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Capítulo 9: Advertencia de la partida
En una habitación decorada sencillamente pero eso no quita la elegancia de esta; sobre la cama sentados uno junto al otro, sus hombros se rosaban. Una pareja, la mano del joven se aferraba sobre la contraria. Al fondo se podía escuchar las conversaciones y una que otra risa de niños que se encontraba en el salón de la mansión, en una noche tan especial como esta.
--Estoy nerviosa amor ¿Qué pasa si me caigo por las escaleras?
--Tranquila cariño, estaré ahí para levantarte y sabes ¿Por qué?, solo dos palabras: Te amo.
Ambos se miraban fijamente, poco a poco la distancia se hace nula entre sus rostros, sus labios se encontraron en un beso casto dándole a la chica un poco de tranquilidad; el beso se fue haciendo más apasionado que les enviaba electricidad por sus cuerpos.
Las manos de la chica reposaban plenamente sobre el cuello de su acompañante, sus dedos largos se enredaban libremente en los hilos plata que tenía por cabellos. Las manos del chico recorrían lentamente recorrían el delgado y delicado cuerpo desde su espalda descubierta por el vestido, su fina cintura hasta descansar en sus atrevidas caderas que le atraían.
Lentamente caen sobre las sábanas hasta que dar uno sobre el otro sin separarse ni un milímetro sus labios. Los labios del chico se separa de esos labios que se encontraban mas rojo e hinchados para pasar los suyos la delicada mandíbula, la oreja dándole de vez en cuando una mordida haciendo que la que se encontraba debajo de cuerpo se arquease su espalda por el placer que sentía.
Sin que ambos estén conscientes, sus ojos se habían tornados rojos debido a la lujuria que sentían, sus colmillos salieron, mostrando su verdadera naturaleza, sus lenguas traviesas recorrían en el punto, lugar donde los enterrarían y sacar ese elixir que les llamaban.
--Eelizabeth te deseo tanto.
--Vviktor por favor, muérdeme te deseo tanto.
--Por favor qué, Mi amada Rosa sangrienta.
--Lo deseo, quiero estar unido a ti, quiero que me muerdas, deseo escuchar el sonido que harán tus colmillos al beber mi sangre.
Y como si fueran palabras mágicas, el chico se separa de ella una vez que se da cuenta de lo que estaban a punto de hacer, la chica sin moverse lo mira ligeramente confundida
--Viktor ¿Qué sucede cariño?
--Lo siento Mi Rosa sangrienta, estuve cerca de morderte sabiendo que podría hacerte daño.
La tal Elizabeth se sienta junto al tal Viktor un poco preocupada por donde iba esta conversación.
--Cariño ¿Tienes sed no? Yo igual y además sabes que no puedes hacerme daño, las heridas sanaran.
--Pero tus poderes…
El siente el movimiento de la cama donde se hallaba sentada la chica, pero ella se hallaba sentada ahora sobre su regazo mirándose fijamente, sin romper el contacto visual ella le responde.
--Mírame, quiero estar contigo, deseo estar unida a ti para siempre en lazo que ni la muerte podrá separarnos. ¿Y sabes por qué?: porque te amo con toda mi alma y de mi corazón, mi alma, mi sangre y mi cuerpo te pertenece solo a ti. Por ahora te perdono por dejarme en estas condiciones futuro esposo mío.
--Jajajajaja contigo no se puede Eli, formemos el lazo ahora, pero te advierto se van a molestar si hacemos esto antes de nuestro matrimonio.
--No te preocupes, tomaré esa responsabilidad. Tú también quieres hacerlo ¿No?
--Como no tienes idea Eli.
Pero antes de que hagan el lazo, la imagen se congela, poco a poco la oscuridad le empieza a rodear, mira por todos lados ni una luz ni una voz que guíe.
--¿Hola? ¿Hay alguien aquí?
--Estamos en todos lados pequeño.
--¿Quién está ahí?
A los lejos se podría distinguir una débil luz y sin perder tiempo se acerca a pasos vacilantes.
--No temas, acércate, no te haremos daño.
La luz cada vez está cerca, cuando llega esta lo cega por su intensidad. Se encontraba en un campo lleno de varias flores de distintos tipos, una fuente con una escultura de un ángel, el cielo de color violeta, el calor del sol lo calentaba no lo lastimaba sus ojos como siempre lo hacía.
Pero en medio del campo hay dos personas, cada vez que se acerca puede ver que eran una pareja, su corazón latía de aprisa, siente que ya los había visto que con ellos estará a salvo, nada lo lastimaría.
--Quédate ahí, no te acerques más, aun no es tiempo de que nos veas Mi ángel.
La vos de la mujer era tan dulce y calma como las aguas del mar que te arrulla hasta darle a su corazón la tranquilidad que busca tan desesperadamente.
--¿Quiénes son? ¿Por qué estoy aquí?
--Aun no es tiempo de que sepas quienes somos, Mi pequeño ángel.
La voz del hombre era llena de determinación y fuerza pero a la vez de tanta calma.
--Te trajimos aquí por una razón, para darte una advertencia.
