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Fanfickers por Miny Nazareni

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Notas del capitulo:

Puedo entender si me odian por haber vuelto después de casi tres meses, pero hey!!

Ok no, yo sé que me iré al infierno.

Lo importante es que fluyó la vena y ahora estamos aquí.

Me gustaría poder decir que volveré a ser una chica responsable, pero no me gusta mentir.

Nah, me esforzaré, lo prometo ;)

Los dejo con este cap en el que vemos a Franco... bueno... el título lo dice todo.

Mil gracias por darle una oportunidad.

Bitácora de una fujoshi. –Parte 3: El sumamente fallido plan de conquista de Franco.

 

Fue una llamada demasiado incómoda, no hubiese querido recibirla a tales horas de la mañana, ni siquiera había despertado completamente, pero el vibrar de su teléfono celular le dijo que se trataba de algo importante. Y no se equivocó, quien llamaba era su padre, un remitente que definitivamente no podía ignorar.

Contestó con un sentimiento entre nerviosismo y rebeldía, se lo repetía constantemente como un mantra, la relación con su padre no era muy buena. No podía definir cuál era el problema en sí, considerando que cuando era niño, el hombre era como su héroe. No era su sexualidad, pues aún no se atrevía a salir oficialmente del clóset con su familia, así que no lo entendía, un día simplemente Javier Marcos comenzó a ser distante y aquello, si bien le lastimó, no permitió que lo supiera. Era orgulloso, algo de lo que no se sentía dichoso, pero en situaciones como esa, le servía demasiado.

La conversación por lo mismo fue seca, directa y sin rodeos. Su padre simplemente quiso saber en dónde se estaba hospedando. Cuando Adam comentó que deseaba adelantar su estadía en el país latino, sus padres se mostraron preocupados, más su mamá por obvias razones. El hombre simplemente le preguntó cuáles eran sus planes y si realmente estaba actuando con madurez. Adam dio una respuesta entre enfadada y dolida, era obvio que tenía un plan, pero le fastidiaba de sobremanera que su padre lo subestimara.

Así que ahora, recibir una llamada más de vigilancia que paternal preocupación, le hizo sentir molesto y confundido. Respondió la pregunta de su padre diciéndole la verdad, que un amigo le había ofrecido posada. Fue una mala respuesta al parecer, pues el hombre reaccionó negativamente, alegando que no debía aceptar tan fácilmente el irse con desconocidos. Después de un regaño soez y nada fuera de lo común, Javier exigió que hiciera sus maletas, pues en cuanto terminara el día, se marcharía de esa pensión, pues él ya estaba en el país y no tenía la necesidad de estar mendigando un lugar. Quiso negarse, pero le fue imposible y Adam sólo colgó sin saber qué decirle a los Albano.

Dio un gran suspiro y trató de olvidarse de ello, obedeció haciendo sus maletas, pero decidió no decir nada hasta que fuese el momento. No arruinaría el desayuno también y, convencido de ello, se dio una rápida ducha, se vistió con lo primero que vino a su mente y salió de la habitación para saludar a Leonor, Imelda y Franco.

Los tres le esperaban obviamente, aunque Franco estaba al teléfono carcajeando sin parar, cosa que no le extrañó para nada. Seguramente hablaba con su novia y eso estaba bien, no estaba listo para hablar con Franco como si nada pasara.

                —Por el amor de Dios Franco, deja ese teléfono y desayuna con nosotros—reprendió Leonor dándole un manotazo en el hombro.

Franco se quejó del golpe y con exagerado filtreo se despidió de su “amiga”.

                —Hermosa, ha sido como siempre un placer hablar contigo, sois encantadora, os recomiendo que hagáis lo que os digo para poder tener un novio pronto—guiñó un ojo a Adam, pero éste sumido en sus propias preocupaciones, ni siquiera lo notó—. Yo no cariño, yo soy demasiado para vuestro corazón. Chao, bella.

Colgó la llamada esperando haber provocado algo en Adam y llevándose el chasco de su vida al verlo tan concentrado en el desayuno. Su abuela, por el contrario, sonrió encantada con el gesto de frustración de su nieto y trató de llamar la atención de su huésped.

                —¿Y cuáles son los planes para hoy Adam? ¿Su amiga extraña vendrá otra vez?

Adam reaccionó al escuchar su nombre y tomando un poco del café servido por Imelda, negó.

                —Creo que no, esta vez no nos mencionó nada, pero me extraña, el BLCOMTEC es este fin de semana y aún no entendemos mucho del concurso.

