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Sobreviviendo al amor por desileo

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A Hawke lo despertó el alboroto fuera del camarote que Isabela les había asignado a él y a sus hermanos (los cuales continuaban dormidos); le provocó curiosidad, pues el sol apenas lanzaba sus primeros rayos.

Al salir, se encontró con la tripulación de la pirata corriendo de un lado a otro, gritando indicaciones para soltar los botes. Sin comprender el motivo para tal acción, fue en búsqueda de su amiga.

La encontró en el timón, discutiendo acaloradamente con Aveline, mientras que Varric intentaba mediar la conversación. Pudo captar a Isabela gritarle a la guerrera.

─¡Dame maldito tiempo para tener la certeza! ¡No puedes decirle a Hawke sin antes comprobarlo!

Con el mismo tono acalorado, Aveline cuestionó.

─¡¿Y crees que mantenerlo sin información será lo mejor?! Tiene derecho a saberlo.

El escritor aportó amablemente.

─Por favor, dejen de pelear. Lo que tenemos que hacer es planear la mejor manera de decírselo. Puede hacer un mundo de diferencia la forma en que esto le sea informado.

Interviniendo por primera vez en la conversación, preguntó.

─¿Decirme qué?

Los tres voltearon directamente hacia el mago, con mezcla de horror y compasión, para acto seguido verse entre ellos, completamente perdidos. Finalmente, Aveline avanzó hacia Garret y comenzó a explicar.

─Hace unos días, Isabela observó una tormenta a lo lejos, pero nosotros estábamos lo suficientemente lejos para que ésta pudiera afectarnos realmente. Sin embargo, el barco de Danarius no tuvo esa suerte y topó de lleno contra ella y uno de los hombres de Isabela divisó un barco de aspecto Tevinterano hundido cerca de un Atolón. No tenemos la certeza de que realmente pertenezca al hombre, pero si lo es, entonces hay que suponer lo peor.

El mago no supo cómo debía de reaccionar ante lo dicho por la mujer, pensó que tal vez era un error, que el barco con el que se habían topado era de algún otro navío desafortunado.

Creyendo ingenuamente que una vez descubrieran que el barco no pertenecía al Magister, continuarían con su plan original por lo que, aparentando tranquilidad, preguntó.

─¿Y cuándo podremos saber si ese barco perteneció a Danarius?

Los tres se vieron entre ellos preocupados, diciendo solamente con la mirada que algo no estaba bien con él. Finalmente, la pirata respondió.

─He enviado a varios de mis hombres dentro de lo que queda, en búsqueda de cualquier cosa que nos dé una idea, como algún emblema o escudo familiar. Tan solo queda esperar.

Hawke se limitó a asentir, no confiando demasiado en sus sentimientos, pues en ese momento, su cabeza era un verdadero caos con cada segundo que pasaba y los piratas no regresaban con nada.

Conforme fue avanzando el día, el resto de su grupo fue informado sobre el barco Tevinterano encontrado y las fuertes sospechas de que éste perteneciera a Danarius causaban una mirada ansiosa hacia su dirección, incluido Carver.

Después de horas de interminable espera, los hombres que Isabela envió regresaron, llevaban consigo un bulto de sábanas y un cofre fuertemente cerrado. Todos se reunieron alrededor de los objetos encontrados, no sabían muy bien por cuál comenzar, paralizados por lo que pudieran encontrar en ellos.

Finalmente, el menor de los Hawke con aparente valentía fue hacia el bulto de sábanas, deseaba romper con la pesada atmósfera que se instaló. Con brusquedad, desenmarañó las pesadas sábanas, se detuvo rápidamente cuando de entre los pliegues salió rodando una cabeza.

Anders la atrapó, curioso por la manera en que la cabeza fue cortada; sin embargo, la mostró al resto del grupo cuando reconoció al dueño: la cabeza de Danarius.

Con ese simple gesto, Bethany hizo a un lado a su hermano para revelar el resto del cuerpo junto con el de Varania con una herida en su pecho, hecho de tal manera que una mano pudiera caber ahí.

Comprendiendo lo que estaba pasando, Varric fue directamente hacia el cofre, abriéndolo con una ganzúa oculta en sus ropas, revelando su contenido.

Ahí se encontraban la espada y armadura de Fenris, la cual había sido comprada después de su primer trabajo con ellos, alegando que necesitaba nuevo equipamiento.

Con ello revelaron la terrible verdad, pero había una duda en el aire que nadie deseaba contestar. ¿Fenris habría asesinado a su amo y hermana para sobrevivir y huir o se encontraba entre los cuerpos flotantes dentro del barco?

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Fenris despertó completamente desorientado, pensaba que aún se encontraba dentro del barco. Sin embargo, recordó su huida y su posterior pelea con el bote de remos, la cual perdió miserablemente.

Observó a su alrededor, se encontró dentro de una cabaña escasamente amueblada, era lo suficiente para vivir cómodo. Notó que estaba ocupando la cama.

Pensando que quien sea que lo haya encontrado no tenía muy buenas intenciones con él, se levantó de la cama y buscó todos los objetos que había llevado consigo cuando huyó, mas se vio interrumpido por la puerta principal abriéndose y una voz exclamando.

