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Otras vidas por Yaoi lovers

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Notas del capitulo:

Por si dudaban que de verdad fuera posible que apareciera antes de terminar el año les puedo asegurar que no es así, de verdad estoy aquí para dejarles la continuación de esta historia.

Este capítulo en particular quiero dedicárselo a Sabaku No Ferchis, en caso de que no haya podido ver la respuesta que dejé a su rw, aquí vengo con el siguiente y espero sea de su agrado nwn

—Parece que estás mucho mejor y con más ánimos de lo que estabas hace unos días—el castaño comía lentamente mirando de reojo a su amigo—Cualquiera que te viera en este momento no creería que apenas la semana pasada te sentías tan mal.


—Ni siquiera yo puedo creerlo, pensé que las cosas empeorarían—por fin, luego de todos esos días, había conseguido sonreír—Creo que en unos días más no necesitaré que me cuides por las noches. No te estoy pidiendo que te vayas, sólo quiero que sepas que estoy mucho mejor y en cuanto tengas que partir puedes hacerlo sin problema. De cualquier manera sabes que puedes quedarte el tiempo que quieras.


—Lo sé, y de verdad ahora que te veo tan bien puedo irme tranquilo, sólo esperaré a que termine la semana ¿Te parece bien? —tomó otro bocado antes de mirar al chico, quien de pronto había fijado su vista en un punto lejano y su mente vagaba entre diversos pensamientos—¿Rin?


—Claro, está bien. Te recuerdo que dije que puedes quedarte el tiempo que quieras—sonrió levemente antes de volver la vista hacia el platillo que por fin había terminado—La cena está lista ¿Vamos?


Sirvió la comida en dos platos y su amigo lo ayudó a llevarlos hasta la mesa junto con un par de vasos y la bebida. Con todo listo agradecieron y se dispusieron a comer.


Sin embargo, algo parecía no estar bien pues el pelirrojo de pronto había puesto una expresión seria y ni siquiera miraba al chico frente a él. Se había vuelto a sumir en sus pensamientos y no pasó desapercibido por el castaño.


—¿Cómo estuvo la escuela?—se animó a preguntar para sacar al chico de su trance o entender el motivo del mismo.


—Estuvo bien. Tuve todas mis clases, presenté los dos exámenes y regresé a casa para preparar la comida...—hizo una pausa, demasiado larga para gusto del más alto, antes de suspirar un poco dejando el bocado que estaba a punto de tomar de vuelta en el plato.


—¿Pero?—imitó su acción, lo conocía demasiado bien como para saber que la historia no terminaba ahí.


—Sólo...—de nuevo volvió el silencio por unos instantes antes de que los ojos rojos volvieran al plato para tomar el bocado interrumpido—Me encontré con el chico del auto, fue extraño—siguió comiendo intentando no causar más revuelo.


—Así que en verdad pudieron haberse visto antes—decidió imitar a su amigo y volver a comer esperando con eso hacer sentir cómodo de nuevo al chico y que pudiera seguir normalmente.


—Dijo que no estudia en la escuela, que era su primera vez ahí. Fue extraño, simplemente eso.


—No deberías preocuparte por algo así, no es importante así que no le des muchas vueltas.


—Tienes razón, estoy pensándolo demasiado—rio un poco mientras se dedicaban a terminar la comida entre risas y comentarios sueltos sobre cómo había ido su día.


Luego de terminar y encargarse de la limpieza partieron rumbo al dormitorio dispuestos a descansar. El día había sido bastante tranquilo así que sólo esperaban que el siguiente lo fuera también.


Sólo habían pasado un par de horas de esa noche cuando, contrario a lo que habían pensado respecto al tema que los llevo a ese punto, la pesadilla se repitió.


Seguía siendo demasiado borroso, las mismas siluetas de siempre que se encontraban entre disimuladas sonrisas y miradas fugaces que sellaban su encuentro.


Sólo una cosas había cambiado, esa vez pudo verlo: un par de ojos azules, los más hermosos que pudiera haber visto, clavados en la otra silueta. Podía sentirlo, quienes quiera que fuesen estaban enamorados y eso es lo que más dolía.


Dolía porque luego del estruendo, de la falta de oxígeno y las nubes negras que lo envolvían; esos ojos volvieron a aparecer, pero ese brillo que contempló y que lo había cautivado desapareció dejando en su lugar sólo tristeza y un cúmulo de lágrimas que no cesaban de brotar.


Y su voz; si el dolor que sus ojos expresaban no bastaba para explicar lo mucho que estaba sufriendo, el lamento que de sus labios emanaba era simplemente desgarrador y bastaba para que incluso la persona más fuerte se desmoronara.


