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Fanfickers por Miny Nazareni

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Notas del capitulo:

Yo sé que merezo la muerte por tardarme tanto y en realidad no tengo excusas, así que les contaré lo que sucedía.

Ya tenía casi todo el capítulo hecho, sólo me hacía falta la última parte y para escribir esa última parte sí que me costó, no porque fuese difícil, si no porque simplemente no podía, no sé si era el tiempo, el trabajo o el estrés, pero ya no me justificaré. El día de hoy me dije: "No más Miny, escribe esa última parte y actualiza, maldita sea".

Así que aquí estamos, espero que el capi les agrade :D

¿Y "Sendero de mentiras" para cuándo?

Bueno... pronto... espero... *Huye descaradamente*

Bitácora de una fujoshi. –Parte 2: Andrés, el conejillo de indias.

 

Agradecía a todos los dioses que fuesen vacaciones, de lo contrario no podría estar ahí, contemplando con toda su felicidad, a ese par que a cada minuto la convencía más de su teoría shipper. Amanda iba al frente de sus recién llegados invitados, caminaban por el sendero que en la ciudad llamaban “El barrio del artista”. Siendo ambos escritores, le pareció adecuado que ese sitio fuese el premio final en su recorrido. Y vaya que hizo una buena elección, pues tanto el español como el adolescente de Estados Unidos, apreciaron demasiado el sitio.

El Barrio del artista era un corredor ubicado en el centro histórico de la ciudad, en él, había cafeterías con música en vivo, dibujantes y pintores, además de artesanos que en pleno pasillo te mostraban sus obras e incluso te ofrecían ser parte de las mismas. Franco era de las personas que apreciaba un buen café, una charla amena y música de ambiente. Adam adoraba el folclor que acompañaba al lugar, el dibujo y la amabilidad de los artistas. Si por ambos fuese posible, se quedarían para siempre en ahí.

Y Amanda lo había comprendido bien, pues revisó su reloj, consciente de que aún tenían tiempo. Además, su “encargo” aún no estaba listo, por lo que no se le hizo una mala idea entrar a una de las cafeterías. Cuando los chicos entendieron sus intenciones, no pudieron evitar sonreír al mismo tiempo, cosa que casi logra que Mandy muriese de ternura.

Una vez sentados en una de las mesas, los jóvenes fanfickers tuvieron cierta curiosidad, ellos ya medio empezaban a conocerse, pero su “embajadora” era una completa extraña para ellos. Todas las fujoshis suelen tener comportamientos parecidos, pero ninguna es igual a otra, eso sería demasiado insulso para un espécimen como ellas. Así que, entrados en detalle, Franco Albano fue el primero en lanzar su bomba.

                —Muy bien Amanda, creo es momento. Os toca contar cómo conocisteis el yaoi.

La chica, lejos de sorprenderse con la forma tan directa de ser interrogada, sonrió con cierta malicia. Era una historia graciosa en realidad, el fandom completo del yaoi se moriría sin duda, pero no lo pudo evitar, las cosas se dieron de ese modo. La mesera escogió ese momento para entregarles la carta y de ese modo pudiesen ordenar. Así, de la nada, Mandy lo soltó.

                —Sencillo mi estimado Franco: Mi novio es un fudanshi.

Los tres, incluida la mesera, la miraron con cierta sorpresa, aunque la mesera no tuviese idea de lo que acababa de escuchar, ver la cara de estupefacción de los otros chicos, le contagió de inmediato. Una vez consciente de su intromisión, se retiró avergonzada, esperando que la llamaran después para ordenar.

Una vez superado el shock, Adam fue el primero en opinar sobre el asunto.

                —Impresionante, otro chico que adora el yaoi—dudó sobre decir lo siguiente, pero Franco se le adelantó.

                —Y que es heterosexual.

                —El estereotipo es malo mis queridos fanfickers—replicó ella con una sonrisa y ambos le dieron la razón.

Era entendible que hubiese demasiados estereotipos en el mundo, era algo a lo que ambos estaban acostumbrados, pero incluso en el mundo yaoi, donde se suponía que no debían existir los mismos, también los había. Un chico que gustaba del yaoi debía ser gay por naturaleza, era el peor de todos y Amanda Bastida acababa de darles una bofetada con guante blanco, demostrando que aquello era una tontería. Andrés Loyo era un chico que gustaba de las chicas y uno de los mejores fudanshis que podía haber conocido, además de ser el responsable de su corrupción mental. Aunque ahora mismo el pobre muchacho se arrepintiera de haberlo hecho, lo suelen decir mucho, el discípulo supera al maestro.