─Oh vaya, al fin has despertado. Me alegra, por unos momentos pensé que tendría que llevarte con una de las hermanas de la Capilla para que pudieran saber lo que te pasaba.

Esperando un ataque, el elfo se dio vuelta lentamente con la guardia en alto, topándose con su nuevo captor. Era un hombre de mediana edad, con el cabello rojo como el atardecer con algunos mechones grises, pero lo que más llamó la atención del guerrero era la forma de sus orejas, las cuales eran puntiagudas con una curvatura muy parecida a la de los humanos.

Notando la inspección de su invitado, comentó.

─Mi padre era elfo mientras que mi madre era humana, por lo que podría explicar un poco mi apariencia. Aunque no creo que eso sea lo que más te moleste ahora, ¿no es cierto? Comencemos desde el principio. Mi nombre es Dacio y actualmente estás en Nevarra. Te encontré en la orilla del mar en bastante mal estado, pero nada mortal, tal vez un poco deshidratado.

Fenris siguió viéndolo, sin saber cómo debía de actuar ante esa persona. Ya había cometido el error de confiar en alguien y terminó metido en ese lío. Dacio comprendió que no había ganado la confianza del elfo, por lo que tranquilamente comentó.

─No te preocupes, no pienso hacerte nada malo, solamente deseo ayudarte, lo cual creo que necesitas, sobre todo en tu estado actual. No me puedo explicar cómo es que un hombre termina embarazado, aunque he de suponer que tiene que ver con esas marcas de Lyrium.

Amenazado por esas palabras, activó sus tatuajes, esperando un ataque del medio elfo. Cuando nunca llegó, el guerrero preguntó escuetamente.

─¿Y cómo sabes eso?

Sonriendo apenado, respondió.

─Mi madre era apóstata y yo nací con la magia suficiente para percibirla, estudiarla y curar, pero no puedo convocar ni siquiera un copo de nieve. Ayudo a las mujeres para saber si están embarazadas, por lo que no fue difícil detectar a tu hijo.

Fenris quería arrancarle el corazón para después dárselo de comer, pero antes de que pudiera hacer cualquier movimiento, Dacio comentó.

─Por favor, sé que no tienes confianza en mí, pero antes de que decidas matarme, déjame cuidarte por un tiempo más hasta que te recuperes por completo. Si te vas en ese estado, puede ser muy perjudicial tanto para ti como para tu bebé. En cuanto estés en condiciones de hacer tu viaje te podrás ir, o matarme, depende de lo que decidas.

El elfo estaba por ceder, mas el recuerdo del padre de su hijo hizo que dudara e incluso contemplara la idea de rechazar de plano su oferta. Extendió su mano para arrancarle el corazón cuando su cuerpo le traicionó a mitad de la acción pues cayó agotado al suelo.

Volvió de la inconsciencia sobre la cama, se topó nuevamente con el medio elfo colocando compresas frías en su frente, regañando amablemente.

─No creo que estés en condiciones de activar tus marcas. Si fuera tú, las utilizaría lo menos que pudiera, para evitar cualquier efecto sobre el bebé.

Derrotado, se dejó hacer por el supuesto mago, pensando en las mejores maneras de asesinarlo sin utilizar sus marcas. Recordó de pronto las cosas que había traído consigo, sobre todo en el libro que Hawke le había regalado, por lo que intentando sonar desinteresado, preguntó.

─¿Mis cosas dónde están?

Esperando una pregunta así, Dacio respondió.

─Cuando te encontré, solamente tenías lo que actualmente portas y un libro que terminó completamente mojado. Pero no te preocupes, he puesto a secar el libro y aunque no esté como antes quedará en un estado lo suficientemente decente para leerse.

Soltando un suspiro pensó que tendría que comprar otra espada, aunque dudaba que pudiera manejar una en un tiempo futuro y las espadas ligeras realmente eran complicadas de manejar.

Su primer paso sería salir de esa casa lo más rápido posible y después conseguir dinero para comprar cualquier cosa que quisiera. Dacio lo sacó de sus pensamientos cuando curioso preguntó.

─Dime, ¿el bebé fue hecho a base de magia o a la antigua usanza?

Fenris le lanzó dagas con los ojos, provocando cierta gracia en el medio elfo de mediana edad. Con tono bromista, comentó.

─A la antigua usanza, por lo que veo. Me imagino que para el padre debió de ser un gran shock.

El corazón del guerrero sangró con esas palabras, pero lo ocultó lo suficientemente bien para soltar molesto.

─No lo sabe y preferiría que nunca lo sepa. Con tan solo topármelo una vez en la vida fue suficiente.

Dacio le contempló por un largo momento sacando sus propias conclusiones sobre la situación de su invitado, quedando en un silencio contemplativo. Finalmente preguntó.

─¿A cuánta gente tiene para localizarte?

Por primera vez, Fenris reflexionó la facilidad con la que Garret le podría encontrar contando con la ayuda de Isabela y Varric, pero al ser entregado a Danarius sospechaba que no le buscaría.

─No creo que me busque. Solamente fui una moneda de intercambio. Nada más.

El medio elfo le observó otro tanto, contemplando sus opciones tal vez para ayudarle.

O estimar si valía la pena ayudar a tan problemático visitante.

 


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