Fenris despertó de un sueño intranquilo, no recordaba absolutamente nada de lo que había soñado, lo cual provocó cierta angustia en él, pues dentro de su ser sentía que era realmente importante. Tal vez eran sus recuerdos deseando regresar.
Intentó levantarse para despejar su mente y de cierta manera, huir de estos, ya que no sabía cómo lidiar con ellos; sin embargo, no pudo llegar muy lejos, puesto que las sábanas frenaron su avance atorándose en algo que no pudo identificar en la oscuridad.
Confundido buscó la causa y se topó con el enorme cuerpo de su pareja, regresó así a su memoria la noche pasada. Por su mente pasó la posibilidad de que el contacto íntimo con el hombre había causado esos sueños, por eso lo descartó casi en el acto.
Retiró las sábanas de su cuerpo con cuidado de no descubrir a Hawke y se levantó, intentaba recordar cualquier cosa de sus sueños; tenía una imagen recurrente en su mente:
“Un elfo con una capucha de lobo negro que ocultaba completamente su rostro, sosteniendo a una elfa entre sus brazos con tristeza y delicadeza en sus acciones, mientras gritaba hacia unas figuras que se perdían en la oscuridad palabras que no logró entender, sin embargo, el significado era muy evidente o al menos lo fue para él, lo cual podría describirse como venganza y amenazas peores a la muerte.”
Si el guerrero tuviera que dar un nombre a tan extraña y desconcertante escena, por algún motivo, llegaba a su mente el nombre de una canción que desconocía completamente su origen, tal vez de su infancia perdida (la única cosa que los tatuajes de Lyrium no pudieron borrar de su mente).
El orgullo del mago.*
¿Acaso ellos serían sus padres? Algo dentro de él le dijo que no. ¿Familiares lejanos tal vez?, ¿o alguna pelea presenciada en su infancia? No lo sabía, pero por el momento dejaría de lado esos pensamientos y se enfocaría en buscar su ropa para que en el momento en que Garret se despertara no le encontrara desnudo.
Un pensamiento un tanto estúpido si recordaba todo lo que habían hecho la noche anterior, tan diferente a lo que alguna vez hizo con Danarius.
El hombre le había dado reiteradas oportunidades de detenerse, llegando a pensar más en el placer de su pareja que incluso en la de él mismo, mientras que antaño, su maestro lo hacía por el simple hecho de lastimarle y hacerle sangrar.
Pero a veces sentía que lo hacía con otras intenciones, que por el momento prefería no saber y nunca enterarse. Lo pasado era pasado y debía enfocarse en el presente.
Lo sabía, pero a veces era difícil dejar de lado todo, sobre todo ahora que había decidido enviar una carta a su hermana y además recibió la contestación de ésta. Ahora que ya sabía leer y escribir (o al menos poder darse a entender en esos dos ámbitos) decidió tomar como prueba enviar una carta a la elfa, para a arriesgarse para conocerse un poco mejor y a su familia.
No le había dicho nada aún a Hawke, temeroso de cuál fuera a ser su reacción, sumado a que no habían tocado el tema de Hadriana y lo que se viera involucrada la perra.
Y esa misma indecisión era lo que le impedía abrir el sobre con la respuesta de Varania debajo de la cama, no sabiendo qué era lo que debía de esperar o no. Si tan solo las respuestas fueran tan fáciles.
Dejó de lado esos temas tan oscuros y continuó con su menester. Bueno tal vez, mientras buscaba su ropa, pudiera hacer una pequeña incursión a la cocina y darle un poco de comida.
Se lo había ganado la noche anterior, y posiblemente el resto del año.
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Hawke volvía a su casa a mitad de la mañana, con una sonrisa surcando su cara de lado a lado, demostraba un poco lo que había realizado la noche anterior, sumado a que su estómago estaba completamente lleno, gracias al desayuno improvisado que Fenris hizo para él, un poco quemado, pero comida al fin y al cabo.
Ahora, si tan solo pudiera encontrar una muy buena excusa para su madre y que no descubriera su pequeña aventura nocturna.
Estaba atravesando el pequeño mercado improvisado que había en Baja Ciudad, todavía pensando en la mejor excusa para su familia, cuando una figura conocida fue directamente hasta él, completamente enojado.
Con fastidio, su tío Gamlen casi gritó.
─¡Ahí estás, maldito muchacho! ¡Te estuve buscando durante toda la noche! ¡¿En dónde demonios te habías metido?!
Completamente perdido por el reclamo de su tío, Garret intentó entender.
─¿Por qué me estabas buscando?
El hombre estaba por responder, sin embargo, vio hacia todas partes, como si alguien les estuviera espiando. Finalmente, con tono misterioso, respondió a su sobrino.
─Aquí no. Hablaremos de esto en casa. Solamente tienes que saber que tu madre estaba muy preocupada por ti.
Teniendo un mal presentimiento, y temiendo que hubiera pasado algo malo en su ausencia, siguió obedientemente a Gamlen y dejó completamente en el olvido lo que hace unos minutos atrás estaba pensando.
En cuanto llegaron a la casa, pudo ver que su madre lloraba desconsoladamente en los brazos de Carver, mientras que Bethany daba gentiles palmaditas en la espalda de su madre, susurrando palabras que el mago supuso eran tranquilizadoras.
En cuanto se notó su presencia, todos posaron su vista en los recién llegados, su madre se soltó del agarre de su hermano y fue a abrazarlo fuertemente, decía entre sollozos.
─¡Oh, hijo! Pensé que te había pasado algo… después de esa redada que hicieron los Templarios por las calles de Baja Ciudad… pensé lo peor.
Hawke vio hacia los demás miembros de su familia, en busca de una explicación ante las palabras de su madre. Su hermana, al notar su confusión, contó.