                —Me siento como un tonto—admitió Adam jugueteando con sus manos y Franco estaba tan embobado con aquello, que Mandy no pudo sentirse molesta con ninguno de los dos.

Aunque no era como si le fastidiara el tema, tanto ella como Andrés comprendían muy bien la situación, pero no le daban importancia, ellos disfrutaban de su yaoi y punto. Aunque uno fuese más cuerdo que el otro. ¿Qué se le podía hacer? Ahora mismo Mandy gozaba de su OTP en todo su esplendor, aunque Andrés le asegurara que era tonto shippear a dos fickers que se odiaban.

Cuando Franco fue consciente de que Mandy no le quitaba la mirada de encima al estilo de una acosadora mental, comprendió que no debía dejarse llevar por los gestos de Adam, aún si era demasiado adorable para ser un chico. Bien lo acababa de aprender, el estereotipo era incorrecto.

                —Supongo que podéis perdonar a este par de gilipollas.

                —Acabas de disculparte de una forma preciosa—recalcó la fujoshi con cara soñadora y Franco sólo giró los ojos.

Adam no entendió nada y quiso preguntar, pero justo entonces apareció la mesera dispuesta a tomar su orden. Los tres se concentraron nuevamente en la carta y el resto de la estancia sucedió entre burlas, miradas fugaces y shippeos intensos por parte de una amante del boys love que estaba loca de remate. Pero en su defensa, debía decir que Franco tenía la mayor parte de la culpa, pues a cada momento caía en la trampa y miraba sin parar al joven fanficker de 17 años.

Esto está empeorando, no paraba de decirse a sí mismo, consciente de que el chico comenzaba a gustarle más de lo normal y decidido a frenar ese sentir, pues había demasiadas cosas en contra. Sin embargo, cuando Adam sonreía ante alguna broma, Franco Albano se olvidaba de cualquier advertencia que su subconsciente pudiese hacerle.

Pues si ese era el precio a pagar, entonces valía completamente la pena que todo empeorara.

****

Andrés Loyo era un chico muy normal para el gusto de ambos fanfickers. No utilizaba lentes, pues ese sería el colmo del cliché otaku, pero a ninguno de los dos le parecía atractivo, aunque quizá erraban al pensar aquello, pues Mandy parecía orgullosa de su novio amante del boys love. El mismo fudanshi no se consideraba un galán, sabía que sus ojos pequeños, su semblante serio y su exagerada estatura, eran suficientes para desalentar a cualquier chica a intentarlo.

Bueno… Mandy no era cualquier chica, eso estaba claro.

                —Así que vienen a registrarse al certamen del “Suke de oro”. Muy bien, pueden darme sus nombres, en esta ocasión seré yo quien les registre—Andrés parecía muy concentrado en su tarea, incluso parecía que no parpadeaba.

Los extranjeros no lo sabían, pero al fudanshi le costó demasiado seguir la petición de la “encantadora” novia que tenía. Era un embajador al igual que Mandy, pero su categoría era mayor, pues él estaba encargado de los eventos una vez iniciada la BLCOMTEC, no era su especialidad socializar con los artistas y a diferencia de Mandy, no creía que importunar a chicos que estaban ahí para ofrecer su trabajo a otros, fuese una buena idea. Y menos, cuando shippeabas a esos chicos.

Sin embargo, le debía un favor, la última ocasión había perdido una apuesta con la fujoshi sobre el reciente número del manga del momento, una historia que ambos seguían con demasiado fervor, y por la cual siempre conjeturaban demasiadas teorías. Sucedió de forma demasiado simple, Amanda y él apostaron algo que haría el protagonista de modos distintos. Cuando el número se publicó y Mandy ganó, le recalcó que ya se cobraría su victoria de alguna forma.

Bien, ya estaba pagada su deuda, tuvo que hablar con muchos organizadores y algunos miembros del comité, pero consiguió ser quien registrara a ese par sólo por complacer a su novia. Vaya que se había ganado el mote de “conejillo de indias” a pulso.

