desconfianza. Como siguiera acercándose iba a partirle la lámpara en la cabeza. Ya había calculado la distancia y el tiempo que le tomaría hacerlo. Y como si hubiese podido leerle la mente, el chico se detuvo en mitad de la habitación al notar la tensión en su cuerpo —. Mi nombre es Hikaru —continuó esbozando una sonrisa, esperando con ello tranquilizarle —. Lamento no poder hacer más por ti que quitártelos de encima.

El rubio le miró de arriba abajo varias veces, analizándolo. Cuerpo menudo, ojos marrones, cabello castaño en un corte que no había visto antes. Por su estatura supuso que debía tener alrededor de dieciocho años. Y se notaba a leguas que era un novato.

—No necesito la ayuda de un marinero —escupió, mirando hacia otro lado de forma orgullosa. Si creía que iba a darle las gracias estaba muy equivocado.

El joven esbozó una sonrisa de circunstancias, tal vez previendo su reacción pues era lógico que el rubio se pusiera a la defensiva. Se rascó la mejilla y obviando sus palabras, antes de retirarse, le dijo:

—Será mejor que descanses. Se aproxima una tormenta.

Cuando la puerta se cerró, Yuri volvió a recostarse. Su estómago gruño de hambre. No había comido nada desde la cena del día anterior, pero aun así no estaba lo suficientemente loco y desesperado como para probar lo que esos sujetos le habían traído.

Aburrido de estar encerrado comenzó a recorrer la habitación, solo se detenía cuando escuchaba voces del otro lado de la puerta. Pero al darse cuenta de que solo pasaban por allí, seguía investigando. Tenía la esperanza de encontrar al menos una daga que pudiera usar contra cualquier otro que quisiera propasarse con él por el tiempo que estaba allí. Incluso había fantaseado con clavársela en el cuello al príncipe Kazajo a la mínima oportunidad, pero todos sus planes se vieron frustrados al no encontrar absolutamente nada.

Alrededor de cuatro horas después el mismo chico de antes volvió a entrar, cerrando la puerta tras él, como si se hubiese escabullido de sus jefes solo para verle a escondidas. De sus ropas sacó algo envuelto y se lo arrojó, Yuri lo desenvolvió para ver que era comida. Demoró unos segundos en responder, dando un bocado. No confiaba en él pero se estaba muriendo de hambre, solo esperaba que aquello no lo matase. Al parecer el chico antes de salir había notado que el plato que le habían traído los otros estaba intacto e intuyendo que no lo comería había robado algo para él.

—Hey, ¿puedo pedirte un favor? —le dijo aún con la boca llena, justo cuando el chico se disponía a marcharse. El joven se dio la vuelta sorprendido de que estuviese dirigiéndole la palabra.

—Claro, si se trata de algo que esté a mi alcance…

—¿Puedes llevarme a cubierta? —preguntó rápidamente —. Me siento mal.

El muchacho estuvo a punto de irse a preguntar a un superior cuando una idea cruzó por su cabeza.

—¿No irás a saltar, o sí? —corroboró. Yuri solo rodó los ojos.

—¿Me crees suicida?

—Bien, le preguntaré al capitán —dijo antes de volver a dejarle solo. Unos largos minutos después, regresó —. Te ha dejado salir un momento bajo estricta vigilancia.

 

~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~

 

Cuando puso un pie en la cubierta por un momento se sintió libre de nuevo. Inhalo hondo llenando sus pulmones del aire salado y el olor a mar y observó al montón de hombres que iban y venían, corriendo de aquí para allá cumpliendo diferentes tareas. Miró hacia arriba, las velas ondeaban con el viento, fijando el curso. Se acercó hasta la baranda de madera seguido de cerca por Hikaru quien no tenía permitido quitarle los ojos de encima. Sonrió al ver las olas romper contra el lateral del barco, empapando la madera. El barco era viejo, aquellas tablas eran testigo de innumerables viajes en alta mar. Hikaru suavizó su mirada al verle sonreír, su cabello rubio se mecía al compás del viento. A sus ojos era el esclavo más hermoso que había visto, y le producía esa necesidad de protegerle que no había sentido por nadie. Salió de su ensoñación cuando Yuri le habló.  

—Dime algo, ¿el resto de esclavos están aquí?

—No, ellos van en otro barco —comentó, observando en la misma dirección que Yuri, frente a sus ojos el horizonte se extendía majestuosamente.