No hubo más después de eso, sólo pudo sentir el sudor frío deslizarse por su frente y las manos de su amigo sobre sus hombros antes de aferrarse, aun temblando, a la espalda del más alto.


—Tranquilo, tranquilo. Ya todo está bien—frotaba su espalda para tranquilizarlo dejando que liberara su tensión con la fuerza del abrazo.


—Ya no entiendo, no entiendo nada...—el frío recorría su columna vertebral y sus sentidos aún se encontraban aturdidos, no sabía si a causa del poco tiempo que llevaba despierto o había algo más allá de lo que sabía.


Permanecieron varios minutos despiertos esperando que el pelirrojo pudiera tranquilizarse. Había sido una de las peores pesadillas en ese tiempo pues sintió con mayor claridad lo que ocurría y era horrible.


—Creo que tendré que ir a buscar a mi psicóloga, es la única que tiene idea de todo lo que pasó antes—rendido se dejó caer de espalda sobre la cama mientras cubría sus ojos con su antebrazo—Quizá no arregle mis problemas, pero me ayudará a entenderlos y sobrellevarlos, eso mismo hizo cuando era pequeño.


—¿Tienes su número o alguna manera de contactarla?—su amigo lo miraba antes de imitarlo y volver a acostarse—No creo que vaya a ser fácil sólo buscarla por todos lados teniendo la confianza de encontrarla.


—Tengo la dirección del consultorio donde trabajaba, si no está ahí espero que al menos tengan su número o dirección o lo que sea para buscarla. O cuando menos que tengan mi expediente para ayudarme—no es que dudara de su propio plan, simplemente intentaba considerar todas las opciones.


—¿Tienes clases el sábado? Ese día no tengo trabajo y puedo acompañarte a buscarla.


—Me parece perfecto, sería horrible tener que volver a terapia solo—suspiró profundo antes de girar sobre la cama para poder ver a su amigo—Gracias, de verdad lamento que tengas que pasar por todo esto y por mi culpa...


—Oye, no te pongas sentimental ¿Sí?—lo miró riendo antes de volver a mirar al techo—Necesitas ayuda, soy tu amigo y estoy aquí, eso es suficiente para hacerlo.


—De acuerdo, de acuerdo... Gracias de cualquier manera.


Y sin decir más se dispusieron a dormir al menos el tiempo que aún les restaba antes de tener que asistir a clases.


 


 


______________________________________


 


 


Por fin habían llegado al lugar en que había recibido apoyo durante su infancia y en cuanto entró sintió un pequeño escalofrío recorrer su espalda. Apenas recordaba ese lugar pero no pudo evitar sentirse como ese pequeño que no entendía lo que ocurría y sólo quería que las pesadillas se detuvieran.


Sintió la mano del castaño sobre su hombro y eso bastó para volver a la realidad y acercarse hacia el escritorio en la recepción aunque aún con esa extraña sensación.


—Buenos días, disculpe buscaba a la doctora Kaidou, fui su paciente hace un tiempo—tamborileo sus dedos sobre el escritorio intentando ocultar su ansiedad.


—¿Quieres agendar una cita? En este momento no se encuentra pero puedo revisar su agenda y reservar un lugar para ti.


—Sí, me parece perfecto ¿Qué días tiene disponibles?


Y por fin la ansiedad disminuyó ligeramente de sólo pensar que en unos días más podría desahogarse con alguien que entendía que le pasaba y sabía como ayudarlo.


Luego de acordar la consulta, el costo y la manera de pago, partió de vuelta a casa en compañía de su amigo.


—Parece que estás mucho más tranquilo y ni siquiera has hablado con ella, debe ser muy buena—pudo notar el cambio en el humor del chico y eso lo tranquilizaba también, haciendo que no perdiera la oportunidad de bromear.


—Si pudo ayudar a un niño que no entendía nada definitivamente lo es, pero no sólo eso me mantiene tranquilo. No recuerdo la mitad de cosas que me sucedieron antes y las que recuerdo no quiero volver a repetirlas, tener a alguien que no necesita escucharlo porque está informado de los hechos es más que grandioso.


—Y esa fue la misma razón para llamarme a mí—miró un momento por la ventana evitando encontrarse con la mirada de su amigo, entendía lo difícil que era la situación para él y no quería incomodarlo.


—Necesito alguien en quien confiar Sousuke, así como sé que no ibas a juzgarme y que no te irías luego de ver mi primera crisis y que cuidarías de mí tanto como lo necesitara sé que la doctora Kaidou lo hará también.


No preguntó más y pasaron el camino de regreso entre unos cuantos comentarios. Cuando por fin llegaron, el más alto invitó a su amigo a comer, cosa que aceptó gustoso pues desde varias horas antes su estómago pedía alimento.