--¿Advertencia?
--Si pequeño ángel, “Aquel que hizo daño en el pasado, volverá para lastimar a los que estuvieron contra de él”
--¿Quién es? ¿De quién debemos cuidarnos?
--No podemos decirlo, solo cuídense mucho, él está cerca pronto hará su jugada y empezará el infierno para todos.
--Debes irte Kaname, pronto nos veremos Mi ángel.
El pelicastaño se levanta sobresaltado, dándose cuenta que estaba en la cama o más bien en la habitación de un peliplata gruñón. Estaba tratando de entender acerca de su sueño que acababa de tener, pero no llegaba a entenderlo más bien aumentaba las ganas de tener a estas personas porque en lo más profundo de su ser cree que ya había escuchado aquellas voces.
Abriendo la puerta lentamente para no despertar al durmiente, grande es su sorpresa que este se hallaba despierto sentado sobre la cama perdido en sus pensamientos.
La luz de la mañana entraba por la ventana bañando el suave perfil del castaño, el viento tímido entraba y hacía bailar de manera suave el cabello castaño algunas mechas de adelantaban hacia su rostro él distraídamente se los retiraba; el aroma natural del sangre pura le llegaba a su nariz, era el olor mas dulce y embriagante que haya percibido antes, o si lo hacía pero a través de otra persona, en la mujer que ama y que aún no olvida.
Con el mayor cuidado camina lentamente se acerca evitando hacer ruidos que alerten al pensante su presencia, deja la bandeja con el desayuno en la mesa de noche, pero una vez que levanta la mirada en vez de ver a Kaname ve a una mujer sentada en la orilla de la cama, cabellos largos ondulados de color marrón con mechas plateadas, ojos grandes de color borgoña, labios finos y rosados, vestía una bata de satén de color azul eléctrico en su cuello, un relicario que tantas veces lo había visto en sus pesadillas. Una de las tiras de la bata se deslizaba seductoramente por su hombro derecho mostrando el valle de su pecho, se notaba claramente que no llevaba brassier.
Como si estuviera hipnotizado, sin hacer caso omiso a la llamada de atención, con cuidado y que rallaba a la delicadeza se sobreponía al cuerpo del castaño, con sus grandes manos tenía las muñecas, de este que se resistía a su agarre, sobre su cabeza, sus labios se acercan lentamente al cuello para tener un panorama mas alto en el aroma que era de manzanas y canela con toques de rosas silvestres, sus ojos encendidos y los colmillos largos y ansiosos a extraer ese elixir que lo llama y siente que este ya le pertenece.
Pero la magia que le rodeaba es rota por la puerta que es azotada fuertemente tirando algunos retratos.
--¡Zero! ¿Por qué tardas…tanto?
Kiryuu sale de ensoñación, la mujer que estaba debajo de su cuerpo desaparece dando paso a Kuran, que respiraba aceleradamente sus mejillas sonrojadas, sus ojos cerrados, sus largas piernas estaban abiertas dándole espacio para estar entre ellas.
Para sus sentidos agudizados puede escuchar los acelerados latidos cardíacos del otro; aunque no lo diga en voz alta, era una imagen seductora para que “alguien” despierte a saludar la mañana.
Con todo el dolor del alma, se quita de encima y sale como alma que lleva el diablo se pierde por el pasillo para evitar que Kaname sienta que “mini-Zero” salió a saludar.
Sorprendido de lo que vio ante él, sabía que tarde o temprano sucedería por más que Zero haya intentado que no viera sus mejillas sonrojadas por la vergüenza si lo hizo, le dio tanta ternura [Su hijo estaba creciendo]
--Kaname-kun, estás bien.
Sin moverse un centímetro aunque abre los ojos y pierde su mirada al techo que estaba sobre sus cabezas.
--Estoy bien Director Cross.
--Si claro, sé que amas a Zero pero eso no quiere decir que tienes que darle toda tu sangre para demostrárselo, para eso existen las palabras.
--Lo sé pero él me odia, tiene su razón en hacerlo, pero no podría decirle lo que siento.
Kaname se sienta para mirar a los ojos llenos de dolor y angustia del Director Cross.
--Pero Kaname…
--Pero nada, solo dejémoslo así ¿Por favor?
--De acuerdo. Zero traía el desayuno pero había olvidado darles las pastillas para ti, así que subí a dejártelas y me encuentro en que casi te violaba.
--Gracias por su preocupación Cross-san, pero tenemos un problema las pastillas están dejando de funcionar en mí.
Sin tener control a sus sentimientos, en los ojos del castaño tenia grabado el miedo y la incertidumbre que sucedería si sus instintos salieran del poco control que poseía.
Cross con su mirada llena de miedo por los sentimientos de su protegido, se acerca a él.
--¿Qué? ¡No entiendo, eres una sangre pura! Eso es imposible. --¡Lo sé! Temo que no pueda controlarme con mi sed ó de mis poderes y lastime a los demás.
Kaname en su angustia camina por toda la estancia como león enjaulado sin tener en cuenta que algunos objetos empezaron a vibrar en sintonía con su sentir.
