POV WOLFRAM
—. Wolfy… Espera, te ayudo a incorporarte… — dijo Murata con una voz preocupada al notar que me había despertado, para luego ayudarme a sentarme en el sofá de lo que parecía ser su casa—. Antes de que digas algo, no te preocupes. Le hablé a tu madre para decirle que iríamos a una fiesta y que no se preocupara…
Suspiré. Eso era justo lo que estaba por decirle. Maldito sea, odio que parezca como si me conociera desde siempre cuando apenas nos conocimos el año pasado. Pero dejando eso de lado, ¿Qué demonios me había pasado? ¿Y qué fue ese sueño?
—. Murata... —dije con una voz algo débil, tomándolo de su uniforme con algo de miedo—. ¿Qué fue lo que me pasó? Recuerdo estar hablando con ese extraño de… —me interrumpí por un momento, no recordaba para nada su apariencia. Llevé mis manos a mi rostro con desesperación, algo me decía que no tenía que haberlo olvidado y eso me daban ganas de llorar.
—. Ese extraño no es nadie, Wolfy. No te preocupes…—de pronto sentí como unos brazos gentiles envolvían mi cuerpo. No pude evitar llorar en su pecho, sin embargo no sentía que estás lágrimas fuesen mías… ¿Por qué lloraba por un extraño? —. Ya tranquilo… Simplemente te desmayaste porque no has comido nada en todo el día. Seguramente no desayunaste y, para colmo, en el instituto ni siquiera te molestaste en comprar algo —secó mis lágrimas, para luego acercarme un plato con curry recién hecho —. Pedí esto para ti, come… Después veremos que hacer…
Comí lo más tranquilo que pude. Sabía que Murata me mentía ya que aún podía recordar el enorme dolor en mi pecho que había hecho que me desmayara frente al extraño, pero lo que más me inquietaba era que ellos se conocían y muy bien porque él lo llamó “amigo mío”. Después está mi sueño, ¿Qué era ese reflejo oscuro en el espejo? ¿Y la espada dorada que me ayudó a librarme de él?
Pero… El no poder recordar ni el nombre ni la apariencia de ese chico me rompía el alma por alguna razón. En mis recuerdos solamente veo a un joven sin rostro y apenas recuerdo como sus labios se movieron levemente al decir su nombre antes de desmayarme. Iba a hacer lo posible para poder responder todas esas preguntas que pasaban por mi mente ahora, al menos eso era lo único de lo que estaba seguro.
—. Murata, ¿Vamos a ir a la fiesta? —pregunté, mientras limpiaba mis labios con la servilleta que se encontraba en la bandejita donde trajo la comida.
—. Wolfy te desmayaste hace pocas horas, ¿Y ahora piensas en ir a esa fiesta? —se acomodó sus lentes para ocultarme su mirada, eso hizo que me sospeché un poco de él. Primero quiso que vaya y ahora me dice que no… ¿Por qué?
—. Solamente fue un simple desmayo, ¿No? ¿Por qué no podría ir? —me crucé de brazos, esperando su respuesta. Iba a insistir porque todo era demasiado raro, pero a la vez cierta emoción me invadía… quería llegar al fondo de esto como si fuese un detective.
—. Simplemente no quiero que vayas…—susurró mirando al suelo. Era la primera vez que lo veía nervioso, sin embargo a mí me molesto ya que nadie me decía que hacer, excepto mi madre supongo —. Tengo un mal presentimiento y por eso quiero que te quedes aquí esta noche…
—. ¿Qué? —me levanté del sofá de golpe por la sorpresa y, de un momento a otro, todo mi mundo se vino abajo—. Eso no…—mi cuerpo se vino abajo, cerré mis ojos preparado para el impacto contra el suelo pero ese nunca llegó ya que el chico de lentes me había atrapado en sus brazos como si fuese una estúpida princesa—. ¡Oye! ¡Suéltame!
—. Nop, eso jamás pasará —dijo con tono de burla, mirándome fijamente—. Casi dañas tu hermoso rostro de nuevo y así quieres ir a una fiesta llena de borrachos—me dejó en la cama y mi rostro ardía porque me daba vergüenza que me viera así… débil.
—. Cállate…—le dije cruzando mis brazos avergonzado por sus palabras—. No eres nadie para decirme qué hacer…—susurré haciendo pucheros algo que lo hizo reír tiernamente por alguna razón lo que me molestó—. ¡¿De qué te reís, imbécil?! —le tiré la almohada en la cara enojado recostándome en el sofá dándole la espalda.
—. De nada…—de golpe sentí una de sus manos acariciando mi rubio cabello, temblé debajo de las sábanas por alguna razón lo que hizo que las quitara de golpe—. Duerme, Wolfy. Ya le dije a tu madre que dormirías aquí…—se alejó de mí apagando las luces de su casa, dejándome allí.
Tal vez no era tan malo como pensaba, me ayudó mientras estaba desmayado y se preocupa por mí. Pero hay algo que no me cierra para nada de esta situación, algo se me está ocultando y estoy seguro de que ese desconocido tiene algo que ver con todo esto.
Me levanté sigilosamente del sofá unos minutos después de que Murata se hubiese marchado de la sala. Miré a mi alrededor un momento para orientarme con la poca luz de luna que entraba a través de la cortina del gran ventanal de la sala y pude ver una escalera que seguramente daba a las habitaciones y el pasillo por donde se fue mi amigo. Decidí seguirlo ya que, si no subió las escaleras, era obvio que lo menos iba a hacer esta noche era dormir.
Visualicé un momento el pasillo: todas las luces de los cuartos estaban apagadas, menos una. Esa habitación era la única con la puerta cerrada. Respiré hondo por un momento y avancé. Tal vez podría encontrar una pista sobre el chico de hoy o simplemente lo encontraría poniéndose el pijama para dormir. No sabía, pero realmente deseaba que fuese la segunda.
Al llegar a mi destino, abrí la puerta con cuidado. Era un baño. Pude distinguir la silueta de mi amigo frente a la bañera totalmente vestido. Me sonrojé por un momento, él iba a bañarse y yo allí espiando como un imbécil desconfiado…
—. ¿Qué? —fue el susurro que salió de mis labios al ver como se aventaba a la bañera totalmente vestido y destello azul me cegó—. Mu…MURATA… —entré al baño de golpe pensando que se había vuelto loco, pero no estaba…había desaparecido en cuanto entró a la piscina dejándome totalmente confundido—. ¿Qué demonios… es esto?
Me acerqué dubitativamente y metí mi mano en el agua, sin embargo nada pasó. Era agua común y corriente nuevamente cuando antes se había iluminado… como si fuese magia. Suspiré, al menos un suceso como este confirmaba que algo muy extraño había comenzado a pasar en mi vida y no sabía que tan involucrado estaba.