Ante aquellas palabras, Franco reaccionó viendo una nueva vía para su plan de conquista.

                —¿Estáis participando en el Suke de Oro?

                —Así es—respondió el menor con una sencilla sonrisa que dejó en el limbo a Franco—. ¿Tú también? Eso es maravilloso, me gustaría algún día conocer tus obras.

                —Cariño, tú puedes hacer de mí lo que quieras—replicó el universitario sin pensar y tanto Imelda como Leonor brincaron ante el obvio coqueteo.

Pero desafortunadamente, Adam no lo notó, pues escogió ese momento para darle un bocado al desayuno y ni siquiera miró a Franco, mucho menos lo escuchó atentamente. Cuando levantó la mirada, Franco estaba rojo al ser consciente de lo que había dicho y las mujeres trataban de ocultar sus risas lo más que podían.

                —¿Sucede algo? ¿Dije una cosa que no debía? Lo siento mucho, es que estoy un poco distraído.

Franco se dio un golpe en la frente, desesperado por el hecho de que, prácticamente le había dicho en la cara que le gustaba y Adam ni siquiera se había inmutado. No se rendiría, era un hecho, le gustaba mucho y quería salir con él. El tiempo se le acababa, pues una vez transcurrido el BLCOMTEC, ya no tendría excusa alguna para seguir viéndolo, a menos claro, que Adam muriera por sus huesos como a él le pasaba por los suyos. Sois lento de cojones, reclamó en una mirada y su abuela no detuvo la puya.

                —Nos damos cuenta Adam, notamos que estás distraído.

                —Me disculpo de nuevo, en serio. Será mejor que nos apresuremos a desayunar y llamemos a Mandy, quizá sí tiene un plan para nosotros y ni siquiera estoy enterado. Además, quiero despejarme.

El mayor vio ahí otra opción, sin pensarlo demasiado si quiera, se levantó de forma inesperada para llamar la atención de Adam y declaró:

                —Mandy llamó hace un momento, dijo que hoy tenía mucho trabajo por hacer y que no nos podría acompañar, pero me sugirió que te llevara a dar una vuelta en… en…—miró a su abuela buscando ayuda y ella negó mientras se resignaba.

                —La rueda de la fortuna, para que la conozcas, es nueva.

                —Así es, no te debéis perder ni un solo detalle turístico, esas fueron sus indicaciones.

Adam encogió sus hombros, la rueda de la fortuna no sonaba mal y todo lo que quería era olvidar, quizá con un poco de suerte, al pasar tiempo con Franco, se armaría de valor y le diría que iba a marcharse. No quería, en la pensión de la abuela Leonor no sentía tanto estrés como en casa y menos con su padre ahí, acusándole de algo que no entendía.

Así que sólo asintió a la propuesta y continuó desayunando. Cuando terminó, lavó sus platos y se dirigió a la habitación para arreglar unos cuantos detalles antes de irse. Franco le despidió con una sonrisa que fue ignorada y aquello le caló aún más profundo. ¿Quién se creía Adam para rechazar de esa forma cada uno de sus avances?

                —Eres un terrible mentiroso—señaló Leonor e Imelda asintió de acuerdo.

                —Silencio, estoy haciendo lo que puedo.

                —No creo que le funcione joven—respondió Imelda y continuó dándole el tiro de gracia al universitario—. Prácticamente se le declaró y ni caso le hizo. Estos jóvenes de ahora, ya no conocen nada del romanticismo, en mis tiempos salías al parque sola y regresabas con varios pretendientes, quienes te cortejaban sutilmente.

Franco torció la boca al imaginarse por un momento a Adam siendo “cortejado” como decía Imelda, por otra persona que no fuese él. No, nada de eso, estaba dando todo de sí para conseguir algo de Adam, nadie se lo ganaría, ni siquiera un pretendiente imaginario.

                —Yo soy una persona romántica, Imelda, podeís ver que el del problema es él.

                —Está distraído, eso es todo—alegó a su favor Leonor e Imelda fue a la contraria.

                —O simplemente usted no le gusta.

La mala mirada que recibió la mujer fue impagable, realmente Adam iba a ser mucho más difícil de lo que creían. Y aquello estaba bien, un poco de rechazo para Franco Albano, no le vendría mal. Quizá con ello se le quitaba la manía de ser petulante.

O empeoraba, había casos así y el muchacho era necio. Entre más le negaban algo, más lo quería.

Y Adam Marcos no era la excepción.