Llegaron a un pequeño restaurante que ya habían visitado un par de veces y, tras realizar su pedido, se dispusieron a ocupar una mesa cercana a la ventana.


Dado que se sentía mucho más tranquilo y el hambre había vencido, en cuanto la comida estuvo sobre la mesa comenzó a comer bastante entusiasmado mirando de reojo a su amigo, quien apenas había tomado un par de bocados.


—Sousuke, te encanta eso ¿Por qué no comes?—dejó por un momento su comida mientras lo miraba.


—Sólo estaba pensando...


—¿Y es tan importante para que no comas?—lo miró extrañado antes de volver a comer.


—Estaba pensando en ti—el chico se sorprendió y volvió a detener su comida—Sé que acabo de decir que te ves mucho más tranquilo y eso me hace sentir menos ansioso, pero sigue siendo extraño. No es que no confíe en que pueda ayudarte pero sigo sin entender porque esto vuelve a suceder si te habías recuperado.


—Bueno, entiendo y agradezco que te preocupes por mí, pero no tienes que darle tantas vueltas—dio un sorbo a su bebida y volvió a mirarlo—Hasta donde recuerdo, luego de hablar de lo que sentía y llevar a cabo las recomendaciones de la doctora me sentí mucho mejor y las pesadillas se detuvieron. Por eso dejé la terapia y volví a mi vida normal.


—¿Y recuerdas alguna de las recomendaciones? Quizá puedas iniciar con ello y complementarlo con...


—Sousuke ¿Qué te preocupa?—le causaba ansiedad ver a su amigo tan preocupado y quería aclarar las cosas de una vez por todas.


—Por supuesto eres tú quien me preocupa. No entiendo porque si habías conseguido salir adelante de pronto te vienes abajo. Y sí, también me preocupa que tu doctora no pueda ayudar—quizá estaba exagerando la situación pero no podía evitar preocuparse por el chico luego de todo lo que había presenciado.


—Me ayudo una vez y estoy seguro de que podrá hacerlo de nuevo—sonrió ligeramente intentando relajar al chico—¿Por qué recaí? Es algo que tampoco entiendo, ni siquiera recuerdo como empezaron las pesadillas...—miró un momento por la ventana, aunque intentara ignorarlo, lo que sucedía también lo tenía estresado pero intentaba no pensar mucho en ello.


Su vista se había fijado en algún punto de la calle en la que sólo transitaban unos cuantos autos y se podía observar un par de personas recorriendo las calles.


De pronto, su vista se dirigió hasta la acera frente al restaurante y pudo notar la cabellera negra, cuyo dueño era el distraído chico que salvó semanas antes, cruzando hasta entrar al establecimiento.


Su cuerpo se tensó sin saber porque e, inmediatamente, retomó su labor con la comida intentando pasar desapercibido por el chico. Su amigo lo notó y comenzó a seguir el camino que había recorrido con la mirada.


—¿Qué sucede?—al no encontrar el motivo de la tensión de su amigo optó por preguntarlo directamente, mientras el otro chico recogía su pedido antes de partir.


—¿Qué? ¡Nada! ¿Qué podría estar pasando?


—Ni siquiera intentes engañarme...


—Bueno, ya—soltó un pequeño suspiro esperando que el de ojos azules cruzara la calle para asegurarse de que no pudiera escucharlos—¿Ves al sujeto que va por allá?—lo señaló con su dedo mientras su amigo se acercaba hacia la ventana intentando verlo antes de asentir—Pues es a quien salvé ese día.


—Claro, ahora entiendo todo—rodó los ojos antes de dar un sorbo bastante largo a su bebida—Rin, decirme eso es igual a quedarte callado ¿Qué tiene que ver que lo hayas salvado con que reacciones así?


—Bueno, ya sé que puede sonar extraño pero me sorprendió verlo aquí. Ya te había dicho que también nos encontramos el día que decidí buscar a la doctora Kaidou y...—hizo una larga pausa, ni siquiera él entendía porque actuó de esa manera—Sólo eso, fue extraño encontrarlo cuando nunca en mi vida lo vi antes.


—Sigo creyendo que piensas demasiado en eso, si vive en la ciudad es más que probable que en algún otro lugar y ocasión puedan encontrarse ¿O piensas que pueda estar siguiéndote?


—¡Por supuesto que no!—elevó un poco su voz hasta notar lo extraña que fue su reacción—No siento que me siga, simplemente...—volvió a suspirar profundamente antes de mirar a su amigo—Perdón, Sousuke. Este tema del regreso de mis pesadillas me tiene nervioso y todo lo estoy pensando demasiado.


—Déjalo ya, será mejor que intentes pensar en otra cosa y termines de una vez tu comida. No quieres que me preocupe pero sigues dándome motivos para hacerlo.