                —¿Quieres nuestro nombre real? ¿No quieres el seudónimo?—cuestionó Adam con curiosidad y la pareja amante del boys love sudó frío. Mandy intervino justo a tiempo.

                —No Adam, Andy requiere sus nombres reales, el seudónimo se anuncia ya en la premiación.

Su novio le miró mal, a sabiendas de que lo dicho no tenía lógica alguna, pero Mandy le regresó la mirada con suficiencia, pues ella conocía mejor a ese par, a pesar de ser pocas las horas de convivencia. No las necesitaba, conocía a ambos por sus escritos, por la forma en la que ellos representaban al mundo y los sentimientos que siempre comunicaban.

Y no se equivocó.

                —Supongo que tiene sentido—encogió los hombros y después de darle su nombre completo al chico, Franco hizo lo mismo.

Eran idiotas, era la única explicación que hallaba, pero debía empezar a darle crédito a su novia, pues conforme registraba sus seudónimos en la pantalla sin que se dieran cuenta, Andrés pudo notar cierta química en ambos. Incluso él, siendo tan serio y racional, podía percibirlo, así que después todo, no eran alucinaciones de Amanda. Qué bueno que no apostó con ella en eso también, de lo contrario terminaría debiéndole más que la vida.

                —Ahora que tengo a los dos frente a mí, no puedo frenar mi curiosidad. ¿Cómo conocisteis el uno al otro? —atacó Franco mientras Andrés terminaba el registro.

Por primera vez el fudanshi sonrió con naturalidad y Adam se conmovió tanto con aquel gesto, que pasó a mirarle con dulzura, cosa que no le agradó para nada a Franco. Mandy tuvo que reprimir sus ganas de lanzar una carcajada ante tales reacciones. Andrés ignoró a aquello y comenzó a contar la historia.

                —Fue en una convención de anime. Yo tenía un stand con doujinshis, soy dibujante y conseguí un lugar para promocionarme. Hice un BL de un par de chicos de los que Mandy era fan, aunque no de manera romántica.

                —Cuando vi el doujinshi casi lo mato, había vuelto gays a mis personajes favoritos—continuó ella con cierta burla—. Así que una vez que Seguridad me sacó del lugar, me sentí muy avergonzada por haber hecho tanto escándalo y lo peor, me había perdido la oportunidad de seguir en la convención después de viajar tanto para estar ahí.

Quizá exageraba un poco, si bien no vivía en el lugar donde era la convención de aquella época, debía admitir que tenía sus desventajas el estar viajando casi 3 horas con tal de tener buen material de su anime favorito. Sin embargo, la historia no se había quedado ahí, pues incluso después de ser agredido de esa forma, Andrés salió del recinto y le ofreció toda la mercancía oficial que pudo haber conseguido de ese anime en específico.

                —Fue una ofrenda de paz y ella aceptó, lo que nos llevó a conversar y descubrir que vivíamos en la misma ciudad. Sus padres casi me matan con la mirada cuando me vieron en las gradas de entrada hablando con su hija.

                —De ahí continuamos en contacto, y la curiosidad mató al gato, pues sus doujinshis eran y son muy buenos.

La telaraña que atrapa a la pobre mariposa, pensó Adam con cierta comprensión y Franco compartió el sentimiento. El par de novios se tomaron de las manos y fue cuando ambos fanfickers tuvieron cierta envidia, aunque cada uno a su modo. Todo lo que Franco quería a sus 22 años era tener un novio igual de dulce pero que no fuese afeminado, bastante tenía con sus propios actos amanerados, como para agregar más a su relación. Entendía que no iba a conseguir a alguien así tan pronto, pero hubiese querido tener esa clase de lazo, como el que Mandy y su novio tenían.

Adam, en su propio pensar, envidiaba la forma en la que, incluso estando loca, Mandy tenía a alguien que la quería como ella era. Y no se trataba de un complejo, pues estaba seguro de su sexualidad, le había costado demasiado aceptarlo y ahora estaba firme en defender su idea, pero en ocasiones, le intimidaban las personas así de felices, así de satisfechas.

                —Esa es la historia de cómo contribuí a que naciera una loca fujoshi—interrumpió Andrés al notar el mutismo y Mandy se lo agradeció con una mirada.

Tanto Franco como Adam volvieron de sus trances y sonrieron uniéndose a la broma de Andy.