****

Estaban en la fila para poder pasar a la rueda de la fortuna, debía decir para su mala suerte que había demasiada gente. Justo ese día, justo cuando él quería impresionar a Adam, quitarle ese semblante distraído y hacerlo sonreír. No había escrito nada últimamente y eso le molestaba, pero conocía bien su motivo. Estaba tan concentrado en gustarle a Adam que no tenía ideas para su fic y peor aún, agregarle más drama del que tenía. “Corazón real” era la historia de un par de amantes de la edad media que no podían estar juntos por los preceptos del pueblo, había hecho a sus personajes amarse con tanta locura y los tenía separados durante la mayor parte del fic, pero sus lectores amaban eso, el sufrimiento, siempre y cuando hubiese un poco de final feliz.

Claro, él era un bastardo que no les iba a dar un final feliz, he ahí la problemática con la reciente atracción a Adam Marcos. Le gustaba tanto que ya no pensaba en sufrimiento para sus personajes. Incluso estaba tentado a darle un final al fic, resolviendo todos los problemas de forma inesperada y con un “felices por siempre” que no era para nada su estilo.

Sus lectores le matarían, pero eso no se compararía para nada con el rechazo que había sufrido una y otra vez en esa tarde por parte del adolescente. Menor de edad y tan perverso como para ignorarle. ¿En verdad no se daba cuenta de sus intenciones? Quizá sí, quizá únicamente no estaba interesado en él. No sería la primera vez que le dijeran que no, pero sí la primera en la que deseaba fervientemente ser aceptado.

Y mientras Franco pensaba desesperadamente en un modo de llamar su atención, Adam trataba de buscar las palabras adecuadas para decirle a su amigo que se iría. No quería hacerlo, sabía que al igual que con Jake, su padre no estaría de acuerdo con su nuevo amigo. Si él fuese igual de crítico que Javier Marcos, debía decir que Franco tenía una pésima pinta. Era apuesto, sería un delito negar lo mucho que le gustaba ese rostro, pero era demasiado invasivo, demasiado liberal y directo a la hora de expresar su opinión. Aquello para su padre era un sinónimo de “problemas” y “rebeldía”. Y sólo por ese hecho, le encantaba la idea de seguir frecuentándolo.

Si tan solo pudiesen seguir viéndose después del BLCOMTEC.

                —¿Cuánto tiempo llevamos en la fila? —preguntó tratando de ser casual y el español sintió un mini infarto, seguramente ya estaba harto de esperar.

                —Como una hora. ¿Estáis harto? Podemos ir a otro lugar, de todas formas, la cojonuda rueda de fortuna no es…

                —Quiero pasar, nunca me he subido a una, a pesar de haber vivido toda mi vida en el extranjero y tener acceso a cualquier juego mecánico.

Le sonrió y Franco trató de hacer lo mismo. ¿Por qué este chico era tan considerado con los sentimientos de los demás? Él estaba que se sacaba los cabellos de tanto esperar y Adam como si nada. Quería tomarlo de la cabeza y sacudirle para ver si así reaccionaba y volvía al mundo, sonreía con naturalidad y notaba sus intenciones, aunque fuese un poquito. Detestaba sentirse así, detestaba estar al lado de Adam todo el tiempo y al mismo tiempo verlo tan inalcanzable, todas esas actitudes, todos esos indirectos rechazos le provocaban cierta confusión y cierta pena.

Pero no dejaría que todo eso le desanimara, se consideraba una persona perseverante, daría todo de sus encantos para lograrlo. Quería a Adam en su vida y quería continuar escribiendo ridículas y asquerosas historia de amor con final feliz, aunque eso significara su muerte de fanficker.

Por Adam bien podía arriesgarse.

                —Ya que estamos esperando, podríamos hablar, has estado demasiado callado toda la mañana.

El menor reaccionó y se sintió apenado de estar mostrando en su actuar la preocupación que sentía.

                —No siempre soy así, normalmente me gusta hablar y hablar hasta cuando no debo. Es sólo que… estoy algo nervioso por una cosa que debo decirte.

Vaya revelación, se dijo el español sin saber qué esperar. Quizá era un idiota y Adam sí había notado todos sus avances. Quizá sólo quería decirle de frente que no estaba interesado. Venga, estoy listo, he de recibirlo con todo.

                —¿De qué se trata? Lo sabéis, soy todo oídos.

Se tronó los dedos de sus manos provocando un sonido que puso de nervios a Franco. Necesitaba hablar ya o se volvería loco. Adam dio un gran suspiro, cerró sus ojos y la postura intranquila de su cuerpo lo hizo ver tan adorable que fue un ataque directo a la psique del otro fanficker.

