Abrió con lentitud sus ojos. Todo el cuerpo le dolía horrores, en especial la espalda. Presto más atención a su alrededor, levantándose enseguida. Aquel lugar le era de alguna forma familiar.
El techo color beige, las paredes crema. Aquellos cuadros viejos. Se acerco con lentitud al balcón, notando el jardín que apenas comenzaba a mostrar unos cuantos brotes.
—Es… esta es mi casa…
¿Pero entonces porque lucía diferente? Parecía algo deteriorada, como si aun le faltaran unas cuantas reparaciones. Se acerco hasta las puertas de cristal del balcón, observando el jardín, a su papá le encantaba verlo todo frondoso y con flores a tope, y esté en cambio era muy pequeño, y los grandes árboles se veían pequeños también. Faltaban flores y arbustos.
Lo bastante extrañado, se alejo y camino hasta la puerta. Tan solo salir se topo con el amplio pasillo, pero este era grisáceo, no tenía el papel tapiz vintage que a su papá tanto le agradaba. Ahora que lo notaba bien, su padre consentía demasiado a papá… Sonrió divertido y se dispuso a buscar a sus progenitores. Aun con la extraña duda en la cabeza de donde se encontraba.
Ni siquiera el enemigo encapuchado estaba en alguna parte de ahí, era demasiado extraño… considerando el hecho de que estaba en una batalla, su pueblo ardía en llamas, y sus padres… Aún con ese sentimiento tan pesado en el pecho, continúo corriendo, recorriendo el lugar. Ya estaba acostumbrado a que estuviese solo, después de todo sus padres y él vivían únicamente en semejante complejo.
— ¿¡Padre, papá!?
Se detuvo en seco al llegar a la cocina. Ahí, tan alegre como siempre, estaba su papá, solo que, un tanto diferente… de cierta manera, parecía más joven, hasta podía decir que estaba mirando su propio reflejo en un espejo, a diferencia de los ojos, claro.
— ¡Estoy tan feliz de que estés bien!—sin poder resistirlo, corrió a sus brazos, sintiéndose nuevamente protegido en ellos— Temía tanto que algo les hubiese pasado…
—Eh… ¿A q-quienes?
— ¡Pues a ustedes!
Su papá le miro algo sorprendido, y eso le provoco más confusiones, aunque, las olvidaba inmediatamente al ver la cara tan joven de su papá. Bueno, su papá es joven, claro, solo que ahora, ¡Parecía de su edad! Todo un jovencito rebelde… No es que él lo fuera, claro que no, es solo un decir…
—Anthony, estaba pensando que…
Miro hacia la entrada de la cocina, aun sin dejar de abrazar a su papá. El recién llegado era su padre, quien de igual manera, se veía un tanto joven, hasta eso le causo algo de gracia, puesto que había perdido esa aura respetable y orgullosa que lo caracterizaba.
— ¡Tú!
Creyó que su valeroso padre lo estrecharía entre sus brazos, era lo más propio. Sin embargo, lo único que recibió, fue que lo halaran por el cuello de su camiseta, derribándolo con fuerza al suelo, notando con completo pánico, como su propio padre le acercaba un cuchillo de cocina al cuello.
— ¿¡Quien eres y que hacías con mi Anthony, estúpido!?
— ¡Espera, espera, yo solo…!
— ¿¡Solo que, maldita escoria!?
— ¡Padre espera!
Y de inmediato el azabache le quito aquel objeto del cuello, apartándose de él como si echara fuego. Anthony miro a suesposo, después al chico que se levantaba del suelo, algo asustado aún.
— ¿¡P-papá, porque no le dijiste nada!?—le dijo de forma infantil, sabía que en ocasiones como esas era mimado por su papi, aunque esta era la excepción—.
—Discúlpame pero, ¿Te conocemos?
— ¿Eh, no me recuerdan…?
Notó como sus padres se miraron entre sí, completamente extrañados. Después el mismo miro sus manos, sus piernas, ropa… Todo estaba en orden, bueno, lo único que no encajaba ahí era la juventud de sus padres, el castillo en reparación, y, lo más importante, ¡Que sus propios progenitores eran ajenos a su existencia!
— ¿Pero de qué hablan? Soy yo, estábamos peleando con ese extraño sujeto, ustedes fueron a defender el pueblo, y entonces… Y entonces…
Ya ni siquiera el recordaba exactamente qué fue lo que paso. Hizo memoria, el libro profeta había escrito lo que parecía la muerte de sus padres, después, aquel hombre encapuchado lo tomo en brazos y arrojo a su libro, o al menos así lo parecía.
—Perdona, jovencito…—hablo de nuevo su papá, tan amable como siempre, y con esa sonrisa tan bondadosa— ¿Cuál es tu nombre?
— ¿Enserio no saben quién soy…? Soy Liam, Liam Blake Johnson. Su hijo…
—Nuestro… ¿¡Que!?