—Ya, ya... Qué carácter...—rio un poco antes de que ambos volvieran a comer haciendo unos cuantos comentarios sobre lo tranquila que se encontraba la calle y lo deliciosa que era la comida.


Mientras tanto, el azabache se encontraba caminando hacia su hogar. Su mejor amigo había salido debido a un trabajo en equipo que debía realizar.


Esa tarde no tenía ganas de cocinar y, dado que sólo estaba él, optó por comprar algo sencillo para la comida; una vez que el castaño volviera pensaría que hacer para cenar.


Aún así, mientras comenzaba a comer lo que había comprado no paraba de pensar que había olvidado hacer algo. Se sintió así apenas salió del restaurante pero no lograba descifrar de que se trataba.


Había sacado la ropa de la secadora tal como su amigo pidió antes de irse y se había asegurado de revisar las especias del pequeño huerto que tenían instalado en el balcón, además de sacar la basura y asegurarse de que los platos de agua y de comida, que el más alto dejaba para los gatitos que rondaban el vecindario tuvieran que comer, estuvieran limpios y llenos.


Siguió tomando pequeños bocados del platillo mientras revisaba los pendientes que tenía en la universidad y, salvo un par de notas sobre los temas a repasar para los exámenes y el reporte que casi terminaba y que debía entregar a la semana siguiente, no había más.


Incluso reviso entre el pequeño librero, el escritorio y el resto de papeles que tenía cerca de su cama en busca de algún libro de la biblioteca que aún debiera entregar pero no había nada.


Sin embargo, la sensación seguía presente y le incomodaba. Finalmente optó por ducharse y repasar los temas para examen, mientras descansaba sobre el sofá, intentando despejar su mente o recordar aquello que estaba olvidando.


Tras unas horas leyendo, y luego de lo relajante que resultó la ducha, había terminado durmiendo con la libreta apoyada en su rostro y el brazo con que la sostenía colgando desde el asiento apenas tocando el suelo.


—¡Estoy en casa!—anunció el castaño mientras retiraba los zapatos y se disponía a guardar los materiales que había llevado para realizar el trabajo.


—Bienvenido...—con algo de pereza, e intentando no lanzar la libreta lejos al levantarse, lo recibió el más bajo frotando con su puño sus ojos intentando despertar.


—Pensé que estarías haciendo limpieza o cocinando, no creí que dormirías—se acercó a él sonriendo ligeramente.


—Tomé una ducha luego de ordenar lo que pediste e intentaba estudiar, no supe en que momento me dormí. No he preparado nada para la cena, disculpa.


—No te preocupes por eso, y gracias de verdad por encargarte de todo. De verdad tenía que terminar esto—sonrió cálidamente antes de terminar de guardar lo que llevaba y caminar hacia la cocina—Me encargaré de la cena, mientras tanto puedes seguir descansando o estudiando—y sin decir más, entró a la cocina comenzando a buscar los ingredientes para preparar la comida.


El de ojos azules se había agachado para recoger la libreta, que cayó justo a un lado del sofá cuando se levantó, y dejarla sobre la mesita de centro antes de arreglar un poco su cabello.


Ahora que estaba despierto había recordado la sensación que no lo dejaba tranquilo hasta antes de que su amigo llegara. Y, aunque ese sentimiento había abandonado su cuerpo luego de la siesta, no pudo evitar pensar en ello.


Caminó hasta la cocina y se apoyó en el marco de la puerta mientras el de ojos verdes lo miraba de reojo mientras lavaba las verduras que necesitaba. Sabía por la mirada de su amigo que necesitaba decir algo pero prefería esperar a que él quisiera decirlo.


—Makoto...—por fin lo había llamado así que volteó hacia él esperando lo que tenía por decir—¿Alguna vez has sentido que debías hacer algo y no recuerdas qué es?—no lo miraba, se sentía torpe por olvidar lo que sea que no recordara y no se sentía cómodo hablando de ello.


—Bueno, un par de veces he olvidado algo que era importante y no pude recordar de que se trataba por más que lo intenté—lo miró con curiosidad, no entendía la reacción del más bajo ante algo que, para él, era bastante normal y que a la mayoría de las personas les ha pasado—¿Por qué lo preguntas?


—Olvídalo, lo estoy pensando demasiado—prefirió dar por terminada la conversación y volver al sofá para repasar los temas de su examen.


Su mejor amigo prefirió no profundizar, notó que desde el día del accidente había actuado extraño pero prefería esperar a que el de ojos azules terminara de entender lo que ocurría. Después de todo, no se puede luchar contra algo hasta no saber que es.

Notas finales:

Pues hasta aquí el cap de hoy, espero que haya sido de su agrado y que podamos seguir leyéndonos en los siguientes


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