                —No debatiré eso amigo, habéis creado un monstruo.

                —Le doy la razón—agregó Adam y Amanda les mostró la lengua a ambos.

Las risas no se hicieron esperar y poco a poco se recuperó el ambiente de chanza y juego. No era el momento de ponerse depresivos o serios, estaban ahí para celebrar el yaoi y ganar el Suke de oro, aunque cada uno tuviese sus propios traumas y miedos. Franco era presuntuoso y ligero, pero buscaba amar de corazón, Adam era amable y a veces ingenuo, pero quería ser feliz a toda costa.

Su único trabajo era dejarse llevar, pues Amanda haría el resto.

****

La noche ya había caído y estaban nuevamente en la pensión de Leonor, quien parecía encantada con el inquilino casi impuesto por su nieto. La niña extraña que siempre miraba al par de jóvenes como si fuesen sus mascotas e hicieran monerías, en esta ocasión no los acompañaba, lo cual agradecía en cierto modo. El extranjero cenaba con júbilo los alimentos preparados por Imelda, la mujer que le apoyaba en el aseo de la pensión y de algún modo le hacía compañía. Realmente no profundizaba mucho en el tema con Franco, ya que su nieto aún no nacía cuando su hijo y su novia llegaron a la pensión tomados de la mano.

Mientras Adam continuaba comiendo y Franco alardeaba de su buen toque en la cocina, Leonor recordó ligeramente ese momento. Alejandro y su novia Michelle avergonzados recibiendo el regaño en el sofá de ese lugar. ¿Cómo olvidar cuando su hijo le dijo que sería abuela tan pronto? Recién había empezado la universidad y Michelle, de origen español, estaba en su país gracias a un intercambio escolar.

Sus palabras fueron difíciles de procesar, pero le hicieron sentir orgullosa de su hijo. “Nos casaremos y viviremos juntos en España, voy a responsabilizarme de mis actos”. Lo que vino después fue sencillo, su hijo visitándola cada que podía, cuando Franco nació y le bautizaron con ese nombre en honor a su difunto esposo y después, cuando las cosas fueron demasiado trágicas para un niño de 10 años.

Negó con ganas, no era momento de recordar esas cosas, su Alejandro y Michelle descansaban en paz y eso era todo lo que importaba.

                —Estás muy delgado Adam, come un poco más—sugirió o más bien ordenó la mujer y el aludido negó sobándose el estómago.

                —No podría Doña Leonor, estoy a punto de reventar.

Le profirió un buen golpe en la cabeza con su mano ante la respuesta y Franco estalló en carcajadas a sabiendas del error de Adam y lo que le había costado, pues él mismo lo aprendió a la mala.

                —Abuela Leonor muchacho, ya somos como de la familia y no es una opción, tienes que comer más o enfermarás.

Como si decir que fuesen de la familia se tratara de algo normal, Adam se sintió conmovido y continuó comiendo con la certeza de que en verdad estallaría. Franco por su parte jugueteaba en su celular, él ya había comido lo necesario según el precepto de su abuela, por lo que estaba libre para investigar un poco.

                —Amigo Adam, he estado navegando en la red para saber un poco sobre la tortuosa fujoshi que tenemos como amiga y el amigo Andrés—comentó aun mirando su teléfono y Adam, tomando un bocado más, le dedicó toda su atención. Franco continuó—. Os vas a ir de espaldas. Son realmente populares en la internet, son el dúo “Andy/Mandy”, él dibuja y ella promueve todo en sus redes y foros.

Adam asintió mientras Franco le mostraba su teléfono para que pudiese contemplar la grandeza del par de novios amantes del yaoi. Justo cuando estaba por dar click para entrar en el foro principal de la fujoshi, la pantalla cambió mostrando que Franco recibía una llamada. El remitente recitaba el nombre de “Anastasia” con un Emoji de corazón, lo que hizo que Adam dedujera que se trataba de su novia. Era de esperar, un chico tan genial no podría ser soltero, se lamentó inconscientemente.

Cuando Franco notó la llamada, su rostro se iluminó de forma entusiasta y contestó rápidamente, levantándose para hablar en privado, lo cual sólo confirmó las sospechas de adolescente.

                —¡Mi dulce Anastasia! ¡Cómo estáis!