--Ya veremos que hacer, no te agobies. Hay personas que están contigo apoyándote en todo, no cargues el peso tú solo pequeño.
Cross sin perder tiempo,toma entre sus brazos el cuerpo del sangre pura, dándole un fuerte abrazo de manera paternal y acaricia sus castaños cabellos tratando de quitarle la angustia, su miedo a este.
--Siento que me voy ahogar de tantas cosas que tengo que pensar y...
--Shh...respira Kaname-kun, haremos lo que se tenga que hacer, cuando llegue el momento, pero tengo una idea de tú sed incontrolada.
--Gracias Cross-san, y con respecto a mi sed lo dejaremos para después ¿Si?
--Claro, además les prometí a tus padres que velaría por ambos. ________________________________________________________________
En el salón principal de la mansión Kuran, se encontraban tres personas bebían té de jazmín aprovechando que la mas pequeña dormía.
--¿Por qué Kaname-san no vino contigo Seiren? ¿Sucedió algo?
--Él por ahora está bien, solo débil debido a que fue donante de tú hermano Ichiru, ya que salió herido en su última misión.
--Me alegra saber que ambos están bien.
--Hay algo más que debamos saber esposa mía. ¿Sucedió algo en la academia?
Seiren quita la mirada que mantenía sobre el joven peliplata, para ver a su esposo.
--Sucedió algo Rei, hace unos días en la academia se ha recibido dos solicitudes de matricula de parte del Clan Nishimura, aunque Kaname-sama no lo diga sé que está preocupado porque es raro más aún por las extrañas cosas que han venido sucediendo.
--¿Del Clan Nishimura Seiren? Ese Clan...
Ichiru se levanta de manera abrupta del sillón y empieza a caminar como león enjaulado, al mismo tiempo murmurando cosas inentendibles que a pesar de ser vampiros no lograban entenderle.
--¿Hay algo que debamos saber Ichiru? ¿Es sobre este Clan?
--Seiren, la verdad sé muy poco sobre este Clan, pero Shizuka-sama me decía que ellos son tan antiguos o igual que el Clan Kuran, son peligrosos sobre todo su líder Takeshi Nishimura, hasta donde sé no les gusta los humanos. Ellos son descendientes de la principal, y es mejor mantenernos alejados de ellos.
--¿Sólo eso sabes Ichiru?
--Absolutamente.
Mientras Seiren e Ichiru discutían, Rei se mantenía callado con la taza de té en sus manos, no escuchaba nada a su alrededor, simplemente mantenía su mirada a la ventana en que reflejaba luna en todo su esplendor.
--Seiren, Ichiru...algo malo pasará en torno a la academia, pero sobre todo en Kaname-sama y Zero-san.
Los que discutían callan sus voces para mirar al esposo de la guardiana del pelicastaño.
--Rei, cariño ¿Qué viste?
--Ehh... Seiren, sólo ví pequeños fragmentos, vi tanto dolor, angustia pero también amor, no entiendo lo que vi. Ichiru creo que debes darte prisa con tú decisión, tú hermano y Kaname-sama te necesitarán.
--Pero Rei...
--Seiren...Ichiru entiendo que debes tener mucho miedo pero ya no más. Mi esposa te ha entrenado para que seas el siguiente guardián de Kaname-sama, sabes muy bien que ella ya no podrá ejercer ese deber porque ahora lo es su familia.
--Tienes razón Rei, ya es tiempo de enfrentar el pasado, lo siento Seiren por separarte de tú familia demasiado tiempo ¿Cuándo ellos llegan a la academia Seiren?
--En 5 días Ichiru, ¿Qué planeas hacer?
--Seiren podrías decirle a Kaname-san que en 2 días iré.
--No crees que es demasiado pronto.
--Nunca es demasiado pronto Seiren.
--Mmm...esta bien, pero te advierto que no estará contento de que vayas muy pronto.
--Entonces, iré a empacar mis cosas. Ichiru sale del salón dejando a la pareja solos, bueno, no tan solos.
--Saori, será mejor que salgas de tú escondite, ahora.
La pequeña del matrimonio sale detrás de un pilar del salón principal, con sus ojos caídos llenos de tristeza, sus labios temblaban en señal de llanto.
--Si mamá.
--Mamá y yo te hemos dicho que no es agradable escuchar conversaciones que sólo involucran a los adultos, mi pulguita.
--No quiero que tío Ichiru se vaya, lo quiero mucho, lo voy a perder para siempre papá.
--No mi amor, Ichiru se va pero eso no significa que te vaya a olvidar, él te quiere mucho.
--¡No quiero mamá! No quiero que se vaya.
La niña con lágrimas en sus ojos se lanza a los brazos de su padre buscando consuelo, pero ambos saben que Ichiru tiene que enfrentar a su hermano y aunque les duela pensar el tipo de reacción cuándo sepa que verdaderamente sucedió con su hermano menor.
Las ruedas del destino siguen dando vueltas a favor de las almas que regresan a verse una vez más. Aunque el tiempo pase, siempre se encuentran para cumplir una promesa del pasado.