POV WOLFRAM
—. Wolfy…—me desperté cuando sentí como alguien sacudía mi cuerpo delicadamente, abrí los ojos y me sorprendí al ver a Murata frente a mí. Se veía extraño ya que debajo de sus cristales se podían ver sus prominentes ojeras, supongo que el viaje por el agua no le sentó bien anoche.
—. Hola…—dije somnoliento, sentándome en el sofá de casa. Cuando desapareció por la bañera, me sentí bastante cansado. Me arrastré como pude al sofá para recostarme, me maldecí una y mil veces por haber comido ese curry que seguramente tenía somníferos.
Hoy era sábado. Por suerte, mi madre tenía el fin de semana libre para descansar ya que a mi me tocaba limpiar la casa. Miré a Murata de reojo, parecía esperar a que le dijese algo ya que no me quitaba la vista de encima. Lo ignoré, no sabía si podía confiar o no en él. Mejor dicho, no…definitivamente no podía confiar en él.
—. Wolfy…—se animó a hablar cuando se dio cuenta que de mí no iba a salir ninguna otra palabra. Se acerco para sentarse a mi lado, estuve a punto de alejarme por miedo a que me hiciera algo pues estábamos solos en su casa y yo apenas acababa de salir de los efectos del calmante que seguramente él me había dado—. ¿Quieres desayunar antes de irte? Tu madre llamó diciendo que quiere que vuelvas lo antes posible, se la veía un poco preocupada…—se rio levemente viéndome a los ojos, para luego pararse y revolver mi cabello—. Es muy sobreprotectora… Entonces, ¿Panqueques?
—. No… No tengo hambre, Murata —dije y me maldecí interiormente, mi tono de voz expresaba miedo y sabía que él se iba a dar cuenta de eso. Lo miré, su mirada se encontraba escondida por el brillo de los lentes, sin embargo su sonrisa había desaparecido. Opté por no esperar ni un segundo más para tomar mi mochila e irme como alma que lleva el diablo, sabía que me había delatado…pero no quería comer nada que viniese de él otra vez.
Cerré la puerta de la casa y salí corriendo de allí. Soy un idiota por haber pensado que podría confiar en él y que mi instinto se había equivocado por primera vez en mi vida. Corría y corría, no deseaba parar hasta llegar a mi casa. La velocidad, el sudor frío cayendo por mi frente y la sensación de estar volando me invadían, quería libertad… ¡Quería volar y nunca más regresar!
—. Sin embargo, la vida no es tan fácil…—había parado en frente de mi casa. No quería entrar, no quería dejar de sentir esta pequeña libertad. Suspiré y me senté en el suelo al lado de la puerta, recosté mi cabeza entre las rodillas. Era la primera vez en mi vida que me sentía tan derrotado y no sabía bien cuál era la razón.
No sabía cuánto tiempo había pasado ahí sentado, pero me sorprendí cuando la puerta se abrió dejando ver a mi madre mirando afuera totalmente preocupada. Quise llamarla y, justo en el momento en que iba a abrir mi boca, ella me miró.
—. Wolfram… ¿Qué te pasa? —me tomó de los hombros haciendo que me levantara a la fuerza, su voz sonaba desesperada—. ¡Estaba tan preocupada y tú estás aquí afuera haciendo el tonto en vez de entrar a tu casa con TU madre! —gritó y yo opté solamente por mantener agachada la cabeza, sin embargo luego sentí como sus cálidos brazos rodeaban mi cuerpo. Ambos éramos tan frágiles, ambos estábamos tan destrozados que me puse a llorar—. No llores, por favor… —dijo con la voz quebrada, arrastrándome sin romper el abrazo dentro de la casa.
Así estuvimos mucho rato, ambos llorando a moco tendido. Una sensación de fracaso. Yo nunca quise sentirme así por eso me esforzaba tanto, sin embargo nada me conformaba. No era capaz de decirme: “Buen trabajo, Wolfram, puedes tomar un descanso”, sino “No tienes que ser un mediocre, Wolfram. No te relajes, no vivas, no pienses en otra cosa que no sea conseguir un futuro prometedor”. Pero incluso después de todo el esfuerzo, la sensación de fracaso nunca se fue…
—. Cuéntame que te pasa, Wolfram…—mi madre envolvió mi rostro con sus manos y me miró a los ojos, mientras que sus pulgares secaban mis lágrimas. Suspiré y procedí a secar sus lágrimas delicadamente, ella era la única razón para vivir que tenía.