Se alejó del comedor y se encerró en la cocina mirando fugazmente a Adam, quizá en un afán de ser testigo de su reacción, aunque el júbilo no le duró mucho, pues Adam continuó comiendo ajeno a todo. Torció la boca y recibió los regaños de su mejor amiga.

                —¿Quién mierda sois y que le hicisteis a Franco Albano? ¿Desde cuándo tan efusivo?

El regañado sonrió con ganas y haciendo ademanes como si su amiga pudiese verlo, explicó sus malignos planes.

                —Uno ya no puede ser atento con su mejor amiga. Te estáis volviendo amargada—casi se pudo imaginar el ceño fruncido de la chica y decidió ser claro—. Os pido que te relajes, es mi plan infalible de conquista. Amiga querida, si supierais, hay un chico super lindo aquí, en la posada de mi abuela y definitivamente me encanta, aunque me costó aceptarlo puesto que hay ciertos… detalles.

Anastasia dio un brinquito ante tales revelaciones, pues era una devota fan de los romances de Franco y más cuando se trataban de chicos. El yaoi los llama y ellos se juntan, no lo dicen, pero era muy acertado. Después de emocionarse juntos y gritar un poco, ella exigió los detalles, por lo que Franco le contó todo acerca del chico, su origen, sus gustos, la forma en la que se expresaba y lo más importante: su edad.

Fue cuando la seriedad dominó a la chica y prácticamente le dio una paliza verbal.

                —Te volvisteis loco, jodido asaltacunas pedófilo.

                —Oh por favor, no es tan niño, tiene 17 años y ya no es tan inocente si le gusta el yaoi, os lo digo, es perfecto para mí. Sólo debéis pensarlo, mi deber es conquistarle y el plan que tengo es sencillo—alardeó como si fuese todo un galán y ella bufó con ganas.

                —¿Y hacerle creer que soy vuestra novia es el plan? Perdonad que os lo diga, pero eso sólo logrará alejarlo.

La risa que siguió a ese comentario sólo hizo enfadar a la chica, pues se conocía a su amigo lo suficiente para saber que le saldría con alguna tontería.

Y no se equivocó.

                —¿Y quién os dijo que ocuparíais tal papel? No, no, no, dulce Anastasia, tú serás la chica que quiere ser mi novia, a la cual le doy alas e ignoro magistralmente.

Si serás gilipollas, pensó gruñendo, no quería tal personaje, aun si le encantara formar parte del plan. Tenía mucha curiosidad de conocer al chico, debía decirlo con todas sus letras, Franco aseguraba haber hallado en él a la persona que tanto buscaba y ella misma se preguntaba si estos sentimientos que parecían florecer en su mejor amigo eran correspondidos. Sólo mirándolos en vivo y directo lo descubriría. Aquello le aliviaba en cierto modo, pero como buena amiga que era, sería insulso no echarle a perder un poco las vibras.

Maliciosamente burlona, replicó al joven universitario sus deseos para con ese plan.

                —Espero de corazón que el chico Adam sea muy difícil y no caiga a la primera.

                —Arpía—replicó ante la obvia burla y ella sólo le mandó un beso tronado antes de despedirse.

Después de todo, la diferencia horaria para ambos les pasaría factura, sobre todo a ella, por lo que sus charlas debían ser breves. Argumentando más tonterías, chistes malos sobre sus habilidades de seducción y reclamos por no haber actualizado el fic aún, ambos terminaron la llamada con la promesa de una nueva al día siguiente.

Una vez colgado el teléfono, Franco se asomó ligeramente desde la cocina para contemplar a Adam una vez más y sonrió con convicción. Lo lograré, voy con todo Adam, así que preparaos.

Pero Franco Albano no contaba con las decisiones del jovencito de 17 años, quien tenía otras aspiraciones.

Quizá… sin querer, Anastasia había dado en el clavo al dar su sentencia.

Notas finales:

No sé quién me encanta más, si Mandy o Anastasia, son tan fujoshis, jaja.

¿Y qué pensaron de Andrés? ¿Se lo esperaban? Quizá sí, quizá no, este chico es genial con todo y su mutismo, es un fudanshi después de todo.

¿Cómo le irá a Franco en sus planes de conquista? 

Bueno... eso lo descubriremos en el próximo, espero que este capi haya sido de su agrado y deseen regalarme su opinión.

Sin más nos estamos viendo, os amo!!!

Mil gracias :D <3


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