─Anoche, los Templarios lograron encontrar un escondite de magos aquí en Baja Ciudad. Y como no volviste, madre pensó que tal vez estabas ahí y te habían atrapado.
Rápidamente, su mente recordó todo el lío que estaba pasando en la ciudad y por lo cual había decidido hacer la cena con Fenris: los Templarios habían comenzado una caza de magos encarnizada, por no decir lo que pasaba si terminas en el Círculo de Kirkwall.
Se escuchaba el rumor de que todos los que mostraban cualquier signo de resistencia, terminaban convertidos en Tranquilos.
Agregando su propia opinión al asunto, Carver comentó mordazmente.
─Y supongo que tus asuntos eran tan importantes que ni siquiera pudiste mandarle un mensaje a madre para que no se preocupara. O querías hacer una entrada realmente dramática para llamar aún más la atención.
Garret no pudo evitar sentirse molesto y frustrado con su hermano pequeño por ser tan rencoroso. Era cierto, debió decirle a su madre que no llegaría anoche (aunque no había planeado quedarse en la mansión de Fenris), pero su pequeño error lo estaba tomando como afrenta personal.
Si las palabras vinieran de su madre, las aceptaría por ser la afectada, mas Carver quería tomar un papel en el asunto en el cual no tenía nada que ver.
Cuando estuvo a punto de responder de la misma manera que su hermano, Leandra paró la discusión, antes de que comenzara, con unas simples palabras.
─Ya basta. Lo que hizo Garret no fue lo correcto, sobre todo teniendo en cuenta lo que está pasando con los magos en este momento, sin embargo, ya es un hombre por lo que no necesita avisar cada vez que tenga que salir. Lo único importante en todo esto es que él está bien.
El más joven de los Hawke fijó la mirada hacia su madre, con la intención de agregar su opinión, pero cuando vio el rostro severo de ésta, se limitó a rumiar y salir de la casa para estar solo.
Los demás se desperdigaron por la pequeña casa, por lo que Hawke iba a aprovechar para darse un baño. Antes de que pudiera dar dos pasos, la voz curiosa de su hermana se escuchó a su espalda.
─Si no te molesta mucho, y no te sientes muy cansado, ¿podrías decirme qué estuviste haciendo durante toda la noche?
Por el tono sugerente que utilizó en tan inofensiva pregunta, el mago sospechó que Bethany tenía una idea de lo que pasó anoche.
No queriendo revelar sus cartas antes de tiempo, pues sabía que en cuanto se lo dijera todo su grupo lo sabría, y por tanto terminaría en la historia rosa que Varric estaba escribiendo, respondió misteriosamente.
─Eso, querida hermana, son asuntos que no te conciernen y, de ser posible, me los llevaré a la pira.
Poniendo ojos de cachorrito apaleado, intentó convencer.
─Oh, por favor, te prometo que no le contaré a nadie más, ni siquiera a Isabela.
Fingiendo una mirada dura, respondió.
─Nunca Bethany. No soy tan estúpido como para confiar en tu palabra. Y antes de que puedas decir algo más, te recuerdo que cuando Fenris y yo discutimos, misteriosamente todos sabían, incluso los que no estaban presentes.
La chica estaba por alegar, mas al escuchar las palabras de su hermano mayor, sabía que no obtendría nada de él, por lo que comentó derrotada.
─Muy bien hermano. Solamente recuerda que una mujer tiene muchos medios para enterarse de las cosas y encontraré la manera de saber tu secreto.
Ante esa amenaza, la maga fue detrás de su madre, para verificar que no necesitara ayuda con algo, dejó a Garret solo con sus pensamientos.
Soltó un fuerte suspiro de cansancio, pensando que la mañana había sido muy difícil de lidiar, le produjo un gran agotamiento tanto físico como mental. Deseaba dormir hasta el día siguiente (pues la noche anterior había estado ocupado en otros asuntos) pero era importante que indagara en lo que había pasado anoche.
Debía ir a visitar a Anders para asegurarse de que no lo habían atrapado, otra vez, pues el hombre era famoso entre el Círculo de Ferelden por escapar repetidas ocasiones, aunque siempre encontraba la manera de salir.
A pesar de que Kirkwall era muy estricta con los magos, tampoco quería sobresaturar, por lo que sabiendo que Anders pertenecía al círculo Fereldeno, era devuelto ahí.
Merrill tenía la ventaja de vivir junto a los Dalishianos, donde sería defendida por toda su gente para no ser atrapada por los Templarios, al mismo tiempo que éstos conocían las tradiciones de los elfos y las consecuencias que llevaría intentar atrapar a un mago ahí, por lo que hacían la vista gorda de ellos, a menos de que el mago en cuestión se encontrara solo.
Deseaba que algún día toda esta caza de magos terminara un día, pues dudaba que éstos aguantaran tanto tiempo siendo suprimidos por los Templarios de esa manera.
A pesar de todo lo que estaba pasando en la ciudad y sus sueños de nunca haber pisado el suelo del lugar que vio crecer a su madre, no cambiaría por nada en el mundo la relación que estableció con Fenris.
Eso era lo que le ayudaba a permanecer en esa ciudad y continuar con sus trabajos tan poco remunerados. Sumado, por supuesto, que su presupuesto no le permitiría llegar muy lejos con toda su familia a cuestas.
Dejó de divagar sobre los temas que de momento no tenían relevancia en el día para continuar con su tarea de ver cómo estaba su amigo curandero en su clínica.
Y tal vez, ya que estaba en ese lugar, pedirle de favor que surtiera su pequeña botica de hierbas, pues la había utilizado bastante en las últimas semanas.
Rezando que las cosas se tranquilizaran un poco allá afuera.