—. Nada, mamá… Solamente empecé a sentir asfixiado de nuevo, no quería que supieras que me sentía así otra vez…—susurré, sin embargo esa no era toda la verdad. Está bien que gran parte de los sentimientos de fracaso que tenía era por pensar que nunca era suficiente, pero había algo más… ese sentimiento de vacío que nunca se iba y que no me dejaba vivir en paz.
—. Mira, Wolfram. Estoy muy orgullosa de ti, hijo—sus manos, algo viejas y secas se paseaban por mi pelo con amor de madre. La miré y ella me sonrió con dulzura, para luego juntar nuestras frentes—. Siempre te amaré, soy tu madre… Fui bendecida cuando te tuve, hijo. Siempre te pido que estudies para que seas alguien en la vida y no tengas que sufrir carencias como yo, como las sufrimos ahora. Pero eso no significa que no tengas que presionarte, eres joven… Yo estuve mal en inculcarte eso desde tan pequeño porque te privé de vivir, lo siento—susurró apenada y yo la abracé con muchísima fuerza, sin duda era la mejor madre de todas.
—. Yo fui bendecido al tener una madre como tú, siento darte tantos problemas—dije y ambos reímos. Ella me amaba tanto, que eligió tenerme sola y aun así se tomaba el tiempo de escuchar mis problemas de adolescente. Soy un tonto.
—. Vamos, hijo. Ve a bañarte. Por hoy pediré algo para comer—me sonrió y rompió el abrazo para voltearme en dirección al baño—. Pizza, ¿No?
—. ¡Sí! —dije lleno de emoción y corrí al baño.
Simplemente me quité la ropa y entré a la ducha. Decidí no pensar en nada por el resto del día, mañana me preocuparía por el resto y así es como deje a mi cuerpo llevarse por el agua fresca de primavera. Salí y me miré en el espejo por un momento, mi cabello y ojos estaban totalmente rojos.
—. ¿Qué demonios? —susurré para que mi madre no me escuchara y mi reflejo sonrió de oreja a oreja. Puse ambas manos en el espejo, realmente debo estar loco ya que el ser que se reflejaba era el mismo de mi sueño.
—. “Hola Wolfy” —su voz resonó dentro de mi cabeza y sentí como se me venía el mundo abajo. Mis sospechas eran ciertas, algo pasaba a mi alrededor y YO NO TENÍA NI IDEA.
—. ¿Qué demonios eres? —dije y él se rio. Mi corazón palpitaba a mil y el sudor frío comenzaba a pasearse por mi cuerpo, le tenía miedo. No sabía por qué sentía que tenía que escapar de él, sin embargo... ¿Cómo escapar de algo que está dentro de ti?
—. “Soy el ser que hace décadas encerraste en tu cuerpo. Fuiste tan estúpido que pretendiste ser un héroe y te suicidaste para que quedará contenido en tu alma”—no entendía absolutamente nada de lo que dijo, ¿Yo un héroe? ¿Décadas? SI APENAS TENÍA 16 AÑOS POR DIOS Y ERA UN NIÑO DE MAMI. No sabía si reír o llorar, pero seguía sin entender—. “Sí, mocoso. Aunque no lo parezcas ahora antes fuiste un hombre valiente que intentó estúpidamente sacrificarse por los que amaba, sin embargo lo arruinó. Ah, y sí puedo leer tus pensamientos”
—. Tienes muchas cosas que explicarme, además ni siquiera sé tu nombre—murmuré, sin embargo los gritos de mi madre diciendo que la comida había llegado nos interrumpió y él volvió a desaparecer supongo que fue al motel que es mi mente. Realmente fui tan estúpido en creer que mi vida era aburrida y vacía, quería emoción… pero no esto. No tener un ser aparentemente malvado habitando en mi mente.
Cuando su presencia desapareció, empecé a sentir mucho mejor por lo que tomé la ropa que había traído al baño y me vestí rápido para ir con mi madre. No quería contarle nada de esto. En realidad, ¿Qué podría contarle si yo ni siquiera sabía en que problema estaba envuelto? Comí la pizza lo más tranquilo posible. Sabía que sospechaba algo porque no paraba de mirarme, sin embargo agradecí que no dijera nada cuando fui a la habitación.
—. ¿Y bien? —me miré en el gran espejo con marco de madera que había en mi habitación esperando ver el reflejo de ese otro ser otra vez—. Es hora de que me des algunas explicaciones…