                —Me mudaré, mi padre quiere que me vaya de tu casa.

Adam continuó con los ojos cerrados y apretó los puños esperando las preguntas insistentes de su amigo. Ya lo estaba escuchando, levantando la voz, cuestionando qué había estado mal y por qué se marchaba así de pronto. Pero quizá estaba pensando demasiado, tal vez Franco era mucho más que un parlanchín e irreverente joven que invadía y se entrometía en los asuntos de los demás.

Sí, probablemente Franco no le vería el problema y él ahí, dándose de topes.

Pero al parecer, Adam aún no conocía suficiente al extranjero fan del yaoi, pues Franco sí era algo imprudente en ocasiones, pero el chiquillo le gustaba y por lo mismo había captado a la perfección que había mucho más detrás de su “mudanza repentina”.

A la mierda, si se iba a ganar un pase directo a la “friendzone” entonces iba a disfrutarlo al máximo, así que inesperadamente para Adam, Franco aprovechó su postura con ojos cerrados y le abrazó cálidamente, esas eran las ventajas de ser rechazado constantemente. ¿O no?

El fanficker de 17 años abrió los ojos avergonzado en verdad. ¿Qué rayos estaba haciendo? Estaba en medio de una fila para la rueda de la fortuna, todos a su alrededor se les quedaron mirando como si no hubiese nada interesante y, bueno, era cierto, no había nada entretenido en esperar un turno para una atracción mecánica. Algunas chicas le sonrieron ante el abrazo y automáticamente se dio cuenta que media audiencia creyó que eran pareja, lejos de negarse al hecho, Adam simplemente enrojeció y devolvió el gesto. Independientemente de que no era verdad y Franco parecía tener novia, él realmente necesitaba ese abrazo, así que… ¿Por qué privarse de él?

Fue toda una sorpresa para Franco recibir reciprocidad y encantado con el hecho, alargó el momento más y más, apretó junto a su cuerpo la silueta adolescente de Adam y pudo recrearse con ello lo suficiente. La anchura de sus hombros, el largo de su espalda, las cosquillas que le hacían sus cabellos y su aroma, un perfume no muy bueno al parecer, al estilo de las lociones que las madres suelen comprar durante años a sus hijos. No se estaba quejando, independientemente de ser quisquilloso, todo del muchachito le encantaba, incluso el hecho de que no fuese completamente delgado y tampoco fornido, una mezcla extraña entre puberto recién creado y hombre a punto de entrar en la madurez.

Su mente empezaba a viajar demasiado, poco a poco entendió que debía darle fin al abrazo o comenzaría a imaginarse otras cosas. La textura de su piel, el tamaño de sus glúteos, cómo era su pecho al descubierto y qué decir de su…

¡Suficiente!

Se alejó ligeramente sin perder el agarre del todo con Adam y le sonrió como si jamás en su vida hubiese tenido sucios pensamientos con un adolescente de 17 años.

No, qué va.

                —Entiendo. ¿Cuándo te irás?

                —Esta noche quizá—respondió un poco más tranquilo de poder expresarlo.

Franco aprovechó que aún tenía a Adam cerca y movió una de sus manos de su hombro a su mejilla, fingiendo acomodar un mechón de su cabellera. Ya que andaba tocando un poco de su piel, no perdía nada con darse vuelo. ¿O sí?

                —Y por lo que veo, tú no quieres.

Adam negó sin sentir vergüenza por la caricia, así era Franco con medio mundo, invadía su espacio personal y para él era completamente normal. Nunca se le hubiese pasado por la cabeza que el mayor le estuviese mimando tanto por un interés romántico. Era una tumba que el propio Franco cavó cuando se conocieron, si hubiese sido menos efusivo y más respetuoso, sin duda ahora mismo Adam habría malinterpretado hasta el abrazo.

Qué ironía.

                —No, no quiero, no entiendo muy bien cuál es el problema con mi padre, pero al parecer no le agrado. Lo comprendería si supiera que soy gay, pero él no lo sabe aún, no me quiero imaginar cómo reaccionaría.

                —No penséis en ello, yo tenía un miedo parecido cuando le conté a mi mejor amiga que no sólo me iban las chicas, sino también los chicos. El coñazo que me llevé cuando me dijo que ya lo sabía fue insuperable.

La risa no fue planeada, recordar cómo Anastasia lo había tachado de gilipollas estúpido le hizo reír mucho, tenía menos años que Adam cuando lo confesó, pero no por ello no entendía lo complicado que era hablar de uno mismo con alguien. Quizá tristemente debía agradecer que sus padres hubiesen fallecido cuando era niño, de lo contrario, tal vez ni siquiera habría tenido el valor.