—¿También rumbo a Kazajistán? —el menor dejó escapar un suspiro al decir aquello.

—Supongo…

No dijeron nada más, Yuri se perdió en sus pensamientos. Había sido el peor día de su vida. Contuvo las lágrimas que amenazaron con escapar de sus ojos verdes. Su abuelo había muerto y ni siquiera le habían dejado despedirse de él. Victor sabía lo que su abuelo significaba para él y aun así le había hecho algo como eso. Pensar en el desgraciado de Victor solo le produjo un irrefrenable deseo de estrangularlo con sus propias manos, a él y al cerdo traidor a quien muy en el fondo debía admitir que apreciaba. De no hacerlo no hubiese sentido su traición tan dolorosamente clavada en su pecho. Pensó en el viaje que estaba haciendo, no le esperaba nada bueno en Kazajstán. Al pensar en ello la idea de saltar se veía cada vez más tentadora pero se contuvo de hacerlo. No quería causarle más problemas a la única persona que le había tratado bien desde que ese día de locos había comenzado. Apoyó su cabeza sobre sus brazos, recostado en el barandal mientras veía el barco avanzar tan lentamente que era casi imperceptible. Estaba preocupado por Mila. Se preguntó si estaría bien, si la estaban tratando mejor que a él o si le habían hecho cosas peores. ¿Iba siquiera a volver a verla? Observó las nubes negras sobre ellos y suspiró, la tormenta estaba cada vez más cerca, en cualquier momento se desataría y los marineros debían prepararse para enfrentarla.

—Ten cuidado, si intentas robarle la novia al héroe Kazajo te matará —escuchó que se burlaba uno de sus compañeros. Hikaru se sonrojó y Yuri no le respondió a pesar de que se moría por hacerlo.

—Como si fuese a someterme a ese imbécil —fue lo último que murmuró antes de darse la vuelta para volver a entrar a la bodega, ya había tenido suficiente. El chico que le había acompañado simplemente clavó su mirada en su espalda hasta verle cerrar la puerta.

«No creo que tengas opción»

 

~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~ * ~

 

Cuando el barco arribó a puerto le bajaron con la misma brutalidad de siempre. Yuri les envió una mirada de sumo desprecio y se removió para aflojar un poco el doloroso agarre que tenían sobre él, generando el efecto contrario.

—Sumisa, preciosa.

Le dijeron con un tono por demás obsceno antes de que sus ojos fueran vendados con un simple trapo firmemente apretado a su cabeza. A ciegas le condujeron hacia lo que él supuso era el interior del palacio de Kazajstán, el cual apenas había podido admirar a lo lejos cuando le bajaron del barco.

Nuevamente le arrojaron al suelo como una bolsa de patatas y le hicieron esperar. Por su seguridad Yuri optó por mantenerse calmado. Las voces y los sonidos a su alrededor eran irreconocibles para él, apenas podía distinguir que estaba pasando.

—Alteza —saludó alguien a su lado. Por el sonido que provocó al moverse Yuri supuso que se había arrodillado para brindar sus respetos.

—¿Es él?

—Así es.

—El regalo de Victor —comentó una voz gruesa. Yuri supuso que se trataba del Rey —. Es tan bonito como prometió.

—Y eso que aún no ha visto sus ojos verdes —agregó uno de los hombres que le había traído. Yuri había podido distinguir su voz, fue quien le colocó la venda hace un momento.

—El Rey Ruso espera que sea del agrado del príncipe.

El Rey Kazajo miró al mercenario con expresión estoica antes de comentar.

—Yo no me emocionaría.

Unos minutos después la puerta volvió a abrirse cesando la charla, el corazón de Yuri se aceleró, intentando ver más allá de la venda que tapaba sus ojos.

—Padre —saludó, inclinándose levemente.

—Otabek, déjame presentarte a tu nueva mascota.

Luego de escuchar aquello, la venda fue retirada de sus ojos.  

Notas finales:

Hola mis amores!<3


Les traigo mi primer fanfic Otayuri


Como puse en la descripción, el planisferio en esta historia no es como el que conocemos, así que un viaje en barco desde Rusia a Kazakstán es posible ok? xD  


 Espero que les haya gustado este primer capitulo que fue más como una introducción a la nueva vida de yuri.


En el siguiente ya veremos la reacción de Otabek al encontrarse con el rubio x)


Y nada, trataré de traerles las actualizaciones lo más rápido que pueda. I promise.


Besitos<3


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