Contrario a todo lo que Franco Albano había planeado durante la noche anterior, la nueva y sincera sonrisa que esbozó ante su recuerdo con Anastasia, fue demasiado bonita como para que Adam la dejara pasar en esta ocasión. Es una lástima, se dijo el adolescente sintiéndose ligeramente abatido, tu novia deber adorar mucho esa sonrisa. Yo lo haría.

Se dio una patada mental y justo entonces notó que ya estaban cerca de subir a la rueda. Por fin, se dijo avergonzado de no haber soltado a Franco aún. Justo cuando estaba por alejarse y devolverle su espacio, el mayor ni siquiera se lo permitió, alegando que no debían separarse para evitar que los subieran apartados del otro. No argumentó nada ante esa lógica y permitió que Franco continuara posando sus brazos sobre sus hombros, respirara cerca de su cabello o incluso en ocasiones rozaran sus manos.

El desesperado joven de 22 años había encontrado un bote salvavidas ante tanto rechazo, pero tenía demasiadas fugas, aunque ahora estaba disfrutando como nunca la cercanía, para Adam parecía ser de lo más común. Si tan solo te pusieras un poco nervioso, yo tendría posibilidades, reclamó mentalmente mientras subían a la cabina correspondiente.

                —Gracias por ser tan comprensivo Franco, eres un gran amigo—comentó Adam una vez arriba, en los cielos que mostraba la rueda de la fortuna.

Casi estuvo tentado a abrir la puerta de la cabina y lanzarse a su inminente muerte, seguramente habría dolido menos. Definitivamente Adam Marcos acababa de friendzonearlo con tanta naturalidad, que le parecía incluso grotesca.

                —Para eso estoy, son tres días de conocernos, pero yo siento que tenemos más tiempo. Sabéis, como si fuésemos reencarnaciones.

Quizá fue demasiado lejos con la metáfora, pero valió la pena, pues Adam comenzó a reírse con ganas y eso le gustó mucho, aunque no le agradaba ser “el amigo”, podía ir avanzando poco a poco. Y no mentía, eran pocos días, pero le atraía tanto que definitivamente sentía que le conocía de otro lugar.

Un fanfiction quizá.

                —Eso suena demasiado cliché, como los fics que hay en la red. Tú y yo reencarnaciones—sonrió otro poco imaginándose una vida pasada—. En nuestra otra vida fuimos amantes, seguramente. Eso sí que suena tonto.

Basta, me estás haciendo pedazos, reclamó en verdad contrariado y dolido al mismo tiempo. Una cosa era caer en la zona del amigo y otra muy distinta incluso ser rechazado en su vida pasada. Claro, todo era un supuesto, no se consideraba fan de ese tipo de creencias, pero lo que comenzó como un cumplido, terminó siendo el corte tajante a sus sentimientos. Te habría golpeado si no me gustarais tanto.

                —Vaya que sí, gilipollas. ¿Insinúas que no soy bueno como pareja?

Adam negó sin borrar su sonrisa y diciendo lo que pensaba por primera vez en todo ese rato.

                —No, insinúo que sería ridículo que tú gustaras de mí, ni antes ni ahora pasará. Ya te lo dije, me agradas, creo que seremos buenos amigos.

                —Los mejores—ironizó Franco enfadado, pero sin dejar que Adam lo notara.

No sólo iban a ser grandes amigos, se prometió con fiereza, sería su novio, ya estaba decidido. Le iba a quitar de la cabeza que era ridículo que le gustara y aunque ni siquiera estaba seguro de qué iba a ser de ellos después del BLCOMTEC, Adam estaba en el paquete.

Así me lo tenga que robar y llevar a España conmigo.

Estaba exagerando, obviamente. O tal vez no.

A veces ni él mismo sabía hasta donde llegaba su perseverancia.

Notas finales:

¡Que se lo robe! ¡Que se lo robe!!

*Miny, la ONU, tadaima*

Ok no, aguanta Franco, pronto será legal!!!

¿Extrañaron a Mandy? Curiosamente esta vez no nos deleitó con su presencia y fujoshismo, bueno, seguramente andaba por ahí jaja

Espero que haya sido de su agrado, los estaré viendo en el próximo y muchas gracias por haber leído hasta aquí.

*Sabemos que tus notas no son serias*

Ya me resigné a no madurar.

Sin más me voy, mil gracias!!!! <3


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